La clave para Matrimonios y familias felices

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Introducción

Muchos matrimonios y familias están en necesidad desesperada de reparación, especialmente en esta sociedad occidental donde tenemos ciclos interminables de matrimonio – divorcio y segundas o nuevas nupcias. Vivir juntos sin estar casados se ha convertido en la norma aceptada, mientras que matrimonios sanos y duraderos y familias sólidas y felices son excepciones notables.

¿Por qué encontramos matrimonios en tal estado de desorden en esta sociedad occidental, hoy? Primero, comprenda que las relaciones humanas en la vida son producto de los principios que aplicamos—si aplicamos principios incorrectos, obtenemos malos resultados y si aplicamos principios correctos, obtenemos buenos resultados.

Entonces, ¿hemos pasado por alto claves vitales que desbloquearían la comprensión de cómo producir matrimonios y familias felices? En efecto, lo hemos hecho!

Sorprendentemente, estas claves no son nuevas. Han estado disponibles, en forma escrita, durante miles de años. Simplemente no han sido descubiertas ni comprendidas, y mucho menos practicadas. Y muchos que encuentran estas llaves, las “pierden” nuevamente por no tener plena consideración al aplicarlas a sus vidas.

Estas claves importantes se pueden encontrar en un libro que ha sido propiedad de más personas que cualquier otro libro. Ese libro es la Santa Biblia—la Palabra de Dios impresa. ¡Sí, el conocimiento de cómo tener matrimonios felices y duraderos, y familias exitosas y unidas viene directamente de nuestro creador! Para demasiadas personas los pasajes relevantes a las relaciones humanas han sido un misterio. Pero es hora de que este misterio se desbloquee. ¿Sabe Usted en qué parte de la Biblia puede encontrar estas claves?

Parte 1


El matrimonio cristiano

Con respecto a los principios bíblicos para un matrimonio feliz, las iglesias cristianas actuales enseñan una variedad de ideas, algunas incluso hasta extremos opuestos. Algunos ministros abogan por el totalitarismo del marido y la sumisión ciega de la mujer. Otros enseñan el contrario—el liberalismo descarado de la esposa—dejando de lado el liderazgo del esposo e incluso la anarquía dentro del matrimonio. Vemos una falta de respeto, una falta de amor y un abuso brutal de responsabilidades. Y en nuestra sociedad de “usar y tirar”, descartamos justo lo que nos haría felices – nuestras relaciones familiares.

Demasiados matrimonios enfrentan dificultades serias basadas en una comprensión y ejercicio inadecuados de los diferentes roles y funciones de esposos y esposas, terminando su relación en divorcio o separación legal. Pero estamos llamados a regresar a las enseñanzas claras de la Biblia para producir matrimonios cristianos felices, saludables y exitosos. ¿Estamos dispuestos a escuchar a Dios y a hacer realmente lo que Él dice?

Divorcio—¿una solución?

En primer lugar, dése cuenta de que Dios quiere que nuestros matrimonios tengan éxito. Dios odia el divorcio (Malaquías 2:16). Una pareja que enfrenta dificultades y ve el divorcio como una “solución” fácil a sus problemas puede cometer un error grave e incluso fatal. El divorcio rara vez es una solución positiva. Bíblicamente, el divorcio con la libertad de casarse posteriormente con otra persona solo se permite en circunstancias muy limitadas. Dios creó la unidad matrimonial y tenía la intención de que floreciera y perdurase (Mateo 19:4–6). ¡Dos cristianos casados verdaderamente convertidos (siempre y cuando ambos permanezcan vivos y convertidos a lo largo de su matrimonio) nunca deben divorciarse y posteriormente casarse con otra persona! Su matrimonio, que ha sido unido por Dios, es de por vida (1 Corintios 7:10–11; Romanos 7:1–3; Lucas 16:18).

¿Qué hay de una pareja casada en la que uno de los cónyuges es cristiano verdadero y hace todo lo posible por aplicar los principios de Dios, y el otro cónyuge no lo es? Incluso en tal caso, el divorcio y la segunda nupcia posterior no está permitido bíblicamente, a menos que el cónyuge “incrédulo” se aleje del matrimonio, al no cumplir con sus deberes matrimoniales, y el “incrédulo” ya no esté dispuesto a vivir con la pareja cristiana convertida (compárese 1 Corintios 7:12–16). Tal alejamiento total del matrimonio por parte del “incrédulo” puede verse en serias violaciones continuas de sus deberes y responsabilidades matrimoniales, como la práctica pecaminosa de la “inmoralidad sexual” (Mateo 5:31–32; 19:9). Pero incluso entonces, se recomienda encarecidamente consultar con uno de los ministros de Dios, con el objetivo de restaurar, en lugar de romper, el matrimonio.

El propósito de este folleto es ayudar a los lectores a mejorar sus relaciones matrimoniales y familiares, dirigiéndolos a las claras instrucciones dadas en la Palabra de Dios sobre este tema. La aplicación de estos principios espirituales en el matrimonio y en la familia ayudará a evitar separaciones, divorcios y hogares rotos, ayudando así a que estos se conviertan en cosas del pasado.

Todos necesitamos mejorar

Al explorar las instrucciones de Dios sobre el matrimonio en la Biblia, miremos los roles de esposos y esposas por separado. Seamos fieles aplicando aquellos principios que se aplican a nosotros, y no asumemos que un punto en particular solo se aplica a nuestro cónyuge o a otra pareja. No nos juzguemos los unos a los otros, más bien examinémonos a nosotros mismos. Y, si tenemos problemas con nuestros cónyuges, recordemos, en primer lugar, de prestar atención a la amonestación de Santiago 3:2: “Porque todos tropezamos de muchas maneras” (La Biblia de las Américas LBLA).

Reconozca que TODOS necesitamos mejorar. No importa cuánto tiempo hayamos existido, siempre hay algo que podemos y debemos aprender para mejorar las cosas.

Los roles de esposos y esposas

Nótese Efesios 5:2, 8, 10, 15, 21, “(versículo 2) y andad en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros… (versículo 8) Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz… (versículo 10) comprobando lo que es agradable al Señor… (verso 15) Mirad, pues, con diligencia [o: con cuidado], no como necios sino como sabios, aprovechando bien [o usar ventajosamente] el tiempo, porque los días son malos… (versículo 21) someteos unos a otros en el temor de Dios”.

¡Analicemos esto cuidadosamente! Cualesquiera que sean los roles y responsabilidades de los esposos o esposas, deben examinarse y llevarse a cabo en base a lo que acabamos de leer. A menos que caminemos en el “temor de Dios” y “en amorhacia la otra persona, cualquier papel que se desempeñe, aunque se haga perfectamente al pie de la letra, no producirá un matrimonio feliz. Además, debemos concentrarnos en cómo llevar a cabo nuestros roles. Debemos hacerlo como personas “sabias”no como necios—y debemos tratar de averiguar cuál es la “voluntad de Dios” en cualquier situación dada—no lo que nosotros quizás quisiéramos hacer. Finalmente, debemos aprovechar el “tiempo” que Dios nos ha dado de la mejor manera—una vez más, usando nuestro tiempo para la gloria de Dios y en sumisión a su voluntad, no a la nuestra. Al hacer eso, “andaremos en amor”—en amor hacia Dios y en amor hacia nuestro cónyuge.

Y si caminamos en este tipo de amor, podremos “someternos unos a otros”. Es decir, estaremos mirando los intereses y necesidades de la otra persona—no solo lo que nos pueda interesar a nosotros. Someternos unos a otros no significa que tengamos anarquía—sin liderazgo alguno—pero sí que significa que quien debe liderar es aquel del que se espera que sirva más. ¿Eso le sorprende?

Nótese Filipenses 2:3–5: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria [deseo de vanagloria], antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores [más altos que nosotros] a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.

El rol de un esposo

Ahora podemos comenzar a examinar el papel ordenado bíblicamente de un esposo en un matrimonio cristiano. Como veremos en las páginas de la Biblia, el esposo debe ser el líder en el matrimonio. Pero fíjese en qué aspecto el esposo debe liderar. Efesios 5:25 dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia…”

El esposo debe amar a su esposa

Cuando los esposos aman a sus esposas, las esposas responderán de la misma manera. Dios y Cristo nos amaron PRIMERO (compárese Romanos 5:8). Debemos responder de la misma manera amándolos (compárese Santiago 1:12; 2:5). Acabamos de leer que Cristo estimó a los demás, en humildad de mente, como siendo “más altos” que Él mismo. Él estuvo dispuesto a rebajarse hasta el punto de la muerte, para que otros pudieran vivir. Ese es el tipo de amor que un esposo debe tener por su esposa. Nadie tiene mayor amor, dice Cristo, que el que da su vida por sus amigos (Juan 15:13). Ese es el tipo de amor que el esposo debe dar a su esposa—su mejor amiga—en palabras y en hechos. La esposa necesita saber, que su esposo incluso moriría por ella para protegerla. Con esa clase de amor expresado hacia ella, la respuesta de la esposa puede entonces ser de sumisión voluntaria a su esposo.

La esposa verá a un esposo amoroso que se preocupa por ella—no a un tirano que se complace en ejercer autoridad sobre ella. Las esposas se han vuelto muy sensibles en ese sentido porque los hombres han abusado de la autoridad. Cuando las mujeres tienen la impresión de que los maridos “están señoreando sobre ellas”, se desalientan, se frustran y se ponen a la defensiva. Un esposo debe ser consciente de esto. Nunca debe menospreciar a su esposa y nunca debe hablarle con dureza, tratando de demostrar que está al mando.

Los esposos deben amar a sus esposas así como Cristo amó a su Iglesia. ¿Y cómo amó Cristo a su Iglesia? Continuemos en Efesios 5:25, “…y se entregó a sí mismo por ella”… Cristo estaba dispuesto a morir por ella. Estaba dispuesto a renunciar a su condición de Dios inmortal y glorificado para convertirse en humano. Estuvo dispuesto a pasar por la terrible prueba de sufrimiento como ser humano, de ser tentado en todo como nosotros, de ser abandonado por todos sus amigos, de ser traicionado, torturado y finalmente crucificado. Él estaba dispuesto a hacer eso por la Iglesia. De hecho, aunque Dios el Padre y Jesucristo tenían plena confianza en que Cristo no pecaría, no obstante, era posible que si lo hiciera. Así vemos que Cristo incluso estuvo dispuesto a renunciar a su deidad eterna por la Iglesia, su futura esposa. Si Cristo hubiera pecado, el Padre no lo habría resucitado a la vida eterna, ya que solo la muerte de la vida sin pecado de Cristo fue decretada por Dios como suficiente para perdonar el pecado humano. Si Cristo hubiera pecado una sola vez, no habría sido restaurado a su gloria anterior como miembro de la Familia de Dios, y tampoco habría habido esperanza para la humanidad de convertirse en miembros nacidos de nuevo en la Familia de Dios.

¿Podemos ver realmente cuánto amó Cristo a la Iglesia y hasta qué punto estuvo dispuesto a demostrarnos su amor por nosotros? Entendido plenamente, no debería ser demasiado difícil para nosotros someternos a Jesucristo, nuestro Señor, viendo todo lo que Él pasó por nosotros. Si un esposo ama a su esposa y da su vida por ella de la misma manera, entonces la esposa debería tener poca o ninguna dificultad para someterse al liderazgo de su esposo.

¿Qué significa para un esposo dar su vida por su esposa?

Para un esposo dar su vida por su esposa, como Cristo dio su vida por la Iglesia, es mucho más que estar dispuesto a morir por ella cuando, o si, llega el momento. Dar la vida como lo hizo Cristo es una práctica de toda la vida. Jesucristo entregó su vida inmortal y eterna como un ser divino para vivir como un ser humano. Vivió como humano durante más de 30 años. Cualquier pecado cometido por Él habría acabado con todo. Él, en el verdadero sentido de la palabra, dio su vida por nosotros.

Asimismo, un esposo debe hacer lo mismo por su esposa. Es un esfuerzo de toda la vida. Si un esposo quiere ser el “amo” de su esposa, entonces debe ser el “siervo” de su esposa (compárese Mateo 20:25–28). Cristo dijo que vino a servir. También enseñó a sus discípulos que si querían ser grandes, tenían que servir.

Usando este principio, entonces, un esposo da su vida por su esposa sirviéndola—cuidando las cosas que su esposa quiere, no solo las cosas que él quiere. Un esposo debe ver a su esposa con honor y respeto, y debe mostrarlo en la forma en la que la trata. Un esposo cristiano debe tener una meta en mente—ayudar a su esposa a alcanzar su potencial espiritual completo. Si él la critica constantemente o examina todo lo que hace, ella tendrá miedo de usar las habilidades y los talentos que Dios le ha dado y, de hecho, su propio crecimiento espiritual se verá obstaculizado.

Nótese Efesios 5:26–29, “…para santificarla [apartarla] habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia”. Cuando un esposo ama a su esposa, también se ama a sí mismo. Leemos en Efesios 5:33: “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo”.

Esto incluye, como acabamos de leer, nutrirla y cuidarla—tanto física como espiritualmente. Salvo circunstancias extraordinarias, se supone que el marido es el sostén de la familia—proporcionando el apoyo financiero a la familia—mostrando así a su esposa cuánto la ama y que está dispuesto a nutrirla físicamente.

Y él debe apreciar a su esposa—como un tesoro—como el tesoro más preciado que este mundo tiene que ofrecer. En un nivel físico, esto significa que él debe cuidar de sus necesidades. Él debe elogiarla por las cosas buenas que hace. Nunca debe dar por sentado a su esposa y lo que ella hace. Y en un nivel espiritual, debe enseñarle a su esposa. Esto requiere que desarrolle una relación estrecha con Dios, aprendiendo a guiar a su esposa y a su familia en el camino de Dios al dar un ejemplo correcto él mismo.

El esposo de Proverbios 31

Se puede decir mucho acerca de la esposa de Proverbios 31, pero observe lo que se dice acerca del esposo en Proverbios 31:28–29: “Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba: ‘Muchas mujeres hicieron el bien; pero tú las sobrepasas a todas’”.

Cuando estudiamos el famoso pasaje de Proverbios 31 sobre la “mujer virtuosa”, quizás nos sorprenda saber todo lo que hace la esposa virtuosa. ¡Pero fíjese también que su esposo le permite hacer estas cosas! Él no es una persona controladora, impidiendo que ella logre cosas buenas. Más bien, leemos que él “está en ella confiado” (versículo 11). Se levanta temprano para “dar comida a su familia” (versículo 15), y “considera la heredad y la compra” (versículo 16). Ella planta viña “del fruto de sus manos” (versículo 16). Tome nota de que es ella quien hace eso—no su esposo. Ella es capaz de tomar decisiones sabias. “Ella hace telas y las vende, y da cintas al mercader” (versículo 24). Finalmente, ella “considera los caminos de su casa” (versículo 27). Es productiva y es capaz de dirigir las actividades de su hogar.

Leemos que ella actúa “con voluntad” (versículo 13). Ella no puede actuar “con voluntad” si su esposo no le muestra su amor dándole espacio para que se exprese en sus intereses personales, manifestando nuevamente el tipo de amor que se somete el uno al otro.

¡El esposo no debe estar amargado!

Fijémonos en algunas advertencias y pautas bíblicas adicionales para el esposo. Colosenses 3:19 dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas”.

Se nos dice que debemos abandonar toda amargura. Todos tenemos que hacer eso. La amargura es como el cáncer. Nos devorará internamente, hasta que la luz dentro de nosotros se convierte en oscuridad. Si amamos a otra persona, realmente no podemos estar amargados con esa persona. Si todavía hay amargura en nuestros corazones hacia otra persona, y especialmente, si un esposo tiene amargura hacia su esposa, entonces no ha llegado al amor perfecto que se requiere de nosotros. Nótese Efesios 4:31–32: “Quítense de vosotros toda amargura… Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

¿Los esposos son bondadosos y compasivos hacia sus esposas? ¿Están dispuestos a perdonarlas? ¿O los maridos se sienten ofendidos y se alimentan de esas ofensas? ¿Permitirán que la amargura invada sus corazones? Si los esposos hacen eso, entonces están caminando sobre terreno peligroso y, a menos que lo venzan y eliminen rápidamente, esa amargura apagará el amor por sus esposas. Y luego, son los esposos quienes están en violación de los mandamientos de Dios que dicen de no estar amargados hacia sus esposas y de amarlas como a sí mismos.

Note la clase de amor que Dios requiere de los esposos hacia sus esposas. “El amor no hace mal al prójimo” (Romanos 13:10). Si los esposos realmente aman a sus esposas, no las lastimarán física ni emocionalmente—no las dominarán con dureza.

Cómo un esposo debe amar a su esposa

Miremos ahora 1 Corintios 13, el famoso capítulo de “amor” de la Biblia, y veamos qué podemos aprender de él con respecto a la relación entre esposos y esposas. Analicemos cómo el esposo debe amar a su esposa.

Leemos en 1 Corintios 13, comenzando en el versículo 4, “El amor es sufrido…” Si los esposos aman a sus esposas, tendrán paciencia con ellas. Incluso ellos podrían sufrir por un tiempo, o incluso durante mucho tiempo, soportando las deficiencias de las esposas sin estallar y responder de la misma manera. Dios es muy paciente con nosotros. Los esposos necesitan compartir la paciencia de Dios con sus esposas.

[El amor] es benigno…” El amor de Dios es benigno incluso ante las pruebas que quizás estén causadas por malentendidos—cuando algo no sale como quisiéramos que salga. ¿Los esposos pueden ser amables con sus esposas cuando se les olvido hacer lo que se les pidió? ¿Cuándo hicieron algo mal? Dios es bondadoso con nosotros. Él no nos condena cuando nuestros corazones son justos. Un esposo debe ser amable con su esposa, apreciando lo que su esposa deseaba hacer por él, aunque no haya salido como estaba planeado.

“[El] amor no tiene envidia…” ¿Cuántos conflictos cesarían si ese aspecto del amor de Dios se practicara más a menudo? El espíritu sin envidia de un esposo permite que la esposa continúe con sus esfuerzos. El espíritu de envidia, sin embargo, está ansioso por menospreciar e incluso detener sus logros. El amor piadoso, sin embargo, no conoce la envidia. El amor del esposo le permite a su esposa continuar con lo que está haciendo. Los esposos necesitan tener ese tipo de amor piadoso por sus esposas. Los esposos deben permitirles hacer aquello que se les da bien. Los esposos no deben envidiarlas ni sentirse amenazados por las cualidades y habilidades que Dios les ha dado a sus esposas.

[El] amor no es jactancioso…” El verdadero amor no es presumido. No debemos ser jactanciosos y orgullosos de lo que NOSOTROS podemos hacer. El amor de Dios es humilde y mira las cualidades y los logros de los demás. Cuando hacemos cosas buenas, ¿intentamos asegurarnos de que otros también lo vean para que podamos recibir alabanza y gloria de ellos? Si es así, Dios dice que entonces habremos recibido nuestra recompensa—de los hombres—no de Dios (compárese Mateo 6:1–4). Los esposos necesitan tener ese tipo de amor humilde por sus esposas. Los esposos deben hacer cosas buenas por sus esposas porque quieren—porque las aman—no PORQUE quieren ser alabados por sus esposas. Debemos elogiarnos unos a otros por los logros, pero esa no es la razón POR LA QUE hacemos cosas buenas por la otra persona.

“[El amor] no se envanece…” o “no es arrogante”. El verdadero amor de Dios es desinteresado. Quiere lo mejor para los demás. La arrogancia, por otro lado, es introvertida. Es la actitud de “yo-yo” que dice: “Soy el primero y no me importan los demás”.

(Versículo 5) [El amor] no hace nada indebido…” Esto incluye comportarse con buenos modales. Los esposos deben comportarse de una manera amistosa y socialmente aceptable con sus esposas, y no solo cuando otros están alrededor para darse cuenta.

“[El amor] no busca lo suyo…” El amor no está motivado por el egoísmo. El amor implica la forma de dar, no de recibir. El amor quiere servir, no ser servido. El amor motivará a otros a dar y contribuir, sin embargo, el amor no conoce la envidia ni los celos, sino que se regocija cuando alguien más logra algo bueno. Si el amor no está enfocado en el bien y el bienestar de los demás, es vacío, egoísta e inútil.

[El amor] no se irrita…” El amor de Dios no se enoja fácilmente. Cuando una esposa hace algo mal, su esposo, que está viviendo el camino del amor, no estallará como un volcán. Si un esposo ama verdaderamente a su esposa, como Cristo nos ama a nosotros, será paciente con ella, tratando de entender qué sucedió y por qué, y tratará de ayudarla a superar cualquier debilidad que haya causado el problema.

“[El amor] no guarda rencor…” Si los esposos realmente aman a sus esposas, no las tratarán con sospecha, escudriñando cada una de sus decisiones. El corazón del marido “confía de forma segura” en la mujer virtuosa, como leemos en Proverbios 31:11. La Reina Valera Actualizada(RVA-2015) traduce este pasaje en 1 Corintios 13:5 (El amor “no guarda rencor”) como, “El amor no lleva cuentas del mal”. La Nueva Traducción Viviente dice: “El amor no lleva un registro de las ofensas recibidas”. Otras traducciones dicen, “El amor no se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho”, o “El amor no toma en cuenta el mal recibido”.

Cuán cierto es eso. Leemos que el amor cubre todas las faltas, pero que el odio despierta rencillas (Proverbios 10:12). Es el hombre perverso el que cava en busca del mal (Proverbios 16:27). En cambio, es el que cubre la falta que busca amistad (Proverbios 17:9). Es para su honra pasar por alto una ofensa (Proverbios 19:11). Es honra del hombre dejar la contienda (Proverbios 20:3). Cuánto mejor serían nuestros matrimonios si se aplicara ese principio de NO llevar registros de lo malo. Pero, lamentablemente, todo lo contrario es cierto en muchos casos.

“(Versículos 6 y 7) [El amor] no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Si los esposos tienen tal actitud de amor hacia sus esposas, y la muestran, ¿cómo podrían sus esposas no responder de la misma manera?

Los esposos necesitan entender a sus esposas

Hemos visto que Dios espera que los esposos expresen el verdadero amor de Dios por sus esposas, el tipo de amor que el mundo generalmente no conoce. Para amar real y verdaderamente a alguien, uno debe conocer sus necesidades. Uno debe comprender cómo piensa la otra persona—cuáles son sus deseos, sus sueños, sus anhelos, sus gustos y aversiones.

Y así leemos en 1 Pedro 3:7: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”.

Los maridos necesitan entender a sus esposas. Si un esposo no comprende a su esposa, debe preguntarle qué le gustaría hacer—cuáles son sus sueños, sus preferencias y sus disgustos. Un esposo necesita pasar mucho tiempo comunicándose con su esposa, como con su amigo más cercano. Él necesita respetarla—mostrarle honor, elogiarla por lo que hace. Un esposo nunca debe menospreciarla delante de los demás. Nada lastima más a una mujer que la falta de respeto de su esposo, especialmente frente a los demás. Todos los maridos han hecho eso alguna vez. Todos los esposos deben arrepentirse de tal falta de respeto.

La guía del esposo debe brindarse con amor, honor y respeto por su esposa. Y, ¿cuál es el propósito de tal guía? ¿Es para que ÉL pueda ser considerado como el “GOBERNANTE” de la casa por otros? ¿Para que ÉL pueda gloriarse frente a los demás en el hecho de que él está “obedeciendo los mandamientos de Dios” y su esposa lo está obedeciendo a él? ¡Lejos de ello! ¡Ese es el tipo de vanagloria que no debemos tener!

La razón por la cual el esposo debe guiar amorosamente a su esposa es porque Dios ordenó que el esposo y la esposa fueran una sola carne—son una entidad, espiritualmente. Su meta cristiana es entrar al reino de Dios juntos—para convertirse  en herederos de la vida eterna juntos, de la cual ya son herederos. Por lo tanto, el esposo debe actuar con verdadero amor piadoso hacia su esposa, y su esposa, sabiendo que esta es la razón por la que actúa de la manera que lo hace, estará mucho más dispuesta a pasar por alto las deficiencias de su esposo. Si su esposo muestra que su amor por ella es tan grande que está dispuesto a dar su vida por ella, de manera continua, para toda la vida, y que se preocupa por ella—espiritual y físicamente—entonces, ¿qué mujer cristiana no respondería voluntariamente al liderazgo de su esposo?

Por otro lado, cuando el matrimonio se tambalea, incluso nuestra relación individual y personal con Dios se ve afectada. Es por eso que Pedro les dice a los esposos: “Vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7). Pedro coloca la responsabilidad sobre los hombros del esposo para asegurarse de que las oraciones de los esposos y esposas no se vean obstaculizadas.

El rol de una esposa

Si hay un área en el papel de un esposo que es responsable del fracaso del matrimonio, es la falta de expresión por parte del esposo del verdadero amor de Dios por su esposa.

Y si hay un área en el papel de una esposa que es responsable del fracaso del matrimonio, es la falta de voluntad de la esposa de someterse a su esposo.

Sin embargo, la Biblia deja muy claro que se supone que el esposo es el líder de la familia—no un dictador, ni un tirano, ni un bruto orgulloso y arrogante—sino que Dios lo creó para guiar a la familia. Y si guía de una manera piadosa, la esposa tendrá poca o ninguna dificultad para seguirlo.

Una esposa necesita someterse a su esposo

Nótese 1 Corintios 11:3, “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”.

Note lo que se dice aquí. Así como Dios el Padre es la cabeza de Cristo, así el hombre o esposo es la cabeza de la mujer o esposa. Dios el Padre y Jesucristo son totalmente uno—totalmente unidos en mentalidad, meta y propósito. Y se aman perfectamente. Dios el Padre dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (compárese Mateo 3:17). Dios AMÓ al Hijo (Juan 3:35). Y Cristo AMÓ al Padre (Juan 14:31). Se sometió al Padre, hasta el punto de la muerte, sabiendo que su Padre lo amaba profundamente y que nunca le pediría nada que fuera malo para Él. Si un hombre quiere ser la cabeza de su esposa y familia, como debe de ser, debe comportarse como Dios el Padre se comportó con Cristo y, a su vez, su esposa debe comportarse con su esposo como Cristo se comportó con el Padre.

Para tener el mismo tipo de relación que el Padre y el Hijo tuvieron y tienen, necesitamos leer y aprender acerca de esa relación y de cómo podemos aplicarla a nuestra relación matrimonial entre esposo y esposa.

Cómo la sumisión es posible

Podemos deducir mucho del libro de Juan acerca de la relación que Dios el Padre tuvo y tiene con su Hijo, Jesucristo. Note los principios de sumisión revelados en los siguientes versículos:

Juan 3:35, “El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano”. ¡Amor divino comparte! Los esposos necesitan compartir sus posesiones con sus esposas. Esta voluntad de compartir crea confianza mutua. No puede haber una actitud de ‘¡Esto es mío y esto es tuyo!’ Nótese las palabras de Cristo en Juan 16:15, “Todo lo que tiene el Padre es mío”.

Juan 5:20, “Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace”. ¡El amor de Dios comunica! El esposo tiene que hacerle saber a la esposa lo que está haciendo. Esta sinceridad crea confianza mutua y un vínculo común.

Juan 5:22-23, “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre”. Un esposo amoroso quiere que su esposa sea honrada por los demás. Está dispuesto a compartir su honor con ella. Él no la desvaloriza ni la menosprecia frente a los demás, deshonrándola así. Y no se queda de brazos cruzados cuando otros deshonran a su esposa.

Juan 5:43, “Yo he venido en nombre de mi Padre”. La esposa adquiere el nombre de su esposo. Esto muestra la unidad de los dos. Ya no están separados, sino que los dos se han convertido en “uno”. Así es como Dios quiso que fuera—UNA familia—UN matrimonio. Los DOS se han convertido en UNA sola carne. ¿Y qué dijo Cristo acerca de su relación con Dios el Padre? Leemos en Juan 10:30: “Yo y el Padre uno somos”. Estuvieron—y están—totalmente unidos en voluntad, propósito y meta. Y así como Jesús pudo actuar por su Padre, así la esposa puede actuar por su esposo. Esta unidad entre los dos crea confianza mutua y seguridad en y para el otro, y muestra al mundo, “aquí hay una pareja feliz que está verdaderamente unida”.

Juan 8:29, “El Padre no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Un esposo amoroso tampoco dejará a su esposa sola, si la esposa hace lo que le agrada a su esposo. Y la mujer hará lo que sabe que le agrada a su marido, si éste le muestra el amor de Dios.

Juan 8:49, “Yo honro a mi Padre”. Asimismo, la esposa debe honrar a su esposo. Sin embargo, la esposa no honra a su esposo si lo desvaloriza o lo menosprecia frente a los demás. La esposa tampoco honra a su esposo si usurpa su autoridad o su papel de líder, especialmente frente a los demás, o si se encarga de tomar las decisiones que debe tomar su esposo. Cristo AMABA al Padre, y el Padre AMABA al Hijo. Aún así, Cristo sabía que el Padre era su cabeza, y lo honró. Él lo respetó. Hizo lo que le agradaba. Y por eso, el Padre lo honró a cambio, como vemos en el versículo siguiente.

Juan 8:54, “Mi Padre es el que me glorifica”. Así como Cristo honró a su Padre, así también su Padre lo honró a Él. De la misma manera, tanto los esposos como las esposas deben honrarse mutuamente. Esto demuestra amor y respeto mutuo. Leemos en Efesios 5:33: “…y la mujer respete a su marido”. Vemos, entonces, que el honor y el respeto deben ser mutuos. Va en ambos sentidos. Sin embargo, si el esposo se comporta de una manera que abroga totalmente sus responsabilidades—si es un borracho, si abusa de sus hijos o si le grita a su esposa constantemente, entonces es muy difícil para su esposa respetarlo. Por lo tanto, los esposos deben comportarse de tal manera que inspire respeto a sus esposas.

