¿Deberíamos tener miedo al futuro?

El mundo vive con temor – con miedo a una guerra nuclear; miedo a enfermedades; miedo al fin del mundo; miedo a un accidente de tráfico; miedo a morir en un accidente aéreo; miedo a un desastre financiero y la pérdida de trabajo; y miedo a la muerte en general. Uno de los mayores temores también está dirigido a nuestros prójimos… la preocupación de cómo actuarían y reaccionarían cuando uno defiende la Verdad.

¿Qué pasa con los verdaderos cristianos? ¿Qué pasa con Usted? ¿Vive con miedo? Si es así, esta serie de artículos explicará cómo podemos superar nuestros miedos.

Como ya mencionamos, uno de los mayores temores que podemos tener es el miedo a los hombres – lo que podrían pensar, decir o hacer si abrazamos y vivimos la Verdad de la Palabra de Dios.

Pero Dios es muy específico y explícito al decirnos que no debemos temer a otras personas.

Moisés dijo lo siguiente al pueblo de Israel y luego a Josué, en Deuteronomio 31:3, 6-8:

“Entonces fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel… “Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho… Sé fuerte y valiente, no temas ni tengas miedo de ellos; porque el SEÑOR tu Dios es el que va contigo. Él no te dejará ni te abandonará”.

“Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: ‘Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró JEHOVÁ a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. Y JEHOVÁ va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.”

Muchos siglos después, Isaías dio el mismo mensaje de ánimo al pueblo de Israel en su época, mientras miraba su futuro lejano cuando serían liberados del cautiverio después del Regreso de Cristo. Leemos en Isaías 51:11-13:

“Ciertamente volverán los redimidos de JEHOVÁ; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán. Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige?”

Esto es el problema clave: Mientras tememos al hombre, olvidamos temer a Dios. Y Dios les dice a través de Isaías que al final, surgirá un opresor malvado, aparentemente refiriéndose a un líder militar llamado “la bestia”, a quien todo el mundo temerá y seguirá. Pero su tiempo será corto, y Cristo lo matará cuando regresa.

El profeta Jeremías repite el mismo mensaje de ánimo en Jeremías 1:4-8, 17, 19:

“Vino, pues, palabra de JEHOVÁ a mí, diciendo: ‘Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije:!!Ah !!ah, Señor JEHOVÁ! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice JEHOVÁ… Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos… Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.”

En Ezequiel 2:3-8, leemos el mensaje de Dios al profeta Ezequiel:

“Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho JEHOVÁ el Señor. Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.”

 “Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde. Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes. Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.”

También tome nota de las palabras de Dios a Ezequiel en Ezequiel 3:9:

“Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.”

En Hebreos 13:6, Pablo repite el mismo mensaje de Dios a su pueblo, como sigue: “De manera que podemos decir confiadamente: El SEÑOR es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”

En general, se nos dice esto en Proverbios 29:25: “El temor del pondrá lazo; Mas el que confía en JEHOVÁ será exaltado”.

Nuevamente, vemos que cuando tememos al hombre, entonces podríamos perder el temor de Dios. Esa es la advertencia expresada en el pasaje citado anteriormente, y esa es la misma advertencia que podemos leer en Isaías 57:11-13:

“¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido? Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán. Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la tierra por heredad, y poseerá mi santo monte.”

O defendemos a Dios o lo negamos. Temer a otras personas y preocuparse por lo que creen y cómo podrían actuar disminuye y destruye nuestro temor y respeto por Dios.

Es por eso que leemos una y otra vez la misma advertencia bíblica, que Jesucristo también expresó tan vívidamente en Lucas 12:4-9:

“Más os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed. ¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.”

“Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios…”

Para mostrar el tremendo poder, la preocupación y el amor de Dios por nosotros, Cristo también añade esta declaración fundamental, en Lucas 12:32: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.”

En Mateo 10:32-39, Cristo repite algunas de las advertencias, como expresado e informado en Lucas, pero añade observaciones serias adicionales para decirnos que NUNCA debemos temer a otros y dejar que nos influyan de manera que nos apartemos de Dios, y que nuestro amor por Dios siempre debe ser nuestra primera prioridad:

“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará…”

Y así, leemos esta importante advertencia de Pedro en 1 Pedro 3:14-16:

“Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.”

Cuando personas sinceras y honestas nos piden que demos una defensa o una respuesta, no debemos tener demasiado miedo o timidez para hacerlo, ni debemos tener miedo de las amenazas de los demás cuando lo hacemos. También nos acordamos de la advertencia de Cristo de no avergonzarnos de él y sus enseñanzas (compárese con Marcos 8:38).

Al mismo tiempo, no siempre es bueno “dar una defensa”, pero cuando uno se niega a hacerlo, no debe ser por temor a los hombres, sino por sabiduría divina. Amós 5:13 nos dice que a veces es bueno no dar una respuesta: ” Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo.”

Cuando Pilato y los judíos desafiaron a Cristo, no les dio respuesta y no dio ninguna defensa a sus acusaciones (compárese con Juan 19:8-9; Mateo 26:63).

En Mateo 27:12-14, leemos:

“Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.”

Jesús sabía que cualquier “defensa” habría sido inútil, ya que su convicción y condena estaban predeterminadas. No desgastó sus energías dando lo santo a los “perros” y echando las perlas de sabiduría de Dios delante de los “cerdos” (Mateo 7:6). Pero no actuó de esta manera por temor a los hombres; No tenía miedo de sus amenazas.

Lamentablemente, la Biblia contiene muchos ejemplos de cuando la advertencia fundamental y exhortación de Dios de no temer al hombre, ha sido ignorada o violada.

Muchos se negaron a hablar sobre Jesús en términos de aprobación porque tenían miedo de los demás. Juan 7:12-13 dice:

“Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo. Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos.”

Después de que Jesús sanó a un ciego, sus padres fueron interrogados por los líderes de la sinagoga quienes se oponían a Cristo, pero por temor no hablaron, como se nos dice en Juan 9:18-23:

“Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.”

Otro ejemplo se da en Juan 12:42-43:

“Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.”

La pregunta que siempre debemos hacernos es esta: ¿amamos la alabanza de Dios más que la alabanza de los hombres? ¿Tememos más a los hombres que a Dios?

Incluso José de Arimatea, un consejero honorable, bueno, rico y justo, que podría haber sido el tío de Cristo con quien pudo haber hecho extensos viajes antes de comenzar su ministerio público, temía confesar públicamente su creencia en Cristo y que él era uno de los discípulos de Cristo. Juan 19:38 informa:

“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús”.

El siguiente verso nos dice que Nicodemo aparentemente también era un discípulo secreto. Originalmente había visitado a Jesús “de noche”, aparentemente por temor a los judíos:

“También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras”.

Centrándonos brevemente en el apóstol Pablo, se destaca como una persona valiente y audaz. Pero incluso él necesitaba ánimo de vez en cuando y la reafirmación ocasional de Dios. En Hechos 18:8-11, leemos que Dios le dijo a Pablo que hablase en nombre de Él, ya que Dios quería convertir a algunos en la ciudad de Corinto:

“Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados. Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.”

Pablo no temía a los hombres, como lo confirma Lucas en el libro de los Hechos. En Hechos 14:19-20, leemos sobre el asombroso coraje de Pablo:

“Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad.”

Pablo volvió de inmediato a las personas que lo habían apedreado. Esto requería coraje y audacia. En la próxima parte mostraremos cómo Pablo pudo tener y tuvo realmente tanto coraje, y cómo podemos tenerlo también.

Pablo no temía a las personas fuera de la Iglesia, ni a las personas dentro de la Iglesia que se le oponían en rebelión. Sus cartas proporcionan un testimonio abundante de este hecho.

Indica en 2 Corintios 13:10:

“Por esto os escribo estando ausente, para no usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción”.

También tome nota de sus comentarios en 2 Corintios 10:1-11:

“Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros; ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne…

“Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré; para que no parezca como que os quiero amedrentar por cartas. Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; más la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable. Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes.”

La razón de su ira justa contra algunos en la iglesia se explica en 2 Corintios 11:29: “¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?”

Sabía que algunos tratarían de engañar a los hermanos y arrastrarlos con ellos (Hechos 20:30). Pablo no les tenía miedo; se enfrentó a ellos para proteger al rebaño, a pesar de que fue juzgado por algunos que no entendían por qué hablaba y actuaban de esa manera y que lo acusaron de falta de amor. Lo mismo es cierto hoy: no hay nada nuevo bajo el sol.

Hay muchos otros temores que nos podemos encontrar, y la Biblia se refiere a algunos de ellos en numerosos lugares.

No importa en qué situación nos encontramos y qué circunstancia nos tiente a tener miedo, Dios nos muestra la salida. Ahora comenzaremos a abordar la forma de escapar del miedo.

Cuando se enfrentaban o se encontraban en una situación extremadamente difícil, los siervos de Dios recurrieron a Dios en busca de ayuda, paz, seguridad y salvación.

Mientras David estaba angustiado, oró en el Salmo 4:3:

“Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare”.

Esto es una clave vital cuando estamos en medio de la incertidumbre – la convicción y la persuasión de que Dios nos escucha cuando lo llamamos. Este hecho se reconfirma maravillosamente en el Salmo 107:23-32, junto con la responsabilidad de aquellos que han orado a Dios y luego han sido ayudados por Él para agradecerle su intervención:

“Los que descienden al mar en naves, Y hacen negocio en las muchas aguas, Ellos han visto las obras de Jehová, Y sus maravillas en las profundidades. Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, que encrespa sus ondas. Suben a los cielos, descienden a los abismos; Sus almas se derriten con el mal. Tiemblan y titubean como ebrios, y toda su ciencia es inútil. Entonces claman a Jehová en su angustia, y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban. ¡Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres!”

Encontramos la misma enseñanza y advertencia en el Salmo 118:1, 5-6, 8-9:

“¡Alabad a JEHOVÁ, porque él es bueno!; Porque para siempre es su misericordia… Desde la angustia invoqué JEHOVÁ, y me respondió JEHOVÁ, poniéndome en lugar espacioso. Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre… Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Jehová que confiar en príncipes.”

Nuestra ayuda principal solo puede venir de Dios. Con esa convicción, no debemos temer a los hombres, ni poner nuestra confianza en los hombres como si nuestra ayuda viniera de ellos, y no de Dios. Pero sabiendo esto, debemos agradecer a Dios y no olvidar su intervención.

Salomón hizo incluso esta notable declaración en Proverbios 10:3:

“JEHOVÁ no dejará padecer hambre al justo…”

Esto presupone y requiere mucha confianza en la presencia de Dios. Y así, los siervos de Dios sabían – y tenían que recordarse a sí mismos continuamente y constantemente – que no estaban solos y que Dios conocía sus ansiedades y temores y que los apoyaría y los protegería y los ayudaría.

David declara en el Salmo 27:1-3, 13-14:

“…Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?  Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.  Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado… Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. ¡Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a JEHOVÁ!

Aquí hay otra clave en nuestra lucha contra la ansiedad y el miedo: Esperar a la ayuda e intervención de Dios mientras estamos convencidos de que Él AYUDARÁ. A menudo, queremos la acción de Dios ahí mismo, pero en la paciencia y la fe se puede desarrollar gran fortaleza.

Sabiendo esto, David nos aconseja en el Salmo 32:6-7:

“Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia…”

De nuevo, escribe en el Salmo 23:4:

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”

Seguía caminando por el valle de la sombra de la muerte. Dios no lo libró de eso. Pero lo libró del miedo y la desesperación, porque David sabía que Dios estaba con él.

Los hijos de Coré que debido a su fidelidad no tuvieron que sufrir el destino de extinción de su padre debido a su rebelión, declararon esto en el Salmo 46:1-3,7:

“…Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar;  Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah… Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah.”

Es importante que nos recordemos en tiempos de ansiedad, miedo y desesperación que el Dios grande y poderoso está con nosotros. Es tan fácil, estando en el calor del fuego, olvidar este hecho tan importante.

En el Salmo 49:5, 15, los hijos de Coré escribieron esto:

“¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare? … Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo. Selah.”

Si Dios tiene el poder de resucitarnos de la muerte, ciertamente tiene el poder de ayudarnos en situaciones difíciles en esta vida. En tiempos de pruebas, podríamos olvidar fácilmente cuán poderoso es Él, pero es importante recordar eso siempre para que el miedo al futuro no nos consume.

David escribió en el Salmo 31:19-24:

“¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas… Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba… Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón.”

David se propuso recordar concienzudamente la gran y continua participación de Dios en su vida, para que pudiera tener buen coraje y conquistar todo miedo. Escribió en el Salmo 56:3-4, 8:

“En el día que temo, yo en ti confío… En Dios he confiado; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? … Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?”

David también dijo en el Salmo 31:15: “En tu mano están mis tiempos”. Sabía que no le podría pasar nada a menos que Dios lo permitiera – incluidos sus tiempos “buenos” y “malos”, así como el momento de su vida y el momento de su muerte – y que Dios solo permitiría o haría en su vida lo que sería mejor para él. Más tarde, Pablo diría que todas las cosas les ayudan a bien a los que aman a Dios y cumplen Sus mandamientos. Leemos en el Salmo 112 que el justo que “se deleita en gran manera en sus mandamientos” (versículo 1) “no tendrá temor de las malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; No temerá.” (versículos 7-8).

Este mismo pensamiento se expresa en Proverbios 3:25-26 para aquellos que guardan su ley y aplican su sabiduría y comprensión:

“No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque JEHOVÁ será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso.”

Este sentimiento se repite en Jeremías 17:7-8, como sigue:

“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.”

Mientras estamos en apuros y cuando enfrentamos la persecución de hombres malvados, no debemos dejar de dar fruto; No debemos dejar de vivir una vida justa.

Isaías 8:12-13 nos dice que no tengamos miedo de las amenazas de los hombres, sino que tengamos miedo y respeto a Dios. En Isaías 35:4, Dios añade este pensamiento:

“Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.”

Esta es la confianza que debemos tener siempre: Que Dios está en su trono; que Él sabe lo que está sucediendo en nuestras vidas; que ve la injusticia y la persecución que personas malvadas están tratando de infligirnos; y que Él, a su debido tiempo, INTERVENDRÁ para salvarnos y hacer frente poderosamente a nuestros enemigos. Y mientras tanto, no permitirá que nos pase algo que nos resulte demasiado difícil de soportar.

Dios refuerza esta maravillosa verdad en todas las páginas de la Biblia, que dice así: No debemos tener miedo porque Dios está con nosotros. Dios nos dará su protección, seguridad, ayuda y protección.

Isaías 41:10-14 cita las palabras de Dios para nosotros de la siguiente manera:

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor.”

La misma promesa se nos reitera en Isaías 43:2, 5, 15-16:

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti… No temas, porque yo estoy contigo… Yo JEHOVÁ, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice JEHOVÁ, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas…”

Dios está con nosotros. Él es nuestro poderoso Rey – el GOBERNANTE sobre todo el universo. Incluso si nos permite atravesar el fuego que podría quemarnos y el agua que podría ahogarnos, Él está con nosotros y no permitirá que nos hagan daño o nos maten antes del tiempo de nuestra muerte decretado por Dios. Y Él podría crear la forma de escapar de una manera sorprendente y totalmente inesperada – mostrándonos un camino dentro y a través del mar rugiente y las poderosas aguas desbordantes. Para permitir la posibilidad de una intervención divina tan poderosa en nuestras mentes, se requiere mucha fe de nuestra parte – lo cual discutiremos ahora en adelante.

Cuando Pablo y sus compañeros se encontraron en un barco en el océano y se vieron enfrentados a una terrible tormenta que parecía matarlos a todos, Dios le dio a Pablo una poderosa y alentadora promesa. Es posible que Dios no actúa exactamente de la misma manera con nosotros hoy, pero necesitamos saber que Dios está allí y que puede y está dispuesto a alentarnos en formas que podemos entender.

Leemos en Hechos 27:18-25:

“Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos. Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.”

Pablo tenía la fe absoluta de que Dios intervendría y lo protegería y salvaría a él y a sus compañeros. Uno podría decir que esta fue una circunstancia inusual en la que Dios solo salvó a Pablo en ese momento porque quería que Pablo compareciera en Roma ante César, pero este argumento no acertaría.

Encontramos circunstancias casi idénticas en la vida de los doce apóstoles originales en el tiempo que Jesús vivía con ellos como hombre.

Leemos en Marcos 4:35-40:

“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?”

Carecían de fe – no tenían fe en absoluto – y como consecuencia, tenían miedo. Cristo hizo la pregunta si encontraría fe en la tierra a su regreso. Sin fe, tendremos miedo. E incluso sin suficiente fe, tendremos temor.

En otra situación, encontramos lo siguiente, como se registra en Mateo 8:23-27:

“Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo:¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.”

Aquí, Cristo les dice que no tenían suficiente fe, lo que explicaba su temor. Aunque los registros en Mateo y Marcos suenan similares, no son idénticos, sino que representan dos eventos separados. Mateo describe una “tempestad” o un temblor – un maremoto – mientras que Marcos habla de una “tormenta de viento”, un torbellino o un huracán. Los discípulos mostraron y expresaron temor en ambos incidentes, carecían de fe completamente o no tenían suficiente fe.

De nuevo, uno podría responder que Cristo solo salvó a los discípulos en ese momento, porque tenía planes para ellos. La Biblia no dice esto; y además, Cristo tiene planes para cada uno de nosotros a quienes ha llamado a la salvación hoy en día.

Necesitamos fe en Dios para vencer el miedo. Cristo nos dice en Juan 14:1: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”.

Esta creencia en Dios puede debilitarse cuando estamos rodeados de acontecimientos malvados o cuando escuchamos rumores falsos o incluso correctos. Estas circunstancias físicas pueden socavar y destruir nuestra fe, si no tenemos cuidado.

En Marcos 5, encontramos un ejemplo interesante. Empezando en el versículo 22, leemos:

“Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.”

Pero en el camino, “vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (versículo 35).

Pero Jesús ya estaba en camino para sanar a la hija. Todo parecía perdido, cuando llegaron las terribles noticias, pero Jesús dio las siguientes palabras de ánimo al padre, en el versículo 36: “Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.” Y entonces, fue y resucitó a la hija que de hecho había muerto. Con Dios, nada es imposible – incluso cuando parezca a nuestro entendimiento limitado que no se puede hacer nada. En lugar de desanimarnos por rumores falsos negativos o incluso declaraciones de hechos aparentemente devastadoras, debemos seguir creyendo en Dios y en su ayuda.

Cuando no tenemos fe o no tenemos suficiente fe, temeremos. Debemos creer en Dios y su ayuda. Pero la suprema fe de la que hablamos y que se requiere para conquistar todo miedo no es algo que se origina dentro de nosotros y que podemos crear. Es un regalo de Dios (Efesios 2:8).