Juan 10:15, “Así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre”. ¿Cuán bien se conocen realmente los esposos y las esposas? Solo si realmente se conocen, pueden crecer en el amor y el respeto mutuo. Y deben hacerlo, si quieren que su matrimonio—una relación de verdadero amor piadoso—tenga éxito. Cristo aceptó al Padre como su cabeza porque lo conocía. Él sabía que su Padre nunca abusaría de su autoridad sobre Él. ¿Las esposas saben lo mismo de sus maridos?

Las mujeres sumisas DEBEN enseñar—¡Así es CÓMO!

Nótese Tito 2:4, “…[Las ancianas deben] enseñar a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos…”

Una vez más, Dios demanda amor mutuo tanto del esposo como de la esposa hacia el otro. Como leímos antes, los esposos deben amar a sus esposas. Ahora se nos dice que las esposas deben amar a sus esposos. Si el esposo realmente ama a su esposa, entonces, a cambio su esposa también AMARÁ a su esposo. El problema surge cuando el esposo no ama a su esposa y cuando, en cambio, abusa de su autoridad sobre ella.

Continuando con el versículo 4 y 5, “…amar a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”.

Nótese el contexto. Aquí, Pablo está hablando de mujeres mayores que enseñan a mujeres JÓVENES con niños pequeños. En tal caso, no es recomendable trabajar fuera del hogar. Más bien, es mejor quedarse en casa—concentrándose en ser madre y ama de casa. Los niños pequeños necesitan a su madre en casa. También leemos que las ancianas deben enseñar a las mujeres jóvenes a ser obedientes a sus maridos para que la palabra de Dios no sea blasfemada. ¿Por qué se blasfemaría la palabra de Dios si las esposas no son obedientes a sus esposos? ¡Porque es Dios quien dice que deberían ser obedientes y sumisas a sus maridos! Y, si sus maridos aman a sus mujeres con amor piadoso, no exigirán nada de sus mujeres que no sea bueno para ellos y para la familia. Por lo tanto, las esposas PUEDEN ser gozosamente obedientes a sus esposos.

¿Podemos ver cómo todos estos mandamientos van juntos? Uno complementa al otro. Estas no son reglas aisladas. Un esposo y una esposa son un equipo, y un matrimonio exitoso requiere un esfuerzo de equipo.

Las mujeres sumisas no deben predicar en la Iglesia

Nótese 1 Timoteo 2:11–15 donde Pablo dice: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia”.

Nótese, también, el pasaje paralelo en 1 Corintios 14:34–35, “Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación”.

Aquí encontramos descritos los aspectos del papel de la mujer que tienen que ver con la sumisión, incluida la sumisión a su marido.

Las esposas no deben hablar, enseñar o predicar en la Iglesia, pero deben preguntar a sus esposos en casa. Esto requiere, por supuesto, que se le pueda preguntar al esposo—que sea accesible y que no esté demasiado ocupado para hablar con su esposa, y que tenga el conocimiento suficiente para darle a su esposa las respuestas que necesita. Si no tiene las respuestas, debe preguntar a los que saben.

Es cierto que hubo profetisas en el Antiguo Testamento (Éxodo 15:20; Jueces 4:4), y también es cierto que algunas mujeres profetizaron en tiempos del Nuevo Testamento (Hechos 21:9). Vendrá un tiempo, cuando las mujeres jóvenes profetizarán de nuevo (Joel 2:28). Sin embargo, estos pasajes no pueden usarse para justificar que las mujeres prediquen en la Iglesia, ya que Pablo dejó claro que esto no debería permitirse.

Algunos citan Hechos 18:24–26 como autoridad para permitir que las mujeres prediquen en la Iglesia. En ese pasaje, Aquila y Priscila tomaron aparte a Apolos, a quien habían oído predicar en la sinagoga, y “le expusieron más exactamente el camino de Dios” (versículo 26). No queda claro en ese pasaje hasta qué punto Priscila impartió la enseñanza, o si simplemente estaba de acuerdo con su esposo. En cualquier caso, es digno de mención que se llevaron aparte a Apolos. Priscila, especialmente, no enseñó a Apolos frente a otros.

En el mundo actual de la comunicación masiva, las Iglesias a menudo usan la radio, la televisión, la imprenta o incluso el Internet para publicar material espiritual. Las mujeres tampoco deben dar sermones en la radio o la televisión, ni escribir artículos bíblicos, proféticos, eclesiásticos o espirituales. Podrían escribir artículos que abordan temas como la crianza de los hijos, las tareas del hogar, la cocina u otros asuntos más relacionados con nuestra vida física, evitando así un posible conflicto al escribir sobre asuntos espirituales.

Veamos algunos comentarios interesantes sobre este tema.

El Lexikon zur Bibel de Rienecker señala, bajo “Mujeres”, “La relación entre el hombre y la mujer, ordenada por Dios, también se puede ver en el papel del servicio y la función dentro de la Iglesia. Las mujeres sí que profetizan (1 Corintios 11:5; Hechos 21:9), pero solo se hace referencia específica a los hombres como profetas (versículo 10). Pablo no permite que las mujeres enseñen, es decir, que desempeñen el oficio de maestras en la Iglesia (1 Timoteo 2:12). Es diferente cuando Apolos se presenta más plenamente, en una conversación personal con Aquila y Priscila, a las enseñanzas de Dios (Hechos 18:26)”.

Jamieson, Fausset y Brown afirman con respecto a 1 Corintios 14:34–35: “Para las mujeres, hablar en público sería un acto de independencia, como si no estuvieran sujetas a sus maridos (compárese Capítulo 11:3; Efesios 5:22; Tito 2:5; 1 Pedro 3:1)… Las mujeres pueden decir: ‘Pero si no entendemos algo, ¿no podemos “hacer” una pregunta públicamente para “aprender”? No, responde Pablo, si quieren información,  no ‘pregunten’ en público, sino ‘en casa’: No pregunten a otros hombres, sino a sus propios maridos particulares (así los griegos)”.

Jamieson, Fausset y Brown comenta sobre 1 Timoteo 2:11–12: “Aprenda—no enseñe… Ni siquiera debería hacer preguntas en la asamblea pública… Puede enseñar, pero no en público (Hechos 18:26)”.

Las Escrituras dejan muy claro que una mujer no debe ejercer autoridad sobre su marido. Dios reprendió al Israel del Antiguo Testamento por haber permitido que las mujeres gobernaran sobre los hombres (Isaías 3:12). Los maridos deben ejercer la debida autoridad sobre sus esposas. Deben hacerlo con el amor de Dios y nunca deben abusar de esa autoridad. Pero así como es vergonzoso que la mujer ejerza autoridad sobre su marido, y especialmente en público, así también es vergonzoso que el marido deje que su mujer ejerza autoridad sobre él.

En 1 Corintios 11:7–8 leemos: “…la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón”. La mujer fue creada por Dios para ser una ayuda de su esposo—no para tomar el papel de su esposo y ejercer autoridad sobre él. Dios no creó a la esposa para decirle a su esposo qué hacer, y para enojarse cuando su esposo decide de forma desinteresada, después de una cuidadosa deliberación, meditación y oración, no hacer una cosa en particular.

¡La sumisión a Dios es lo primero!

Nótese Colosenses 3:18: “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor”. Nótese el hecho de que no sería apropiado ni agradable al Señor, si el esposo diera órdenes irrazonables; si actuase egoístamente; o si dejase de amar a su mujer. Aunque el mandato de ser sumisa se dirige a la esposa, presupone que el esposo mismo se somete primero a Dios y que no exige de su esposa cosas que son impías. Por ejemplo, si un esposo le pide a su esposa que mienta, la esposa no debe hacerlo. Los mandamientos de Dios siempre vienen primero. Tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres (compárese Hechos 5:29). Las esposas no deben pecar al “someterse” a sus maridos. No deben violar su conciencia basada en la Biblia (compárese Romanos 14:23). La aplicación de ese principio a veces puede ser difícil y puede requerir el consejo individual de uno de los ministros de Dios. Es muy importante manejar cualquier conflicto de este tipo con amor y respeto por la pareja, en lugar de una actitud arrogante y santurrona.

Nótese Efesios 5:22, “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor…” Nótese nuevamente que no nos sometemos a Dios si quebrantamos sus mandamientos. Asimismo, las esposas no deben someterse a sus esposos si hacerlo significa quebrantar uno de los mandamientos de Dios en la letra o en el espíritu.

Verso 23, “…porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”… Considere que, así como Cristo es el Salvador del cuerpo—la Iglesia—así el esposo debe ser “salvador” de su esposa, por así decirlo. Debe hacer todo lo posible para asegurarse de que su esposa tenga éxito en su vida espiritual.

Versículo 24: “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. Es decir, siempre que no viole ninguno de los mandamientos de Dios.

Notemos también que este mandato está dirigido a los esposos y esposas en la Iglesia—no requiere que ningún hombre tenga autoridad sobre ninguna mujer. De lo contrario, considere las conclusiones paradójicas, ya que esto significaría que un hijo adulto (un hombre) tendría autoridad sobre su madre (una mujer). Debemos entender que la Biblia no trata a las mujeres como “ciudadanos de segunda clase” en la sociedad. Más bien, tanto hombres como mujeres son “iguales en Cristo”. Leemos en Gálatas 3:28–29: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”.

¿Sumisión a esposos incrédulos?

Es cierto que 1 Pedro 3:1–6 requiere que las esposas estén sujetas a los esposos que no son obedientes a la palabra de Dios. Note, sin embargo, la redacción y el consejo: “(Versículo 1) Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, (versículo 2) considerando vuestra conducta casta y respetuosa”…

Esto no se trata de miedo o tormento por causa del marido, sino que la mujer debe vivir en el temor de Dios. Nótese Proverbios 31:30: “La mujer que teme a JEHOVÁ, ésa será alabada”. Ya hemos leído en Efesios 5:21 que debemos someternos unos a otros “en el temor de Dios”. Pedro no está diciendo aquí que las esposas necesitan vivir en temor y tormento de sus maridos desobedientes, sino que necesitan someterse a sus maridos en el temor de Dios. De nuevo, no obedecerían a sus maridos si los maridos exigiesen de las esposas que hagan algo que sea contrario a la palabra de Dios.

Continuemos con 1 Pedro 3:3, “(Versículo 3) Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos—(versículo 4) sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”…

Nótese aquí un pasaje paralelo en 1 Timoteo 2:9–10, “[Deseo…] Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia [o discreción], no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.

Continuemos con 1 Pedro 3:5, “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios [ese es el “temor” o respeto del que se habla aquí—temor y respeto hacia Dios], estando sujetas a sus maridos, (versículo 6) como Sara obedecía a Abraham, llamándolo señor, de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza”.

¡Siempre hay esperanza!

A la luz de estos pasajes, todos debemos darnos cuenta de que ninguno de nosotros—ya sean esposos o esposas—hemos cumplido con nuestras responsabilidades a la perfección. TODOS hemos fallado de muchas maneras diferentes. Pero siempre hay esperanza. Dios perdona y nos da el poder para seguir adelante y hacerlo mejor.

Si ha llegado a una relación erosionada y problemática en su matrimonio debido a los errores que podría haber cometido, pídale a Dios su ayuda y un cambio de corazón. Si puede, hágalo junto con su cónyuge presentando su situación ante Dios en oración. Pídele que le ayude con la voluntad de aceptar su guía para perdonar los errores del pasado y sanar la relación.

En ese espíritu, leamos Filipenses 3:12–14, “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

Nuestro matrimonio espiritual—¡todavía por delante!

Nuestro matrimonio cristiano físico presagia una relación matrimonial eterna y gloriosa entre Jesucristo, el novio, y nosotros, su Iglesia y novia (compárese Efesios 5:30–32, donde Pablo aplica la institución del matrimonio a nuestra relación espiritual con Jesucristo, quien es identificado como el novio en Mateo 25:1). Qué tremendo futuro nos espera. Asegurémonos, entonces, de que hagamos todos los esfuerzos para crear y mantener matrimonios felices y exitosos ahora, esperando cumplimiento de nuestro destino que llegará muy pronto—casarnos con nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, cuando regrese (compárese Apocalipsis 19:7–9; Oseas 2:19–20).

Parte 2


La familia cristiana

Así como la Biblia da instrucciones claras en cuanto a los roles y funciones individuales de los esposos y esposas, también explica los deberes y responsabilidades de los padres y las madres hacia sus hijos, y de los hijos hacia sus padres.

Como tenemos demasiados problemas matrimoniales, también tenemos DEMASIADOS problemas familiares. Con demasiada frecuencia, los padres saben poco acerca de la crianza adecuada y el resultado son niños rebeldes. Se espera que los niños que son víctimas del divorcio sean resistentes cuando alguien a quien aman desaparece repentinamente de su vida. La mayoría de las veces, crecen con múltiples madres, padres y abuelos debido a las segundas nupcias y, sin embargo, se les deja solos la mayor parte del tiempo, porque nadie tiene tiempo para ellos.

De hecho, leemos una profecía sorprendente y aleccionadora en la Biblia para los últimos días—justo antes del regreso de Cristo, que aborda la trágica realidad de las familias rotas. Tristemente, esta situación HA afectado también las actitudes de los verdaderos cristianos, y Dios dice que a menos que estas condiciones cambien, algo terrible sucederá con este planeta.

¡Nuestra vida familiar debe mejorar!

Leamos en Malaquías 4:5–6: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición [destrucción total]”.

En el versículo 1, este “día de Jehová” se describe como un día “ardiendo como un horno, y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará”.

Se nos recuerdan las palabras de Cristo en Mateo 24:22 que dice que nadie sería “salvo”, o mejor dicho, salvo con vida, si Dios no interviniera. En otras palabras, si Dios no acortara esos días, nadie sobreviviría físicamente. Eso te incluye a ti y a mí. ¡TODOS moriríamos! Pero Dios VA a acortar esos días “por causa de los escogidos” (mismo versículo). HABRÁ un grupo de personas que se salvarán de los días terribles que vendrán, y POR ESO, la tierra NO será totalmente destruida.

Malaquías 4:2 nos dice más acerca de ese grupo de personas que serán diferentes: “Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”. Si tememos a Dios, SI que experimentaremos salvación. La sanación sigue siendo necesaria. Se requiere el poder sanador de Dios para lograr que los corazones de los padres y los hijos se vuelvan unos hacia otros. Es DIOS quien nos guía al arrepentimiento (Romanos 2:4; 2 Timoteo 2:25). El arrepentimiento hacia Dios y el uno hacia el otro producirá una relación restaurada o sanada con Dios y entre sí.

Esto presupone, entonces, que incluso entre aquellos que temen a Dios, la relación entre padres e hijos NECESITA sanación—NO es como debería ser. ¡Y empeorará, antes de mejorar! Por lo tanto, es hora de que nos concentremos en las instrucciones bíblicas claras para padres e hijos, para ver qué podemos y debemos hacer para participar en el proceso divino de sanar nuestro matrimonio y nuestras relaciones familiares.

El papel de los padres

Empecemos por el papel de los padres hacia sus hijos. Como veremos, el concepto bíblico del padre también incluye a la madre, es decir, ambos padres deben participar en el proceso de crianza y educación de los hijos.

Efesios 6:4 nos dice: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.

¡Instruya a su hijo en el Señor!

Los padres y las madres deben criar a sus hijos en un ambiente piadoso. Deben enseñar a sus hijos los principios de Dios continuamente. ¿Cómo? Los niños aprenden de lo que ven. Enseñamos con nuestras acciones, así como con nuestras palabras. No estamos enseñando o entrenando adecuadamente si nuestras acciones no concuerdan con nuestras palabras. Tampoco enseñamos los principios de Dios, si nuestras palabras y acciones no se corresponden con los mandamientos de Dios.

Entonces, si enseñamos a nuestros hijos con nuestras palabras o con nuestras acciones que a veces está justificado mentir, robar, matar, cometer adulterio o usar el nombre de Dios en vano, entonces no estamos enseñando la palabra de Dios a nuestros hijos—no los estamos criando en el entrenamiento y amonestación del Señor.

Nótese en Deuteronomio 6:25 lo que los padres deben enseñar a sus hijos: “Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de JEHOVÁ nuestro Dios, como él nos ha mandado”.

Esto presupone, por supuesto, que los padres mismos guarden diligentemente los mandamientos (compárese Deuteronomio 6:17). Si lo hacen, entonces esto impulsará al niño que PREGUNTE a los padres POR QUÉ están haciendo lo que están haciendo (versículo 20). Y una vez que un niño pregunta, los padres deben responder (versículo 21). NO deben dejar pasar esta oportunidad de oro. Además, los padres deben enseñar a sus hijos aunque no pregunten.

Para poder enseñar la palabra de Dios de manera efectiva, primero debe ser arraigada en el corazón de los maestros mismos. Nótese Deuteronomio 6:6–7, “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”.

Si las palabras de Dios NO están en nuestros corazones, ¿CÓMO PODEMOS enseñarlas diligentemente a nuestros hijos? Si nosotros mismos no estamos seguros de si las instrucciones de Dios siempre se aplican en cada situación sin falta, ¿cómo PODEMOS enseñar a nuestros niños o adolescentes que sí se aplican? Si dudamos si SIEMPRE es correcto NO mentir, NO robar, NO matar, NO quebrantar el sábado, NO para engañar a nuestra esposa o esposo, ¿cómo PODEMOS criar a nuestros niños o adolescentes en la amonestación del Señor?

¡No provoque!

Recuerde, leemos en Efesios 6:4 lo que NO debe hacer. NO debemos provocar la ira de nuestros hijos. Podemos hacer eso de muchas maneras diferentes. Al mismo tiempo, a menudo los provocamos de tal manera que se desalientan (Colosenses 3:21).

Esto podría suceder si los padres esperan demasiado de sus hijos de una vez. Nuestros hijos aún están aprendiendo, aún no son maduros y debemos tener paciencia con ellos. Si les damos la impresión de que nunca estamos satisfechos con lo que hacen, pueden enfadarse o desanimarse. Incluso pueden llegar hasta el punto en que están dispuestos a renunciar a esta forma de vida. Pueden decir: “Nunca podré complacer a mis padres, no importa lo que haga, así que, ¿para qué intentarlo?” Los padres también podrían provocar la ira de sus hijos, induciendo al desánimo, al no felicitarlos nunca por las cosas buenas que hacen, o al no consolarlos cuando algo sale mal, y al no alentarlos a hacerlo mejor la próxima vez.

Note cómo, según el apóstol Pablo, un padre y una madre DEBEN instruir a sus hijos en la amonestación del Señor. Leemos en 1 Tesalonicenses 2:10–12: “Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria”.

¡CÓMO instruir a su hijo en el Señor!

Un padre y una madre que quieren que sus hijos caminen de manera digna de Dios, necesitan exhortar, consolar e implorar a sus hijos. Pero, ante todo, los padres y las madres mismos deben andar fervientemente, inocentemente y justamente. Por ejemplo, al andar “justamente”, sus juicios deben ser justos. No pueden basarse en la preferencia, donde se coloca a un niño antes que al otro. Entonces, los hijos deben ver que sus padres andan “fervientemente” delante de Dios—que sus vidas están dedicadas a Él. Y los padres deben guardar la Ley de Dios ellos mismos “inocentemente”,porque quieren que sus hijos hagan lo mismo.

Después de eso, los padres deben “exhortar” e “implorara sus hijos a seguir su ejemplo correcto, recordando a “consolarlos” a lo largo del camino. Cuando los niños se sienten deprimidos porque no les fue bien en la escuela o en la universidad, sus padres deben prestarles ayuda y alentarlos a seguir adelante y hacerlo mejor la próxima vez. En lugar de desanimarlos, los padres deben alentarlos. Al mismo tiempo, los padres nunca deben transigir con la Ley de Dios.

Entonces, la razón por la cual los padres criamos a nuestros hijos de la manera que lo hacemos, debe ser con la expectativa y la meta de que nuestros hijos se vuelvan obedientes a la Palabra de Dios.

1 Timoteo 3:4 nos dice que un obispo o un ministro debe estar gobernando “bien su propia casa, teniendo a sus hijos en sujeción con toda honestidad”.

Tito 1:6 nos dice que un obispo o un ministro debe tener “hijos creyentes que no estén acusados de disolución [lit. incorregibilidad] ni de rebeldía”.

¿CÓMO puede un niño convertirse en un niño fiel, reverente y sumiso, en lugar de uno incorregible e insubordinado?

De la misma manera que hay claves para matrimonios felices y exitosos, también hay claves en la Biblia para padres exitosos y familias felices.

¡Claves para una crianza exitosa!

Nótese Hebreos 12:5–7, “Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina [castigo] del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

Encontramos enumerados aquí numerosos principios que deben ser aplicados por un padre y una madre hacia sus hijos. Miremos más detenidamente.

Los padres deben AMAR a sus hijos

Ante todo, el padre y la madre deben AMAR a sus hijos porque DIOS actúa con AMOR hacia nosotros. Cualquier cosa que hagamos como padres con nuestros hijos, debe ser por AMOR—porque los AMAMOS, porque queremos lo mejor para ellos. No actuamos con ira hacia nuestros hijos porque nos molestan y porque queremos tener nuestra paz. Si nuestros hijos saben que actuamos con ellos por AMOR, como sabemos que Dios actúa con nosotros por AMOR, entonces, nuestros hijos pueden ser menos propensos a despreciar nuestras acciones hacia ellos o desanimarse a causa de ellas.

A veces necesitamos corregir a nuestros hijos, o como dice la Biblia, disciplinar y reprender y azotar a nuestros hijos. Pero, ¿qué significan esas palabras?

Los padres necesitan “disciplinar”

Empecemos con los términos “disciplinar” y “corregir”. El sustantivo se traduce del griego “paideia”, y el verbo se traduce del griego “paideuo”. El significado literal según Young es “instrucción” o “entrenamiento”, o “instruir” o “entrenar”. Strong’s da esta definición en los números 3809 y 3811, “tutoría, es decir, educación o capacitación; por implicación de corrección disciplinaria…; instruir a un niño, es decir, educar o (por implicación) disciplinar (por castigo): castigar, instruir, aprender, enseñar.”

No hay nada bíblicamente malo en castigar a un niño si el niño se comporta mal y merece el castigo. Sin embargo, el castigo nunca debe ser excesivo, sino que debe administrarse de forma consecuente, como corresponde y se ajusta a la infracción. Leemos que Cristo “reprende y castiga” (del griego, “paideuo”, es decir, educa, entrena, disciplina) a todos los que ama (Apocalipsis 3:19). Lo hace porque nos ama. Así que nosotros, como padres, debemos hacerlo porque amamos a nuestros hijos. Pero incluso entonces, nunca debemos olvidarnos de ser misericordiosos y perdonadores. Cristo a veces eligió no infligir cierto castigo a las personas que habían pecado. No condenó a la mujer pillada en el acto de adulterio porque vio que la mujer no necesitaba más castigo; había aprendido su lección (compárese Juan 8:1–11).

Los padres necesitan “reprender”

¿Qué significa “reprender”? Cristo nos reprende, y por eso necesitamos reprender a nuestros hijos. Pero, ¿cómo lo hacemos?

La palabra griega para “reprensión” es “elegcho”. Young’s lo define con “convencer” o “condenar”. Strong’s da esta interpretación bajo el no. 1651, “refutar, amonestar, condenar, convencer, decir una falta, reprender, censurar”.

Vemos en estas definiciones que tenemos que dejar claro a nuestros hijos lo que hicieron mal. No es bueno castigarlos por malas acciones, sin explicarles lo que hicieron y POR QUÉ estuvo mal.

Pero tenga en cuenta el problema si nuestras acciones no respaldan nuestras palabras. Por ejemplo, si le decimos a nuestro hijo que no debería haber mentido y el niño responde diciendo: “Pero tú hiciste lo mismo ayer”, entonces no hemos sido maestros muy efectivos.

Si nuestro hijo se pelea y lo reprendimos por eso, y él responde diciendo: “Pero viste televisión anoche y gritaste que le dispararan al malo”, entonces no hemos sido maestros muy efectivos.

Si nuestro hijo adolescente nos dice que está pensando en unirse al ejército, y le decimos que no lo haga, y él responde diciendo: “Pero ayer dijiste que este país necesita atacar a otros países”, entonces no deberíamos estar sorprendidos de la reacción de nuestro hijo—porque no hemos sido maestros muy eficaces de la ley de Dios.

Si nuestra hija adolescente nos confiesa que quiere irse a vivir con su novio y nosotros reaccionamos con enfado y frustración, y nos recuerda de nuestro romance con la secretaria o la vecina, entonces no hemos sido muy buenos maestros.

Si nuestra hija embarazada nos explica que quiere abortar, y le decimos que no aborte, y ella responde diciendo: “Pero tu dijiste que un aborto puede estar justificado en ciertas circunstancias”, entonces—nuevamente—no hemos sido maestros muy efectivos de la ley de Dios.

Todos los efectos que vemos en nuestros jóvenes de hoy tienen raíces profundas en el pasado que han llevado a sus ideas y conductas presentes. Los hijos siguen el ejemplo de sus padres. Abraham mintió repetidamente al decir que Sara era su hermana (Génesis 12:11–13; 20:1–2, 13), y más tarde su hijo Isaac hizo exactamente lo mismo con respecto a su esposa Rebeca (Génesis 26:6–7).

Los padres necesitan “azotar”

También hemos leído en Hebreos 12, que Dios azota a todo el que recibe por hijo o niño. La palabra griega para “azote” es “mastigoo” y significa, según Young’s, “azotar y flagelar”. Pero antes de sacar conclusiones precipitadas, considere cómo Dios nos está azotando. Él nos azota de muchas maneras diferentes. Nótese cómo Strong’s define la palabra bajo el no. 3146, “azotar—literal o figurativamente”.

Nunca hay una justificación para el abuso físico. Por otro lado, prohibir totalmente los azotes y definirlos como abuso físico sólo muestra cuán liberal y anti bíblica se ha vuelto nuestra sociedad occidental. Esto es, por supuesto, el fruto de la educación antiautoritaria que ha provocado una maldición en nuestro mundo occidental. Sin embargo, como padres, debemos ser conscientes de que, en ciertos países, los azotes son ilegales y podrían resultar en que las autoridades entren y se lleven a nuestros hijos. E incluso en países donde los azotes no son ilegales, muchos funcionarios gubernamentales miran esta práctica con gran desagrado. Han habido casos en los que los trabajadores sociales en los Estados Unidos trataron de quitarles los niños a los cristianos, porque los padres cristianos creían y practicaban—con moderación y con gran amor y cuidado—los azotes respaldados por la Biblia.

Note lo que la Biblia enseña claramente con respecto al castigo corporal en Proverbios 13:24, “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo AMA, desde temprano lo corrige [de inmediato]”.

Dado que el uso de la vara se compara con la disciplina inmediata o temprana, está claro que este pasaje incluye el concepto de azotes, donde y cuando sea apropiado. Por supuesto, no azotamos a un adolescente ni a un adulto, por lo que los azotes deben darse en una etapa temprana de la vida del niño. Pero tenga en cuenta, de nuevo, disciplinamos a nuestros hijos, porque los AMAMOS. Si disciplinamos a nuestros hijos por cualquier otra razón, o por cualquier otro motivo, NO seguimos las instrucciones de Dios. Los azotes nunca deben causar daño físico a un niño. La intención es quebrantar un espíritu rebelde, no magullar la piel.

Note lo que la Ryrie Study Bible comenta sobre este versículo: “La disciplina a la que se hace referencia aquí es el entrenamiento ya sea de palabra ([Proverbios] 15:5; 24:32) o de hecho (23:13)”.

Proverbios 23:13–14 dice: “No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol”. La Ryrie Study Bible comenta: “Un maestro sabio advierte sobre el descuido de la disciplina infantil… La disciplina puede librar a un niño de una muerte prematura”.

Hemos escuchado mucho acerca de la negligencia infantil. Pero rara vez se menciona un tipo de descuido infantil—el descuido de disciplinar al niño, en AMOR, cuando el niño merece y debe recibir disciplina por su propio bien.

Proverbios 19:18 dice: “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo”. La Nueva Biblia Viva (NBV) lo traduce de esta manera: “Disciplina a tu hijo mientras hay esperanza, si no lo haces, le arruinaras la vida”. La Ryrie Study Bible comenta: “No descuiden la disciplina de los niños y de ese modo provocar la muerte de su hijo”.

Pero ¿por qué sería eso? ¿Cuál es la conexión entre la falta de disciplina infantil y la muerte del niño? Nótese Proverbios 22:15, “La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige”.

¡Quite la necedad del niño!

La necedad, si no se supera, puede tener terribles consecuencias. La disciplina de un niño debe ser administrada por los padres con el deseo y la motivación de AYUDAR al NIÑO a deshacerse de la necedad. Si nos enojamos con nuestros hijos y los encerramos en sus habitaciones porque “no podemos” tratar con ellos en este momento, entonces nos hemos perdido todo el sentido de la crianza de los hijos. Más bien, como padres preocupados, debemos tratar de hacer todo lo que podamos para asegurarnos de que la necedad en el niño desaparezca.

La naturaleza humana es hostil contra Dios porque Satanás ha estado poniendo sus pensamientos y sus deseos en nuestros corazones desde nuestra juventud. Los pensamientos y deseos de Satanás son necedad para Dios. Entonces, los padres convertidos deben ayudar a revertir el proceso—deben ayudar al niño a deshacerse de esa necedad. Si el niño vive y se alimenta de su necedad, empeorará.

Como se mencionó, tanto el padre como la madre tienen responsabilidades en lo que respecta a la crianza de los hijos. Nótese Deuteronomio 21:18–20, “Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: ‘Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho’”.