Fe, esperanza y amor son inseparables (1 Corintios 13:13). Y entonces, también temeremos si no tenemos suficiente amor. Y no estamos hablando de un concepto teórico y esotérico de “amor”. Más bien, 1 Juan 5:3 nos dice: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos”. Con ese tipo de amor divino, venceremos el miedo. 1 Juan 4:18 dice:

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”

El miedo implica tormento, o tiene miedo del castigo que se espera por violar la Ley de Dios y no arrepentirse de ello, pero el concepto de amor y falta de miedo va aún más profundo. Cuando el amor de Dios está en nosotros, lo cual se manifiesta por nuestra obediencia a Su Palabra, entonces sabemos que nada nos puede pasar lo que Dios, que es un Dios de amor (1 Juan 4: 8), no permitirá, y que todo saldrá bien por nuestro propio bien (Romanos 8:28).

¿Cómo puede el amor de Dios estar en nosotros? La respuesta se da en Romanos 5:5: “Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo [que] nos fue dado.”

El Espíritu Santo de Dios en nosotros nos da el amor de Dios (la primera de las características de los frutos del Espíritu, Gálatas 5:22-23), así como la fe de Dios (otra característica de los frutos del Espíritu), y también nos da la esperanza de Dios que no decepciona. Con el Espíritu de Dios en nosotros, venceremos todo temor.

Dios describe su Espíritu en nosotros de esta manera en 2 Timoteo 1:7: “…Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

Con el Espíritu Santo en nosotros, tendremos la paz de Dios (la tercera característica de los frutos del Espíritu). Cristo tenía el Espíritu Santo del Padre en Él, que destruyó todo miedo y le permitió dormir en un barco cuando fue amenazado por terremotos y huracanes.

Leemos en el Salmo 119:165: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.” Esta paz es un regalo de Dios que Cristo compartirá con nosotros, como dijo en Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Y con esa mentalidad, conquistamos el miedo e incluso podemos tener gozo (la segunda característica del Espíritu de Dios) frente a la adversidad.

Se nos dice que incluso cuando nos encontramos en grandes problemas, no tenemos motivos para tener miedo, siempre sabiendo que los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos y que debemos permitir y estar de acuerdo con el hecho de que Su Voluntad debe hacerse en nuestras vidas. Pero con el Espíritu de Dios en nosotros, venceremos el miedo y la ansiedad.

Algunos cristianos convertidos pueden sentir miedo y ansiedad por sus seres queridos no convertidos – especialmente frente a los terribles eventos que están profetizados de ocurrir muy pronto en la incomparable y terrible Gran Tribulación.

Pero debemos recordar que nuestros niños pequeños no convertidos e incluso nuestros compañeros no convertidos que no son hostiles a Dios y que están dispuestos a vivir con nosotros en paz son “santificados” o “santos” a los ojos de Dios (1 Corintios 7:14). Y como Dios promete protección a su pueblo fiel de los días malos que vendrán para poner a prueba a todos en la tierra, Dios también promete protección para ellos.

Leemos en Proverbios 14:26: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.”

Cuando Dios liberó a Israel de la esclavitud egipcia, permitió que otros los acompañaran. Éxodo 12:38 dice: “También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado.”

Tampoco debemos olvidar que Dios escucha nuestras oraciones por los demás. Moisés oraba repetidamente a Dios por el pueblo de Israel cuando habían pecado y Dios estaba a punto de destruirlos, pero debido a la súplica de Moisés, Dios escuchó sus oraciones y cedió. Abraham oró por la gente de Sodoma, y ​​Dios lo habría escuchado y se habría abstenido de destruir a Sodoma, si hubiera habido al menos 10 personas justas en la ciudad.

Dios escucha nuestras oraciones intercesoras – especialmente por nuestros hermanos e incluso por nuestros seres queridos inconversos. Leemos en 2 Tesalonicenses 3:1, 3: “Por lo demás, hermanos, orad por nosotros… Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal.”

Pablo dice en Romanos 15:30: “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios…”

También en 2 Corintios 1:8-11: “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.”

Como Pablo les pidió a los hermanos que oraran por él, nosotros en el ministerio también les pedimos lo mismo hoy.

Dios no permitirá que mal venga sobre nosotros que no podríamos soportar – y eso incluye el mal para nuestros hijos y seres queridos no convertidos. Como estamos en las manos de Dios, no hay razón para tener miedo o temor. Pero esta ausencia de miedo solo podemos tenerla si sabemos – y sabemos lo que sabemos – que Dios está con nosotros; que su espíritu está en nosotros; y que nos ayuda y nos protege.

El miedo nos impedirá defender audazmente a Dios sin compromiso ni retroceso, y nos impedirá anunciar todo el consejo de Dios (Hechos 20:27). Nos impedirá guardar Su Ley. A menos que conquistemos el miedo con la audacia y el coraje de Dios, su amor y su fe, finalmente nos destruirá en el lago que arde con fuego (Apocalipsis 21:8).

Escritor principal: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

¿Puede resumir brevemente por qué no celebran la Pascua?

Este hecho, en efecto, ha desconcertado a bastantes personas. Mientras que el mundo en esta época participa en celebraciones de Pascua, los miembros de la Iglesia de Dios no lo hacen. ¿POR QUÉ NO? ¿Por qué alguien que pretende ser cristiano no celebra la fiesta más importante del mundo “cristiano”, que supuestamente conmemora la muerte y resurrección de nuestro Salvador, Jesucristo? En resumen, porque la Pascua no es cristiana ni conmemora la muerte y resurrección de nuestro Salvador.

Cristo no fue crucificado un viernes ni resucitó un domingo. Si hubiera sido así, no sería nuestro Salvador, ya que no habría cumplido la única señal que dio por su Mesianismo – es decir, estar muerto y enterrado en el corazón de la tierra durante tres días y tres noches (Mateo 12:38-40). El período comprendido entre el viernes por la tarde y el domingo por la mañana simplemente NO constituye 72 horas. La Biblia y registros históricos demuestran, en cambio, que Cristo fue crucificado y enterrado tarde el miércoles y que resucitó tarde el sábado, justo antes del atardecer.

¿Qué pasa con la Pascua y sus costumbres? ¿De dónde vinieron?

“Pascua” es el nombre de la diosa pagana de la primavera que fue adorada bajo los nombres de “Eastre” o “Eostre”, “Astarte”, “Ostara”, “Ishtar” e “Istar”. Es de estos nombres que se deriva nuestra palabra moderna “Pascua”. Especialmente el nombre “Ishtar” se asocia con la “Reina del Cielo” de Babilonia. La liebre de Pascua que pone los huevos o el conejo de Pascua y los huevos coloridos de Pascua se asociaron, como símbolos de fertilidad, con Eastre, la diosa pagana de la primavera. Cualquier buena enciclopedia demostrará la exactitud de estas declaraciones.

Además, en la época de Pascua, los paganos también celebraron la pasión y resurrección de dioses paganos que murieron un viernes y volvieron a la vida el domingo siguiente. Algunos de estos dioses son conocidos como Marduk, Attis y Mythra. Nuevamente, muchos libros de historia demuestran este hecho sin lugar a dudas.

Por ejemplo, Arthur Weigall escribe en “El paganismo en nuestro cristianismo”: “El clero… no pudo impedir que la gente en varios países celebrara la gran fiesta de Pascua en honor de la resurrección de Atis y otros dioses”.

“La Enciclopedia de las mujeres de mitos y secretos” dice lo siguiente sobre “Attis”: “La pasión de Attis se celebró el 25 de marzo, exactamente nueve meses antes de la fiesta de su nacimiento, el 25 de diciembre… El día de la muerte de Attis era el viernes negro… El dios murió y fue enterrado. Él descendió a los infiernos. Al tercer día [un domingo] resucitó de entre los muertos”.

¿Por qué se cree comúnmente – contrariamente a la Biblia – que Cristo murió el viernes y resucitó el domingo? Aquí tenemos la respuesta. Se deriva de la adoración del dios pagano Attis.

La Iglesia primitiva no guardaba la Pascua. La Enciclopedia Británica, 11ª edición, vol. 8, p. 828 confirma que “no hay indicios de la celebración del Festival de Pascua en el Nuevo Testamento, o en los escritos de los padres apostólicos”. Arthur Weigall y otros historiadores confirman que la Iglesia Católica adoptó festivales paganos como la Pascua “a las ideas cristianas”, en lugar de suprimirlos. Calvino, por ejemplo, consideró el festival anual de la iglesia, la Pascua tan pagano que, en un momento dado, tampoco lo celebraba.

Muchas Escrituras nos ordenan de no adorar a Dios a la manera de los paganos. La Biblia también condena específicamente la adoración de la “reina del cielo” en Jeremías 7:18 y otros lugares. La Biblia de estudio Ryrie identifica a la reina del cielo con la “diosa asirio-babilónica Ishtar” – en otras palabras, con la Pascua.

Jeremías 10:2 nos dice: “No aprendáis el camino de los gentiles”. La Biblia Lamsa dice en una anotación que la palabra “camino” describe “religión”. Deuteronomio 12:29-32 nos ordena “no preguntes acerca de sus [eso es, paganos] dioses, diciendo: “De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios”. La Biblia de Estudio Ryrie comenta: “Los israelitas ni siquiera debían preguntar sobre la adoración de los cananeos, para que no se sintieran tentados a incorporar aspectos de ella en su adoración de Dios”.

Quién puede dudar que el cristianismo moderno ha hecho exactamente lo que Dios prohíbe – han incorporado bastantes aspectos paganos en la adoración de Dios, incluyendo la Pascua y sus costumbres y ritos. Pero Dios dice: “¡NO adorarás al Señor tu Dios de esa manera!”

Escritor principal: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

¿Qué revela la profecía sobre Europa y el Brexit?

En esta edición de Preguntas y Respuestas, le daremos un panorama profético sobre los desarrollos actuales y futuros en Europa a la luz del Brexit.

La Iglesia de Dios lleva proclamando desde hace muchos años que, finalmente, Gran Bretaña no sería parte de la unificación europea. La razón principal de esta advertencia ha sido que la Biblia predice una guerra devastadora entre Gran Bretaña y Europa continental.

Hemos señalado este hecho en muchos de nuestros folletos, y lo hemos advertido constantemente en nuestros sermones y actualizaciones semanales. A continuación se presenta una breve sinopsis, pero los folletos citados contienen mucho más material y discusión sobre los temas particulares, mientras que ofrecen muchas pruebas bíblicas adicionales. Siguiendo estas citas, se tratarán otras consideraciones.

Expusimos lo siguiente en nuestro folleto gratuito, “La gran tribulación y el día del Señor” (publicado por primera vez en 2002):

“Muchos creen falsamente que la casa de Israel y el pueblo judío son lo mismo. Nada podría ser más lejos de la verdad. Judá, de quien descendió el pueblo judío, fue solo una tribu de los descendientes de Jacob, cuyo nombre Dios cambió a Israel hace mucho tiempo (Génesis 35:10). A su debido tiempo se separaron de sus hermanos israelitas y, junto con las tribus de Leví y Benjamín, formaron la ‘casa de Judá’. Las otras tribus se empezaron a conocer como la ‘casa de Israel’. La ‘casa de Israel’ entró en cautiverio primero y nunca volvió a la ‘Tierra Prometida’. Hoy en día, se les conoce como ‘las diez tribus perdidas’. La ‘casa de Judá’ también entró en cautiverio pero finalmente regresó a Palestina. Muchos descendientes de la casa de Judá viven hoy en el estado de Israel. A su debido tiempo, como lo revelan la historia y la arqueología, las diez tribus perdidas de la casa de Israel emigraron y se asentaron en Europa y las Islas Británicas. Una tribu en particular, los descendientes de Manasés – el hijo mayor de José – emigraron de allí a los Estados Unidos de América, donde aún se encuentran en la actualidad. Los descendientes de Efraín – el hijo menor de José – aún se pueden encontrar en Gran Bretaña y las Naciones de la Commonwealth, incluidos Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda…”

“Tan increíble que parezca, los Estados Unidos y Gran Bretaña, así como otras naciones de la Commonwealth, serán derrocados y esclavizados por su antiguo aliado y amigo – los Estados Unidos de Europa, liderados por los asirios moderno…”

“Mirando el presente, algunos pueden decir que Europa NUNCA podría atacar y conquistar con éxito Gran Bretaña y los Estados Unidos. Sin embargo, olvidan que ya han habido planes para hacerlo, y la ÚNICA razón por la que no sucedió en ese momento fue porque Dios no dejó que sucediera. Muchas veces, Dios intervino enviando mal tiempo para evitar ataques alemanes contra tropas británicas o estadounidenses. Una vez que Dios retire su protección, estas cosas sucederán tal como han sido profetizados…”

Escribimos en nuestro folleto gratuito, “Los diez avivamientos europeos del antiguo Imperio Romano” (publicado por primera vez en 2013):

“Hay una fuerte indicación histórica y bíblica de que Gran Bretaña no será parte de la unificación final de Europa … es altamente improbable que Gran Bretaña será parte de ella… la Biblia dice que, al final, el bloque de poder europeo, bajo el liderazgo de la ‘bestia’ bíblica (un líder militar), peleará una guerra contra Gran Bretaña”.

En nuestro folleto gratuito, “Profecía bíblica… Desde ahora hasta siempre” (publicado por primera vez en 2013), escribimos:

“Al mismo tiempo que tiene lugar esta persecución religiosa de los siervos de Dios durante la ‘Gran Tribulación’, las naciones y los pueblos modernos de Judá (los judíos) y de la casa de Israel (las naciones de habla inglesa de los Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y otros) serán atacados y destruidos en la guerra, principalmente por un bloque de poder europeo” (Mateo 24:15–28; Marcos 13:14–20; Lucas 21:20–24; Daniel 12:1; Jeremías 30:10; Oseas 9:3; 13:16; Amós 6:7; 7:17).

“El líder político militar de Europa, llamado la bestia, invadirá el Medio Oriente y conquistará Jerusalén, y sus fuerzas, al mismo tiempo, atacarán con éxito a los EE. UU. Y el Reino Unido – aparentemente usando armas nucleares, como todas las ciudades principales de Los EE. UU. y el Reino Unido serán destruidos y hechos estragos en esta guerra” (compare Ezequiel 6:6; 35:4).

“En Oseas 5:5, en la versión autorizada, se nos dice que “Israel y Efraín” caerán “en su iniquidad” y que “Judá también caerá con ellos”. Esta es una profecía del fin del tiempo que aún no se ha cumplido. En el pasado, Israel y Judá “cayeron” en diferentes momentos, pero nunca juntos o al mismo tiempo. El Tanaj dice: “El orgullo de Israel se humillará ante sus propios ojos, como Israel y Efraín caen a causa de su pecado (y Judá cae con ellos)”.

Expusimos esto en nuestro folleto gratuito, “El libro de Zacarías – Profecías para hoy” (publicado por primera vez en 2009):

“Muchas profecías en el libro de Zacarías tratan de la Segunda Venida del Mesías. Justo antes del regreso de Jesucristo, Dios infligirá un castigo terrible a los descendientes MODERNOS de las antiguas casas de Israel y Judá. Entendemos que los descendientes modernos de las casas de Israel y Judá incluyen a los pueblos de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, así como a los judíos modernos, que viven dentro y fuera del estado actual de Israel… Como Dios esparció al antiguo Israel y a Judá “con un torbellino” – invasión y guerra – “entre todas las naciones”, así Dios dispersará las casas modernas de Israel y Judá…”

“[Una] profecía notable para nuestro tiempo, que está dirigida contra las naciones de habla inglesa modernas (y los líderes religiosos y políticos) de los Estados Unidos y de la Commonwealth Británica, y su futuro cautiverio y esclavitud, se puede encontrar en Zacarías 11, refiriéndose a tres líderes religiosos y/o políticos poderosos: ‘(8) “Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí…. (14) Quebré luego el otro cayado, Ataduras, para romper la hermandad entre Judá e Israel”.

“Esto indica que en los tiempos justo por delante de nosotros, la estrecha relación entre Estados Unidos y Gran Bretaña, por un lado, y el estado de Israel, por otro lado, cesará. El futuro tendrá que mostrar quiénes serán los tres pastores, quienes serán ‘destruidos’ en un mes”.

Describimos lo siguiente en nuestro folleto gratuito, “Europa en profecía” (publicado por primera vez en 2004):

“Se ha… aprendido que las naciones modernas de habla alemana son los descendientes de los bíblicos asirios…”

En Ezequiel 39:23, Dios declara: “Y sabrán las naciones que la casa de Israel fue llevada cautiva por su pecado, por cuanto se rebelaron contra mí, y yo escondí de ellos mi rostro”. Incluso las naciones gentiles sabrán por qué Dios permite este cautiverio de los descendientes modernos de Israel y Judá. Los alemanes serán el pueblo dominante de la próxima Europa unida, que conquistará tanto a los Estados Unidos de América y Gran Bretaña como a los judíos, que transportarán cautivos a Europa y Egipto. Todo esto sucederá justo antes del regreso de Jesucristo – ya que, en el resto de Ezequiel 39, el profeta revela que Cristo vendrá a liberar a los cautivos y los traerá de regreso a su tierra…

“Cristo regresará para poner fin a la guerra y la destrucción que está ocurriendo. Las condiciones serán tan terribles que si Jesucristo no interviniera, toda la humanidad sería aniquilada. Él declara en Mateo 24:22, “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados…”

Isaías 10:5 revela más acerca de la persona que lanzará al mundo en una guerra devastadora: “Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira”. Dios usará a Asiria para castigar a Israel y Judá, pero después, Él se ocupará de Asiria… Dios mismo está llamando a la casa moderna de Israel una nación impía ¡porque lo han abandonado!

“Es interesante darse cuenta que al menos tres líderes, y posiblemente hasta siete líderes, de los diversos avivamientos del Imperio Romano fueron descendientes de los asirios. Y la Biblia nos informa que el último líder, llamado el rey del Norte, la Bestia y el rey Jareb, también será un asirio. Por este motivo, debemos prestar mucha atención a lo que está sucediendo en Europa, y en particular entre los alemanes”.

Nuestro folleto gratuito, “La caída y el ascenso de Gran Bretaña y América” (publicado por primera vez en 2005), señala lo siguiente:

“Una guerra mundial profetizada ocurrirá justo antes del regreso de Jesucristo… Dios anhela que las casas modernas de Israel y Judá recurran a Él y se arrepientan. Hablando de la casa de Judá, la casa de Israel y, de hecho, todas las naciones, Dios dice a través del profeta Jeremías: “Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado…” Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira [una referencia a las siete últimas plagas en el libro de Apocalipsis, compara Apocalipsis 15:1] que ha expresado Jehová contra este pueblo” (Jeremías 36:3,7).