El castigo final en ese momento fue desastroso, como explica el versículo 21, pero fue ordenado por Dios. Hoy, los padres no deben infligir talescastigos. Dios, sin embargo,  podría decidir muy bien, a través de múltiples formas y circunstancias, a traer directamente un duro castigo para el niño si la necedad permanece en el corazón del niño—y muchas veces, tales penas y castigos son una consecuencia automática de la mala conducta del niño.

Como discutiremos más plenamente más adelante en este folleto, no importa cuán perfecta sea la crianza de los hijos por parte del padre y la madre, cuando los niños se convierten en adultos, todavía tienen su papel que desempeñar. Son agentes morales libres y son responsables de las decisiones que toman. Uno no podría pensar en un mejor padre que Dios, pero primero Lucifer, y luego Adán y Eva optaron por desobedecer a Dios. Y, de paso, uno no podría pensar en un mejor esposo que Dios, pero el antiguo Israel, representado en la Biblia como casado con Dios (Jeremías 3:14; 31:32), también eligió desobedecer a Dios.

Aunque los niños deben tomar sus propias decisiones, el objetivo final de los padres debe ser enseñar a sus hijos la capacidad de tomar decisiones correctas basadas en la Palabra de Dios.

Responsabilidades compartidas de los padres

Deuteronomio 21:18–20 nos enseñó que el esposo y la esposa tienen la responsabilidad compartida de criar a sus hijos. AMBOS disciplinan. AMBOS dan órdenes. Y AMBOS toman medidas para lidiar con las continuas transgresiones de sus hijos.

Nótese también en Proverbios 1:8, “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre”. Es la madre, así como el padre, quienes transmiten la ley al niño. Y su ley, por supuesto, debe ser la ley de Dios, y no debe ser contraria a ella.

Ahora, observe Proverbios 29:15, “La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre”. Un niño sin restricciones avergüenza a su madre, ya que ella debería haber restringido al niño.

¡Un niño es un niño!

Leemos en Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. La Ryrie Study Bible comenta: “[Dice,] en el camino que debe seguir. Literalmente según su manera, es decir, los hábitos e intereses del niño. La instrucción debe tener en cuenta su individualidad e inclinaciones, y ser acorde con su grado de desarrollo físico y mental”.

Nuestros hijos crecen demasiado rápido. Apenas les damos tiempo para jugar y disfrutar de su infancia. No les permitimos perseguir sus intereses cuando son niños, sino que queremos que sean hombres o mujeres jóvenes demasiado pronto. Esto es especialmente cierto en la industria del entretenimiento, pero este concepto erróneo ha impregnado toda nuestra sociedad y pensamiento. Es costumbre en los EE.UU. y en muchas otras naciones occidentales llevar a un niño de cinco años, o incluso menos, a una escuela infantil para la comodidad de los padres. Muchos educadores alertan contra tal práctica, diciendo que es demasiado pronto para separarse de los padres.

Cuando miramos nuestras sociedades, especialmente en el mundo occidental, encontramos una forma de vida totalmente diferente a la que Dios pretendía. Leemos sobre el tipo de vida familiar que Dios pretendía, donde el padre estaría presente y disponible para enseñar a su hijo o a su hija. Pero en nuestro mundo moderno, el padre básicamente está ausente todo el día, trabajando en algún lugar fuera de casa.

Además, los niños se están llevando a escuelas infantiles a una edad temprana, separándolos aún más de las benévolas enseñanzas de sus padres cristianos. Y cuando, además de eso, las madres jóvenes van a trabajar y llevan a sus hijos a guarderías, entonces incluso la última influencia positiva restante de los padres cristianos en sus hijos también ha sido abolida.

Recuerde que se les exhorta a las mujeres jóvenes a amar a sus hijos y a ser amas de casa, para que la palabra de Dios no sea blasfemada (Tito 2:4–5). Dios les dice a las jóvenes que amen a sus hijos quedándose en casa con ellos. Su invaluable influencia sobre los niños para enseñarles el camino de vida de Dios no debe dejarse en manos de otros.

La cuestión es que necesitamos hacer todo lo que podamos, en este mundo que actualmente está gobernado por Satanás, para trabajar contra las influencias de Satanás. Si existen circunstancias excepcionales que obliguen a la joven madre a trabajar fuera del hogar, debe procurar de programar sus horas de trabajo de tal manera que pueda estar con sus hijos pequeños el mayor tiempo posible, pasando la mayor cantidad de tiempo posible con ellos.

Oportunidad y responsabilidad de la madre joven

Una madre joven tiene una gran oportunidad, así como una gran responsabilidad de educar a sus hijos en el camino que deben seguir. Y observe cómo la Biblia subraya esa responsabilidad y desafío en 1 Timoteo 2:15 [en la traducción literal], “Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y la santificación, con modestia”.

Una forma de entender este pasaje es que las mujeres, a través de la continuación de tener hijos, serán salvas (vivas)—es decir, no morirán prematuramente. Además, como señala la Ryrie Study Bible, la frase “salvada al tener hijos” también puede significar “que el mayor logro de una mujer se encuentra en su devoción a su función divinamente ordenada: ayudar a su esposo, tener hijos, y seguir un estilo de vida fiel y casto”.

Pablo también podría haber tenido en mente la satisfacción de la madre con sus hijos, si ellos continúan en un estilo de vida piadoso. Nótese cómo se traduce este pasaje en la Nueva Traducción Viviente: “Sin embargo, las mujeres se salvarán al tener hijos, siempre y cuando sigan viviendo en la fe, el amor, la santidad y la modestia”.

En otras palabras, es un verdadero gozo para una madre ver crecer a sus hijos dentro de las directrices de la Biblia y permanecer fieles a la palabra de Dios. En lugar de avergonzar a la madre, la madre tendrá una sensación de satisfacción por haber enseñado a sus hijos el camino de Dios y, por lo tanto, experimentará gozo y felicidad al ver que sus hijos permanecen en el camino correcto.

Podemos ver, entonces, que el papel de la mujer en la crianza de los hijos es sumamente importante. La madre debe enseñar a sus hijos buenos hábitos y, lo más importante, una buena comprensión de Dios y su ley.

El papel de la mujer bíblica en la crianza de los hijos

Notemos la influencia de las mujeres históricas en sus hijos, según consta en la Biblia. En muchos casos, sus esposos no compartían su creencia en Dios. Aun así, pudieron criar a sus hijos en “el temor de Dios”. Al leer esos pasajes, no deberíamos olvidar que las Escrituras nos dicen que los hijos SON santos o santificados, es decir, apartados para un propósito santo, incluso si sólo uno de los padres está convertido (compárese 1 Corintios 7:14). Esto significa que los hijos de un solo padre cristiano convertido tienen acceso a Dios. Dios PUEDE ser abordado y alcanzado por ellos—Él los escucha y ellos PUEDEN esperar respuestas de Dios.

Note el siguiente ejemplo de Acaz en 2 Crónicas 28:1–4: “De veinte años era Acaz cuando comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalén; mas no hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre. Antes anduvo en los caminos de los reyes de Israel, y además hizo imágenes fundidas a los baales. Quemó también incienso en el valle de los hijos de Hinom, e hizo pasar a sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová había arrojado de la presencia de los hijos de Israel. Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, en los collados, y debajo de todo árbol frondoso”.

Aquí tenemos una descripción de un rey muy malvado y perverso. Pero ahora, fíjese en lo que sucedió cuando murió y su hijo Ezequías se convirtió en su sucesor en 2 Crónicas 28: 27 y 2 Crónicas 29: 1–2, “Y durmió Acaz con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de Jerusalén, pero no lo metieron en los sepulcros de los reyes de Israel; y reinó en su lugar Ezequías su hijo. Comenzó a reinar Ezequías siendo de veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías. E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre”.

Sorprendentemente, tal vez, a Ezequías le fue bien a pesar de que era hijo de un rey muy malvado. Esto debe atribuirse a la influencia positiva de su madre, Abías, a quien se menciona por nombre.

La historia continúa en 2 Reyes 20:21; 21:1–2, “Y durmió Ezequías con sus padres, y reinó en su lugar Manasés su hijo. De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años; el nombre de su madre fue Hepsiba. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, según las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel”.

Ezequías había sido un rey justo. Su hijo Manasés, sin embargo, resultó ser uno de los reyes más malvados de la historia de Judá. Se convirtió en rey cuando tenía doce años. Su madre, Hephzibah, se menciona por nombre. Es obvio que su mala influencia fue altamente responsable de la mala conducta de su hijo Manasés.

Manasés fue seguido por su hijo Amón, otro rey malvado. Pero observe lo que sucedió cuando Josías, el hijo de Amón, se convirtió en rey, como se registra en 2 Reyes 22:1–2: “Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de Boscat. E hizo lo recto ante los ojos de JEHOVÁ, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda”.

Josías tenía ocho años cuando se convirtió en rey. Su madre es mencionada por nombre—Jedidah. Aunque fue hijo de un padre malvado, resultó ser uno de los reyes más justos y destacados que jamás ha existido (compárese 2 Reyes 23:25). Es obvio que su madre Jedidah lo había educado “en el temor del Señor”.

¿Podemos ver la enorme influencia positiva que una madre justa PUEDE tener en sus hijos? Entonces, ¿por qué tantas mujeres cristianas sienten hoy que hay tareas más desafiantes y gratificantes fuera del hogar que “simplemente” ser madre y ama de casa? Las mujeres que no quieren tener hijos porque no quieren dejar su trabajo o su carrera no siguen las instrucciones de Dios para ellas. Las mujeres que no quieren quedarse en casa con sus hijos pequeños porque no quieren dejar sus trabajos y sus carreras tampoco siguen las instrucciones de Dios para ellas. Comprenda que, por supuesto, no estamos hablando de mujeres que no pueden tener hijos o que no han encontrado un marido adecuado para casarse. Pero salvo eso, a los ojos de Dios, ser madre y estar en casa con sus hijos pequeños, es el mayor desafío, vocación, ocupación y carrera que pueda existir para una mujer.

Los roles de los niños

Para tener una familia cristiana feliz y exitosa, los niños también tienen un papel que desempeñar. Y todos nosotros somos niños, ya seamos jóvenes o ancianos. Todos tenemos padres. En algunos casos, nuestros padres pueden estar muertos, pero en muchos casos, nuestros padres, o al menos uno de los padres, todavía están vivos. ¿Qué responsabilidades y funciones tienen los niños?

¿Nuestros corazones están—los corazones de los padres y los hijos—vueltos unos hacia otros, como leemos en Malaquías 4:6? ¿Permitimos que Dios sane nuestras relaciones familiares si esas relaciones necesitan sanación? Si no vivimos cerca de nuestros padres, ¿tenemos contacto regular con ellos? ¿Les escribimos o les llamamos? ¿Hacemos tiempo para visitarlos? ¿Les mostramos respeto? ¿Estamos agradecidos por ellos y por lo que han hecho—y aún pueden hacer—por nosotros? ¿Les honramos como Dios manda?

“Obedeced a vuestros padres en el Señor”

Note las instrucciones claras que la Biblia nos da a nosotros, los hijos, en relación con nuestros padres. Pablo dice en Efesios 6:1–3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. ‘Honra a tu padre y a tu madre’, que es el primer mandamiento con promesa; ‘para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra’”.

Como hijos, debemos obedecer a nuestros padres en el Señor. Esto significa que no debemos obedecerlos si no es en el Señor—es decir, si está en contradicción con los mandamientos de Dios—ya sea desde un punto de vista literal o espiritual. Una vez que un niño tiene la edad suficiente para comprender el modo de vida de Dios, debe seguir a Dios.

Cristo hizo precisamente eso. Les dijo a sus padres, cuando tenía doce años, que tenía que ocuparse de los negocios de su Padre (Lucas 2:49). Sin embargo, siendo un niño pequeño, permaneció obediente a su madre y a su padrastro (Lucas 2:51), cuando podía hacerlo sin violar la voluntad de Dios para él. Incluso como adulto, honró el deseo de su madre de convertir agua en vino (Juan 2:1–11). Sin embargo, no obedeció a su madre cuando fue contrario a la voluntad de Dios. Cuando estaba ocupado enseñando y su madre le pidió que saliera de la casa para verla, él se negó (Marcos 3:31–35; Mateo 12:46–50). Sin embargo, Él siempre honró a sus padres. Mientras estaba colgado en la cruz, se aseguró de que Juan, el discípulo con quien tenía una relación muy estrecha, cuidara de su madre (Juan 19:25–27). Debemos seguir ese ejemplo. Nunca hay excusa para no honrar a nuestros padres (Levítico 19:3; Deuteronomio 5:16; Éxodo 20:12). Después de todo, sin ellos, ni siquiera existiríamos.

Nótese también Colosenses 3:20, “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor”. Debemos obedecer a nuestros padres en todo, a menos que las instrucciones de nuestros padres contradicen la letra o el espíritu de la Palabra de Dios. Nunca agrada a Dios si lodesobedecemos. Discutimos que las esposas no pueden desobedecer a Dios al obedecer a sus esposos. De la misma manera, los hijos tampoco deben obedecer a sus padres, si esto viola la Ley de Dios. No deben mentir ni robar ni matar ni nada por el estilo en “obediencia” a las “órdenes” de sus padres.

¡La armonía entre padres e hijos ES posible!

Nótese Filipenses 2:22, en la Palabra de Dios para Todos (PDT): “Pero ustedes ya conocen los méritos de Timoteo, él me ha ayudado a anunciar la buena noticia de salvación como un hijo que sirve a su padre”.

Ahora, este es un pasaje muy interesante. Representa una relación armoniosa entre padre e hijo. Ambos trabajan juntos. Ambos están dispuestos a trabajar juntos. El hijo no es demasiado orgulloso para estar bajo la autoridad de su padre, y si el padre es amable, amoroso y servicial y, al mismo tiempo, justo y piadoso, entonces no hay razón por la cual el hijo no quiera estar bajo la autoridad del padre, dispuesto a honrarlo y obedecerlo.

Los niños cristianos no deben desarrollar el tipo de actitud que prevalece en el mundo occidental hoy, donde los niños quieren gobernar a sus padres. Dese cuenta de cuál sería la consecuencia, como se registra en Isaías 3:5, si los padres no trataran inmediatamente con tal actitud de sus hijos hacia ellos, “el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano [mayor de edad], y el villano [despreciado, menospreciado] contra el noble”.

Citamos Isaías 3:12 anteriormente para mostrar que Dios no quiere que una mujer gobierne a su esposo. Dios también nos dice en ese pasaje, “Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él…”

Los verdaderos cristianos son el pueblo de Dios. ¿Este pasaje en Isaías 3:12 describe a los verdaderos cristianos de hoy? ¿Los niños son nuestros opresores y permitimos que nuestras esposas gobiernen sobre nosotros? Si es así, ¡será mejor que cambiemos esto rápidamente! Los caminos de Dios se nos revelan muy claramente. Las mujeres no deben gobernar a sus maridos, y los hijos no deben oprimir a sus padres. Solo si todos entendemos y llevamos a cabo nuestras respectivas funciones correctamente, habrá matrimonios y relaciones familiares verdaderamente felices y exitosas que sean bendecidas por Dios.

¡Los niños necesitan respetar a sus padres!

Nótese Hebreos 12:9, “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos”.

Pablo hace esta declaración como si fuera una realidad de vida evidente y universalmente aceptada. Y aparentemente en el momento que Pablo escribió esto era así. Desafortunadamente, en nuestras sociedades hoy en día, el respeto por los padres no es evidente y, de hecho, es raro. ¿Cuántos niños respetan a sus padres hoy? ¿Cuántos hijos respetan la enseñanza de sus padres y aceptan su corrección? ¿Los niños respetan las reglas de la casa? ¿O tienen total desprecio por ellos? Incluso como adultos, cuando visitamos a nuestros padres ancianos, ¿respetamos sus deseos? ¿O insistimos en amoldarlos a nuestra manera, para nuestra conveniencia?

Echemos un vistazo a algunas advertencias en el libro de Proverbios que nos dicen cómo tener una relación correcta con nuestros padres. Estas valiosas instrucciones se aplican a todos nosotros como niños, jóvenes o mayores.

Nótese Proverbios 19:26, “El que roba a su padre y ahuyenta a su madre, Es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio”. Es una acusación terrible contra nuestra llamada sociedad occidental “cristiana” que hay demasiados casos de abuso de los padres, donde los hijos e hijas realmente golpean a sus padres, o se niegan a ayudarlos, o incluso los ahuyentan cuando están viejos y dependientes. Esta conducta, si es hecha por verdaderos cristianos, trae reproche a la palabra de Dios.

Proverbios 20:20 dice: “Al que maldice a su padre o a su madre, Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa”. Maldecir a nuestros padres es lo opuesto a honrarlos. Nunca debemos maldecir a nuestros padres, ni siquiera en nuestros pensamientos. Si no nos arrepentimos, seremos visitados repentinamente por la calamidad, como dice la Escritura.

Proverbios 23:22 señala: “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies”. Dios usó a nuestros padres para darnos vida. Sin ellos, no existiríamos. Necesitamos escucharlos. Han existido mucho más tiempo que nosotros, y no los despreciemos ni los menospreciemos cuando sean mayores. Si nuestros padres tienen formas “extrañas” de hacer las cosas—que así sea. No desarrollemos una actitud de despreciarlos. Eso sería muy peligroso para nosotros, espiritualmente hablando.

Nótese Proverbios 30:11, “Hay generación que maldice a su padre y a su madre no bendice”. ¿Bendecimos a nuestros padres? ¿Nos ocupamos de que sean felices? ¿Nos tomamos el tiempo para agradecerles por lo que hicieron y siguen haciendo por nosotros? Una cosa es no maldecirlos, pero ¿realmente los bendecimos? ¿Y les hacemos saber que los estamos bendiciendo? ¿Les ayudamos cuando lo necesitan? ¿Estamos profundamente agradecidos por lo que están haciendo y han hecho por nosotros?

Proverbios 30:17 nos dice: “El ojo que escarnece a su padre y menosprecia la enseñanza de la madre, los cuervos de la cañada lo saquen, y lo devoren los hijos del águila”.

¿Alguna vez ha escuchado a jóvenes decir: “¿Qué—realmente obedeces a tu madre? ¿Realmente haces lo que ella te dice que hagas? Oh, vamos, ¿en qué mundo estás viviendo? ¿Tienes respeto por tu ‘viejo’? Estamos viviendo en el siglo XXI, ya sabes. Ese tipo de cosas son antiguas”. ¿Pero de verdad es así? Dios nos ruge, si los corazones de los padres no se vuelven hacia sus hijos, y si los corazones de los hijos no se vuelven hacia sus padres, ¡entonces Dios ni siquiera preservará con vida a la humanidad! Afortunadamente, algunos responderán al desafío de Dios, ya que se nos dice que Dios salvará a la humanidad de la destrucción total (compárese Mateo 24:22).

¡Utilice estas claves!

Hemos visto en la Biblia las claves vitales para matrimonios y familias felices. Dios quiere que la humanidad aplique sus leyes perfectas para su propio bien. De hecho, si lo hacemos, Dios estará presente en nuestro matrimonio y en nuestra familia, guiándonos y protegiéndonos mientras tratamos de seguir su ejemplo. En Isaías 66:2, Dios promete ayudarnos, si tenemos una actitud que le agrada a Él, “Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”.

En el libro de Malaquías, Dios toma nota especial de aquellos que le temen o respetan y que estiman su nombre. Considere lo que Dios le dice a esa gente, “…y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve” (Malaquías 3:17).

Dios se revela en la Biblia como nuestro Padre (compárese Mateo 6:9; 23:9). Él quiere que su familia sea feliz, y la forma en la que podemos hacerlo es aplicando sus claves que nos ha revelado para este tremendo propósito.

Se nos ha dado el maravilloso privilegio de saber CÓMO podemos mejorar nuestras relaciones matrimoniales y familiares. ¡Pero con el conocimiento viene la responsabilidad! ¡Necesitamos ACTUAR con lo que sabemos! En lugar de ser oidores o lectores olvidadizos, convirtámonos en HACEDORES de la Palabra de Dios (Santiago 1:22–25). Y si hacemos eso, el producto serán relaciones felices y exitosas, y nuestros matrimonios y familias se estabilizarán y durarán.

Ahora depende de nosotros responder al desafío de Dios—¿vamos a aplicar la Palabra de Dios en nuestras vidas o no? Nuestra propia supervivencia física y espiritual—así como la supervivencia de nuestras familias—¡dependerá de ello!

Europa en la profecía—El desarrollo de acontecimientos del fin de los tiempos

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Introducción

La Biblia nos dice que estemos vigilantes y listos para el regreso de Cristo. ¿Pero vigilantes de que? Con tantas cosas sucediendo en el mundo, ¿cómo podemos distinguir entre noticias importantes y no importantes? ¿Dónde enfocamos nuestra atención?

Vemos un bloque de poder europeo en desarrollo. Oímos hablar de actividades de la derecha en Alemania y Austria. Escuchamos a la Iglesia Católica proclamar que es la única Iglesia verdadera de Cristo. Algunos especulan que estos desarrollos podrían resultar en un superestado económico europeo con una moneda única, un sistema político y militar e incluso una religión. Pero, ¿esto sería algo bueno? ¿Una Europa así estaría en buenos términos con los Estados Unidos de América? ¿Qué significa esto exactamente?

Tan sorprendente que parezca, lo que está ocurriendo en Europa ha sido predicho y está sucediendo exactamente como fue profetizado en las páginas de un libro muy antiguo—la Santa Biblia. Dios inspiró los escritos de su Libro, y sus profecías son reales. Ningún hombre podría haber conocido estas cosas de antemano, ni ningún hombre podría haber tenido el poder de dirigir tales eventos para que sucedieran exactamente de esa manera. Pero Dios Todopoderoso ha hecho precisamente eso. Y Él ha hecho posible que sepamos lo que Él está haciendo en los asuntos mundiales—pasados, presentes y futuros (Amós 3:7). Sin ver la historia a través de las páginas de la Biblia, no podemos interpretar correctamente los acontecimientos actuales. Así que veamos a dónde Dios dice que nos llevan estos eventos.

Daniel el profeta

Cuando los babilonios conquistaron y destruyeron la antigua ciudad de Jerusalén, tomaron cautivos a algunos de los judíos y los llevaron a Babilonia. Uno de los prisioneros judíos era Daniel, que en ese momento todavía fue un muchacho muy joven. Puede que esté familiarizado con la historia de cómo arrojaron a Daniel al foso de los leones y cómo Dios le perdonó la vida. O puede que haya oído hablar de sus tres amigos, también judíos cautivos, y de cómo Dios les perdonó la vida en el horno de fuego. Pero, ¿sabía que Daniel también fue uno de los profetas más grandes de todos los tiempos? Dios reveló eventos a Daniel que AHORA están sucediendo. Daniel mismo no entendió todo lo que Dios le inspiró a escribir, ya que estas cosas fueron escritas para que las entendiéramos hoy (Daniel 12:8–10).

En Daniel 2, Nabucodonosor, el rey de Babilonia, se había preguntado qué pasaría después de su reinado. Quería conocer el futuro, entonces Dios le envió un sueño peculiar para hacerle saber lo que sucedería. Sin embargo, el rey no pudo interpretar el sueño. Así que recurrió a sus hechiceros y astrólogos. Pero a fin de confiar en su interpretación, no les dijo lo que había soñado, sino que les pidió que se lo dijeran ellos. Sin embargo, ninguno de ellos pudo hacerlo.

Cuando Nabucodonosor se enteró de que Daniel podía interpretar sueños, mandó a que lo buscaran para que interpretase este sueño extraño. Dios reveló los contenidos del sueño y su significado a Daniel, y pudo transmitirlos al rey. Daniel primero cuenta los detalles del sueño: “Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2:31–35).

¡Imagine el asombro de Nabucodonosor! ¿Cómo podía este esclavo judío saber estas cosas cuando ninguno de sus magos podía decírselo? Verso 36: “Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey”. Daniel se refiere a “nosotros”, sin embargo estaba solo. Daniel reconoció que Dios estaba hablando a través de él. Esta no fue la propia interpretación personal de Daniel.

Continúa en el versículo 37–38: “Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad… tú eres aquella cabeza de oro”. Nabucodonosor fue representado en esta imagen como el rey del primer imperio mundial desde ese momento en adelante, el Imperio caldeo o neobabilónico. Pero este sueño no se trataba solo de Nabucodonosor. También representaba eventos que tendrían lugar después de su reinado. Daniel continuó en el versículo 39: “Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; [representado en la estatua como el pecho y los brazos de plata] y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra [el vientre y los muslos de bronce]. Y el cuarto reino será fuerte como hierro… y desmenuzará y quebrantará todo [las piernas de hierro]”. Los diez dedos de los pies [hierro y barro] simbolizaron diez reyes que gobernarían juntos en los tiempos finales, antes del regreso de Cristo. Cuando estos diez reyes lleguen al poder, gobernarán solo por un corto tiempo. Porque Dios enviará a Jesucristo para establecer un reino que consumirá a todos los gobiernos humanos, simbolizado por la PIEDRA que desmenuza los pies de la imagen y la aplasta (versículos 41–45).

El sueño representa SÓLO CUATRO imperios mundiales sucesivos en la historia desde la época de Daniel. El primero, como hemos visto, fue el Imperio Neobabilónico. ¿Cuál fue el segundo? Daniel 5 nos da la respuesta. El rey babilónico Belsasar, descendiente de Nabucodonosor, dio una fiesta durante la cual profanó las cosas sagradas tomadas del templo de Jerusalén. De repente, se vieron los dedos de una mano trazando la famosa escritura “MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN” en la pared (versículos 24–25). Nadie pudo explicar el significado hasta que llamaron a Daniel, quien ahora fue un anciano. Le dijo a Belsasar que Dios había decretado que su reino le sería quitado y dado a los medos y los persas. Esa misma noche, Belsasar fue asesinado y Darío el Medo recibió el reino (versículo 30). Por lo tanto, los brazos de la estatua del sueño de Nabucodonosor representaban el reino de los medos y los persas.

¿Cuál es, entonces, la identidad del tercer reino? En Daniel 8, Dios le dio una visión a Daniel mismo. En ella vió un carnero con dos cuernos. El segundo cuerno creció después y era más alto que el primero. Este carnero era un animal conquistador, al que ningún otro animal podía resistir, hasta que un macho cabrío con un solo cuerno entró en escena muy rápidamente. Atacó al carnero, lo derribó en la tierra y lo pisoteó. Después de eso, este macho cabrío se engrandeció sobremanera.

Dios envió al ángel Gabriel para explicar el significado de la visión. Versículo 20: “En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, estos son los reyes de Media y de Persia”. Como hemos visto, cuando Babilonia fue conquistada por el Imperio Medo-Persa, el reino conquistador fue gobernado por Darío el Medo. Pero luego, el lado persa del reino se hizo más poderoso, por lo que el segundo cuerno, que vino después, era más grande que el primero. En cualquier caso, debe quedar claro que el macho cabrío que pisoteó al carnero simboliza el tercer imperio mundial. ¿Y qué imperio representaba el macho cabrío exactamente? Daniel 8:21: “El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero”. Al estudiar la historia, podemos ver que Grecia, después de que los macedonios la conquistaron, sometió y conquistó al Imperio Medo-Persa. Eso produciría a su rey más poderoso, Alejandro Magno, el cuerno grande en la visión de Daniel. De hecho, cuando Alejandro estuvo en Judea más tarde, se le mostraría este relato en el libro de Daniel y él mismo reconocería que esta profecía se refería a él.

El ángel Gabriel continuó explicando que después de la muerte de Alejandro, su imperio se dividiría en cuatro poderes. Verso 22: “Cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la [misma] fuerza de él”. Nuevamente, la historia confirma que eso fue exactamente lo que sucedió. Cuando Alejandro murió, su imperio terminó dividido entre cuatro de sus generales. Es asombroso darse cuenta de que esta profecía, dada cientos de años antes de estos eventos, se cumplió exactamente como se había predicho.

Ahora hemos identificado los primeros tres imperios mundiales de la época de Daniel—el imperio neobabilónico, el imperio medo-persa y el imperio greco-macedonio. ¿Cuál es el cuarto? En el capítulo 7, Dios le había dado a Daniel otro sueño—este involucra a cuatro grandes bestias que subían del mar. Un ángel explica que las bestias representan cuatro reyes o reinos. Daniel 7:4: “La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre”. Esto describe claramente al Imperio Babilónico y a su rey más poderoso, Nabucodonosor. Debido a su orgullo, Nabucodonosor se volvió loco por siete años, viviendo como un animal, hasta que Dios le devolvió su cordura (Daniel 4). Esta restauración está simbolizada aquí por el corazón del hombre dado a la bestia, y por el hecho de que ahora está de pie como un hombre, habiendo vivido anteriormente como un animal.

Daniel luego describe a la segunda bestia semejante a un oso (7:5), que representaba el segundo imperio mundial, el Imperio Medo-Persa. A esto le seguiría una tercera bestia descrita por Daniel semejante a un leopardo en el versículo 6: “Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio”. El tercer imperio, como hemos visto, fue el Imperio Griego. Las alas del ave muestran la rapidez con la que Alejandro conquistó el mundo, como también lo simboliza la rapidez de la cabra en la otra visión. Las cuatro cabezas de esta bestia representan a los cuatro generales entre los cuales se dividió el imperio después de la muerte de Alejandro. También fueron simbolizados como el cabrío con cuatro cuernos.

Entonces, ¿qué hay del cuarto reino en el sueño de Nabucodonosor en Daniel 2, simbolizado por piernas hechas de hierro? En esta visión de las cuatro bestias en el capítulo 7, Daniel describe la cuarta bestia en el versículo 7: “Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos”.

El significado se explica en el versículo 23: “La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará. Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes”. Así que la bestia con dientes de hierro sería diferente de los reinos anteriores porque de ella surgirían diez reyes o reinos. Tenga presente ahora el sueño de Nabucodonosor de la estatua con sus piernas de hierro y sus pies y diez dedos de hierro y arcilla.

¿Qué reino o imperio reemplazó al Imperio Griego y sus cuatro divisiones? La historia nos cuenta que fue el Imperio de Roma. La cuarta bestia que Daniel ve en esta visión con sus dientes de hierro simboliza el cuarto imperio mundial—el Imperio Romano—que durará hasta el regreso de Cristo. ¿Pero cómo puede ser eso? ¿No se ha terminado hace mucho tiempo el Imperio Romano—es una reliquia del pasado? Debemos recordar que la Biblia nos dice que saldrían diez reyes del cuarto reino. En otras palabras, el Imperio Romano caería, pero sobreviviría a través de diez renovaciones o resurrecciones, hasta el regreso de Cristo. ¡Sorprendentemente, la décima y última resurrección del Imperio Romano está en proceso de formación en Europa ahora mismo! Y esta décima resurrección durará hasta el regreso de Cristo. ¡Sí, el regreso de Cristo es inminente! Por eso es fundamental observar y comprender lo que está sucediendo en el escenario mundial.

Acontecimientos del fin de los tiempos revelados a Juan

En el Libro del Apocalipsis, Jesucristo reveló los eventos del fin de los tiempos al Apóstol Juan. Al igual que Daniel, Juan ve bestias de aspecto peculiar que simbolizan los imperios que gobiernan el mundo. Juan describe lo que vio en una de esas visiones en Apocalipsis 13:1: “Y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león”. Los paralelos con las cuatro bestias que Daniel vio antes son notables—la primera bestia en la visión de Daniel era como un león, la segunda como un oso y la tercera como un leopardo. Aquí Juan ve solo una bestia, pero tiene elementos combinados de todas las bestias que vió Daniel—un león, un oso y un leopardo. Además, la bestia que Juan vió tenía siete cabezas. Y si cuenta las cabezas de las cuatro bestias que vió Daniel, también hay siete cabezas—la cabeza del león, la cabeza del oso, las cuatro cabezas del leopardo y, por supuesto, la cabeza de la cuarta bestia. Además, la bestia que vió Juan tenía diez cuernos, y la cuarta bestia que vió Daniel también tenía diez cuernos.

La bestia que Juan vió representa al Imperio Romano. Se ve como una bestia compuesta, ya que se había tragado los tres reinos anteriores. El imperio babilónico, el imperio medo-persa y el imperio griego ya habían ido y venido—aunque su territorio y sus características habían sido absorbidos por Roma.

Roma se levanta—una y otra vez

Sigamos la historia de la Bestia Romana. Apocalipsis 13:3: “Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada”. El Imperio Romano cayó y el mundo creyó que nunca más se levantaría (simbolizado por la herida mortal). Pero Dios reveló a través de Daniel y el Apóstol Juan que en realidad habrían diez resurrecciones del Imperio Romano, nueve de las cuales ya han ocurrido.

Después de la destrucción de Roma, tres poderes llamados “bárbaros”, que eran todos seguidores de una facción no ortodoxa nominalmente cristiana llamada arrianismo, revivieron el Imperio Romano. Esto sucedió bajo el rey Genserico de los vándalos, bajo el rey Odoacro de los hérulos y bajo el rey Teodorico de los ostrogodos. Estos son los tres primeros cuernos de la cuarta bestia que vió Daniel—las tres primeras resurrecciones del Imperio Romano.

Luego, la cuarta resurrección ocurrió bajo Justiniano en el año 554 d.C. En ese momento, las tierras del antiguo Imperio Romano Occidental fueron recuperadas de los “bárbaros” arrianos por los romanos del Imperio Oriental bajo su emperador, Justiniano. También restauró el gobierno del catolicismo romano “ortodoxo” en Occidente. Conocida en la historia como la Restauración Imperial, muchos la interpretan como la “curación de la herida mortal” bíblica que el Imperio Romano había recibido de los poderes bárbaros.

La quinta resurrección ocurrió bajo Carlomagno (Carlos el Grande) en 800 d.C. La sexta ocurrió bajo Otón el Grande en 962 d.C. La séptima ocurrió bajo Carlos V de Habsburgo en 1530, la octava bajo Napoleón Bonaparte que gobernó desde 1804 hasta 1814, y sí, la novena también ha ocurrido ya, bajo Mussolini y Hitler. Por tanto, lo que está sucediendo ahora mismo en Europa es la décima y última resurrección de ese mismo Imperio Romano. Como podemos ver, si juntamos las profecías de la Biblia con la historia, esto nos da entendimiento del pasado, el presente y el futuro.

Analizemos ahora Apocalipsis 17, donde a Juan se le da otra visión de una bestia con diez cuernos. Escribe lo siguiente: “Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes [por un tiempo muy corto] juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes” (versículo 12). Estos diez reyes tratarán de conquistar a Jesucristo cuando regresa, pero serán derrotados—como lo describe la piedra en Daniel 2 que destroza no solo los dedos de los pies, sino la estatua entera.

Podemos ver que estas profecías encajan como pequeñas piezas de un gran rompecabezas y, una vez juntas, forman un panorama general. ¡Es emocionante entender lo que Dios revela sobre los eventos mundiales a través de estas profecías! Según estas visiones de Daniel y Juan, la resurrección final del Imperio Romano involucraría a diez reyes, todos en el poder en el momento del regreso de Cristo. Europa está siendo dirigida a cumplir estas profecías a medida que las naciones intentan unirse, primero sobre la base de la economía, pero finalmente sobre la base de los intereses militares y la unidad religiosa también. Ya se habla entre los líderes europeos de una constitución federal para gobernar las naciones participantes. La historia se desarrolla exactamente como la Biblia predice.

Identidad de la bestia del fin de los tiempos

La palabra “bestia” en la terminología bíblica puede referirse a un sistema de gobierno y al líder de ese sistema, así como las palabras “reino” y “rey” se refieren a un imperio y también al líder de ese imperio. Tanto Daniel como Juan vieron bestias en sus visiones, identificadas como imperios mundiales. Pero cada imperio tiene un líder. ¿Podemos identificar al líder exacto de la resurrección final del Imperio Romano?

Apocalipsis 19:19 dice que la Bestia, los reyes de la tierra y sus ejércitos se reúnen para pelear contra el Jesucristo regresado. La Bestia aquí se refiere a un individuo que guiará a los reyes de la tierra y sus ejércitos a luchar contra Jesucristo cuando regrese. Él es el último líder del fin de los tiempos del Imperio Romano revivido.

Dios revela más acerca de este líder del fin de los tiempos en Daniel 11. Esta profecía comienza con el gobierno de Persia (el segundo imperio) y cubre los siglos y eventos subsiguientes hasta el regreso de Cristo. El rey del Norte es el líder final del Imperio Romano revivido y el rey del Sur es un líder poderoso en la región árabe del mundo. Puede que aún no conozcamos al líder europeo emergente que se convertirá en el rey del norte, pero la Biblia describe su naturaleza. Daniel 11:36 dice: “Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá”. La “ira” es una referencia a la ira de Dios de la que se habla en el libro del Apocalipsis. Dios se enojará con todas las naciones porque lo han abandonado y están viviendo tan mal, igual que en el tiempo de Noé. Este líder final del Imperio Romano, entonces, se exaltará a sí mismo hasta que la ira de Dios lo derribe.

Continuando en Daniel 11:38, “Mas honrará [la Bestia] en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio. Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan”. Este líder militar conquistador no tendrá respeto por el Dios Todopoderoso del cielo. Versículo 40: “Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará”. ¿Recuerda al leopardo veloz en Daniel? ¡El rey del norte esencialmente se enfrentará al rey del sur en un blitzkrieg (guerra relámpago)! Luego dice: “Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán”. En la Segunda Guerra Mundial, Mussolini invadió el Oriente Medio, pero nunca llegó a Jerusalén. ¡El próximo y último líder del Imperio Romano hará precisamente eso! Versículo 44: “Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán [amenazas provenientes de países al noreste de Jerusalén, como Rusia, China, India y Japón]; y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos”.

¡Esto significa guerra en el Medio Oriente! Una guerra que se extenderá a países del antiguo bloque del Este. ¡Los próximos “Estados Unidos de Europa”, bajo el liderazgo del rey del Norte, participarán en una guerra mundial con el Oriente Medio y Lejano! ¡Sí, otra guerra mundial!

Luego, en el versículo 45 dice: “Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo [Jerusalén]; más llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude”. ¿Por qué nadie le ayudará? ¿Qué pasa con los Estados Unidos de América, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Gran Bretaña? No parecen mencionarse aquí en esta guerra desencadenada por la Europa unida. ¿Son neutrales? No. Para cuando se cumpla esta profecía, estas naciones ya no estarán libres para ayudar.

Los Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía

Los registros históricos y arqueológicos a la luz de la evidencia bíblica han demostrado claramente que Gran Bretaña y los Estados Unidos de América descienden de Efraín y Manasés, los hijos de José de la tribu de Israel (El estado moderno de Israel desciende de Judá, también de la tribu de Israel). También se ha aprendido que las naciones modernas de habla alemana son descendientes de los asirios bíblicos.

Con estos antecedentes, observese Oseas 5:13: “Y verá Efraín [la Gran Bretaña moderna y las naciones de la Commonwealth Británica] su enfermedad, y Judá [el estado moderno de Israel o los judíos] su llaga [aparentemente infligida en una guerra aún por venir]; irá entonces Efraín a Asiria [la Alemania moderna] y enviará al rey Jareb; mas él no os podrá sanar, ni os curará la llaga”.

Jareb no fue el nombre de ningún emperador asirio histórico. En cambio, el rey Jareb de Asiria en realidad es el rey del norte y el líder de la Europa unida del fin de los tiempos. La palabra Jareb en hebreo tiene la connotación de un luchador, uno que es pendenciero o alguien que luchará. Y en efecto, será un luchador y será pendenciero. Muchas traducciones de la Biblia lo llaman el Gran Rey. Incluso puede ser llamado por el título, “el Grande”, al igual que otros antes que él—Otto el Grande, Carlos el Grande y Alejandro el Grande.

Esta profecía parece indicar que Efraín, Inglaterra y la Commonwealth británica, así como Judá, los judíos, primero se llevan bien con Asiria, Alemania. Incluso les piden ayuda, pero no llega. Y poco después, cualquier relación amistosa cambiará. En este momento, Europa disfruta de una relación bastante buena con Gran Bretaña y los Estados Unidos. ¡Pero esto no durará, y el mundo entero se asombrará del cambio!

Oseas 7:11: “Efraín fue como paloma incauta, sin entendimiento; llamarán a Egipto [por ayuda], acudirán a Asiria [por ayuda]. Cuando fueren, tenderé sobre ellos mi red; les haré caer como aves del cielo; les castigaré conforme a lo que se ha anunciado en sus congregaciones”. Ahora, ¿por qué Dios haría tal cosa? Oseas 9:1 responde: “No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los pueblos, pues has fornicado apartándote de tu Dios; amaste salario de ramera en todas las eras de trigo”. En otras palabras, las naciones modernas de Israel y Judá han adoptado costumbres paganas y rechazaron la adoración del Dios verdadero. Dios advierte a través de la profecía lo que va a hacer y por qué, para que no quepa ninguna duda.

Oseas 9:3 da detalles sobre el futuro de estas naciones descarriadas: “No quedarán en la tierra de Jehová, sino que volverá Efraín a Egipto y a Asiria, donde comerán vianda inmunda”. Así como el Israel del Antiguo Testamento fue esclavizado en Egipto, los descendientes modernos de Israel, principalmente los pueblos británicos y los pueblos de los Estados Unidos de América, también serán esclavizados. Seguramente parece increíble en este momento que se convertirán en prisioneros de guerra, ¡pero se profetizó que sucederá así! Jeremías 50:33 dice: “Oprimidos fueron los hijos de Israel y los hijos de Judá juntamente; y todos los que los tomaron cautivos los retuvieron; no los quisieron soltar”.

Otra profecía clara y aleccionadora del castigo de Israel y Judá se puede encontrar en Ezequiel 6:6: “Dondequiera que habitéis, serán desiertas las ciudades, y los lugares altos serán asolados…. Y los muertos caerán en medio de vosotros; y sabréis que yo soy Jehová. Mas dejaré un resto, de modo que tengáis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seáis esparcidos por las tierras. Y los que de vosotros escaparen se acordarán de mí entre las naciones en las cuales serán cautivos; porque yo me quebranté a causa de su corazón fornicario que se apartó de mí”.

En Ezequiel 39:23, Dios declara: “Y sabrán las naciones que la casa de Israel fue llevada cautiva por su pecado, por cuanto se rebelaron contra mí, y yo escondí de ellos mi rostro”. Incluso las naciones gentiles sabrán por qué Dios permite este cautiverio de los descendientes modernos de Israel y Judá. Los alemanes serán el pueblo dominante de la próxima Europa unida, que conquistará tanto a los Estados Unidos de América y Gran Bretaña como a los judíos, transportando cautivos a Europa y Egipto. Todo esto sucederá justo antes del regreso de Jesucristo—pues, en el resto de Ezequiel 39, el profeta revela que Cristo vendrá para liberar a los cautivos y para traerlos de regreso a su tierra.

Oseas 11 confirma esto. Jesucristo dice: “¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? [Dios] rugirá como un león; rugirá, y los hijos vendrán temblando… Como ave acudirán velozmente de Egipto, y de la tierra de Asiria como paloma; y los haré habitar en sus casas, dice Jehová” (versículos 8–11). Jesucristo va a volver para acabar con este cautiverio. También, en Jeremías 46:27, dice: “Y tú no temas, ni desmayes, Israel; porque he aquí yo te salvaré de lejos, y a tu descendencia [todos tus descendientes] de la tierra de su cautividad”.

Cristo regresará para poner fin a la guerra y la destrucción en curso. Las condiciones serán tan terribles que si Jesucristo no interviniera, toda la humanidad sería aniquilada. Él declara en Mateo 24:22: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”. Eso significa que ningún ser humano sobre la faz de la tierra sobreviviría. Debe comprender lo que está sucediendo y lo que debe hacer para ser salvo.

Isaías 10:5 revela más acerca de la persona que lanzará al mundo a una guerra devastadora: “Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira”. Dios usará a Asiria para castigar a Israel y Judá, pero después se ocupará de Asiria. Versículo 6: “Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles”. ¡Dios mismo está llamando a la casa moderna de Israel una nación impía porque lo han abandonado! Pero luego dice algo interesante acerca de Asiria. “Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas”. El rey de Asiria no se dará cuenta de que Dios lo está usando. De hecho, como hemos visto, Él blasfemará contra el verdadero Dios. Elegirá seguir a un dios extranjero y extraño. Así que no está en su corazón ser una herramienta en las manos de Dios. Tiene la intención de conquistar naciones y ganar poder. Pero Dios eventualmente lo derribará debido a su arrogancia y orgullo. Verso 12: “Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos”.

¿Cómo? Isaías 14:25 dice: “Quebrantaré al asirio en mi tierra [recuerde, el rey Jareb, el rey del norte, finalmente trasladará su cuartel general a Jerusalén] y en mis montes lo hollaré; y su yugo [el yugo de la esclavitud que inflige sobre Israel y Judá] será apartado de ellos, y su carga será quitada de su hombro”.

Isaías 30:30–33 especifica cómo tratará Dios con el rey de Asiria. “Y Jehová hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su brazo, con furor de rostro y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo. Porque Asiria que hirió con vara, con la voz de Jehová será quebrantada. [¿Recuerda la piedra que vino del cielo y golpeó los diez dedos de los pies de la estatua? Los diez dedos de los pies son los diez reyes que dan su lealtad a la Bestia, el Rey de Asiria.] Y cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él, será con panderos y con arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos”.

Versículo 33: “Porque Tofet ya de tiempo está dispuesto y preparado para el rey”. Ahora, ¿quién o qué es Tofet? Tofet es una palabra hebrea que significa “un lugar ardiente” o “un lago de fuego”. Entonces, se prepara un lago de fuego para el rey de Asiria. Dios hizo este Tofet, este lago de fuego, profundo y ancho. El versículo 33 continúa: “cuya pira es de fuego, y mucha leña; el soplo de Jehová, como torrente de azufre, lo enciende”. Esto se correlaciona con Apocalipsis 19, donde la Bestia, el líder del sistema romano del fin de los tiempos, será arrojado a un lago de fuego y azufre cuando Jesucristo regresa.

Es claramente Jesucristo y no un hombre quien arrojará al Rey de Asiria a este lago de fuego. Como dice Isaías 31:8–9, “Entonces caerá Asiria por espada no de varón, y la consumirá espada no de hombre… cuyo fuego está en Sion, y su horno en Jerusalén”.

Es interesante notar que al menos tres líderes, y posiblemente hasta siete líderes, de las diversas resurrecciones del Imperio Romano eran descendientes de los asirios. Y la Biblia nos informa que el último líder, llamado el rey del Norte, la Bestia y el Rey Jareb, también será asirio. Por ese motivo, debemos prestar mucha atención a lo que sucede en Europa, y entre los alemanes en particular.

La bestia escarlata

En Apocalipsis 17, al apóstol Juan le fue dado una visión de una bestia diferente a la del capítulo 13—es una bestia escarlata pero también con siete cabezas y diez cuernos. La diferencia más llamativa, sin embargo, es que la bestia escarlata está cabalgada por una mujer—una ramera. Apocalipsis 17:5 identifica a la mujer como “UN MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. Esta mujer se representa en el versículo 6 como ebria de la sangre de los mártires de Jesús. En el versículo 18 también se identifica a la mujer como la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra, la ciudad asentada sobre siete montes (versículo 9). Aunque aquí se llama Babilonia, ¡la famosa Ciudad de las Siete Colinas es la ciudad de Roma!—sucesora política, militar, económica y religiosa de la antigua Babilonia. Es esta ciudad la que cabalga sobre la bestia escarlata de las siete cabezas y los diez cuernos. Las siete cabezas de la Bestia son siete reyes o siete reinos (versículo 10). Estos son reinos sucesivos, uno seguido del otro. Cinco de ellos han caído, uno está activo, y el último aún no ha venido.

En Apocalipsis 13, los diez cuernos de la bestia representan diez resurrecciones del Imperio Romano. Nueve, como hemos visto, ya han tenido lugar, y el décimo ahora está en las etapas preliminares de formación. Comparando la bestia en Apocalipsis 13 con la bestia en Apocalipsis 17, podemos ver que las cabezas de la bestia en Apocalipsis 17 representan las siete últimas resurrecciones del Imperio Romano—la última resurrección estando justo delante de nosotros, que incluirá los diez cuernos o gobernantes mencionados anteriormente. La mujer está sentada sobre estas últimas siete resurrecciones de la bestia. Es decir, la mujer solo fue instrumental en las últimas siete resurrecciones del Imperio Romano, no en las primeras tres.

Esta mujer o ciudad se describe como un poder económico y un poder religioso. La Ryrie Study Bible comenta en una nota al pie de página sobre Apocalipsis 17:5: “Aunque la famosa ciudad de Babilonia estaba en el río Éufrates, el nombre parece ser una referencia simbólica a Roma. En el capítulo 18 representa más el aspecto político y comercial del Imperio Romano revivido. Por lo tanto, el término se refiere tanto a una ciudad como a un sistema (religioso y comercial) relacionado con la ciudad (muy parecido a ‘Wall Street’, que es a la vez un lugar y un sistema)”.

Una declaración interesante en el Halley’s Bible Handbook está de acuerdo con esta evaluación: “La descripción de Babilonia la Grande… encaja exactamente con la Roma del Papa. Nada más en la historia mundial encaja”. El Unger’s Bible Handbook afirma: “La gran ramera denota un sistema religioso que compromete la verdad por el poder mundano”. Ella es culpable de prostituir la verdad y la pureza, intoxicando a los hombres con sus doctrinas y prácticas que violan la Palabra de Dios. Ella encabeza el sistema religioso corrupto del fin de los tiempos. Representa en su ámbito más pleno todos los movimientos religiosos apóstatas—desde el inicio de la antigua Babilonia de Nimrod hasta el terrible consumo y el cristianismo apóstata y otras fuerzas religiosas malvadas de los últimos días. El Imperio Romano revivido, con su emperador del fin de los tiempos—la Bestia—aparece como el agente de la destrucción de la ramera. La mujer tiene su cuartel general en la capital de la Bestia, que es la ciudad de las siete colinas de Roma” (página 870).

Note que son las siete últimas resurrecciones del Imperio Romano los que están cabalgados por la mujer, un poder religioso. Los tres primeros no lo fueron. Los primeras tres resurrecciones ocurrieron bajo líderes con una religión diferente, la del arrianismo, que fue etiquetada como herejía por la Iglesia Católica Romana. Pero los últimos siete ocurrieron bajo el control y con la aprobación de la Iglesia de Roma. Repasemos lo que ha sucedido históricamente, observando las diversas resurrecciones romanas que ya hemos visto:

La primera de las siete últimas resurrecciones del Imperio Romano ocurrió bajo Justiniano en el año 554 d.C. Él fue el responsable principal de aniquilar a las tribus bárbaras, pero lo hizo a instancia de una sucesión de papas romanos. La segunda de las siete últimas resurrecciones ocurrió bajo Carlomagno o Carlos el Grande, quien fue coronado en el año 800 d.C. por el Papa León III. La tercera de las siete últimas resurrecciones ocurrió bajo Otto el Grande, bajo cuyo nombre se acuñó el “Imperio Romano de la Nación Germánica”. Fue coronado en 962 por el Papa Juan XII. La cuarta de las siete últimas resurrecciones ocurrió bajo Carlos V Habsburgo, quien fue coronado en 1530 por el Papa Clemente VII. En ese momento, el nombre “Sacro Imperio Romano Germánico” era de uso popular debido al contacto estrecho entre el estado y la llamada Santa Iglesia Romana. Luego, la quinta resurrección de los últimos siete ocurrió bajo Napoleón Bonaparte, quien también fue coronado por un Papa.

La sexta de las últimas siete resurrecciones ocurrió bajo Hitler y Mussolini. Aunque ni Hitler ni Mussolini fueron coronados por un papa, existió una asociación estrecha entre la ciudad de Roma bajo el Papa Pío XI e Italia y Alemania. En esta asociación, Mussolini firmó el Tratado de Letrán con el papado en 1929, estableciendo la soberanía papal sobre la Ciudad del Vaticano. Este evento afirmó el catolicismo romano como la única religión de Italia y, a su vez, el papado reconoció oficialmente a Mussolini como el gobernador italiano legítimo. Más tarde, Mussolini proclamaría que había revivido el Imperio Romano y se llamaría a sí mismo emperador romano. Además, el Vaticano firmó un concordato con Hitler en 1933, protegiendo los derechos de la Iglesia bajo el régimen nazi. Esto le dio al gobierno de Hitler una apariencia externa de legitimidad.

La séptima y última resurrección del Imperio Romano, aunque aún está por delante de nosotros, ya está comenzando. Al igual que ocurre con las seis resurrecciones anteriores, la mujer—la ciudad papal de Roma—también “cabalgará” o dirigirá las actividades de la séptima resurrección.

Esto también fue profetizado en la visión de Daniel de las cuatro bestias—la cuarta bestia teniendo diez cuernos. Los diez cuernos representan los diez renacimientos del Imperio Romano. Daniel 7 trata de los primeros tres de estos renacimientos. Luego, en el versículo 8, Daniel dice: “Mientras yo contemplaba los [diez] cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros”.

¿Quién o qué es este cuerno pequeño? Un ángel fue enviado a Daniel para explicarlo. Dice en el versículo 24: “Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará”. Sería responsable de la desaparición de los primeros tres renacimientos del Imperio Romano. “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, e intentará cambiar los tiempos y la ley”. Este cuerno pequeño, el poder religioso sinónimo de la mujer montada sobre la bestia escarlata, cambiaría los tiempos y la ley, o más bien, cambiaría la ley respecto a los tiempos santos. Este poder se describe de otra manera en el libro del Apocalipsis.

En Apocalipsis 13:11–17, Juan ve una segunda bestia que tiene dos cuernos como un cordero pero habla como un dragón. Es un poder religioso que pretende ser el Cordero o Jesucristo, pero está influenciado por el dragón o Satanás. La segunda bestia, se nos dice, ejerce toda la autoridad de la primera bestia en su presencia. Desde el momento en que la segunda bestia llega a la escena, ambas bestias seguirán existiendo, una al lado de la otra. Esta bestia hace grandes señales, incluso hace que fuego desciende del cielo a la vista de los hombres. “Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la [primera] bestia”. La primera bestia, el poder político, no hace ninguna señal, pero la segunda bestia, el poder religioso, sí lo hace. “Y hacia [la segunda bestia, idéntica al cuerno pequeño y a la mujer que cabalga sobre la bestia] que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente, y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la [primera] bestia, o el número de su nombre”.

¿Cómo será identificado?

¿Qué es esta marca de la Bestia? ¿Y qué tiene que ver con esto la segunda bestia, el poder religioso? La marca viene de la primera bestia. Pero la segunda bestia hace que todas las personas acepten esta marca. Podemos obtener una pista sobre su carácter a partir de lo que sucedió antes en el Imperio Romano y sus resurrecciones. Note lo que dice el historiador Will Durant en The Age of Faith, volumen 4 de su renombrada obra, The Story of Civilization, sobre el Código de Justiniano: “Este Código, como el de Teodosio, promulgó el cristianismo ortodoxo como ley. Comenzó estando a favor de la Trinidad…. Reconoció el liderazgo eclesiástico de la Iglesia Romana y ordenó a todos los grupos cristianos que se sometiesen a su autoridad… Los herejes reincidentes serían condenados a muerte… y los demás disidentes sufrirían la confiscación de sus bienes, y serían declarados incompetentes para comprar o vender, heredar o legar; excluidos de los cargos públicos, prohibidos de reunirse e inhabilitados para demandar a los cristianos ortodoxos por deudas” (1950, página 112).

Entonces, a los que no eran católicos ortodoxos se les prohibió comprar y vender—es decir, realizar negocios. De hecho, los que se titularon “herejes” se enfrentaban a una sentencia de muerte. Por lo tanto, la marca de la Bestia aparentemente significa participación general en el sistema de adoración del Imperio Romano revivido. Por supuesto, hay algunos aspectos de la adoración que delinean aquellos que se niegan a participar más que otros factores.

Recuerde, el cuerno pequeño tenía la intención de cambiar los tiempos y las leyes—en efecto, de cambiar la ley con respecto a los tiempos santos—y persiguió al pueblo de Dios que no aceptó su cambio. Dios ordenó a su pueblo que guardase ciertos tiempos santos y, durante estos tiempos santos, su pueblo no debería participar en el comercio. El cuerno pequeño cambió esos tiempos, reemplazando los tiempos santos de Dios con tiempos designados por el hombre para ser santos. Un aspecto muy obvio de la marca de la Bestia, entonces, aparentemente girará en torno a los días de adoración—de hecho, esto en sí mismo impactaría en los días en los que se podrían realizar “compras y ventas”. Y el cuerno pequeño, la mujer montada sobre la bestia, hará que la gente acepte la marca de la Bestia bajo pena de muerte. Como en el pasado, parece que la mujer influirá en el poder político del Imperio Romano para mandar a la gente a trabajar durante los tiempos santos de Dios, mientras prohíbe el trabajo en otros tiempos, y así “causando” (Apocalipsis 13:15) que verdaderos cristianos que se nieguen a obedecer sean condenados a muerte.

La Biblia es muy clara acerca de qué días DIOS ha santificado—el sábado semanal (desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado) y ciertos días santos anuales, que también se llaman sábados en la Biblia (compárese Levítico 23). Dios ordena a su pueblo en Éxodo 31:13–17: “En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo [en plural—el sábado semanal y los siete sábados anuales] porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones…. Guardaréis el día de reposo… porque santo es a vosotros…. cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá”. Entonces, en contraste con la marca de la Bestia, tenemos una señal de Dios y Su pueblo—la observancia de sus sábados.

El mandamiento del sábado, debe entenderse, no es solo para el pueblo judío, como argumentarán muchos hoy. Más bien, el sábado fue hecho, como dijo Cristo, “por el hombre” (Marcos 2:27) en el mismo momento en que el hombre fue creado—cuando no había distinción entre judíos y no judíos. Claramente fue hecho tanto para israelitas como para gentiles (Isaías 56:6–7).

La Biblia aclara la diferencia entre santificar el día de reposo y abstenerse de utilizar el día de reposo para nuestros propios fines. Isaías 56:2 dice: “Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal”. Dios dice en Isaías 58:13: “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová”.

La Biblia asocia la mano derecha con nuestras acciones y asocia la frente con el asiento de nuestros pensamientos. Recuerde, la marca de la Bestia sería aceptada en la mano derecha y en la frente. En Ezequiel 3:7–9 Dios lamenta el hecho de que Israel, tanto el antiguo como el presente, no le escuchan. Dice así: “Mas la casa de Israel no te querrá oír [es decir, Ezequiel], porque no me quiere oír a mí…. He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes”. Dios estaba hablando de los pensamientos, o las mentes de las personas. En Éxodo 13:9, la observancia de los sábados de Dios está asociada con la mano derecha y la frente también. Leemos: “Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos [es decir, en tu frente], para que la ley de Jehová esté en tu boca”.

Es interesante notar que, así como la gente de este mundo acepta la marca de la Bestia en sus frentes, así Dios también pondrá una marca o una señal en la frente de aquellas personas que se angustian por las atrocidades de ese tiempo. Y Él hará esto para protegerlos del daño. Dios le dice a sus ángeles en Ezequiel 9:4–6: “Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella… pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis”. El libro del Apocalipsis también habla de Dios protegiendo a sus siervos. Él les dice a sus ángeles: “No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios” (Apocalipsis 7:3).