En nuestro folleto gratuito, “Alemania en la profecía” (publicado por primera vez en 2011, como una traducción al inglés del folleto original en alemán de 2001), declaramos lo siguiente:

“Actualmente existe una concordia evidente entre Alemania y el Estado de Israel, así como los Estados Unidos y, en menor medida, Gran Bretaña. Pero según la Biblia, pronto llegará el momento en que esta relación amistosa llegará a su fin. Los días de calamidad se avecinan cuando los Estados Unidos, Gran Bretaña y el estado moderno de Israel buscarán la ayuda de los asirios modernos, sin recibirla… Leemos las palabras de Dios en Oseas 5:9-14: “Efraín [La Gran Bretaña moderna y posiblemente, por extensión, los EE. UU.] será asolado en el día del castigo; en las tribus de Israel hice conocer la verdad. Los príncipes de Judá [judíos modernos] fueron como los que traspasan los linderos; derramaré sobre ellos como agua mi ira. Efraín es vejado, quebrantado en juicio, porque quiso andar en pos de vanidades. Yo, pues, seré como polilla a Efraín, y como carcoma a la casa de Judá. Y verá Efraín su enfermedad, y Judá su llaga; irá entonces Efraín a Asiria, y [la Biblia de Menge dice: “…. Y Judá…”] enviará al rey Jareb [Tenga en cuenta que la ‘Elberfelder Bibel’ explica que ‘Jareb’ significa ‘luchador; o uno que busca peleas’]; mas él no os podrá sanar, ni os curará la llaga. Porque yo seré como león a Efraín, y como cachorro de león a la casa de Judá; yo, yo arrebataré, y me iré; tomaré, y no habrá quien liberte”.

“Considerando la grandeza anterior del Imperio Británico y comparándola con las Islas Británicas de hoy, podemos ver cuán precisas son las siguientes descripciones en Oseas 7:8-9, 11-12. Empezando con el versículo 8: “Efraín se ha mezclado con los demás pueblos; Efraín fue torta no volteada…. “

“La Biblia de estudio de Nelson tiene la siguiente anotación interesante: “En lugar de depender del Señor para la estabilidad política, Israel [Efraín] formó [y forma] alianzas con las naciones circundantes. El resultado destructivo de esta política se compara con una tarta que se colocó sobre un fuego y se dejó sin voltear”…

“El Israel moderno y la Judá moderna intentarán en vano, en su momento de angustia, obtener ayuda de Asiria. Más bien, como lo revela la Biblia, las actuales relaciones “amistosas” entre ciertas naciones cambiarán. Se profetiza otra guerra – los asirios lucharán contra el Israel moderno y Judá… La esclavitud y la deportación masiva de los pueblos (la gente) será el resultado. Asiria, que invadirá los territorios de los israelitas y judíos modernos, llevará a algunos de los prisioneros a su propio país (como en la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos de los polacos y yugoslavos encarcelados fueron deportados a Alemania como trabajadores forzados). Otros prisioneros de guerra israelitas y judíos serán deportados a varios países…”

En las secciones citadas anteriormente, se ha hecho referencia repetida a una Europa unificada luchando en guerra contra Gran Bretaña. Leemos sobre “Babilonia la Grande” en Apocalipsis 17 y 18 – un poderoso bloque europeo de poder económico, militar y religioso, que culmina en el último resurgimiento (renacimiento) europeo del antiguo Imperio Romano y su violenta destrucción justo antes del regreso de Jesucristo. Esta destrucción no ocurrirá antes del “Día del Señor” – un tiempo de intervención piadosa que comenzará aproximadamente un año antes del regreso de Cristo. Luego sigue, que esta poderosa potencia europea seguirá existiendo hasta ese momento.

Esto demuestra que la especulación actual está inapropiada en el sentido de que el “sueño europeo” está muerto y que la UE se desintegrará y dejará de existir. Más bien, lo que revela la profecía es que fuera de la UE actual (que consta de 28 estados miembros o “países”, ver más abajo) y de los estados miembros de la Eurozona actual (que consta de 19 “países” que han adoptado el euro, ver más abajo), surgirán diez naciones o grupos de naciones que recibirán autoridad durante una hora profética junto con la “bestia” – un líder político y militar carismático.

Para enfatizar, estas diez naciones europeas o grupos de naciones recibirán poder junto con la bestia “por una hora” (Apocalipsis 17:12). No recibirán tal poder antes de que la bestia se manifieste. Cuando lo haga, ENTONCES recibirán el poder al mismo tiempo, que luego entregarán a la bestia. El poderoso y potente sistema babilónico – “Babilonia la Grande” – continuará existiendo, y también lo hará el euro – la moneda común europea que une a los estados de la Eurozona. El concepto de que el euro fracasará y de que las naciones europeas volverán a las monedas nacionales individuales es bíblicamente insostenible.

Algunos han preguntado por qué nos referimos a “diez naciones o grupos de naciones”, ya que se cree que la Biblia solo se refiere a diez naciones. Sin embargo, la Biblia no usa específicamente ninguno de estos dos términos. Habla de diez reyes o reinos en el libro de Apocalipsis y diez cuernos en el libro de Daniel. Pero al revisar el punto de vista bíblico, estos reyes, reinos o cuernos (poderes) no tienen que corresponder a las fronteras geográficas diseñadas por el ser humano, diseñadas por ambiciones políticas.

Note que actualmente, los estados miembros de la UE se componen de los siguientes 28 “países” de la UE: Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Chipre, República Checa, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, España, Suecia y el Reino Unido.

Actualmente, los 19 estados miembros de la zona euro están designados de la siguiente manera: Austria, Bélgica, Chipre, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia y España.

Se debería ver claramente que Dios no está viendo a algunos de esos “países” como entidades únicas e independientes, y esa es la razón por la cual, durante muchos años, la Iglesia de Dios se ha referido a los estados miembros profetizados del tiempo final (o al núcleo de estados miembros europeos) como “diez naciones o grupos de naciones”, porque algunos de los “países” podrían ser agrupados y deben considerarse como “uno” en la terminología bíblica. Por ejemplo, Alemania y Austria serían una entidad o un grupo, aunque el hombre los registre como dos naciones. También debería estar claro que pequeñas islas como Malta o Chipre no constituirían países o naciones individuales en los ojos de Dios; con toda probabilidad, Malta se consideraría como parte de Italia o Francia, y Chipre podría verse como parte de Grecia. (Esto no quiere decir que la configuración actual de la zona euro constituya las diez naciones o grupos de naciones profetizados).

Además, se podría considerar la posibilidad de que, además de Gran Bretaña, otras naciones israelitas en Europa puedan abandonar la UE e incluso la zona euro. Recientemente se hicieron sugerencias de que algunos países nórdicos podrían formar un bloque comercial bajo liderazgo británico y en competencia con la zona euro, y los miembros de la zona euro, Finlandia y los Países Bajos, fueron mencionados específicamente (además de los miembros de la UE, Suecia y Dinamarca, que no forman parte de la zona euro). Esto sería un desarrollo interesante, ya que estos miembros nórdicos de la UE son todos descendientes de la antigua Casa de Israel.

Las tribus modernas de la antigua Casa de Israel (además de Efraín y Manasés) se pueden encontrar en los siguientes países europeos (compare nuestro folleto gratuito, “La Autoridad de la Biblia”, páginas 71 y 72):

Reuben se puede encontrar hoy en partes de la Francia moderna; Dan en Irlanda y parte de Dinamarca; Benjamin en Noruega e Islandia; Zebulon en los Países Bajos; Issachar en Finlandia; Gad en Suiza; Asher en Bélgica y Luxemburgo; y Neftalí en Suecia. No podemos determinar la identidad moderna de Leví y Simeón, ya que se profetizó que estaban dispersos entre el resto de las tribus de Israel (compare Génesis 49:7). Evidencia fuerete sugiere que muchos en Gales son descendientes de Levi, y algunos escoceses – especialmente alrededor de Glasgow – son descendientes de Simeon, así como de Levi. Deberíamos mencionar, por supuesto, que personas de muchos otros países se han unido y se han establecido entre todas las naciones mencionadas anteriormente. Esto significa que no todas las personas que viven en los Estados Unidos, por ejemplo, son descendientes de la tribu de Manasés.

Ya que la Biblia nos dice que las diez naciones o grupos de naciones lucharán contra los descendientes modernos de la antigua Casa de Israel, podría valer la pena considerar si la guerra no solo se dirigirá contra Gran Bretaña y las antiguas naciones de la Commonwealth británica (como Canadá, Australia y Nueva Zelanda), así como los Estados Unidos, pero también contra algunas de las naciones israelitas en Europa. Una guerra así tal vez podría ocurrir siguiente a un bloque comercial de algunas de estas naciones en competencia con la UE (pero, de nuevo, esto no dañaría realmente la riqueza de la UE – “Babilonia la Grande” – pero podría verse como una amenaza potencial).

Por otro lado, el nombre de Israel debería apoyarse específicamente en los descendientes de José (Génesis 48:16), y las profecías bíblicas sobre la Casa moderna de Israel están dirigidas principalmente hacia ellos, de modo que una salida de las naciones israelitas de la zona euro o incluso de la UE no es convincente (ya que podrían no convertirse en víctimas inmediatas de guerra de la superpotencia europea). Es posible que muchas o todas estas naciones israelitas sigan siendo miembros de la UE – en el caso de Francia, Bélgica, Luxemburgo o Irlanda, esto es muy probable. Especialmente, ninguno de los descendientes de Dan en la Irlanda de hoy se mencionan en el libro de Apocalipsis como parte de los 144,000 que serán sellados para recibir protección especial de Dios (ver Apocalipsis 7:4-8).