En Apocalipsis 20:4, Juan dice: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”. Aquellos que RECHAZAN la marca de la Bestia serán recompensados con la vida eterna y gobernarán con Cristo durante el Milenio, el Milenio de Dios. Aquellos que SÍ reciban la marca de la Bestia serán castigados por Dios: “Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira” (Apocalipsis 14:9–10). ¡Estas son advertencias serias! Debemos estar seguros de que somos identificados por la señal de Dios, no por la marca de la Bestia.

Culto sabático o dominical?

¿Alguna vez se ha preguntado por qué la gente asiste a cultos los domingos en lugar de los sábados? ¿O por qué guardan la Pascua y la Navidad? ¿O por qué no guardan los días santos ordenados por Dios? Ahora analizaremos estos asuntos y veremos qué tienen que ver con la marca de la Bestia.

Repasemos nuevamente la influencia que el cuerno pequeño ha tenido a lo largo de la historia. Aunque los sábados semanales y anuales son santos para Dios y Él ordenó que los cristianos los guardaran, el cuerno pequeño cambió la ley con respecto a los tiempos santos sustituyéndolos con otros días de adoración—reemplazando el sábado semanal con el domingo y los sábados anuales con días festivos tradicionales como la Pascua y la Navidad. La Navidad y la Pascua tienen sus raíces en el paganismo, como cualquier buena enciclopedia mostrará. Incluso la adoración dominical semanal nos llegó del paganismo—la honra al dios sol en el día del sol.

Algunos argumentan que la Biblia ha aprobado un cambio del sábado al domingo. Pero un estudio honesto de las Escrituras muestra que la Biblia no justifica tal cambio. Hebreos 4:9 dice: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios”. La palabra griega para “descanso” aquí es sabbatismos. Literalmente significa “guardar el día de reposo (sábado)”. La Reina Valera Actualizada (RVA-2015) dice: “Por tanto, queda todavía un reposo sabático para el pueblo de Dios”. La traducción más clara quizás se encuentra en la traducción de Lamsa—solo en inglés—que dice: “Por lo tanto, es deber del pueblo de Dios guardar el sábado”. ¡Sí, sí somos el pueblo de Dios, entonces es nuestro DEBER guardar el sábado!

En la época del rey Carlos I de Inglaterra, Cox escribió en Sabbath Laws: “Porque no se encontrará en las Escrituras que el sábado ya no se guarde o se convierta en domingo, por lo que debe ser la autoridad de la Iglesia la que cambió uno e instituyó el otro”. Dijo que debido a que no hay nada en la Biblia que justifique este cambio, tuvo que ser la autoridad de la Iglesia la que hizo cambiar el sábado y reemplazarlo por el domingo.

Issac William, Doctor en Divinidad de la Iglesia de Inglaterra, está de acuerdo con Cox. Escribió en el Volumen 1 de Plain Sermons on the Catechism: “¿Dónde se nos dice en las Escrituras que debemos guardar el primer día en absoluto? Se nos ordena guardar el séptimo; pero en ninguna parte se nos ordena guardar el primer día. La razón por la que santificamos el primer día de la semana en lugar del séptimo es por la misma razón que observamos muchas otras cosas, no porque la Biblia, sino porque la Iglesia lo ha ordenado”.

Por supuesto, no todos estuvieron de acuerdo. John Milton escribió: “Seguramente será mucho más seguro observar el séptimo día, de acuerdo con el mandamiento expreso de Dios, que adoptar el primer día con la autoridad de una mera conjetura humana”. Él está diciendo que es mucho más seguro seguir el mandamiento de Dios que estar de acuerdo con lo que los seres humanos han inventado. Un comentarista alemán, el Dr. Eck, quien escribió ya en 1553, afirma: “La iglesia ha transferido la observancia del sábado al domingo en virtud de su propio poder, sin tener en cuenta las Escrituras”.

Tanto los teólogos como los comentaristas saben que la observancia del sábado es bíblica y que la observancia del domingo fue instituida sin la autoridad de Dios. Demasiadas personas han aceptado este cambio no autorizado del tiempo santo de Dios, y así dejándose engañar. El reformador suizo Juan Calvino admitió que la Biblia enseña la observancia del sábado, no del domingo. Pero, como Martín Lutero, el padre de la Reforma protestante, no estaba dispuesto a volver al culto del sábado. Lo justificó diciendo: “Los padres antiguos [los padres de la iglesia, no los patriarcas de la Biblia] pusieron el día que llamamos domingo en lugar del sábado. El rey Carlos I de Inglaterra declara que la celebración de la fiesta de Pascua fue instituida por la misma autoridad que cambió el sábado a domingo, como día del Señor; porque no se encuentra en las Escrituras en ninguna parte una mención de que ya no se debe guardar el sábado, o que se convierte en domingo. Por lo tanto, mi opinión es que aquellos que no guardarán esta fiesta de Pascua, también pueden volver a la observancia del sábado y rechazar el domingo semanal, ya que fue la autoridad de la Iglesia la que cambió uno e instituyó el otro”.

Ahora, ¿qué Iglesia o qué autoridad humana fue responsable de cambiar el sábado al domingo y reemplazar los días santos designados por Dios con días festivos paganos, como la Pascua y la Navidad? La historia muestra que fue la Iglesia Católica Romana. De hecho, las iglesias protestantes que se niegan a guardar el sábado se han sometido esencialmente a la autoridad de la Iglesia Católica Romana en este asunto. No se han sometido a la autoridad de la Biblia, porque la Biblia en ninguna parte respalda tales cambios. Incluso las iglesias que guardan el sábado pero también guardan las fiestas paganas de Navidad y Pascua, mientras fracasan en guardar los sábados ANUALES de Dios, también han aceptado la autoridad de Roma, no obstante de forma involuntaria.

En 1845, el presbítero estadounidense Preble observó: “Así vemos que se cumple Daniel 7:25. El cuerno pequeño está cambiando los tiempos y las leyes. Por lo tanto, me parece que todos los que guardan el primer día como sábado son los observadores del domingo del Papa y los que quebrantan el sábado de Dios”. ¡Una declaración muy fuerte de hecho!

Christina Tolingerin, una mártir alemana del siglo XVI, declaró sobre los días santos y los domingos: “En seis días el Señor hizo el mundo, en el séptimo día descansó. Los otros días santos [refiriéndose a días festivos como Semana Santa, Navidad, Año Nuevo, etc.] han sido instituidos por papas, cardenales y arzobispos”.

Wolfgang Capto escribió sobre los sabatarios en Lichtenstein a fines del siglo XVI: “Los sabatarios enseñan que el día de reposo, es decir, el sábado, aún debe observarse. Dicen que el domingo es un invento del Papa”.

La Iglesia Católica Romana sabe muy bien y enseña que la Biblia NO respalda ni permite un cambio del culto del sábado al culto del domingo. Está claramente expresado en la teología católica romana, sin embargo, que la Iglesia puede invalidar la Biblia. Y esta es la base de su cambio.

Citando del Convert’s Catechism of Catholic Doctrine, publicado en 1946: “Pregunta: ¿Por qué observamos el domingo en lugar del sábado? Respuesta: Observamos el domingo en lugar del sábado porque la Iglesia Católica transfirió la solemnidad del sábado al domingo”. Admiten haber cambiado el día de adoración del sábado al domingo. “Pregunta: ¿Con qué autoridad sustituyó la Iglesia el sábado por el domingo? Respuesta: La Iglesia sustituyó el sábado por el domingo por la plenitud de ese poder divino que Jesucristo le confirió”. Pero, ¿le otorgó Jesucristo el poder de cambiar la ley del sábado? Cristo dice que ÉL es el Señor del sábado (Marcos 2:28), y en ninguna parte de la Biblia dice que alguien tiene la autoridad de cambiar lo que Él instituyó.

A fines del siglo XIX, el arzobispo James Cardinal Gibbons desafió a los protestantes a negarse a aceptar la autoridad de la Iglesia Católica Romana en cuanto a asuntos bíblicos. Los protestantes creían que SÓLO la Biblia puede decirles cómo vivir. Gibbons señaló que si realmente creen eso, entonces deberían volver a guardar el sábado. Admitió que la Biblia en ninguna parte autorizó la santificación del domingo, pero que enseña la observancia del sábado.

Considere estas palabras desafiantes del arzobispo, publicadas por primera vez en 1893 en el Catholic Mirror: “O el protestantismo y la santificación del sábado, o el catolicismo y la santificación del domingo. El compromiso es imposible. ¿Guardarán [los protestantes] el sábado del Señor, el séptimo día, según las Escrituras? ¿O guardarán el domingo según las tradiciones de la Iglesia Católica? La palabra escrita de Dios ordena que Su adoración sea observada el sábado, absolutamente, repetidamente y enfáticamente, con una amenaza de muerte muy clara para aquel que desobedezca… Este maestro [está hablando de la Biblia] prohíbe enfáticamente cualquier cambio en el día por razones primordiales”.

Gibbons deja claro la posición de la Iglesia Católica: “La Iglesia Católica por más de mil años antes de la existencia de una protestante, en virtud de su misión Divina, cambió el día del sábado al domingo…. El mundo protestante en sus orígenes encontró el sábado cristiano [domingo] demasiado arraigado como para ir en contra de su existencia; por lo tanto, se sintió obligado a consentir el acuerdo, lo que implica el derecho de la Iglesia [Católica] a cambiar el día, durante más de 300 años. El sábado cristiano [domingo] es, por lo tanto, hasta el día de hoy, el descendiente reconocido de la Iglesia Católica…. [Los protestantes] adoptaron la palabra escrita como su único maestro, y después de haberlo hecho, la abandonaron rápidamente… y por una perversidad tan voluntaria como errónea, aceptan la enseñanza de la Iglesia Católica en oposición directa a la simple, invariable y constante enseñanza de su único maestro [la Biblia] en la doctrina más esencial de su religión”.

Gibbons no está solo con este ataque a lo que él considera hipocresía protestante. Otros autores católicos han repetido las mismas acusaciones. La Catholic Church Extension Society en Chicago publicó la siguiente declaración de Peter R. Kraemer, un sacerdote católico: “Los protestantes, que aceptan la Biblia como la única regla de fe y religión, deben por todos los medios, regresar a la observancia del sábado. El hecho de que no lo hagan, sino que por lo contrario observen el domingo, los embrutece a los ojos de todo hombre pensante. Nosotros los católicos no aceptamos la Biblia como única regla de fe. Además de la Biblia tenemos la Iglesia Viviente, la autoridad de la Iglesia, como regla para guiarnos… Aceptamos su cambio del sábado al domingo. Francamente decimos, sí, la Iglesia hizo este cambio, hizo esta ley, como hizo muchas otras leyes…. Siempre es algo que da risa, ver a las iglesias protestantes, en el púlpito y la legislación, exigiendo la observancia del domingo, del cual no hay nada en su Biblia”.

T. Enright, un sacerdote católico romano de Kansas City, Missouri, afirma: “Tomemos, por ejemplo, el día que celebramos—el domingo. ¿Qué derecho tienen las iglesias protestantes de observar ese día? Absolutamente ninguno. Dicen que es para obedecer el mandamiento, ‘Acuérdate del día de reposo para santificarlo’. Pero el domingo no es el día de reposo según la Biblia y el registro del tiempo. Todo el mundo sabe que el domingo es el primer día de la semana, mientras que el sábado es el séptimo día, y el sábado, el día consagrado como día de descanso. Es así reconocido en todas las naciones civilizadas. He ofrecido repetidamente una recompensa de $1,000 a cualquier persona que pueda proporcionar alguna prueba de la Biblia que demuestra que el domingo es el día que debemos guardar, y nadie ha venido a reclamar el dinero… Fue la Santa Iglesia Católica la que cambió el día de descanso del sábado al domingo, el primer día de la semana”.

Continúa diciendo: “¿A qué Iglesia obedece todo el mundo civilizado? Los protestantes nos llaman por todos los nombres horribles que se les ocurren—anticristo, la bestia de color escarlata, Babilonia, etc., y al mismo tiempo profesan una gran reverencia por la Biblia y, sin embargo, por su acto solemne de guardar el domingo, reconocen el poder de la Iglesia Católica. La Biblia dice: ‘Acuérdate del día de reposo para santificarlo’. Pero la Iglesia Católica dice: ‘No, guarda el primer día de la semana, y todo el mundo se reverencia en obediencia’”.

Estas citas notables encajan con lo que enseña la Biblia. Las iglesias protestantes se comprometieron en un asunto muy esencial. Aceptaron un aspecto importante de la marca de la Bestia que les impuso la Iglesia Católica (porque, como se indicó anteriormente, es probable que la marca de la Bestia involucre más visiblemente el rechazo del sábado de Dios y la adopción del domingo pagano). Sin embargo, hay registros históricos que muestran que algunas personas y algunos grupos cristianos no aceptaron el sistema romano de adoración. Se mantuvieron firmes en la observancia de los sábados semanales y anuales ordenados por Dios. Y muchos fueron torturados y asesinados como resultado.

En la History of the Norwegian Church, bajo los años 1435 y 1436, aparece lo siguiente: “Aconsejamos a todos los amigos de Dios en toda Noruega que quieran ser obedientes a la Santa Iglesia que dejen estar la observancia del sábado [entonces existían cristianos observadores del sábado en ese tiempo]; y al resto le prohibimos, bajo pena de severo castigo eclesiástico, que santifiquen el sábado. Está prohibido, bajo la misma pena, santificar el sábado al abstenerse del trabajo”.

He aquí un informe de 1618 acerca de la Sra. Traske, una sabataria en Inglaterra: “Por fin, por enseñar sólo cinco días a la semana [era maestra, pero se negaba a enseñar el sábado], y descansando el sábado, la llevaron a la nueva prisión en Maiden Lane…. La Sra. Traske estuvo prisionera durante quince o dieciséis años por su opinión sobre el Sábado”. ¡Ella eligió seguir la Biblia y solo la Biblia!

En 1604 en Etiopía habían algunas personas que guardaban el sábado, pero debido a la influencia de los jesuitas, el rey de Etiopía prohibió a sus súbditos, bajo penas severas, observar el sábado por más tiempo.

Se ha escrito mucho sobre los valdenses. Enseñaron y guardaron el sábado, por lo cual fueron severamente perseguidos por la Iglesia Católica Romana. Leyendo de A General History of the Sabbatarian Churches, páginas 88 y 89, “De los muchos que fueron quemados y destruidos por el judaísmo, observa un autor español del siglo XVI, no es probable que una décima parte fueran de la raza de Israel, sino herejes, quienes, por persistir en decir que la ley de Moisés todavía era vinculante, fueron acusados de prácticas judías, como la circuncisión y el sabatismo, de las cuales [la observancia del sábado] se declararon culpables uniformemente”. Este libro muestra cómo se identificó a los observadores del sábado, cómo luego fueron arrestados, torturados y finalmente asesinados.

Recuerde ahora la marca de la Bestia y cómo habrán castigos severos para aquellos que no acepten esa marca en su frente o en su mano derecha. Como se ha dicho, hay una fuerte indicación de que tiene que ver con la observancia de los días de adoración. El incumplimiento del sistema romano a este respecto resultará en la prohibición de realizar negocios, lo que podría dejar a los verdaderos cristianos en la calle sin dinero para comprar alimentos. Y la manera más fácil de identificar las convicciones religiosas de alguien cuando se trata de guardar esos días, es observar cuándo trabaja y cuándo no o, si es dueño de un negocio, cuándo su negocio está abierto o cerrado.

De nuevo, ya tenemos ejemplos en la historia. El relato sobre los valdenses continúa diciendo: “Un inquisidor dominicano, al dar cuenta de los procedimientos de aquel tribunal infernal en el norte de España, declara que como se supo que muchos de los herejes tenían la costumbre de solemnizar el antiguo sábado por el culto religioso, y una falta absoluta de atención a los empleos seculares [en el sábado], se convirtió en la política del Santo Oficio tomar nota de las tiendas que estaban cerradas ese día, y de las personas que se encontraban ausentes de compromisos mundanos [otra vez en el sábado]. El resultado respondió a mis expectativas, continúa diciendo, porque cuando esas personas fueron arrestadas y llevadas ante mí, hablando de encarcelamiento, en general confesaron sus prácticas judaicas, al menos en lo que se refería al sabatismo, lo cual la Santa Iglesia había prohibido expresamente”.

¿Los días Santos de Dios o Fiestas Paganas?

Entonces puede ver, el cuerno pequeño, la mujer que cabalga sobre la Bestia, ha existido durante mucho tiempo y ha cambiado descaradamente lo que Dios mismo santificó. En el proceso, los Días Santos anuales de Dios fueron descartados y se adoptaron días festivos paganos, como Pascua y Navidad.

Dios advirtió específicamente al antiguo Israel que no incorporara elementos paganos en su adoración a Él. Dice en Deuteronomio 12:30–32: “Guárdate que no tropieces… no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré… No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses…. Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”. ¡La misma advertencia es válida para nosotros hoy!

Pero el mundo cristiano de hoy celebra días festivos impregnados de paganismo, mientras que se niega a guardar el sábado semanal de Dios o sus días santos anuales. Por ejemplo, como ya se mencionó, el domingo era el día en que los paganos adoraban a su dios sol desde la antigüedad. De ahí viene el nombre de domingo (Sunday en inglés). La Pascua era una fiesta de fertilidad para la diosa Astarté, también llamada Ishtar, Ostara o Eostre. La Navidad era el día santo de Mitra, de Atis y de otros dioses paganos. Sorprendentemente, muchos “salvadores” paganos supuestamente nacieron el 25 de diciembre, fueron asesinados un viernes y resucitaron un domingo durante el tiempo de Pascua. Cristo mismo no nació en diciembre, ni fue asesinado un viernes ni resucitó un domingo. Más bien, la Escritura indica, con el apoyo de la historia, que nació a principios de otoño, antes de la temporada de lluvias. No pudo haber nacido después de eso porque los pastores todavía estaban en los campos con sus ovejas. Los registros confirman que fue crucificado un miércoles y resucitó un sábado, justo antes de la puesta del sol, cumpliendo así la única señal que dio—que estaría en la tumba durante tres días y tres noches (Mateo 12:40).

En Jeremías 7:18, Dios condena los “pasteles de Pascua”. Nótese: Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira”. Según la Ryrie Study Bible, la reina del cielo es una referencia a la diosa asirio-babilónica “Ishtar”, el antiguo nombre de la Pascua—conocida en hebreo como Ashtoreth. El profeta Jeremías los reprendió por estas prácticas pero Israel se negó a escuchar. De nuevo, en Jeremías 44:19, “Las mujeres también dijeron: ‘Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos’”? Así que lo justificaron diciendo: “Nuestros maridos nos dijeron que lo hiciéramos”.

Aunque pueda parecer sorprendente para algunos, el árbol de Navidad es una reliquia de la adoración pagana del árbol, que se condena en Jeremías 10:3: “Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva”.

No es ningún secreto que la Iglesia Romana primitiva absorbió elementos paganos en su adoración, y lo hizo en contradicción directa con el mandato de Dios de no hacerlo. ¿Por qué? Para hacer que la nueva fe fuera atractiva para los gentiles que ya estaban inmersos en las costumbres paganas. Estas costumbres paganas fueron puestas bajo un manto “cristiano” para que tuvieran la apariencia de ser piadosas. El cristianismo tradicional viola claramente el mandato de Dios de no aprender nuestras formas de adoración de los gentiles, de no agregar elementos paganos a la adoración santa y de no eliminar los elementos piadosos que deben observarse, como los días santos semanales y anuales. El cristianismo tradicional, en efecto, ha aceptado la marca de la Bestia al abrazar las tradiciones humanas que violan las leyes de Dios. Y han habido voces a lo largo de los siglos advirtiendo contra tal conducta.

Aunque escuchamos mucho sobre la cooperación religiosa entre iglesias hermanas, la Iglesia Católica recientemente ha dejado muy clara su posición doctrinal antigua, señalando que todas las iglesias fuera de la Iglesia Católica Romana no son iglesias “hermanas”. En cambio, la Iglesia Católica se considera a sí misma como la única Iglesia verdadera de Jesucristo, y considera que los demás en otras iglesias necesitan regresar al verdadero hogar de Cristo, la Iglesia Católica Romana. Por supuesto, incluso las iglesias protestantes de todos modos nunca han dejado ese hogar por completo. Porque, aunque reclaman sola scriptura (“solo la Biblia”) como el factor determinante de su fe, aún siguen las doctrinas principales contrarias a la Biblia que llegaron a través de la Iglesia Romana de las religiones misteriosas del mundo antiguo, comenzando con Babilonia.

Lo que las iglesias protestantes, y todas las personas, deben hacer es romper verdaderamente con Babilonia y realmente volverse a la Biblia como su único maestro. Ahora imagínense por un momento si hicieran eso. ¿Qué significaría esto? Significaría que tendrían que empezar a guardar el sábado. Tendrían que empezar a guardar los días santos de Dios. Tendrían que dejar de celebrar fiestas como Navidad y Semana Santa, Año Nuevo, Halloween y otros días impregnados de paganismo. Tendrían que repudiar toda una serie de enseñanzas no bíblicas. Y tendrían que reconocer la necesidad de obedecer la ley de Dios y comenzar a esforzarse por hacerlo en todo.

No se deje engañar

No tiene que seguir el mundo desobediente alrededor de Usted. Puede ser diferente. En 2 Tesalonicenses 2, el apóstol Pablo advierte: “Nadie os engañe en ninguna manera [indicando que pueden ser engañados]; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía [la apostasía del verdadero culto cristiano a una religión falsa], y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios COMO DIOS, haciéndose pasar por Dios” (versículos 3–4). Pablo luego dice: “Y entonces se manifestará aquel inicuo [este Falso Profeta], a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.” (versículos 8–10). ¿Tiene un AMOR por la verdad? Tiene que tenerlo para ser salvo.

El líder religioso del fin de los tiempos afirmará ser Dios. Y el líder militar—la Bestia, también llamado el rey del Norte—puede incluso creer esto por un tiempo. A esta figura religiosa, como hemos visto, se le dará el poder de hacer señales y prodigios. Apocalipsis 19:20 declara que el Falso Profeta “había hecho señales” en presencia de la Bestia “con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia”. Sin embargo, ¿la gente realmente caería en tal engaño en el mundo de hoy?

Las masas históricamente siguen un liderazgo fuerte. Y la última resurrección del Imperio Romano, montado por la mujer, será infiltrada por fuerzas demoníacas. En Apocalipsis 16:13, se nos dice que tanto la Bestia como el Falso Profeta estarán poseídos por demonios y que también podrán influir en otros líderes mundiales. Dice lo siguiente: “Y vi salir de la boca del dragón [Satanás], y de la boca de la bestia [el líder político-económico], y de la boca del falso profeta [el líder religioso], tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios [estos espíritus inmundos], que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso”.

¿Cómo pueden los demonios de Satanás tener éxito alguna vez para influir en los ejércitos de este mundo para luchar contra Jesucristo en el momento de su regreso? ¿Cómo podría la gente pensar alguna vez qué sería capaz de luchar contra Jesucristo? Desafortunadamente, parece ser que la gente estará tan engañada que NO reconocerá a Jesucristo cuando regrese. La mujer que monta la bestia tiene una gran influencia en las personas. Apocalipsis 17:2 dice: “Los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación”. Han sido embriagados espiritualmente. No sabrán distinguir el bien del mal, la verdad del error. Aparentemente serán engañados al pensar que el Cristo que regresa es el Anticristo. Creerán que Cristo viene a destruir el cristianismo. Parece que no se darán cuenta de que Él es Jesucristo, nuestro Salvador, quien ha venido para restaurar la adoración verdadera y destruir a los engañadores.

Sí, la gente puede ser engañada. Un libro titulado The Nazi Persecution of the Churches de 1933 a 1945 es bastante revelador acerca de los acontecimientos justo antes y durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el pueblo alemán literalmente adoraba a su Führer. En este caso, el pasado puede ser bastante revelador sobre el futuro, ya que Hitler fue un precursor del último dictador del fin de los tiempos que pronto aparecerá en la escena mundial.

Algunos extractos claves muestran con qué facilidad se puede engañar a las personas. Nunca deberíamos asumir que no podría volver a suceder. Un pastor, Leutheuser, fue citado diciendo: “Cristo ha venido a nosotros a través de Adolf Hitler. Él fue la figura decisiva cuando la gente estaba a punto de hundirse. Hitler atacó por nosotros y a través de su poder, su honestidad, su fe, su idealismo—el Redentor nos encontró. Sabemos hoy que ha venido el Salvador. Tenemos una sola tarea—ser alemanes, no ser cristianos”. El libro también señala la popularidad de Hitler en Nuremberg: “La multitud ardía de fervor alrededor de Hitler—el salvador—el creador—el defensor de la patria alemana. Cualquier cosa que dijo fue correcta y buena. Todo lo que proclamó estaba destinado a suceder. Sin importar cómo actuó, fue lo mejor. Hitler en el corazón de todos, era considerado el Gran Libertador—enviado desde lo alto para anunciar la esperada liberación de nuestra nación”.

Para otro ejemplo sorprendente de lo que ya estaba sucediendo en 1936 en Alemania, observe este extracto de un sermón de Navidad predicado en Solingen: “La Navidad es una Fiesta de la Luz de nuestros antepasados—los antiguos alemanes, por lo que tiene varios miles de años. En el apogeo del solsticio de invierno, entre el 23 y el 25 del mes de Yule (diciembre), los diversos miembros de cada familia se reunían bajo el liderazgo del cabeza de familia y se reunían bajo un árbol en el bosque. El hombre de invierno—el viejo Ruprecht—como representante del año moribundo, apareció y repartió regalos. Se colocaron antorchas encendidas a un árbol, y pronto la noche de oscuridad más profunda fue iluminada por las llamas ardientes del árbol de Navidad. Con los ojos muy abiertos, jóvenes y viejos se reunieron alrededor del árbol. La oscuridad más profunda de la noche más larga no podía quitarles la esperanza de volver a ver la luz del sol, la cual su dios les daría el año venidero. Y es por eso que todavía damos regalos alrededor del árbol de Navidad. Después de cantar algunas canciones navideñas, nuestros antepasados se fueron a casa con el conocimiento y la alegría en sus corazones de que a pesar de la noche más profunda, a pesar del hielo, la nieve y la oscuridad, su dios no los olvidó ni los abandonó. De ahora en adelante, el sol se elevaba más alto día tras día y trajo calor y alegría a los corazones de nuestros antepasados. E igual que nuestros antepasados no perdieron la fe en la luz y el sol venidero—a pesar del hielo y el frío de la noche más larga—sí, de hecho, incluso celebraron el Festival de la Luz—así nos paramos a luchar hoy a la luz de la larga oscuridad. Alemania, después de la gran guerra estuvo amenazada de colapso. Pero luego llegó quien, a pesar de la gran oscuridad en tantos corazones alemanes, habló de luz y les mostró el camino hacia la luz. Su atractivo encontró eco en cientos de miles de almas alemanas, que llevaron su atractivo aún más allá. Se hinchó como una nube arrolladora y luego ocurrió el mayor milagro—Alemania se despertó y siguió el signo de la luz—la esvástica. La oscuridad ahora está conquistada. Ahora, el sufrimiento que durante tanto tiempo se ha apoderado de nuestro pueblo, por fin ha terminado. El sol está saliendo aún más alto con nuestro antiguo símbolo alemán, la esvástica, y su calor rodea a todo el pueblo alemán, funde nuestros corazones en una gran comunidad alemana. Nadie se queda fuera—nadie necesita pasar hambre o congelarse—a pesar de la noche profunda, la nieve y el hielo, porque el calor de los corazones de todo el pueblo se derrama, en los emblemas del programa de Bienestar Social Nacionalsocialista y el trabajo de Ayuda de Invierno y lleva la Navidad alemana hasta el corazón alemán más abandonado. En esta hora, Adolf Hitler es nuestro benefactor—quien ha superado la noche de invierno con sus terrores para todo el pueblo, y nos ha llevado bajo la esvástica a una nueva luz y un nuevo día”.

Los registros históricos sugieren que Adolf Hitler estaba poseído por demonios—y que esta influencia demoníaca afectó e influyó en aquellos con quienes estuvo en contacto. Un libro escrito por Klaus Fischer, titulado Nazi Germany—a New History, tiene mucho que decir sobre la vida personal de Hitler. Al describir un incidente que tuvo lugar cuando Hitler tenía casi 17 años, dice: “Su único amigo en Linz [en ese momento todavía estaba en Linz, Austria], Gustl Kubizek, informa que Adolf disfrutaba de dar discursos para él mientras los dos amigos caminaban por campos desiertos, puntuando sus discursos con movimientos violentos y gestos vívidos. Una noche, después de escuchar a ‘Rienzi’ de Wagner, Hitler llevó a su amigo a lo alto de una colina empinada, donde con febril emoción comenzó a hablar con una extraña voz áspera que no parecía pertenecerle. Según Kubizek, Hitler parecía poseído por su propio daimon; y en un estado de euforia y éxtasis completa, trasladó el carácter de Rienzi con poder visionario al plano de sus propias ambiciones. Esta fue la primera vez que Kubizek vio este aspecto del desarrollo de la personalidad de Hitler. La creencia de Adolf de que fue elegido para desempeñar un papel providencial en la historia mundial debe haberle parecido extraño a su joven amigo”.

El autor continúa afirmando: “Es bien conocido que Hitler creía que poseía el raro don de la vista profética (“Vorsehung”), y basó algunas decisiones cruciales en esta supuesta percepción… Sintió fuerzas demoníacas invisibles a su alrededor” (página 303). El antisemitismo de Hitler, nos dice Fischer, fue “más allá del prejuicio; era una psicopatología de un tipo que debe clasificarse con la brujería y la demonología en la historia de la raza humana” (página 89).

Cuando Hitler tenía 29 años, “mientras aún sufría los efectos de un ataque con gas mostaza (en ese momento estaba cegado temporalmente), su mente parece haberse quebrado. Se sospecha que cayó en un estado histérico prolongado que parece haber desencadenado una serie de intuiciones de tal poder que las atribuyó a una fuente espiritual superior” (página 99).

Más tarde, nos informa el mismo libro, que el público alemán parecía particularmente hipnotizado por la voz de Hitler. “Había algo misterioso de ella para muchos alemanes, porque no parecía estar enraizado en ningún dialecto o clase local” (página 124).

Y observe esto con respecto al ahora famoso Bierhallen-Putsch en Munich, noviembre de 1923, cuando Hitler tenía 34 años: “Hitler retrocedió al salón principal, donde la audiencia se había vuelto notablemente inquieta e impaciente, y dio una de las actuaciones más convincentes de su vida—tan convincente que el profesor Alexander von Müller, que estaba entre el público esa noche, se refirió a ella como ‘una obra maestra de la retórica’ y confesó que ‘nunca antes había visto cambiar el estado de ánimo de una audiencia masiva tan rápida y dramáticamente. Era casi como si un hechicero estuviera lanzando un hechizo mágico sobre ellos’” (página 154).

Fischer señala que cada vez que Hitler escuchaba música, su amigo Kubizek había observado años antes, era un hombre diferente. Su violencia—porque era muy conocido por su temperamento violento—lo abandonó. Se volvió tranquilo—flexible y manejable. De manera similar, cuando el rey Saúl del antiguo Israel fue acosado por un demonio, David tocó música para él y él también se calmó y se tranquilizó (compárese 1 Samuel 16:14–23).

Además, cientos de personas han atestiguado que la fuerza de la personalidad de Hitler no solo podía atraer, sino convertir a quienes caían bajo su hechizo. Fischer informa sobre los ojos hipnóticos de Hitler: “Sus ojos fascinaban a quienes estaban bajo su influencia. Eran de un azul inusualmente claro, con un ligero matiz de gris verdoso. El mismo Hitler confesó que los había heredado de su madre, cuyos ojos comparó con los de la Medusa griega, cuya mirada penetrante podía convertir a un hombre en piedra” (página 300).

Hitler hizo una declaración notable en 1938, cuando el primer ministro británico, Neville Chamberlain, anunció que quería visitarlo. “El 13 de septiembre, Chamberlain envió un telegrama a Hitler, sugiriendo una reunión personal con el Führer con la esperanza de resolver pacíficamente la crisis de Checoslovaquia. La perspectiva de recibir la visita de un primer ministro británico veinte años mayor que él, haciendo su primer vuelo para verlo, atraía inmensamente la vanidad de Hitler. ‘Ich bin vom Himmel gefallen’ (Caí del cielo), supuestamente exclamó después de recibir el telegrama de Chamberlain” (página 426). Esta no es una simple expresión común en el idioma alemán. Uno puede decir, “Ich bin aus allen Wolken gefallen”, que significa “Me caí de todas las nubes”, al expresar sorpresa. Pero la declaración “Ich bin vom Himmel gefallen”, “Me caí del cielo”, no tiene precedentes en el idioma alemán, tal como la usa Hitler en el contexto. Pero hay un personaje que cayó del cielo—hace muchos, muchos, muchos años. Este, por supuesto, era Satanás el Diablo, cuando trató de derribar a Dios (compárese Lucas 10:18).

El embajador francés diría más tarde sobre Hitler: “El mismo hombre, de apariencia afable y sensible a las bellezas de la naturaleza, que frente a una mesa de té expresaba opiniones razonables sobre la política europea, era capaz de los frenesíes más salvajes—el júbilo más salvaje — y la ambición más delirante…. Una cosa es cierta: no era un ser normal. Era, más bien, una personalidad morbosa, un cuasi-loco… un hombre poseído” (página 431). ¡Y eso es lo que era! Llamó a su invasión de Polonia, “Teufelswerk”, obra del diablo.

Cuando todo terminó, observe el estado en que quedó el pueblo de Alemania: “Los alemanes, ahora liberados del hechizo, estaban estupefactos por lo que les había sucedido. Karl Jaspers [un profesor de filosofía] lo resumió todo muy bien al confesar que ‘durante los últimos doce años, nos ha sucedido algo que parece una remodelación de todo nuestro ser. Para ponerlo en forma de imagen: los demonios han hecho caer una lluvia de golpes sobre nosotros y nos han arrastrado, junto con ellos, a un caos que nos ha robado la vista y el oído…. Hemos experimentado algo parecido a la locura de la brujería de la última Edad Media’” (página 345).

La decisión es suya

Verá, la gente adoraba a Hitler, pensando que era su salvador. Sin embargo, no realizó ningún milagro en absoluto. Sin embargo, el Falso Profeta del fin de los tiempos realizará milagros aparentes y, por lo tanto, engañará a la mayoría de las personas en el mundo.

No se equivoque, aceptar la marca de la Bestia y rechazar la señal de Dios afectará su futuro. Dios nos ordena estar atentos a las señales de los tiempos y orar siempre para ser dignos de escapar de las cosas horribles que le esperan a este mundo. Dios nos advierte que rechacemos la marca de la Bestia, y nos ordena guardar sus sábados semanales y anuales, la señal de su pueblo. Ahora está siendo desafiado a tomar una decisión, ya sea para continuar junto con el resto del mundo, que se dirige a la destrucción venidera, o para buscar a Dios y vivir según su verdad como le está siendo revelada. Los verdaderos siervos de Dios recibirán su bendición y fortaleza. Ellos vivirán y reinarán con Cristo el Rey cuando Él desmenuzará estos reinos y gobernará el mundo con justicia.

La decisión es suya. Esperamos y rezamos para que Usted tome la correcta.

No celebre La Navidad

Booklet: Dont Keep Christmas

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Introducción

¿Se quedó sorprendido cuando leyó el título de este folleto? ¿Su primer pensamiento fue que los editores de este folleto abrazan una fe no cristiana, o que son ateos? Seguramente, se podría decir que una persona que se llama cristiana a sí misma no sugeriría NO CELEBRAR una fiesta cristiana tan importante. ¡Después de todo, celebra el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo! ¿O, de hecho, es así? ¿Alguna vez ha cuestionado la validez de la Navidad?

¿La Navidad es una fiesta bíblicamente ordenada? ¿La Biblia siquiera menciona la Navidad? ¿Dónde se originó la Navidad y sus costumbres? ¿Cómo se convirtió la Navidad en una fiesta cristiana? ¿Qué tienen que ver las costumbres navideñas con el nacimiento de Jesucristo? Y finalmente, ¿qué tiene que decir Dios sobre la celebración de la Navidad? ¿Le importa a Él si guardamos la Navidad? ¿Lo aprueba? ¿O lo condena? ¡Las respuestas podrían sorprenderle!

Celebraciones de Navidad antes de Cristo

En realidad, los orígenes de la Navidad y sus costumbres no son ningún secreto. Toda buena enciclopedia, así como muchas otras publicaciones, contienen información sobre los orígenes y costumbres de la Navidad.

En 1994, Reader’s Digest publicó un libro titulado “Why in the World?” Comenzando en la página 190, se hace la pregunta: “¿Por qué celebramos la Navidad?” Los autores continúan: “Si la pregunta ofende o la respuesta parece obvia, siga leyendo… Una fiesta con apariencia de Navidad, Sacaea, se celebraba miles de años antes del nacimiento de Cristo. En el año 2000 a.C., en lo que hoy es Irak, un festival de cinco días con intercambio de regalos, representación de obras de teatro, acompañado de procesiones y jolgorio, marcaba la muerte del invierno y anunciaba el Año Nuevo… Es probable que esas creencias del Oriente se extendieron a Europa central… En pleno invierno, por ejemplo, con la esperanza de revivir al sol moribundo y traer calor a la tierra. Además, decoraron sus casas con árboles de hoja perenne – acebos y abetos – para mostrar semillas inactivas y plantas sin vida, que no todo estaba muerto. Cuando el Sol finalmente volvió a brillar, se regocijaron por su éxito y sin duda prometieron repetir la magia para siempre.

“Más al norte, a lo largo del Báltico y en Escandinavia, un festival de invierno conocido como Yule honraba a los dioses Odín y Thor. Ardían grandes leños, cantaban los juglares, se relataban famosas leyendas y los aldeanos bebían lujuriosamente de cuernos de hidromiel”.

En este contexto, la Encyclopedia Britannica (1910–11), 11ª edición, vol. 6, señala en la página 294 que “en Gran Bretaña el 25 de diciembre era una fiesta mucho antes de la conversión al cristianismo… Los antiguos “pueblos de los Angli” comenzaban el año el 25 de diciembre”…

El libro de Reader’s Digest titulado “Why in the World?” continúa en la página 190: “En el Imperio Romano, a mediados de diciembre, cuando el sol se acercaba a su punto más bajo, se celebraba una orgía de banquetes y jolgorio desenfrenado, la Saturnalia, que duraba una semana. El solsticio de invierno—el punto de inflexión del año, cuando la duración del día comenzó a aumentar—estuvo marcado por un día sagrado llamado Dies Natalis Invicti Solis (“Cumpleaños del Sol Invicto”). Durante las saturnales, los romanos engalanaban sus casas con laureles y vegetación; los amigos intercambiaron regalos… Fue una época de regocijo general, con buena voluntad para todos los hombres”.

“Los persas también encendían hogueras en el solsticio de invierno. Su fiesta veneraba a Mitra, el dios de la luz y guardián contra el mal. Los soldados y los comerciantes difundieron el culto a Mitra en Europa, donde durante un tiempo la creencia rivalizó con el cristianismo”. [Más adelante en este folleto, discutiremos la adoración de este dios persa Mitra, así como de otros dioses paganos, en más detalle.]

Se proponen diferentes fechas para Navidad

“No se conoce una fecha precisa del nacimiento de Cristo, pero lo cierto es que nació tarde en el reinado de Herodes el Grande, rey de Judea hasta su muerte en lo que ahora llamamos 4 a.C. Durante siglos después de su muerte, se propusieron varias fechas diferentes, de abril a diciembre, para la celebración de la Navidad. Se cree que el 6 de enero marcaba el bautismo de Cristo, y fue ampliamente observado como el día de Navidad, y todavía lo es por los cristianos ortodoxos en algunos países”…

“Con el tiempo, los cristianos en casi todas partes aceptaron el 25 de diciembre como día de Navidad, una fecha que coincide aproximadamente con las celebraciones del solsticio de invierno, Yule y Saturnalia”…

Los primeros cristianos no celebraban la Navidad

La Encyclopedia Britannica (1910–11), 11ª edición, vol. 6, agrega en la página 293: “Hasta el año 245 Orígenes… repudia como pecaminosa la idea misma de celebrar el cumpleaños de Cristo ‘como si fuera un rey faraón’”.

Otros escritores cristianos primitivos también se opusieron a las celebraciones navideñas. Como el Protestant Church Lexicon, del año 1959, vol. 3, señala en la página 1742: “La iglesia del tiempo de los mártires rechazó con disgusto tal celebración de cumpleaños, señalando las fiestas paganas de cumpleaños y sus cultos”.

Tom Flynn escribe en la página 42 de “The Trouble with Christmas”: “Si quisiera buscar personas en el mundo del Nuevo Testamento que le dieron importancia a los cumpleaños, su búsqueda se reduciría rápidamente a los paganos. Los romanos celebraban los cumpleaños de los césares, y la mayoría de las religiones mediterráneas no cristianas daban importancia a las fiestas natales de un panteón de figuras sobrenaturales”.

Religion in Geschichte und Gegenwart, vol. 3, coincide: “La celebración de la Navidad el 25 de diciembre en la iglesia comienza recién a mediados del siglo IV. Hasta entonces, la oposición en su contra fue muy severa en algunos casos (Orígenes, Arnobio, Clemens Alejandría, Epifanio), ya que se consideraba una costumbre pagana celebrar los cumpleaños de los reyes con festividades”.

La Catholic Encyclopedia (1914), vol. 3, página 724, añade lo siguiente: “La Navidad no estaba entre las primeras fiestas de la Iglesia. Ireneo y Tertuliano lo omiten de sus listas de fiestas; Orígenes… afirma… que en las Escrituras solo los pecadores, no los santos, celebran sus cumpleaños”.

Un artículo más reciente titulado “En busca de la Navidad”, publicado en U.S. News & World Report, 23 de diciembre de 1996, página 56, explica: “Las primeras celebraciones de la Natividad fueron sorprendentemente tardías. No hay registro de la observancia oficial del nacimiento de Cristo hasta el siglo IV… El padre de la iglesia del siglo III, Orígenes, había declarado que era un pecado siquiera pensar en celebrar el nacimiento de Cristo… No se menciona en el Nuevo Testamento que los cristianos se reunían para conmemorar el nacimiento de Jesús”…

Continuando con una publicación de Reader’s Digest “Why in the World?”, en la página 190: “En Inglaterra después de la Guerra Civil, Oliver Cromwell y los puritanos prohibieron las celebraciones navideñas como paganas… La misma situación había prevalecido en el Nuevo Mundo desde 1621, cuando una ley aprobada por el gobernador Bradford de la colonia de Plymouth prohibió la celebración de la Navidad”….

En una entrevista de televisión en 1991, el científico y profesor británico J.M.Golby, coautor del libro “The Making of the Modern Christmas”, comentó también sobre el hecho de que ciertos reformadores protestantes condenaron la celebración de la Navidad y por qué lo hicieron. Señaló que “Calvin y Knox estaban muy en contra de la Navidad por una variedad de razones, una de ellas siendo que… no se menciona en los evangelios, entonces, ¿por qué celebrar la Navidad? En segundo lugar, en el siglo XVII y la Reforma, toda la asociación de la Navidad con la Iglesia Católica Romana—el esplendor, la ceremonia, las fiestas, etc., eran anatema. Y esa es otra razón por la cual la Navidad fue condenada por hombres como Knox”…

En los Estados Unidos, las celebraciones navideñas se volvieron “tan variadas como los pueblos que habían venido a NewLand. En general, los católicos, los episcopalianos, los luteranos y los colonos holandeses se regocijaron, tanto dentro como fuera de la iglesia, mientras que los bautistas, presbiterianos y cuáqueros tendían a evitar toda observancia de la festividad”. (Editores de Life, “The Pageantry of Christmas”, página 60).

Un relato en el New York Times del 26 de diciembre de 1855 dice: “Las iglesias de los presbiterianos, bautistas y metodistas no estaban abiertas el 25 de diciembre, excepto cuando algunas escuelas misioneras tenían una celebración. No aceptan el día como Santo, pero las iglesias episcopalianas, católicas y alemanas estaban todas abiertas”.

Origen pagano de las costumbres navideñas

Como sabemos, la Navidad está estrechamente asociada a una gran variedad de costumbres. Veamos en detalle los orígenes de algunas de las costumbres navideñas más populares.

Villancicos

En cuanto a los villancicos navideños, la publicación del Reader’s Digest “Why in the World?” dice en la página 192: “Los primeros cantos de Navidad, escritos en latín y de tono solemne, probablemente fueron compuestos en el siglo IV, cuando la Iglesia Romana convirtió la fiesta en un día festivo. Sin embargo los villancicos se remontan a tiempos paganos. Los griegos los usaban en obras de teatro y los romanos los cantaban durante las saturnales… Durante siglos, la Iglesia prohibió los villancicos debido a sus asociaciones paganas”.

Regalos de Navidad

Otra costumbre muy popular asociada con la Navidad es el intercambio de regalos. Se afirma que esta costumbre se originó con el ejemplo bíblico de los magos o sabios, dando regalos al Niño Jesús. Sin embargo, Reader’s Digest señala lo siguiente en “Why in the World?”, en la página 194: “Los romanos daban regalos en sus saturnales… Como tantas otras tradiciones estacionales, es difícil decir si la de los regalos de Navidad es de origen pagano o cristiano”.

Pero en realidad no es tan difícil ver que esta costumbre es de origen pagano. Por ejemplo, la Encyclopedia of Religion, edición de 1987, artículo “Navidad”, muestra la asociación del intercambio de obsequios con costumbres paganas, cuando afirma: “Dar obsequios en Navidad probablemente se originó con la costumbre romana pagana de intercambiar obsequios (strenae) en el año Nuevo”.

La Bibliotheca Sacra, vol. 12, páginas 153 a 155, coincide: “El intercambio de regalos entre amigos es una característica similar de la Navidad y las saturnales, y los cristianos deben haberlo adoptado de los paganos, como muestra claramente la advertencia de Tertuliano”.

Pero, ¿qué pasa con la idea de que la costumbre de intercambiar regalos en Navidad se deriva del hecho bíblico de que los magos le dieron regalos a Cristo? Francamente, no hay asociación o conexión alguna. Los Reyes Magos o sabios buscaban al “rey de los judíos”. Y al acercarse a Cristo como Rey, siguieron la costumbre oriental de traerle regalos. No intercambiaron regalos entre ellos. También es interesante analizar el tipo de regalos que le dieron a Jesús.

Das Beste, una publicación de Reader’s Digest, publicó un libro en 1990 titulado “Wunder und Rätsel der Heiligen Schrift”. Señala en la página 278: “En uno de sus sermones, el monje Elfric escribió en el siglo X: ‘El oro pertenece a un rey; el incienso pertenece a los servicios; y la mirra se usa para los cuerpos de los muertos, para que puedan conservarse más tiempo. Los… magos adoraron a Cristo y le trajeron presentes simbólicos. El oro lo representaba como un verdadero rey [compárese Apocalipsis 19:16]; el incienso lo representaba como el verdadero Dios [y nuestro Sumo Sacerdote, compárese Hebreos 4:14–15]; y la mirra representaba el hecho de que podía morir entonces, pero que ahora es inmortal por toda la eternidad’”.

También debemos notar que los Magos no visitaron a Cristo junto con los pastores en la misma noche en la que nació Cristo. Más bien, visitaron a José, María y el Niño Jesús mucho tiempo después del nacimiento de Jesús. Solo aparecieron en Jerusalén después del nacimiento de Jesús en Belén (Mateo 2:1). Cuando los magos llegaron a Belén, la familia se alojaba en una casa (Mateo 2:11)—ya no en un establo (Lucas 2:6–7). En ese momento, Jesús no era un bebé recién nacido (Lucas 2:12,16), sino un “Niño pequeño” (Mateo 2:9,11,13–15). Herodes mandó a matar a todos los niños varones, “menores de dos años, conforme al tiempo que había inquirido de los magos” (Mateo 2:16).

Aparte, los Reyes Magos, u hombres sabios, están tergiversados en la “Christmas Story” en otros aspectos también. La revista P.M., hace tiempo publicó un artículo titulado “What do we know about the Three Holy Kings?”. El artículo señaló:

“Que ellos [los magos] se convirtieron en reyes, se puede acreditar al teólogo Tertuliano (160 hasta 220). Escribió lo siguiente: ‘En el este, normalmente los magos eran reyes’. Entonces vemos cuán rápido los sabios de la Biblia se habían convertido en reyes… Según la tradición persa, estos magos eran descendientes del antiguo sacerdocio medoEn el evangelio no se nos dice cuántos eran. Las iglesias orientales hablan de doce Reyes Magos”.

“Jacob de Edesa (640–708), uno de los escritores antiguos más importantes de la Iglesia de los jacobitas, escribe: ‘Los magos eran de Persia, pero no eran tres, como los representaban los artistas para el pueblo, como se deriva de la trinidad de los dones de oro, mirra e incienso, sino doce, como se puede ver en muchas tradiciones. Los que vinieron eran príncipes y personas muy respetadas del país de Persia. Los acompañaba mucha gente, más de mil hombres, de modo que Jerusalén se alborotó mucho cuando llegaron’”.

El artículo también especula que el número de los Magos se redujo a “tres”, no por los tres tipos de dones mencionados, sino porque se buscaba otro argumento a favor de la Trinidad. Supuestamente, los restos de los “tres reyes” descansan hoy en la cúpula de Colonia en Alemania. Sin embargo, P. M. señala que “las prendas en las que están envueltos los huesos se hicieron en el segundo o tercer siglo después de Cristo en Siria”.

La Iglesia cristiana “adoptó” la costumbre pagana de intercambiar regalos el 25 de diciembre y la incorporó a su propia “fe”, dándole un manto “cristiano”. Esta costumbre no estaba tomada de la Biblia ni de la visita de los Reyes Magos a Belén, y no tenía nada que ver con el hecho de que los Reyes Magos le habían dado regalos a Cristo.

Papá Noel

Estrechamente asociada con la entrega de regalos en Navidad está la figura de Papá Noel, también llamado San Nicolás. Innumerables padres han explicado a sus hijos sorprendidos que fue “aquel anciano de barba blanca y traje rojo” quien, a escondidas, colocó regalos debajo del árbol de Navidad mientras ellos dormían. Y los niños inocentes creyeron a sus padres, por supuesto, hasta que supieron la verdad. ¿Fue una mentira “inofensiva”? Los niños han sido criados con la enseñanza implícita de que no todas las mentiras son malas. Entonces ellos, a su vez, adoptan ese proceso de pensamiento en sus propias vidas. De lo contrario, comenzaron a desconfiar de sus padres también en otras áreas de la vida.

Según la leyenda, hubo un sacerdote católico que supuestamente les dio regalos a los niños en diciembre. Este sacerdote supuestamente era el obispo de Myra, y se llamaba “Nicolás”. Según informes, murió el 6 de diciembre de 326 d.C. Esta es la explicación “oficial”, de por qué el “día de San Nicolás” se celebra hoy en día el 6 de diciembre. Sin embargo, muchos historiadores dudan de que esta leyenda tenga alguna legitimidad. Incluso cuestionan si tal sacerdote existió alguna vez.

Un registro que se publicó bajo el Papa Pablo VI en 1969 plantea dudas sobre si Nicolás era un santo o si solo era un héroe “legendario”, si es que vivió. Desde 1969, la Iglesia Católica ha dejado que sus seguidores decidan por sí mismos si adorar o no a Nicolás como santo.

Por otro lado, es un hecho histórico que los paganos adoraban a un dios pagano que muestra grandes similitudes con el Santa Claus moderno. Esta deidad pagana era el antiguo dios germánico “Wodan”. Fue llamado “Odín” en Escandinavia. Wodan u Odin era un dios del sol. Según la creencia pagana, dio su vida por el mundo “colgado de un árbol” o de una cruz durante nueve noches, después de lo cual fue “atravesado por una lanza”.

En la leyenda escandinava, Odín [o Wodan] era llamado “Padre Todopoderoso”. Fue visto como “el dios principal en una trinidad pagana… y esta trinidad se convirtió en el creador del hombre”. (compárese Earl W. Count, “4000 Years of Christmas”, 1948, página 52). En las leyendas germánicas, Wodan [u Odin] tenía un árbol sagrado, y cuando alguien se acercó a ese árbol el 25 de diciembre, encontraría regalos debajo de él. Además, el día de Wodan en el que se le rendía culto, era el 6 de diciembre. Wodan u Odín se representa como un anciano con un gran sombrero, un abrigo ancho y una barba larga y gris, que monta a caballo. Aunque el Papá Noel moderno monta un trineo tirado por renos, no siempre fue así. Según la tradición, Papá Noel originalmente montaba a caballo.

Earl W. Count, Doctor en Filosofía y Profesor de Antropología, afirma en “4000 Years of Christmas”, en las páginas 11 y 54: “Realmente no sabemos cuándo nació el Niño Jesús…; o la hora y el lugar en que se celebró la Navidad por primera vez; o exactamente cómo fue que, a lo largo de los siglos, un obispo-santo de Asia Menor y un dios pagano de los germanos se fusionaron para convertirse en Santa Claus… Sin embargo, lo que más nos interesa es el hecho de que Wodan [u Odín] se haya convertido en—Papá Noel, o, como mejor se le llama, San Nicolás”.

Otros dioses paganos también podrían haber sido responsables de dar forma a la imagen moderna de Santa Claus. En la antigüedad, una chimenea servía como entrada y salida natural de los dioses del fuego y los dioses solares cuando visitaban los hogares. Cada año, vestidos con una gorra roja y una chaqueta roja puntiaguda, los dioses del fuego viajaban desde los cielos distantes para visitar hogares para distribuir favores o castigos. No debería ser difícil ver la conexión entre las antiguas supersticiones sobre los espíritus del hogar y la figura moderna de Papá Noel usando la chimenea, con los zapatos y las medias colgadas junto a la chimenea.

¿De dónde viene el nombre de “Santa Claus” o “Nicolás”? En Apocalipsis 2:6, se nos presenta la secta de los nicolaítas que enseñaba y practicaba conceptos y doctrinas erróneas. [Predicaron especialmente la herejía de la “gracia sin obras”. La Biblia, por otro lado, deja muy claro que, aunque la “vida eterna” se nos ofrece por gracia, como un regalo de Dios, nuestra recompensa nos va a ser dada “conforme a nuestras obras” (Apocalipsis 22:12)]. Nicolás, el fundador de la secta de los nicolaítas, era un gentil converso, pero más tarde se apartó de su conversión. Este “Nicolaus” no es otro que “Nicolás” o “Santa Claus”. En alemán, por ejemplo, las similitudes de estos dos nombres son aún más llamativas. “Nicolaus”, el fundador de los “nicolaítas”, se traduce en alemán como “Nikolaus”—y “Santa Claus” en alemán también es “Nikolaus”.

En las leyendas paganas, los espíritus o dioses del agua se adoraban como “Nick” o “Nickel”. Todos ellos fueron adorados el 6 de diciembre. Los dioses femeninos del agua fueron llamados “Nixen” (la expresión alemana para “sirenas”). En estas leyendas, Papá Noel o San Nicolás está acompañado por un sirviente, llamado “Knecht Ruprecht”. En “The Pageantry of Christmas”, publicado por los editores de la revista Life, se nos dice en la página 62: “Knecht Ruprecht, el ayudante de San Nicolás,… era capaz tanto de castigar como de recompensar, y los cuernos en su cabeza revelan su origen demoníaco… También era conocido como Black Peter”.

Velas navideñas y pasteles navideños

Las velas navideñas juegan un papel sumamente importante en la celebración de la Navidad. Pero, ¿por qué la gente enciende velas en Navidad? Reader’s Digest “Why in the World?” explica en la página 195: “Los pueblos antiguos, conscientes del cambio de estaciones, encendían hogueras para animar el retorno de la primavera. Los romanos, durante sus saturnales, adornaban sus casas con velas encendidas y vegetación… Cuando ponemos velas o luces en un árbol de Navidad hoy, estamos siguiendo las tradiciones de la antigua Roma”.

También es “costumbre” hornear pasteles en la época de Navidad. Pero esto también es una costumbre pagana que la Iglesia Romana adoptó e incorporó a su sistema de creencias. El Kalifornische Staatszeitung publicó un artículo en su edición del 21 de diciembre de 1984, titulado “Older Than Christmas”, que dice en la página 25: “La costumbre de hornear pasteles especialmente creados en esta época del año [en Navidad] es más antigua que la Navidad misma. Al final del año los egipcios y los romanos sacrificaban a sus dioses tortas en forma de pan o también en forma de animales y de hombres, hechos de pasta o bicarbonato de sodio. Casi las mismas figuras simbólicas se pueden encontrar entre las tribus germánicas que pedían a la diosa de la fertilidad, en ese momento, con sacrificios de pan, las bendiciones del hogar y la tierra de cultivo. Durante siglos, se preservó entre los pueblos la superstición de que los pasteles de Navidad, fantásticamente formados, tenían el poder de traer suerte y fortuna”.

El árbol de Navidad

La costumbre navideña quizás más apreciada de todas es el árbol de Navidad. El árbol de Navidad, un árbol de hoja perenne, era un objeto de culto pagano. Ejemplifica a gran escala sus orígenes paganos y demoníacos y la incorporación de costumbres paganas al cristianismo ortodoxo.

Primero, considere esta cita del Reader’s Digest, “Why in the World?”. En la página 210 discuten la cuestión de por qué la gente toca o golpea madera para la llamada “buena suerte”. “La creencia de que tocar madera aplacará a los espíritus malignos se remonta a tiempos paganos, cuando los árboles se consideraban sagrados como la morada de los dioses. Estos dioses… eligieron algunos árboles para que estuvieran siempre verdes, un signo de inmortalidad. Tocar un árbol era una señal de respeto a los dioses, una petición para ser concedido favores o agradecimiento”.

Uno de esos dioses paganos que vivía en árboles sagrados era Atis de Frigia (que se analiza con más detalle más adelante en este folleto). Era un dios de la vegetación y un “espíritu de árbol”. James G. Frazer señala en su libro, “The Golden Bough”, en las páginas 297 y 298: “El carácter original de Attis como un espíritu de árbol se destaca claramente por el papel que el pino juega en su leyenda y ritual… Después de su muerte, se dice que Attis se transformó en un pino… En el equinoccio de primavera (22 de marzo), se cortó un pino en el bosque y se llevó al santuario de [la diosa frigia] Cibeles, donde se trató como una divinidad. Estaba adornado con bandas de lana y coronas de violetas, pues se decía que las violetas brotaban de la sangre de Attis”.

Attis no fue el único “espíritu de árbol”. El dios de Egipto, Osiris, también era un espíritu de árbol. Era un dios pagano “cuya muerte y resurrección anual se ha celebrado en tantos países” (James G. Frazer, La Rama Dorada, p. 301). Frazer también señala, en la página 309, que “en las inscripciones, se hace referencia a Osiris como ‘el que está en el árbol’”.