Para resumir, hemos estado pronunciando la advertencia bíblica durante muchos años de que Gran Bretaña y los Estados Unidos, entre otras naciones de habla inglesa, serán derrotados por una superpotencia europea en una próxima Guerra Mundial. Lamentablemente, la gran mayoría de los estadounidenses, indiferentes y al mismo tiempo orgullosos, están profundamente dormidos. Persiguen esfuerzos sin importancia y, a menos que despierten, escuchen a Dios y se arrepientan, su destino será inimaginablemente terrible y devastador.

En el pasado reciente ya se han producido grandes acontecimientos, preparando el escenario para el crescendo final de las profecías del fin del tiempo – incluido la caída del Muro de Berlín; la unificación de Alemania; y la introducción del euro. Como otro paso preparatorio necesario, el acontecimiento profético trascendental de la salida de Gran Bretaña de la UE está en proceso de cumplirse. A pesar de que el gobierno británico está dispuesto a retrasar la salida real el mayor tiempo posible y el ala “Restante” está exigiendo un segundo referéndum, los líderes de Europa continental ya han exigido el inicio de un proceso rápido, conduciendo a la salida británica. Se espera que Alemania vaya a llenar el vacío dejado por Gran Bretaña, especialmente en las áreas de la economía y la “seguridad europea”.

Escritor principal: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

¿Podría explicar Marcos 2:27-28? ¿De qué manera es Jesús el “Señor del sábado”? Ya que el hombre no fue creado para el sábado, ¿podemos por lo tanto trabajar en el sábado?

Para responder a estas y otras preguntas relacionadas, es importante explicar algo del trasfondo y de mirar el contexto de las Escrituras.

Jesús dijo que no vino para abrogar la ley de Dios (Mateo 5:17). Le dijo a un joven gobernante que se le exigía que guardara los mandamientos de Dios si quería tener la vida eterna (Mateo 19:16-17). Luego enumeró muchos de los Diez Mandamientos, para que no pudiera haber ninguna duda sobre la “Ley” a la cual se refería (versículos 18-19). Santiago, medio hermano de Jesucristo, más tarde declaró que somos transgresores de toda la Ley de Dios, si violamos solo uno de Sus mandamientos (Santiago 2:10). Claramente identificó la “Ley” como los Diez Mandamientos, citando dos de los Diez (versículo 11). En la carta a los hebreos, encontramos la confirmación expresa de la validez en curso del mandamiento del sábado, cuando leemos: “Por lo tanto, es deber del pueblo de Dios guardar el sábado” (Hebreos 4:9, Biblia de Lamsa).

Cualquiera que sea el significado de Marcos 2:27-28, ya podemos declarar con certeza a partir de este resumen que Jesús no enseñó la abolición del sábado – el cuarto de los Diez Mandamientos.

Ya que Cristo dijo que no vino a abolir, sino a cumplir la Ley, al mismo tiempo no vino para abolir las reglas y regulaciones que definen cómo hay que guardar el sábado. El Cuarto Mandamiento dice muy claramente que no debemos realizar trabajos serviles o habituales en el día de reposo (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15). Tal como Dios descansó en el séptimo día de su trabajo ordinario de crear plantas, animales y hombres, nosotros debemos descansar de nuestra labor ordinaria y debemos ser refrescados espiritualmente en el sábado.

Jesús dijo que el sábado fue hecho para el hombre. Fue el regalo de Dios al hombre. Se suponía que no era una carga, sino una bendición. Como Dios bendijo y santificó para el uso santo el séptimo día (Génesis 2:3), lo hizo para el hombre, para que el hombre estuviera bendecido si guardaba y disfrutaba debidamente el séptimo día.

Sin embargo, los fariseos en el momento de Jesucristo habían hecho una carga del sábado. Sus motivos podrían haber sido buenos, pero el resultado fue catastrófico. Recordaron que los asirios y los babilonios habían esclavizado las antiguas casas de Israel y Judá debido a su idolatría y la ruptura del sábado. Querían asegurarse de que la gente no volvería a romper el sábado. Al tratar de lograr esto, agregaron muchas reglas y restricciones al mandamiento del Sábado de Dios, razonando que uno tenía que romper primero esas restricciones, antes de llegar al núcleo de la Ley del Sábado, y que sería muy difícil quitar las capas de sus leyes hechas por el hombre para llegar alguna vez a la sustancia de la ley.

Sentían que estas reglas adicionales hechas por el hombre constituían una “valla” para proteger la sustancia del sábado. Razonaron que nadie violaría el corazón y el núcleo de la Ley del Sábado si se les impidiera romper ciertas disposiciones (cláusulas) que “encerrarían” y, por lo tanto, “protegían” el Cuarto Mandamiento. Como expuesto, sus motivos podrían haber sido laudables, pero en efecto habían puesto un yugo a las personas que no podían soportar.

Para facilitarle una mejor comprensión de la naturaleza de estas pesadas reglas y regulaciones farisaicas, citamos un breve extracto de nuestro folleto gratuito, “Días Santos ordenados por Dios”:

“Los fariseos malinterpretaron totalmente la prohibición de llevar cargas en el día de reposo. Decretaron que una persona era culpable de romper el sábado si llevaba una hoja de papel, o cualquier alimento que pesara tanto como un higo seco, o si llevaba más de un trago de leche, o suficiente aceite para ungir una pequeña parte del cuerpo. Si se produjera un fuego en la casa de una persona el sábado, él solo podría llevar a cabo la comida necesaria para consumirla el sábado. Esto significaba que si el incendio se producía al comienzo del sábado, justo después de la puesta del sol, la persona podía sacar suficiente comida para tres comidas; pero si se encendía el fuego en la tarde del sábado, solo podía sacar suficiente comida para una comida. El resto no pudo llevarse a cabo y había que dejarlo atrás, para quemarlo con el edificio. Además, solo la ropa necesaria se podía sacar de una casa en llamas el sábado”.

Jesús vino para magnificar y engrandecer la Ley de Dios (Isaías 42:21) – para mostrar la intención espiritual de la Ley. Enfrentó a los fariseos en muchas ocasiones con respecto a sus interpretaciones restrictivas de la orden del sábado. Él los reprendió por transgredir la Ley de Dios para guardar sus propias tradiciones (Marcos 7:8-9). Como se expuso, Dios quiso que el sábado fuera una bendición para el hombre, no una maldición o una carga. A la luz de este entendimiento, Cristo sanó a muchas personas enfermas en el sábado – pero los fariseos lo condenaron por eso, reclamando que debería sanarlos durante los seis días de la semana, pero no en el sábado. Su idea era que un hombre enfermo no podía ser liberado de enfermedad el sábado – lo que le impediría disfrutar realmente de la intención de la Ley del sábado. Pero Jesús les declaró de manera poderosa e inequívoca: “… está permitido hacer el bien en sábado” (Mateo 12:12).

Al mismo tiempo, la interpretación y las prácticas de los fariseos carecían de enseñanza y aplicación consecuentes. Permitirían que un bebé fuera circuncidado en sábado – si el octavo día después del nacimiento caía en sábado – pero no permitirían que una persona enferma fuera sanada en sábado. También permitirían que un buey que había caído en el hoyo fuera rescatado en el sábado, o dar de beber a sus animales en el sábado, pero no permitirían la curación de un ser humano en el día de reposo, que fue creado a la imagen de Dios.

Además, criticaron a los discípulos de Cristo por arrancar espigas en el sábado para satisfacer su hambre (Marcos 2:23-24; Mateo 12:1-2). Su posición era que debían pasar hambre antes que arrancar algunas espigas, interpretando falsamente tal conducta como “cosecha” prohibida.

Era este tipo de ambiente y filosofía el que Jesús dirigió cuando hizo las declaraciones profundas en Marcos 2:27-28: “El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado. Por tanto, el Hijo del hombre es Señor aun del sábado”.

En el relato paralelo de Mateo 12, agrega lo siguiente: “Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. Si supierais qué significa: “Misericordia quiero y no sacrificios, no condenaríais a los inocentes, porque el Hijo del hombre es Señor aun del sábado” (versículos 6-8). Además, la palabra “aun” no está en el griego original y fue agregada por el traductor.

Jesús se refirió a sí mismo como el Hijo del Hombre – el que es más grande que el Templo – el Señor del sábado. Como hemos visto en una edición anterior de Preguntas y Respuestas (Q&A) [“¿Existió Jesús antes de su nacimiento humano?”] fue Él quien creó el sábado. Leemos que Dios el Padre creó todo a través de y por Jesucristo – y eso incluye el hombre y el sábado. Jesús creó el sábado para el hombre, y como el Señor del sábado, nos puede decir con autoridad cómo guardarlo. La discusión no se desarrolló sobre si había que mantenerlo o no – Jesús guardaba el sábado, como era su costumbre (Lucas 4:16). Más tarde, Pablo guardaba el sábado, como era su costumbre (Hechos 17:2), y le dijo a los gentiles conversos en Corinto que lo siguiesen o lo imitasen igual que él seguía a Cristo (compare 1 Corintios 4:16; 11:1).

Cristo nunca permitió o autorizó al hombre a cambiar el sábado al domingo. De hecho, Él condena este tipo de adoración religiosa (compare con Mateo 5:19). Aquellos que piensan que pueden adorar a Dios el Padre y a Jesucristo el domingo, en lugar del sábado – de ese modo manteniendo sus propias tradiciones, mientras transgreden y abolen los mandamientos de Dios – están participando en una clase de adoración que NO es aceptable para Dios (Mateo 15:7-9, 13-14).