Luego, Frazer nos presenta al dios griego Dionisio o Baco, el dios de la vid con forma de toro. “Al igual que los otros dioses de la vegetación…, se creía que Dionisio había muerto de manera violenta, pero que había vuelto a la vida; y sus sufrimientos, muerte y resurrección fueron representados en ritos sagrados”. (Frazer, página 322). Además de ser el dios de la vid, Dinoysus era “también un dios de los árboles en general. Así se nos dice que casi todos los griegos sacrificaban a ‘Dionisio del árbol’. En Beocia, uno de sus títulos era ‘Dionisio en el árbol’… Entre los árboles particularmente sagrados para él, además de la vid, estaba el pino. El oráculo de Delfos ordenó a los corintios que adorasen un pino en particular ‘igualmente que el dios’” (Frazer, páginas 321–322).

Se creía que el pino era la morada de los dioses paganos. En realidad, los dioses paganos supuestamente se transformaron en pinos. Como tal, el pino estaba adornado con violetas y era tratado como una divinidad o deidad—de hecho, era adorado como un dios. Las similitudes con la costumbre moderna de decorar un árbol de hoja perenne o pino como árbol de Navidad, y cantar villancicos delante de él, son llamativas. ¡Y pensar que esas prácticas se derivaron de la adoración de dioses paganos o demonios es aterrador!

Ralph Woodrow escribió en “Babylon, Mystery Religion”, edición 1981, en la página 152: “El árbol de Navidad… recapitula la idea de la adoración del árbol…, nueces y bolas doradas que simbolizan el sol… Todas las festividades del solsticio de invierno se han absorbido en el día de Navidad… El árbol de Navidad [fue absorbido] desde los honores pagados al abeto sagrado de Odín”.

Cómo las costumbres paganas se “cristianizaron”

El profesor Golby hizo comentarios adicionales en la televisión sobre la incorporación de los orígenes paganos de la Navidad y sus costumbres a la religión “cristiana”: “Los árboles de Navidad son de hoja perenne… Obviamente, son parte de las antiguas fiestas paganas… Lo que creo que es lo asombroso de la Iglesia cristiana es la forma en la que ha podido absorber las cosas y aceptarlas, de hecho, aceptar figuras paganas, e incorporarlas a la Iglesia”.

Francisco Owen está de acuerdo. Afirmó en su obra, “El pueblo germánico”, en la página 209: “Muchas de las creencias de esta antigua religión germánica… solo fueron modificadas superficialmente por las enseñanzas de la Iglesia cristiana. Las viejas creencias y costumbres son difíciles de erradicar”.

Es un hecho histórico que la Iglesia cristiana no erradicó las costumbres navideñas paganas, sino que las abrazó e incorporó dándoles un significado “cristiano”. Escuche esta cita de los editores de Life, en “El espectáculo de la Navidad”, en la página 10: “Los seguidores de Mitra, un dios sol persa cuyo culto fue llevado a Roma por los legionarios que regresaron y se convirtió en el principal rival del cristianismo, celebrado el 25 de diciembre como Dies Solis Invicti Nati (“Cumpleaños del Sol Invicto”). Los mismos romanos habían celebrado la estación del solsticio como Saturnalia durante mucho tiempo, en honor a Saturno, el dios de la agricultura… El intercambio de regalos se convirtió en una parte importante de las festividades [de Saturnalia]. Al principio eran simples—velas de cera o muñecos de arcilla—pero poco a poco se volvieron más elaborados. Los cristianos comenzaron a absorber estas viejas costumbres y les dieron un significado cristiano para ayudar a difundir la fe. Muchos padres de la Iglesia consideraron que el método era peligroso…

“Pero la mayoría de los misioneros cristianos que se mudaron a Europa Central y Occidental cuando el Imperio Romano se derrumbó, siguieron el consejo de [Papa] Gregorio Magno. Escribió en 597 que no deberían tratar de sofocar las costumbres paganas “de repente”, sino adaptarlas “para la alabanza de Dios”.

“En el norte, en la temporada navideña, los misioneros encontraron a los seguidores paganos de los dioses Woden y Thor luchando contra la malvada oscuridad del invierno con enormes hogueras. En Europa Central, encontraron la creencia de que a la muerte del sol viejo, las brujas y los demonios ardientes venían a la tierra para destruir la fertilidad del Año Nuevo, y podían ser disuadidos por regalos. En Gran Bretaña, encontraron druidas rindiendo homenaje a la victoria de los árboles de hoja perenne sobre la oscuridad del invierno. Los misioneros, siguiendo el consejo de Gregorio Magno, no hicieron ningún esfuerzo por ‘cortar’ las ‘malas costumbres’. Como resultado, muchas de ellas sobreviven como preciadas tradiciones navideñas de hoy”.

Muchos otros investigadores y autores han llegado a las mismas conclusiones. Arthur Weigall escribió en “El paganismo en nuestro cristianismo”, en la página 209: “La política de la Iglesia es adaptar los antiguos días sagrados paganos a las ideas cristianas, y no suprimirlos… Las fiestas que llamamos Navidad y Pascua son paganas, no cristianas, en origen”.

Earl W. Count comenta en “4000 years of Christmas”, en las páginas 25–27: “[Durante las saturnales,] los salones de los romanos estaban adornados con ramas de laurel y árboles verdes, con velas encendidas y con lámparas—porque los espíritus flotantes de las tinieblas tenían miedo de la luz… Para los cristianos, las Saturnales eran una abominación, en homenaje a un dios de mala reputación [Saturno] que no existía de todos modos… Los Padres de la Iglesia descubrieron alarmados que estaban… enfrentándose a una invasión de costumbres paganas. El hábito de las saturnales era demasiado fuerte para dejarlo atrás. Al principio la Iglesia lo prohibió, pero en vano…. Los Padres de la Iglesia ahora intentaban señalar el festival hacia el Sol Cristiano de Justicia…. La Iglesia finalmente logró tomar la alegría, el verdor, las luces y los regalos de Saturno y dárselos al Niño de Belén”.

El U.S. News & World Report, del 23 de diciembre de 1996, coincide con esto en la página 59: “La opinión más generalizada es que la fiesta fue una ‘cristianización’ intencional de las saturnales y otras festividades paganas… Como dijo un historiador: ‘Los romanos paganos se convirtieron en cristianos—pero los saturnales permanecieron’”.

El artículo de Reader’s Digest, “Why in the World?”, señala en la página 191: “En todo el mundo, la Iglesia en general adoptó una postura pragmática. Incapaz de prohibir los excesos paganos que se habían convertido en parte de la celebración, se esforzó por librarlos de sus características indeseables y acogió los ritos renovados en el regocijo navideñocomo si fueran sagrados.Las antiguas costumbres navideñas sobrevivieron y se agregaron otras nuevas. La Navidad se convirtió, tal como la conocemos hoy, en una mezcla mágica de devoción cristiana y placeres paganos, una fiesta que sobrevive gracias a la demanda popular”.

Sí, la Navidad y sus costumbres son de origen pagano, no cristiano. La Iglesia Católica Romana, en lugar de erradicarlos, les dio un significado “cristiano”. Pero eso no los hizo cristianos. La edición de diciembre de 1981 de la U.S. Catholic admite en la página 32: “Es imposible separar la Navidad de sus orígenes paganos”.

El U.S. News and World Report declaró en su edición del 23 de diciembre de 1996, en la página 60, que los puritanos “tenían razón cuando señalaron… que la Navidad no era más que una fiesta pagana cubierta con un barniz cristiano”.

La Iglesia de Roma ordenó celebraciones navideñas

Como hemos visto, cuando la Iglesia fue incapaz de prohibir las celebraciones navideñas, se dio un sentido “cristiano” superficial a las costumbres y, como tales, se permitieron. Más tarde, sin embargo, en realidad fueron comandadas.

Religion in Geschichte und Gegenwart escribe en su tercera edición: “El origen de [las celebraciones cristianas de] la Navidad debe verse en la Iglesia de Roma”.

The Encyclopedia Americana (1944), concuerda: “Se estableció una fiesta en memoria de este evento [el nacimiento de Jesús] en el siglo IV. En el siglo V la Iglesia Occidental ordenó que se celebrara para siempre en el día de la antigua fiesta romana del nacimiento del Sol, ya que no existía un conocimiento seguro del día del nacimiento de Cristo”.

Fue la Iglesia Católica Romana la que ordenó a sus seguidores que mantuvieran las costumbres paganas de la Navidad para demostrar la “victoria de Cristo, el verdadero sol, sobre el culto pagano” de la adoración del sol. (Religion in Geschichte und Gegenwart).

Como señala el periodico San Diego Union Tribune en la página 7 de su suplemento TV Week del 17 al 23 de diciembre de 2000, la Navidad “pasó de ser la fiesta del sol naciente a ser la fiesta del hijo resucitado”. Y aquellas denominaciones no católicas que observan la Navidad hoy como una fiesta cristiana, no lo hacen en cumplimiento de los mandatos bíblicos, sino en obediencia al liderazgo de la Iglesia Católica.

Adoración del dios pagano Mitra hoy

Ya hemos tocado en varias ocasiones al dios persa Mitra o Mithras, y vimos que el cristianismo no erradicó las enseñanzas y costumbres mitraicas, más bien que las absorbió. Ahora queremos centrar nuestra atención en la adoración pagana de este dios persa Mitra, ya que es fascinante ver hasta qué punto las enseñanzas y costumbres mitraicas sobrevivieron en el llamado cristianismo moderno. ¡La verdad es bastante asombrosa!

La revista alemana “P.M.”, hace unos años, publicó un artículo titulado “Can You Imagine to Believe on Mithras?” Comenzaba así: “Un día temprano en el año 180 d.C. Un domingo habitual en la ciudad portuaria de Ostia frente a las puertas de Roma. Conmoción en las diferentes partes de la ciudad. Por todas partes vemos grupos de hombres moviéndose por los estrechos barrios del pueblo… Pero nadie los nota… Todo el mundo sabe a dónde van los hombres: Es domingo, el día del sol—los hombres van a los cultos.

“¿Son cristianos? ¿Vivimos una escena típica de los primeros días de esta religión aquí? No—los hombres adoran a otro dios. Mitra es el nombre de ese ser trascendente de quien esperan la salvación. Y cada año en invierno celebran su cumpleaños: en la noche del 25 de diciembre con una especie de culto que hoy podríamos llamar misa de medianoche”

“El culto a Mitra todavía influye en nuestras vidas hoy en día… Mitra era el dios principal de las legiones romanas. Sólo en Alemania, se desenterraron cuarenta reliquias de Mitra—doce de ellas en o cerca de Frankfurt… Fue el emperador Constantino quien estaba presionando en el Concilio de Niza (que se encuentra hoy en Turquía) en 325 para unir a sus súbditos bajo una sola fe… Aunque el propio emperador pertenecía al culto de adoración del sol (sólo fue bautizado en su lecho de muerte), se decidió por el cristianismo como confesión común para todos los romanos. Para hacer aceptable la nueva religión para los seguidores de Mitra, declaró el domingo como el día común de descanso para todo su imperio”…

“Se suponía que otra decisión acercaría más a los cristianos y los mitraítas: Se declaró que el cumpleaños de Jesús era el mismo día en el que supuestamente nació Mitra (en el año 354, el 25 de diciembre se menciona por primera vez). Hasta entonces, los cristianos no habían celebrado la Navidad”.

El artículo también publicó numerosas imágenes y fotografías. Debajo de una de ellas se dice lo siguiente: “En el culto tardío de Mitra, aparece el Dios tripartito… Es obvia la relación que existe con la Trinidad cristiana”.

Lo que es aún más sorprendente es el hecho de que la Biblia en ninguna parte enseña la Trinidad. Se identifica a Dios, consistiendo de dos seres—el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo no es una persona o el tercer ser dentro de la Familia Dios, sino el poder emanante de Dios. Pero aquí vemos cómo este concepto no bíblico de la Trinidad llegó al cristianismo—a través de sistemas de creencias paganas como el sistema de creencias de Mitra, un culto que fue absorbido y, al mismo tiempo, “cristianizado” por la Iglesia romana.

La gran influencia y el impacto que los conceptos paganos, tal como se enseñan en el culto de Mitra, tuvieron en el cristianismo ortodoxo no se puede subestimar ni exagerar. Escuche esta explicación adicional de Esme Wynne-Tyson en “Mithras, The Fellow in the Cap”, como se indica en las páginas 22 y 24: “Desde el principio, Mitras fue equiparado con el Sol y con la luz… En resumen, es un Cristo pagano… Mitra no sólo era el Dios-Sol, sino también el Mediador entre la humanidad y el Ser Supremo… Su cumpleaños se celebraba en el calendario mitraico el 25 de diciembre. El domingo… estaba consagrado a él, y conocido como el Día del Señor mucho antes de la era cristiana. Su renacimiento se conmemoraba en Pascuas”.

Edward Carpenter señaló en “Credos paganos y cristianos: su origen y significado”, 1921, página 21: “Mitra nació en una cueva, y el 25 de diciembre. Nació de una Virgen… Sus grandes fiestas eran el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera (Navidad y Semana Santa). Tenía doce compañeros o discípulos (los doce meses). Fue enterrado en una tumba, de la que, sin embargo, resucitó; y su resurrección se celebraba cada año con grandes regocijos. Fue llamado Salvador y Mediador; y algunas veces representado como un cordero”.

John M. Robertson escribió en “Pagan Christs, Studies in Comparative Hierology”, en las páginas 305, 306 y 327: “El primer día de la semana, el domingo, fue aparentemente consagrado a Mitra desde tiempo inmemorial… Tenemos información exacta sobre las dos principales ceremonias o fiestas mitraicas, las de Navidad y Pascua…, el cumpleaños del Dios-Sol y el período de su sacrificio y su triunfo. Que la Navidad es una fiesta solar de antigüedad desconocida que los primeros cristianos se apropiaron de su Cristo…, ya no lo niegan los eruditos cristianos competentes… La verdad es… que el mitraísmo no fue derrocado; simplemente fue transformado. Había ido demasiado lejos para ser derrocado; la pregunta era si debía continuar rivalizando con el cristianismo o ser absorbido por él”.

Como hemos visto, fue absorbido. Y muchos, si no la mayoría de sus elementos paganos, costumbres y enseñanzas también fueron absorbidos—dándoles un manto “cristiano”. Es por eso que el mundo cristiano ortodoxo celebra el domingo, aunque Dios nos dice que santifiquemos el sábado—el tiempo desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado (compárese Éxodo 20:8–11).

Preste atención a esta notable cita de H.G. Well, autor de novelas ficticias como “The Time Machine” y “The Invisible Man”. También escribió, “The Outline of History”, señalando en la página 543: “Parecería que los cristianos adoptaron el domingo como su principal día de adoración en lugar del… sábado, del culto mitraico”.

Y de hecho lo hicieron. Y debido al culto mitraico y otras enseñanzas paganas, hoy se observan fiestas anuales paganas como la Navidad o la Pascua. Al mismo tiempo, el cristianismo ortodoxo no santifica los días anuales que Dios ha santificado—como la Pascua, los días de los Panes sin levadura, Pentecostés, Fiesta de las trompetas, Dia de la expiación o la Fiesta de los Tabernáculos (compárese Levítico 23). La adaptación de enseñanzas mitraicas y otras enseñanzas paganas es la razón por la cual las costumbres no cristianas se abrazan y se cree en ellas como doctrinas “cristianas”.

Escuche la cita siguiente de Funk and Wagnall’s New Encyclopedia, vol. 17, sobre “Mitraísmo”: “…el culto de Mitra, el antiguo dios persa de la luz y la sabiduría… Mitra se convirtió en el dios del sol, que se adoraba en su nombre… Era un gran rival del cristianismo en el mundo romano… El mitraísmo era similar al [llamado] cristianismo en muchos aspectos, por ejemplo, en… la adoración de los pastores en el nacimiento de Mitra, la adopción de los domingos y del 25 de diciembre (el cumpleaños de Mitra) como días santos, y en la creencia en la inmortalidad del alma”.

En ninguna parte la Biblia nos dice que “adoremos” a los pastores. Aquellos que hacen eso hoy mientras representan la escena de la natividad, en realidad siguen a los adoradores paganos de Mitra. La Biblia tampoco enseña que tenemos un alma inmortal. Muy al contrario, Dios nos dice que “el alma que pecare, esa morirá”. (Ezequiel 18:4,20). Si nos arrepentimos, entonces nuestras almas serán “salvadas de la muerte” (Santiago 5:20). En lugar de tener un alma, inmortal o no, el hombre es un alma (compárese Génesis 2:7: “y fue el hombre un ser viviente” o “alma viviente”). Y si el hombre peca y no se arrepiente de ello, entonces el hombre, el alma, morirá la muerte eterna. Entonces, el concepto de que tenemos un alma inmortal no proviene de la Biblia, sino del paganismo y las enseñanzas de culto de Mitra y otros dioses paganos.

Que el mitraísmo no se extinguió, sino que sobrevivió en el cristianismo, también se puede ver en esta cita tomada de Funk and Wagnall’s New Encyclopedia, vol. 24, bajo “Adoración del sol”: “… En la antigua Persia, la adoración del sol era una parte integral del culto elaborado de Mitra… La adoración del sol persistió en Europa incluso después de la introducción del cristianismo, como lo demuestra su supervivencia disfrazada en tales prácticas tradicionales cristianas como la hoguera de Pascua y la quema del Tronco de Navidad en Navidad”.

En la Biblia también se alude a que el mitraísmo era la religión nacional de Persia y una fuerza dominante en la antigüedad. En Esdras 1:8 y 4:7 leemos acerca del tesorero persa “Mitrídates”. Esta palabra significa literalmente, “regalo de Mitra”. Las personas prominentes en realidad se nombraron según ese dios persa.

Adoración del dios pagano Attis hoy

Mientras que el culto de Mitra tuvo una gran influencia en el cristianismo, la adoración de Mitra no fue de ninguna manera la única religión pagana que encontró una vía al cristianismo. Como ya vimos, también se absorbió el culto pagano de otros dioses como Saturno, Thor, Wodan u Odín. Y también lo fueron elementos del culto de Attis, un dios en Frigia. Leemos en la Woman’s Encyclopedia of Myths and Secrets sobre Attis:

El culto de Attis influyó fuertemente en el cristianismo primitivo… Attis era un hijo de la encarnación terrenal de la Diosa, la virgen Nana, quien lo concibió milagrosamente al comer una almendra o una granada… Creció para convertirse en una víctima sacrificial y Salvador, asesinado para traer salvación a la humanidad. Su cuerpo fue comido por sus adoradores en forma de pan. Fue resucitado como el ‘Dios Altísimo…’ La pasión de Attis se celebró el 25 de marzo [otras fuentes indican el 22 de marzo], exactamente nueve meses antes de la festividad de su nacimiento, el 25 de diciembre… El día de la muerte de Attis era el Black Friday… El dios murió y fue enterrado. Descendió al inframundo. En el tercer día resucitó de entre los muertos… Este era el domingo; el dios se levantó en gloria… Los cristianos guardaron desde entonces el Domingo de Pascua con procesiones de carnaval derivadas de los misterios de Atis”.

Michael Jordan escribe sobre Attis en la “Encyclopedia of God”. Señala lo siguiente: “En la época cristiana, la fiesta de Pascua se apoderó de la fecha de los ritos de Attis”. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué el mundo cristiano celebra la Pascua, afirmando que Cristo fue crucificado un viernes y resucitó un domingo? La Biblia en ninguna parte menciona la Pascua. La Biblia en ninguna parte dice que Cristo fue asesinado un viernes y que resucitó un domingo. De hecho, no pudo haber ocurrido así, ya que iba a estar muerto en la tumba por tres días y tres noches, como Jonás estuvo en el vientre del monstruo marino (Mateo 12:40). No se pueden contar tres días y tres noches desde el viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana. Tanto la historia como la Biblia prueban que Cristo fue realmente crucificado un miércoles por la tarde y que resucitó el sábado antes de la puesta del sol. Pero como acabamos de leer, los dioses paganos como Attis supuestamente fueron asesinados un viernes y resucitaron un domingo. Y así esas costumbres paganas fueron incorporadas a las doctrinas y prácticas de la Iglesia Romana, al reemplazar dioses paganos como Attis con Cristo y dándoles un manto “cristiano”.

Satanás—el autor de un mito universal

Debería ser obvio que todas estas leyendas similares que involucran diferentes dioses, costumbres y ritos paganos son parte de un “mito universal”, como lo expresó John M. Robertson (“Pagan Christs”, página 307).

Además, Edward Carpenter escribió en “Pagan & Christian Creeds”, comenzando en la página 25: “La similitud de estas antiguas leyendas y creencias paganas con las tradiciones cristianas era realmente tan grande que excitó la atención y la ira no disimulada de los primeros padres de la Iglesia. No sintieron ninguna duda acerca de la similitud [y concluyeron]… que el Diablo—para confundir a los cristianos—había causado, siglos antes, que los paganos adoptaran ciertas creencias y prácticas… Justin Martyr, por ejemplo, describe la institución de la [llamada] Cena del Señor como se narra en los Evangelios, y luego continúa diciendo, ‘La cual los malvados demonios han imitado en los misterios de Mitra’ [y podríamos agregar también a Attis], ordenando que se haga lo mismo. Para esto, se utiliza el pan y una copa de agua con ciertos encantos en los ritos místicos que uno ya conoce o los puede aprender”. Tertuliano también dice que ‘el diablo por los misterios de sus ídolos imita incluso la parte principal de los misterios divinos’”.

La Biblia se refiere en numerosos lugares a tales imitaciones paganas demoníacas de lo que Cristo haría o hizo. Por ejemplo, Ezequiel 8:13–15 describe la adoración de “Tammuz” como una abominación. Según la leyenda, Tammuz, o Adonis, nació de una virgen en el solsticio de invierno y fue asesinado por un jabalí. Cada año las doncellas lloraban por él. En la primavera se celebraba un festival de su resurrección. (Carpenter, página 22). Este dios pagano Tammuz era un dios de la vegetación sumeria o siria, una falsificación pagana de Jesucristo.

En 1 Corintios 10:14–22, Pablo se refiere a ritos paganos como los de Mitra o Attis. Pablo los identifica con la idolatría y exhorta a los cristianos a no tener nada que ver con ellos: “Por tanto, amados míos, huid de la idolatría… La copa de bendición que bendecimos [durante el memorial anual de la muerte de Cristo en la Pascua], ¿no es comunión en la sangre de Cristo? El pan que partimos [en la Pascua], ¿no es comunión en el cuerpo de Cristo? … ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Más bien digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios, y no a Dios; y no quiero que vosotros tengáis comunión con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios”.

La adoración de dioses paganos y la participación en sus costumbres se describen en la Biblia como adoración de demonios. Y la introducción de ritos paganos, que en algunos casos pueden parecerse a las prácticas cristianas, en el verdadero culto a Dios, se identifica con la idolatría. Satanás sabía que Dios enviaría a Jesucristo a morir por la humanidad. Muchas escrituras del Antiguo Testamento predicen con gran detalle la primera venida de Cristo.

La estrategia de Satanás de oponerse a Dios fue dual. Primero, influyó en las personas para crear un mito universal de un Salvador pagano que sería adorado con diferentes nombres, y que tendría algunas similitudes con Jesucristo y lo que él lograría, para que las personas pudieran ver a Cristo como “otro” Libertador. Muchos historiadores creen que el mito universal de Satanás comenzó con el Nimrod de la Biblia en Génesis 10:8–12. Cuenta la leyenda que este “poderoso cazador” se casó con su propia madre, Semiramis. Cuando murió, Satanás inspiró a Semiramis a inventar y difundir la idea de que Nimrod todavía estaba vivo como un ser espiritual. Ella afirmó que un árbol de hoja perenne completamente desarrollado brotó de la noche a la mañana del tocón de un árbol muerto, y que Nimrod visitaba el árbol y dejaba regalos allí en cada aniversario de su nacimiento, el 25 de diciembre. Una versión ligeramente diferente de este relato es que el árbol de hoja perenne supuestamente simbolizaba al hijo de Nimrod, Tammuz, y que Nimrod volvió a la vida como Tammuz. Más tarde, Semiramis se hizo conocida y fue adorada bajo diferentes nombres como la “Reina del Cielo”.

La segunda parte de la estrategia de Satanás para oponerse a Dios fue asegurarse de que aquellos que creen y siguen a Jesucristo, el Hijo de Dios, serían bombardeados con los aspectos [ya existentes] de las religiones paganas, animándoles a absorberlos “en el honor y la gloria de Cristo.” Lamentablemente, a lo largo de los siglos, muchos que decían ser cristianos sí que cayeron en las tácticas y planes malvados de Satanás al incorporar ciertas doctrinas, costumbres y ritos paganos en su adoración a Dios.

Contra Argumentos de la Mente Carnal

Algunos pueden responder diciendo: “¿Y qué? ¿Por qué no celebrar la Navidad de todos modos? Aunque la Navidad es una fiesta pagana y sus costumbres son de origen pagano, lo hago para honrar a Cristo. Y aunque la Biblia no nos ordena a celebrarla, ¿no nos da Dios la libertad de celebrar el cumpleaños de su Hijo cuando queramos? Y además, si no nos gusta el “paganismo” asociado con la Navidad, ¿por qué no guardar la Navidad únicamente para honrar a Cristo, dejando atrás todas las costumbres paganas?

Sí, nosotros los humanos podemos encontrar todo tipo de razones para aferrarnos a nuestras tradiciones y creencias. De alguna manera queremos justificar nuestras acciones en lugar de llegar a un acuerdo con la verdad del asunto, y rápidamente se hace evidente cuán fuertemente nuestras creencias afianzan nuestras costumbres. No nos damos por vencidos fácilmente, incluso cuando se demuestra que estamos equivocados.

Por ejemplo, sabemos que la Navidad se ha comercializado totalmente, y el comercialismo la mantiene viva. Como señala U.S. News & World Report en su artículo del 23 de diciembre de 1996, en la página 64: “Convertir la Navidad en una celebración puramente religiosa ahora podría animar a aquellos que quieren ‘recuperar la Navidad’… Pero tal observancia ‘carecería la resonancia cultural y el impacto de una festividad profundamente arraigada en el mercado’. Si la Navidad llegase a eso… ‘probablemente no la celebraríamos como sociedad’”.

Y, aunque la Navidad es ampliamente promocionada como una época de “paz en la tierra y buena voluntad hacia los hombres”, es un hecho bien conocido que la Navidad es la época del año en el mundo occidental cuando se cometen más crímenes que en cualquier otra época. Es una época en que el alcoholismo corre rampante. Es un momento en que el comercio alcanza su punto máximo de conducta y comportamiento ilógico e irresponsable, y las personas incurren en deudas de tarjetas de crédito que nunca pueden pagar, solo para cumplir con su “obligación” de dar regalos a los demás. Los padres mienten a sus hijos, diciéndoles que Papá Noel entrará por la chimenea para traer regalos de Navidad y que si no se portan bien, Papá Noel no les traerá ningún regalo.

Sabemos lo que dice el mundo sobre la Navidad, pero ¿qué tiene que decir Dios sobre esta celebración? Aunque la palabra “Navidad” nunca se usa en la Biblia, ¿existen pautas y principios sobre cómo abordar este tema? ¡Absolutamente! Vamos a ver.

¡No mezcle las costumbres paganas con la adoración a Dios!

¿Sabe que puede ser sincero en su adoración a Dios y Cristo, y aun así adorarlos en vano? Cristo dijo claramente en Mateo 15:7–9: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.” ¿Quién puede dudar que la celebración de la Navidad y la observancia de sus costumbres son conforme a los mandamientos de los hombres? ¡En ninguna parte de la Biblia se nos dice que hagamos estas cosas! Y Cristo dijo, que este tipo de adoración religiosa que se basa en las tradiciones de los hombres era “en vano”, era inútil. Más bien, se nos dice expresamente cómo adorar a Dios.

Nótese lo que Dios le dijo a Israel acerca de cómo y cómo no adorarlo, como está registrado en Deuteronomio 12:29–32: “Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses… pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”.

La celebración de la Navidad y del nacimiento de Cristo en general está en clara violación del mandato mencionado anteriormente. La misma fecha y celebración de la Navidad fueron adoptadas del paganismo, al igual que sus costumbres. Los cristianos profesantes que celebran la Navidad hoy pueden pensar que lo hacen para honrar y adorar a Dios—pero repiten exactamente los ritos que los paganos usaban para servir a sus dioses—y Dios nos grita: “¡No adorarás al Señor tu Dios de esa manera!!!” Agregaron celebraciones navideñas a su adoración, mientras que quitaban la observancia de los verdaderos Días Santos anuales de Dios.

Nótese los comentarios de Ryrie Study Bible con respecto al pasaje en Deuteronomio 12:30: “Los israelitas ni siquiera debían preguntar acerca de la adoración de los cananeos, para que no se sintieran tentados a incorporar aspectos de ella en su adoración a Dios”.

¿Quién puede negar honestamente que esto es exactamente lo que sucedió con respecto a las celebraciones navideñas? El cristianismo ortodoxo adoptó o incorporó fiestas paganas como la Navidad y la Pascua, en lugar de suprimirlas. Se apropiaron de las costumbres paganas de la adoración a Jesucristo, en lugar de rechazarlas y derrocarlas. Esta práctica se llama “sincretismo” y está fuertemente prohibida en las Escrituras. Dios nos dice que no nos involucremos en ello, sino que nos libremos de todo lo pagano.

Nótese 2 Corintios 6:14–17: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?… ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente… Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo [espiritualmente], y yo os recibiré”.

Pasteles de Navidad condenados en las Escrituras

Por ejemplo, observe la condenación de Dios de una costumbre religiosa en la que estaban involucrados el antiguo Israel y Judá, como se registra en Jeremías 7:16–18: “Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. ¿No ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira”.

La “Reina del Cielo” ha sido identificada como la diosa asirio-babilónica Ishtar o Istar (Ryrie Study Bible; Rienecker’s Lexikon zur Bibel, ambos comentando sobre Jeremías 7:18), de donde se derivó el nombre “Pascua”. En realidad, Ishtar es solo otro nombre de Semiramis, la madre/esposa de Nimrod. Aunque principalmente fue una referencia a las costumbres de Pascua, Jeremías 7:18 también incluye hornear pasteles de Navidad. Como vimos anteriormente, esa costumbre existía mucho antes de cualquier celebración “cristiana” de la Navidad, y se hacía para honrar a las deidades paganas.