Cristo puso misericordia sobre las restricciones estrictas de los fariseos, señalando que David comió del pan del templo cuando tenía hambre, aunque no era “legal” que lo comiera (Mateo 12:3-4). Pero Cristo no condenó a David por esto. También enseñó que los sacerdotes en el templo tenían que cumplir con sus responsabilidades el sábado, lo cual – según el razonamiento farisaico resultante – hubiera sido equivalente a “romper” o “profanar” el sábado, pero Cristo dijo que estaban “irreprensible” haciendo eso (Mateo 12:5). Cuando hoy los ministros de Dios “trabajan” el sábado para preparar y dar sermones, son igualmente irreprensibles e inocentes.

Por otro lado, Cristo no enseñó que podemos violar el sábado de Dios simplemente pisoteándolo – al trabajar en nuestro empleo para ganarnos la vida y persiguiendo nuestros propios placeres y aficiones. Isaías 58:13 declara (de acuerdo con la Nueva Versión Internacional) que debe “evitar que tus pies rompan el sábado y de hacer lo que te apetezca en mi día santo” y de “llamar al sábado un deleite y el día santo del Señor honorable” y de “honrarlo no haciendo lo que te apetezca o diciendo palabras ociosas”. La Biblia Viviente aclara que” hacer lo te apetezca” se refiere a “tu propia diversión y negocio”.

Sin embargo, en situaciones de emergencia, podemos y debemos cuidar de nuestras necesidades personales, pero esto no significa que debemos crear emergencias en primer lugar, para que luego podamos “romper” el sábado para poder ocuparnos de ellas. No debemos tirar una oveja en la zanja el viernes para poder rescatarla el día de sábado.

Jesús es el SEÑOR del sábado. Nos dice con autoridad que debemos guardarlo – y cómo hacerlo. Jesús hizo el sábado para el hombre (no solo el judío), para ser una bendición para el hombre. El sábado no fue hecho para ser una maldición o una carga para nosotros. El hombre no fue hecho para el sábado, para que estuviera bajo un yugo fariseo cruel y despiadado. Los fariseos, a través de su enfoque legalista, habían impuesto restricciones indebidas al sábado, enseñando en efecto que el hombre fue hecho para el sábado. Pero Jesús vino para mostrar que el sábado fue hecho PARA el hombre, para que estuviera guardado con alegría y llamado “una alegría”. Al guardar el sábado adecuadamente, nos acercamos más a Dios y recordamos su gran amor por nosotros, quien nos creó en primer lugar con el potencial de entrar en su propia familia. Vea nuestras Preguntas y Respuestas recientes, “¿Por qué se creó el hombre?”

Ninguno de sus mandamientos debe de verse como una carga para nosotros (1 Juan 5:3). Más bien, el amor de Dios en nosotros nos permite guardar todos Sus mandamientos correctamente y desde el corazón (2 Juan 6). La ley completa de Dios es una expresión de su amor, y Dios ES amor (1 Juan 4:8).

Escritor principal: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

¿Cómo se puede demostrar realmente lo que enseña la Biblia?

Los escritos originales de la Biblia son, de hecho, la Palabra infalible de Dios. Sin embargo, frente a tantas miríadas de creencias – afirmando todas que la Biblia es su fuente, la mayoría de la gente desecha la verdadera autoridad del Libro que Dios ha inspirado.

Tanto los católicos como los protestantes usan la Biblia como la base de lo que creen y enseñan. Hay varias traducciones y versiones de la Biblia a disposición, y estas diferentes representaciones sí que reflejan el sesgo de aquellas organizaciones e individuos que las han escrito.

Sin embargo, la Biblia trasciende tanto problemas de lenguaje como de traducción. Por ejemplo, considere el escrito que se encuentra en Hechos 2, donde los discípulos en el día de Pentecostés fueron guiados por el Espíritu Santo de Dios para proclamar el Evangelio. En particular, note lo que sucedió con aquellos que escucharon este mensaje:

“Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, LES OIMOS HABLAR EN NUESTRAS LENGUAS LAS MARAVILLAS DE DIOS” (Hechos 2:7-11).

Dios, quien causó que surgieran diferentes idiomas (Compare Génesis 11:1-9), ¡también hizo posible que entendiéramos su verdad en el lenguaje de nuestro nacimiento! Además, Jesús comisionó a su Iglesia a predicar el Evangelio en toda la tierra (Compare Mateo 24:14). ¡La Palabra de Dios ha sido traducida y publicada por escrito en toda la tierra en nuestros días!

Aparte de aquellos que rechazan rotundamente la Biblia como un mito, muchas personas que afirman practicar el cristianismo rechazan el Antiguo Testamento (tanto como algunos libros del Nuevo Testamento, tal como el Apocalipsis) – todo parte de la Palabra perdurable de Dios (Compare Isaías 40:8). De hecho, muchos de los que aceptan a Jesús como su Salvador nunca han leído las Escrituras proféticas acerca de su primera aparición, y están igualmente inconscientes de las profecías dramáticas respecto a su regreso que están registradas en toda la Biblia.

Añade a esto el hecho de que las personas INTERPRETAN en la Biblia lo que quieren creer. Un ejemplo muy destacado de esto se encuentra en el cumplimiento del sábado (Sabbat). Algunos eligen seguir la línea de pensamiento creada por la Iglesia Católica en la cual el sábado se cambió del séptimo al primer día de la semana. Citan las Escrituras para justificar esta postura y rechazan el mandamiento de Dios; el ejemplo de Jesucristo y la práctica de la Iglesia de Dios como se documenta en el Nuevo Testamento. (Para una explicación más detallada de esto, lea nuestro folleto: “Los Días Santos ordenados por Dios”)

Entonces, ¿cómo podemos saber lo que es verdadero y lo que es falso?

¡LA BIBLIA SE CORROBORA ELLA MISMA! La interpretación humana no es la autoridad final en cuanto a la Palabra de Dios. Pero eso es justamente como ven la biblia aquellos, que escogen selectivamente lo que quieren creer. También es la postura adoptada por tanta gente que simplemente rechaza la Biblia.

Jesucristo hizo una declaración totalmente profunda en respuesta al interrogatorio de Pilatos: “Le dijo entonces Pilato: Luego, ¿eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:37).

Jesucristo dio fe de la Palabra de Dios y eso incluía las Santas Escrituras – el Antiguo Testamento. ¡Las profecías de su nacimiento, muerte y resurrección resultaron ser verdaderas!

La verdad – al contrario que la falsedad y el engaño – fue el centro de lo que Jesús enseñó. Hizo esta declaración a los judíos de su época – muchos de los cuales eran los líderes religiosos de la nación: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).

Jesús dijo de manera muy conmovedora que las prácticas religiosas de los judíos no se mantenían firmes en la verdad – que ya no seguían la Palabra de Dios:

¿”Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, la palabra de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Juan 8:43-47).

En otro encuentro, algunos de los escribas y fariseos desafiaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan” (Mateo 15:2).

La respuesta de Jesús entró directamente al corazón y explicó por qué estos líderes religiosos no estaban enseñando la verdad: “Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición”? (Mateo 15: 3). Jesús añade a esta acusación poderosa: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15:7-9).

En Mateo 23, Jesús revela muy específicamente la hipocresía de los escribas y fariseos – quienes eran los líderes religiosos y que afirmaban obtener su autoridad y sus prácticas de la Palabra de Dios. En el versículo 3, Jesús identifica el problema: “… porque dicen, y no hacen”.

Porque estaban reacios a obedecer lo que Dios ordenaba, estas personas no entendían lo que era verdadero en la Palabra de Dios. Al preocuparse más por lo que la gente pensaba de ellos, perdieron su temor de Dios.

Cristo nos revela una clave importante para la correcta comprensión de la Palabra de Dios. Dice en Juan 7:17: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”. Cristo añade en Juan 13:17: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.

La prueba de lo que es verdadero en la Biblia debe comenzar con una reverencia hacia Dios: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre” (Salmo 111:10). El Salmo 119, verso 100, añade: “Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos”.

En un debate con sus discípulos, Jesús preguntó qué decía el público sobre quién era Él. Luego les hizo esa pregunta, y Pedro respondió: “… Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). En la respuesta de Cristo, encontramos esta impresionante declaración: “…Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino a mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17).

¡Jesús habla de conocimiento que es REVELADO! ¡Eso va más allá de los conocimientos que uno podría adquirir al leer cualquier otro libro! Para entender la Biblia realmente, que es, por su propia afirmación, la Palabra de Dios, la comprensión debe de venir de Dios mismo. Pablo enseñó esta misma verdad a la Iglesia:

“Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”. Antes bien, como está escrito:

“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque, ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:4-14).

Tras su resurrección, Jesús continuaba a enseñar a sus discípulos el verdadero significado de la Palabra de Dios. Lucas registra un relato en el que Jesús explicó algunas profecías del Antiguo Testamento a dos de sus discípulos, que incluso ellos mismos no las habían entendido:

“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27). Jesús apareció a estos dos hombres con el propósito mismo de revelarles entendimiento. Este relato continúa: “Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24:30-32).

Después de este incidente, Jesús se reunió con varios más de sus discípulos. Como preparación para el trabajo que dio a cumplir a sus seguidores, Jesús proporcionó este elemento vital: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lucas 24:45).

Estos discípulos, sin duda, habían leído las Escrituras. En ese momento, el judaísmo era la religión vibrante de la nación. Sinagogas existían en toda la región, y el Templo servía como el foco de la vida judía. Sin embargo, incluso con este rico trasfondo, ¡la verdadera comprensión del Mesías tuvo que ser revelada!

Otro relato de revelación se encuentra en la historia de Felipe, quien fue enviado para predicar a un hombre fiel de Etiopía. Leyendo en Isaías, este hombre tenía dificultades de entender el significado: Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: “Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús” (Hechos 8:34-35).

Pablo entendió que a la Iglesia de Dios se le había dado un entendimiento y una responsabilidad especial para predicar la verdad de la Palabra de Dios: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?” (Romanos 10:14-15).

La predicación es una grave responsabilidad, y no es algo que se debería hacer a través de aquellos que simplemente deciden por sí mismos que quieren predicar – para representar a Dios y explicar su Palabra: “Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón” (Hebreos 5:4). Santiago ofrece esta advertencia: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 3:1).

Aquí está lo que Dios dice como un requisito esencial no sólo para la predicación, sino también para entender su verdad: “…Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y QUE TIEMBLA A MI PALABRA” (Isaías 66:2).

Un ejemplo de este tipo de actitud se encuentra en el registro de personas en Berea que recibían la predicación del Evangelio de parte de Pablo y Silas: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, ESCUDRIÑANDO CADA DÍA LAS ESCRITURAS para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). “Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres” (Compare Hechos 17:12).

Por este ejemplo dejado para nosotros, entendemos que debemos revisar en nuestra propia Biblia si lo que se predica es verdadero o no. Una mentira no puede ser probada; sin embargo, las personas pueden ser engañadas. Pablo nos advierte de los que mentirían – de aquellas personas que incluso reclamarían falsamente su autoridad de la Palabra de Dios:

“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15).

La Biblia también revela una manera para que NO nos dejemos engañar, sino para demostrar lo que solo es cierto: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).

Jesús oró por sus seguidores, y le pidió a Dios que los apartara: “Santifícalos en tu verdad; TU PALABRA ES VERDAD” (Juan 17:17). Pablo le recordó a Timoteo que permaneciera anclado a la Palabra de Dios:

“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. TODA LA ESCRITURA ES INSPIRADA POR DIOS, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir para instruir en justicia….” (2 Timoteo 3:14-16).

Sin embargo, hay quienes se apartan DE la Verdad, y este tipo de enfoque iba a convertirse en prevalente justo antes del regreso de Jesucristo a la tierra: “Pero el Espíritu dice claramente que en los POSTREROS TIEMPOS algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4:1-2).

Tomen nota de esta advertencia adicional de Pablo a Timoteo:

“Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:2-4).

Jesús respondió a sus discípulos cuando le preguntaron sobre la hora del fin, y comenzó su respuesta con esta sombría advertencia: “….Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”; y a muchos engañarán” (Mateo 24:4-5); También: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Verso 24).

La Palabra de Dios solo contiene la verdad (Compare Tito 1:2), aunque la Biblia pueda informar sobre las mentiras de Satanás, de los demonios o de las personas. Pero las Sagradas Escrituras clarifican que, por supuesto, no debemos seguir a esas mentiras. ¡Solo la verdad que debe ser aceptada por nosotros se puede demostrar en la Biblia! No obstante, Dios ha revelado claramente que mentirosos iban a surgir afirmando que lo que enseñan sería verdadero. Eso ha sucedido y continuará sucediendo, pero debemos usar la Palabra de Dios como la verdadera medida.

Aquí hay una clave vital que cada uno de nosotros debe usar para probar lo que es verdadero en la Biblia: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, QUE USA BIEN LA PALABRA DE VERDAD” (2 Timoteo 2:15).

Escritor Principal: Dave Harris

Traducido por: Anna Ruoff

¿Cómo se puede creer en la Biblia?

Recientemente hemos recibido la siguiente pregunta:

“Tengo una pregunta muy importante. Obviamente, hay muchos errores y cosas que se contradicen entre sí en las traducciones comunes de la Biblia. Entonces, ¿cuál es la verdadera sin ningunos errores? Quiero decir que debe de haber una. De lo contrario, no habría razón ninguna para creer en todo el tema. Espero que pueda responder a mi pregunta”.

Ante todo, entendamos que nadie tiene en su posesión los manuscritos originales en los que se basa la Biblia. Todo es una copia o una traducción. ¿Ese hecho invalida la Biblia? ¡En absoluto! La Biblia misma, es su propio y mayor testigo de la prueba que Dios inspiraba a los hombres a escribir y luego a conservar las palabras de Él. Empecemos con algunos conceptos básicos de la Biblia.

Entre los hombres, Jesucristo solo, ha visto a Dios. La Biblia hace el siguiente comentario:

“A Dios nadie lo ha visto jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer” (Juan 1:18).

Ahora considere lo que Jesús dijo de Dios – el que es llamado “el Padre”:

“También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto” (Juan 5:37).

Dios es Espíritu (Juan 4:24); Dios es invisible (Colosenses 1:15; 1 Timoteo 1:17; Hebreos 11:27); Dios es eterno (Deuteronomio 33:27; Apocalipsis 4:9; Romanos 16:26).

Algunos podrían llegar a la conclusión de que estas Escrituras contradicen otras declaraciones en la Biblia en las que se dice que los hombres escucharon la voz de Dios y que algunos realmente vieron Su forma. Un ejemplo directo se encuentra con respecto a los hijos de Israel durante su éxodo de Egipto, cuando fueron a la Tierra Prometida. Note:

“Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno” (Éxodo 24:9-10).

Otras Escrituras revelan que el Dios quien estos hombres vieron fue Jesucristo – antes de que vino como humano de carne y hueso (compare 1 Corintios 10:4; Juan 1:18). La verdad destacable que encontramos aquí es que dos individuos se revelan como Dios en la Biblia, el Padre y el Hijo.

Ahora, esto es un ejemplo para mostrar que hay explicaciones contenidas dentro de las páginas de la Biblia con respecto a así llamadas contradicciones. Pero uno debe darse cuenta de que entender la Palabra de Dios requiere una actitud dispuesta de nuestra parte, y encontramos cómo este enfoque fue utilizado por las personas que escuchaban la predicación del evangelio:

“Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres” (Hechos 17:10-12).

Incluso a Timoteo, un ministro, Pablo le dijo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15, Versión autorizada). Pablo también le dio estas instrucciones a Timoteo:

“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:14-17).

Pablo estaba abordando el valor de lo que llamamos el “Antiguo Testamento”. Jesús también se refería a “las Escrituras” (Juan 5:39); “’Los escritos’” (Juan 5:47); y “la ley y los profetas” (Mateo 7:12; 22:40; compare también con Lucas 16:16): ¡todos los términos identifican la autoridad del Antiguo Testamento!

Jesucristo creyó en la Biblia – al igual que sus discípulos que fueron guiados para crear la Iglesia de Dios basada en la Palabra misma de Dios!

La Biblia no es una acumulación accidental de varios pergaminos y letras que de alguna manera se han conservado hasta nuestros días. De hecho, la Biblia contiene profecías escritas específicamente para nuestros tiempos! Estos escritos concretos ni siquiera se comprendieron por quienes los escribieron.

La revelación de Jacob a sus doce hijos fue para “los días venideros” (Génesis 49:1); Daniel quiso saber el significado de las profecías que le fueron dados, pero le dijeron que “estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:9); Habacuc recibió la orden de escribir una visión que “hacia el fin … hablará” (Habacuc 2:3); Y Jesucristo respondía a las preguntas de sus discípulos sobre el fin del mundo revelando signos y eventos que coincidirían y culminarían con su regreso a la tierra!

Se puede creer en la Biblia basado en la profecía – tanto las que ya se cumplieron como las que se cumplirán incluso ahora.

Otra prueba que se puede aplicar es comenzando a buscar a Dios a través de la lectura de la Biblia y al hacer esas cosas instruidas por Dios – conocer a Dios a través de su Palabra escrita! El rey David usaba esto como una clave para sí mismo:

“¡Oh, cómo amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tut testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos” (Salmo 119:97-100).

Considere que la vida sin pecado de Jesucristo estaba basada en su obediencia a las leyes de Dios encontradas en la Palabra de Dios:

“Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10:7; compare también con Juan 15:9-10).

Los discípulos de Jesús le preguntaron por qué hablaba en parábolas. Esta es su respuesta:

“Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entienden” (Lucas 8:10).

Para que Usted pueda creer en la Biblia, requiere de la ayuda de Dios – uno no puede abrirse a las Escrituras simplemente por sí mismo. La razón de esto es que la Biblia es un documento espiritual que requiere la revelación de Dios a través de Su Espíritu Santo:

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).

¿Entonces qué hará Usted ahora? Haga lo que el apóstol Pedro instruyó:

“Entonces Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

En cuanto a su preocupación acerca de varias traducciones de la Biblia, tome los primeros pasos comenzando a estudiar y pídale a Dios que le guíe. Por supuesto, hay versiones que reflejan con mayor precisión el original, y estas son las que traducen palabra por palabra al idioma en cuestión. Comprenda también, que en el Día de Pentecostés, cuando se fundó la Iglesia de Dios, aquellos que escucharon a los discípulos predicar se asombraron y dijeron: “¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?” (Hechos 2:8).

¡No tuvieron que escuchar el mensaje de salvación en un idioma que no entendían! Y así mismo es hoy en día!

Y sí, su pregunta es de hecho una pregunta importante. Pues aunque puedan haber algunas dificultades menores en las traducciones modernas de la Biblia, la verdad de Dios ESTÁ contenida en Su Palabra escrita. ¡CREA ESO como un punto de partida!

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

Escritor principal: Dave Harris

Traducido por: Anna Ruoff

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