Árbol de Navidad condenado en las Escrituras

Nótese también Jeremías 10:2–5: “Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder”.

Aquí encontramos una descripción del árbol de Navidad. Algunos han dicho, sin embargo, que Jeremías 10 solo habla de un ídolo de madera que fue tallado de un árbol, pero que no se refiere a decorar un árbol de Navidad propiamente dicho. Sin embargo, recuerde que los paganos creían que sus dioses—Atis, Osiris, Dionisio—vivían como espíritus de árboles en los pinos. Ellos creían que sus dioses verdaderamente se transformaron en esos árboles, y llevaron estos árboles sagrados a cierto lugar de adoración, los decoraron y los adoraron como deidades.

Jeremías 10 condena cualquier tipo de culto religioso que incluye la decoración de un pino o un “árbol verde” (1 Reyes 14:23), así como las doctrinas religiosas asociadas a tales costumbres. Lamsa continúa Jeremías 10:8 de la siguiente manera: “Pero las vanas doctrinas de la adoración de imágenes de madera en conjunto serán completamente destruidas y consumidas”.

Algunos dicen que no adoran al árbol de Navidad y que, por lo tanto, está bien decorar un pino en la época de Navidad. Sin embargo, esa no es la forma en que Dios lo ve. Cuando los israelitas hicieron un becerro de oro, discutieron de manera similar. Éxodo 32:1–4 registra: “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: ‘Levántate, haznos dioses [‘O un dios’] que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido’.Y Aarón les dijo: ‘Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos’.Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: ‘Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto’. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: ‘Mañana será fiesta para Jehová”. 

Los israelitas usaban el ídolo pagano de un animal para adorar a Dios. No creían que Dios se pareciera a un becerro, pero lo usaban como un elemento de culto en su adoración a Dios, pensando que de alguna manera representaba a Dios. Pensaron que estaban adorando a Dios—después de todo, estaban celebrando una fiesta para el Señor—y, que su uso de un objeto de culto pagano en esa adoración era aceptable para Dios. Lo mismo puede decirse del árbol de Navidad descrito en Jeremías 10. Este árbol con sus adornos de oro, plata, azul y púrpura (Jeremías 10:9)—hoy podríamos agregar “oropel de plata”—era usado como medio de culto u objeto para adorar a Dios. Pero, eso es exactamente lo que Dios condena.

Cuando los israelitas, en la época de Moisés, construyeron el becerro de oro, inventaron sus propios objetos de culto y medios de adoración, así como el tiempo para su fiesta religiosa. Obviamente habían adoptado estos ritos de adoración de su estancia en el Egipto pagano. Pero, Dios no aceptó ese tipo de adoración, ni lo hace hoy. A sus ojos, se corrompieron (Éxodo 32:7) y adoraron al becerro, no a Dios (Éxodo 32:8). Dios es un Dios celoso. Él insiste en que sea adorado en la forma que Él ha puesto delante de nosotros. De lo contrario, nuestra adoración no será aceptada—será inútil y en vano (Marcos 7:5–9,13).

¿Pudo Cristo haber nacido en diciembre?

Hemos establecido muchos hechos que muestran que la fiesta que llamamos “Navidad” en realidad fue celebrada por varias culturas durante miles de años antes del nacimiento de Jesucristo. Hemos leído citas de varias publicaciones que presentan audazmente las raíces paganas de la Navidad, junto con las costumbres relacionadas, que no tienen ninguna relación con Cristo. Pero, incluso si fuera aceptable celebrar el cumpleaños de Cristo [que no lo es], ¿sabemos cuándo nació?

Una vez más, citaremos al profesor J.M. Golby, el historiador británico coautor del libro titulado “The Making of the Modern Christmas”. En la entrevista de televisión antes mencionada en 1991, hizo los siguientes comentarios y observaciones perspicaces sobre el origen de la Navidad y sus costumbres:

 “La iglesia cristiana siempre ha sido muy inteligente incorporando otras prácticas y aceptando las cosas y luego dirigiéndolas hacia el cristianismo. Y en tiempos paganos se tenían festivales del solsticio de invierno, y habían festivales religiosos que eran paganos y estaban muy asociados con cosas como la puesta del sol. Y durante el invierno el sol estaba bajando—¿volvería alguna vez? Y así se tenía un día en el que se celebraba el sol. Y la religión mitraica, que fue una religión muy importante en el Imperio Romano posterior, tenía un día particular que celebraba esto. Y sucede que coincide con el 25 de diciembre, lo cual la Iglesia cristiana adoptó entonces como el día del nacimiento de Cristo… No hay nada en los evangelios que indica que Cristo nació el 25 de diciembre. De hecho, está claro que no hubiera sido posible. Los pastores no hubieran estado en los campos. Es simplemente la época equivocada del año”…

Además del hecho de que los pastores no habrían estado en los campos el 25 de diciembre, existe otra razón porque Cristo no pudo haber nacido alrededor del 25 de diciembre. El Dr. Cunningham Geikie analiza esta razón adicional en Holy-Days and Holidays, en el artículo, “Christmas at Bethlehem”. Escribe lo siguiente: “El día veinticinco de diciembre… tiene poco a su favor [para la fecha de la natividad de Cristo] más allá del hecho de que era el día que se guardó en la antigüedad, en el que el sol regresaba de su ausencia invernal… Difícilmente podría haber sido en esa temporada, sin embargo, porque tal tiempo seguramente no habría sido elegido por las autoridades para una inscripción pública, lo que requirió que la población viajara de todas partes a sus distritos natales. Las tormentas y lluvias hubieran resultado en condiciones muy inseguras y desagradables para viajar en invierno”…

El hecho de que los pastores estuvieron viviendo en los campos (compárese Lucas 2:8) y que se llevó a cabo una inscripción pública en el momento del nacimiento de Cristo (compárese Lucas 2:1–7) demuestra claramente que Cristo no pudo haber nacido cerca del 25 de diciembre. Las ovejas nunca estaban en el campo durante los meses de invierno. Desde mediados de octubre hasta mediados de marzo, las ovejas se guardaban dentro, en establos o graneros. Durante ese tiempo, había demasiada lluvia, viento e incluso escarcha y nieve.

El periódico Wynne Progress publicó un artículo el 21 de diciembre de 1967, titulado “The Christmas Story”, en el que señaló numerosas discrepancias entre el registro bíblico y las tradiciones navideñas. Comenzó declarando: “En cuanto a la fecha del 25 de diciembre, esa fue elegida por la iglesia durante el siglo IV d.C.…. La elección parece haber sido dictada… por un deseo de cristianizar la fiesta romana que marcaba el solsticio de invierno. La evidencia bíblica indica claramente que Jesús nació a fines del verano o principios del otoño. Esa es la época del año en que los pastores palestinos llevan sus rebaños al campo a pastar por la noche”.

Consulte cualquier gráfico del año israelita. Mostrará que el séptimo mes, el mes de Tishri, en septiembre/octubre, termina con el comienzo de la temporada de lluvias. Durante el octavo mes, el mes de Marcheschwan, en octubre/noviembre, el clima es “lluvioso”.

El noveno mes, Chislev, en noviembre/diciembre, marca el comienzo del invierno, con lluvia y nieve. Cristo dejó claro que es mejor que una huida de su Iglesia no tuviera lugar “en invierno”, Mateo 24:20, ya que esto sería muy desagradable, debido a las severas condiciones climáticas. Cantares 2:11 dice: “Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue”. Nótese también Esdras 10:9,13: “Era el mes noveno, a los veinte días del mes; y todo el pueblo [en Jerusalén] temblaba… a causa de la lluvia… ‘Pero el pueblo es mucho, y el tiempo lluvioso, y no podemos estar en la calle’”.

Finalmente, el décimo mes, Tebeth, en diciembre/enero, se designa como el “mes más frío del año, con granizo y nieve”. No hay forma en la que Cristo pudiera haber nacido a fines de diciembre, mientras que se realizaba una inscripción pública, y mientras los pastores y las ovejas pasaban la noche en el campo. Incluso si no nevó en ese momento, el clima frío y la lluvia habrían hecho imposible que tanto los pastores como las ovejas estuvieran en el campo durante la noche. Además, las autoridades romanas no hubieran elegido esa época del año para una inscripción pública. En lugar de haber nacido en invierno, lo más probable, como se señaló antes, es que Cristo nació a fines del verano o principios del otoño.

Pero entonces—Cristo en ninguna parte enseñó que siquiera deberíamos celebrar su nacimiento—y ciertamente no en el tiempo de Navidad—y más enfáticamente no con costumbres, ritos y conceptos paganos.

¡No agregue ni quite de la Palabra de Dios!

Moisés recordó al antiguo Israel un principio intemporal cuando se trata de la adoración verdadera. Leemos en Deuteronomio 4:1–2: “Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da. No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno”. (Compárese Deuteronomio 12:32, Apocalipsis 22:18 y 19).

Encontramos la misma admonición en Proverbios 30:5–6: “Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso”.

Toda la “Christmas story” es una mentira y un engaño, creado por los hombres bajo la influencia de Satanás, quien es el padre de la mentira (Juan 8:43–45). Entonces, si sostenemos que la Navidad es una fiesta que honra a Dios, entonces agregamos a la Palabra de Dios, que no tiene nada que decir acerca de la celebración de la Navidad. Dios nos reprenderá, y seremos hallados “mentirosos”, ya que hemos tergiversado a Dios.

Nótese también cómo el apóstol Pablo se acercó a los cristianos en Corinto. Recuerde que los corintios habían estado involucrados, antes de su conversión, con todo tipo de prácticas paganas, incluida la adoración de un pino especial. Pablo sin duda estaba al tanto de eso. Y así les dice en 1 Corintios 4:6: “Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito’”.

Un recordatorio similar se registra en la segunda carta de Juan. Él declara en el versículo 9: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo”. 

Aquellos que celebran la Navidad “van más allá de lo que está escrito” y “vagan más allá de la enseñanza de Cristo”, dejando así “atrás a Dios”.

La conclusión del asunto

Les hemos presentado los verdaderos orígenes de la Navidad y sus costumbres, y hemos mostrado en la Biblia que Dios condena las celebraciones navideñas. Sabiendo esto, pregúntese: “¿Debería celebrar la Navidad?” Creemos que la respuesta es obvia. Sin embargo, la decisión es suya (Deuteronomio 30:15–16, 19–20). Ha oído la conclusión del asunto (Ecclesiastes 12:13). Le desafiamos a que actúe en consecuencia.

¿Dios es una Trinidad?

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Cuál es la verdad bíblica sobre este tema de vital importancia, sin embargo extremadamente mal entendido?

En el cristianismo tradicional parece que todo el mundo “sabe” que Dios es una Trinidad—un Dios que consiste en tres personas, en concreto “el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. La mayoría de los cristianos profesantes ni siquiera consideraría cuestionar esta enseñanza. Muchos dirán que, a no ser que crea en esta doctrina, no es un verdadero cristiano.

¿PERO QUÉ HAY DE USTED?

¿Alguna vez se ha preguntado si esta enseñanza se deriva de la Palabra de Dios, la Biblia? Tenemos prueba evidente de las Escrituras que el Padre y el Hijo son personas diferentes o seres divinos, y que ellos son Dios. La Biblia se refiere al Padre y a Jesucristo como Dios en numerosos pasajes—pero nunca se refiere al Espíritu Santo como Dios o como una persona divina diferente.

¿Por qué? Si la Trinidad es una doctrina tan importante, ¿por qué ni siquiera se menciona en la Biblia?

¿Sabía que esta “enseñanza clave” del “cristianismo ortodoxo” fue totalmente desconocida en los primeros tiempos del Nuevo Testamento y no fue generalmente aceptada hasta varios cientos de años después de que Cristo estableciera su Iglesia el día de Pentecostés en el año 31 d.C.? ¿Y sabía además que la Trinidad en realidad oculta y oscurece el hecho de quién y qué Dios es realmente—y porqué Dios le creó a Usted y cuál es su asombroso potencial?

Repasemos brevemente lo que nos dicen aquellos que creen y enseñan el concepto de la Trinidad al respecto. Esto por sí solo, ya podría ser una revelación para Usted.

LO QUE NOS DICEN LOS TEÓLOGOS ACERCA DE LA TRINIDAD

El teólogo protestante suizo Karl Barth escribió sobre el concepto de la Trinidad. La nueva enciclopedia de Funk y Wagnall se refiere a Karl Barth como “ampliamente considerado como uno de los pensadores cristianos más notables del siglo XX”. Escribió en “La Doctrina de la Palabra de Dios”, en la página 437: “La Biblia carece de la declaración expresa que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son de igual esencia y por lo tanto en igual sentido Dios mismo. Y la otra declaración expresa tampoco menciona que Dios es Dios, así y sólo así, es decir, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estas dos declaraciones expresas que van más allá del testimonio de la Biblia son el doble contenido de la doctrina eclesiástica de la Trinidad”. (Énfasis añadido).

En otras palabras, el Prof. Karl Barth admite que la Biblia en ninguna parte dice que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son todos Dios.

Karl Barth no fue el único quien señaló que las Escrituras no enseñan expresamente el concepto de la Trinidad. Véase esta cita del Dr. William Newton Clarke, quien escribió el libro titulado “Un resumen de la teología cristiana”. Dice, por ejemplo, en la página 167, cuando analiza los primeros versículos del primer capítulo del libro de Juan: “No hay Trinidad en [el prólogo de Juan]; pero hay una distinción en la Deidad, una dualidad en Dios”.

Continúa en la página 168, después de haber establecido que el Nuevo Testamento sí enseña la divinidad de Jesucristo: “El Nuevo Testamento comienza la obra, pero no la termina; porque no contiene ninguna enseñanza similar con respecto al Espíritu Santo. La naturaleza única y la misión de Cristo se remontan a una base en el ser de Dios; pero en ninguna parte se muestra una base similar de la divinidad del Espíritu. La idea en el Nuevo Testamento nunca está dirigida a ese fin”. (Énfasis añadido).

En otras palabras, William N. Clarke está señalando aquí que la Biblia en ninguna parte declara que el Espíritu Santo es un ser divino.

Aquí hay una declaración del teólogo alemán Karl Rahner, a quien se describe en la Enciclopedia nueva de Funk y Wagnall como “el teólogo católico romano principal del siglo XX”. Esto es lo que dijo en el libro llamado “La Trinidad”, en la página 22: “…en realidad las Escrituras no presentan explícitamente una doctrina de la Trinidad ‘inminente’ (incluso el prólogo de Juan no es tal doctrina)”. (Énfasis añadido).

Notablemente, la Nueva Enciclopedia Católica respalda las declaraciones del Prof. Rahner y del Prof. Barth. En el artículo titulado “Trinidad”, primero señala, en el Vol. XIII, en la página 574, que “la Trinidad es… la verdad que en la unidad de la Deidad hay tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo… El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios. Y, sin embargo, estos no son tres Dioses, sino un sólo Dios… co-eterno y co-igual: todo igual o increado y omnipotente”.

Luego, después de haber hecho una declaración tan radical, continúa admitiendo: “El [Antiguo Testamento] claramente no contempla el espíritu de Dios como una persona, ni en el sentido estrictamente filosófico, ni en el sentido semítico. El espíritu de Dios es simplemente el poder de Dios. Si a veces se representa como distinto de Dios, es porque el aliento de Yahweh actúa exteriormente… “La mayoría de los textos [del Nuevo Testamento] revelan el espíritu de Dios como algo, no como alguien; esto se ve especialmente en el paralelismo entre el espíritu y el poder de Dios…” (Énfasis añadido).

Pero entonces debemos preguntarnos por qué la Trinidad parece ser enseñada y aceptada universalmente en el cristianismo de hoy, cuando la Biblia no lo enseña expresamente. ¿Cómo se convirtió en parte del dogma cristiano?

CÓMO LA TRINIDAD SE CONVIRTIÓ EN DOGMA “CRISTIANO”

La Nueva Enciclopedia Católica explica en el Vol. 14, en la página 295, en el artículo “Trinidad”:

“…cuando uno habla de Trinitarianismo incondicional, uno se ha movido del período de los orígenes cristianos al, digamos, último cuadrante del siglo IV. Fue solo entonces que lo que podría llamarse el dogma trinitario definitivo, ‘un Dios en tres personas’, se asimiló completamente en la vida y el pensamiento cristiano”.

¿Cómo ocurrió esto?

La verdad, como suele ser el caso, es más extraña que la ficción. En su libro, “Una historia de Dios”, la exmonja católica Karen Armstrong nos da una perspectiva interesante de lo que sucedió. Ella escribe en las páginas 117 y 118, cuando describe cómo la Trinidad encontró su camino desde la ortodoxia griega hasta el mundo occidental: “… la Trinidad sólo tenía sentido como una experiencia mística o espiritual… No era una formulación lógica o intelectual sino un paradigma imaginativo que confundía la razón … Para muchos cristianos occidentales… la Trinidad es simplemente desconcertante [en otras palabras, un “misterio”]…

“Lógicamente, por supuesto, no tenía ningún sentido… Gregorio de Nacianceno había explicado que la misma incomprensibilidad del dogma de la Trinidad nos enfrenta al misterio absoluto de Dios; nos recuerda que no debemos esperar entenderlo… No era bueno, por ejemplo, intentar descifrar cómo las tres hipóstasis [en griego, “personas”] de la Deidad eran al mismo tiempo idénticas y distintas. Esto estaba más allá de las palabras, los conceptos y los poderes humanos de análisis”.

Karen Armstrong continúa explicando que, en el mundo occidental, el padre de la Iglesia Católica Agustín introdujo un concepto ligeramente diferente de la Trinidad. En lugar de hablar de “un Dios en tres personas”, acuñó la frase “un Dios en tres manifestaciones”.

También se nos dice que fue el renombrado Tomás de Aquino quien popularizó las enseñanzas de los griegos, como Platón y Aristóteles, en el mundo occidental. Y al hacer esto, los cristianos occidentales aprendieron que Aristóteles también había enseñado una trinidad—pero él había llamado a las tres personas o manifestaciones—“pensador, pensamiento y motor inmóvil”.

Durante la Reforma, el dogma de la Trinidad fue rechazado por algunos de los reformadores, pero no, por ejemplo, por Lutero y Calvino. Para ellos, según Karen Armstrong, “estas doctrinas tradicionales de Dios estaban demasiado arraigadas en la experiencia cristiana como para que Lutero o Calvino las cuestionasen” (página 277).

Y debido a esta obediencia irreflexiva a las ideas inventadas por el hombre, Calvino comenzó a perseguir a aquellos que señalaban problemas con el concepto de la Trinidad. Leemos en la página 280: “En 1553, Calvino hizo ejecutar al teólogo español Miguel Servet por su negación de la Trinidad. Servet había huido de la España católica y se había refugiado en la Ginebra de Calvino, alegando que volvía a la fe de los apóstoles y de los primeros padres de la iglesia, que nunca habían oído hablar de esta doctrina extraordinaria… La doctrina de la Trinidad era una invención humana que había alienado las mentes de los hombres del conocimiento del verdadero Cristo… Sus creencias fueron compartidas por dos reformadores italianos—Giorgio Blandrata… y Faustus Socinus…” (Énfasis añadido).

Las críticas hacia el concepto de la Trinidad continuaron. En 1699, Gottfried Arnold escribió un libro argumentando que la Trinidad, aunque considerada ortodoxa, no se podía rastrear hasta la iglesia original. (página 306). El poeta puritano John Milton también tenía “dudas sobre doctrinas tradicionales como la Trinidad”. (página 308).

Karen Armstrong continuó: “El cristianismo… retuvo muchos elementos paganos en su descripción de Dios… El cristianismo… le había dado la espalda a sus raíces judías y había vuelto a la irracionalidad y las supersticiones del paganismo (p. 369) Orígenes y Clemente de Alejandría habían sido cristianos liberales… cuando habían introducido el platonismo en la religión semítica de Yahvé” (págs. 383-384). (Énfasis añadido).

Con lo cual aprendemos que el concepto de la Trinidad, “un Dios en tres personas”, se deriva, entonces, no de la Biblia, sino de los paganos griegos, habiendo encontrado una vía en el cristianismo desde edades tempranas.

El concepto sigue siendo un tema confuso, tanto que muchos cristianos de hoy que dicen creer en la Trinidad ni siquiera lo entienden. En la página 201 del libro de Karen Armstrong, ella escribe: “A todos los efectos y propósitos, muchos cristianos occidentales no son realmente trinitarios. Se quejan de que la doctrina de Tres Personas en un Dios es incomprensible, sin darse cuenta de que para los griegos esa era la misma finalidad”.

Pero la Verdad de Dios es clara. No debe ser incomprensible para sus seguidores. Sin embargo, Pablo advirtió que debemos tener cuidado de no corrompernos “con la simplicidad que es en Cristo”. (2 Corintios 11:3). Si uno no puede entender una de las doctrinas principales que se presentan, es probable que algo vaya mal con lo que se presenta. Debemos tener cuidado, entonces, con que la Biblia sea la prueba de lo que creemos.

SALUDOS DE PABLO A LAS IGLESIAS

Una de las pruebas más convincentes que se encuentra en la Biblia de que el Espíritu Santo NO es una persona divina o un ser divino y, por lo tanto, que el concepto de la Trinidad es erróneo, es el hecho de que ninguno de los escritores trae saludos del Espíritu Santo. Por ejemplo, el apóstol Pablo trae saludos de Dios el Padre y de Jesucristo. Ni una sola vez incluye saludos del Espíritu Santo.

Observe cómo Pablo saluda a los corintios en 1 Corintios 1:1-3. “Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

En prácticamente todos los escritos de Pablo, encontrará la misma introducción (compare 2 Corintios 1:1-2; Gálatas 1:1-3; Efesios 1:1-2; Fil. 1:1-2; Colosenses 1:1-2; 1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1-2; 1 Timoteo 1:1-2; 2 Timoteo 1:1-2; Tito 1:1-4; y Filemón 1-3). En ninguna parte se incluye el Espíritu Santo en los saludos que Pablo trae de parte de Dios el Padre y Jesucristo. Esto muestra, claramente, que Pablo no fue inspirado por Dios para revelar el personaje del Espíritu Santo. Qué descuido e insulto sería esto para el Espíritu Santo SI el Espíritu Santo fuera una de tres personas—y un ser divino.

EL ESPÍRITU SANTO NO ES DIOS

Otra prueba bíblica en contra de la Trinidad es que el Espíritu Santo en ninguna parte se identifica como Dios. En las Escrituras no se registra nadie que haya orado al Espíritu Santo. Además, el Espíritu Santo tampoco se describe nunca como un ser separado. Más bien, el Espíritu Santo emana de Dios el Padre y de Jesucristo. Se podría decir que el Espíritu Santo es parte de Dios, como, por ejemplo, el brazo, el ojo o la mano es parte de un ser humano, o de Dios, en este sentido. Pero el brazo no es un ser en sí mismo, y el brazo tampoco es una persona—no se podría decir que el brazo del hombre es otro hombre, o el brazo del Señor es otro ser divino. Asimismo, el Espíritu Santo de Dios no es un ser o una persona divina separada dentro de la Deidad.

Considere cómo Dios le dio los Diez Mandamientos a Moisés, escritos con su propio dedo en tablas de piedra (compare Ex. 31:18). Dios usó su dedo para dar entendimiento a Moisés, pero esto no significa que el dedo de Dios sea una persona distinta o un ser divino. El dedo de Dios era parte de Dios, pero no separado de Dios. Lo mismo es cierto para el Espíritu Santo. Es parte de Dios, que emana de Dios, pero no es Dios, ni es un ser divino.

¿QUIÉN ENGENDRÓ A CRISTO?

Jesús mismo oró exclusivamente al Padre. Ni una sola vez oró al Espíritu Santo. SI el Espíritu Santo fuera una persona, y un ser divino separado, entonces el Jesucristo humano habría orado a la persona equivocada. ¿Cómo podemos decir esto?

Considere que Jesucristo fue llamado el Hijo de Dios, no el Hijo del Espíritu Santo, aunque fue concebido por el Espíritu Santo. Observe en Mateo 1:18: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo”.

La Palabra inspirada de Dios nos dice claramente que el Espíritu Santo hizo que Maria se quedara embarazada. Note las palabras de un ángel a José, como están escritas en Mateo 1:20: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado [gennao en griego], del Espíritu Santo es”.

Pase ahora a Lucas 1:32 y 35, donde encontramos más de las palabras inspiradas del ángel a María: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre… El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”. Estas Escrituras en Mateo y Lucas nos dicen que, SI el Espíritu Santo fuera una persona y Dios, entonces Cristo habría sido el HIJO del Espíritu Santoy NO del Padre.

Sin embargo, Juan 1:14 dice que fue el Padre quien engendró a Cristo: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Entonces, ¿encontramos una contradicción entre el registro de Lucas aquí, que nos dice que el Espíritu Santo engendró a Jesús, y el registro de Juan, que dice que fue Dios el Padre? ¡De ninguna manera! Más bien, vemos que DIOS el PADRE engendró a Cristo por el poder de su Espíritu. Esto prueba que el Espíritu Santo no puede ser una persona—de lo contrario, tendríamos una contradicción aquí, con Cristo teniendo dos padres—el “Padre” y el “Espíritu Santo”—y con la “persona” y el tercer miembro de la “Trinidad”, el Espíritu Santo, siendo el Padre “principal” de Cristo.

Recuerde también que el ángel le dijo a María en el libro de Lucas que Cristo sería llamado Hijo del Altísimo. Si el Espíritu Santo fuera una persona, entonces el Espíritu Santo por el cual María fue impregnada sería el MÁS ALTO en la Deidad. ¡Por supuesto, esto es absurdo! ¡Nadie de los que creen en la Trinidad han declarado JAMÁS que el Espíritu Santo sea el más alto! Muy al contrario, afirman que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son todos IGUALES. Que ninguno es MÁS ALTO que el otro.

El hecho de que el Espíritu Santo no puede ser una persona divina o Dios queda muy claro al considerar quién en la Deidad es llamado el “más alto”. La Biblia nos muestra que es el Padre (y no el Espíritu Santo) quien es el más alto en la Deidad. Véase Efesios 4:6: “…un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”.

Esto nos dice que el PADRE es el más alto, “sobre todo”. El Padre es más alto que Cristo (compare Juan 10:29, “Mi Padre… es mayor que todos”). Entonces, cuando Jesucristo fue llamado Hijo del Altísimo, fue llamado Hijo de Dios el Padre, no del Espíritu Santo. Fue Dios el Padre quien, por medio de su Espíritu Santo, impregnó a María. Ella estaba embarazada DE o A TRAVÉS del Espíritu Santo. Dios el Padre, el más alto en la Deidad, causó el embarazo de María a través del poder de Su Espíritu Santo. (Tenga en cuenta que en Lucas 1:35, el Espíritu Santo se define como el “poder del Altísimo”).

EL PADRE CREÓ TODO A TRAVÉS DE CRISTO

También es notable que el Espíritu Santo no se mencione en un pasaje como 

1 Corintios 8:6, donde se describe la Deidad. Uno seguramente esperaría que el Espíritu Santo estuviera mencionado aquí de alguna manera, si fuera una persona. Pero tome nota de lo que leemos: “…para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”.

SI el Espíritu Santo fuera una persona, ¿por qué no se menciona aquí? Leemos que hay un solo Dios—el Padre—y un solo Señor—Jesucristo. Y leemos que todas las cosas son POR MEDIO de Cristo. Entonces fue CRISTO quien creó todo. O bien, se podría decir que Dios el Padre creó todo A TRAVÉS de Cristo. Colosenses 1:16 lo confirma: “todo fue creado por medio de él”. (Hay Escrituras adicionales que revelan esta verdad, como Juan 1:1-3; 1 Corintios 8:5-6; y Hebreos 1:1-2). ¿Y cómo lo hizo Cristo? A través del poder de Su Espíritu Santo. Pero seguía siendo Cristo. Si el Espíritu Santo fuera una persona, entonces Dios no habría creado todo a través de la persona de Cristo, sino a través de la persona del Espíritu Santo. Esto muestra que el Espíritu Santo no puede ser una persona.

ESPÍRITU COMPARADO CON AGUA

Observemos ahora un pasaje en Hechos 2 que muestra, también, que el Espíritu Santo no puede ser una persona. Hechos 2:17 dice: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré DE mi Espíritu sobre toda carne”. El Espíritu Santo no puede ser una persona, ya que uno no puede “derramar” una persona y uno no puede dividir a una persona, enviando algo DE esa persona a otra.

Otro ejemplo se encuentra en Juan 4:10, 14, donde se compara el Espíritu con agua. Jesús le dice a la mujer junto al pozo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva… más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.

Más tarde, la Biblia deja muy claro que Cristo aquí estaba hablando del Espíritu Santo, comparándolo con el agua viva que se derrama. Leemos en Juan 7:37-39: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: ‘Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…)’”.

Cristo compara el Espíritu Santo con el AGUA viva. Leímos anteriormente que Dios derrama de su Espíritu Santo—nuevamente se usa la misma analogía de agua que se derrama sobre o dentro de las personas. ¿Cómo se puede comparar a una persona con el agua que se derrama? Algunos dicen que esto es solo una analogía. Por ejemplo, se compara a Dios con un fuego consumidor en Hebreos 12:29, pero Él no es un fuego.

Sin embargo, Dios se parece mucho a un fuego abrasador cuando se revela a los ojos del hombre. Véase Exodus 24:17. Sin embargo, en NINGUNA PARTE se representa a Dios como agua que está siendo derramada. Tal descripción simplemente no se ajusta a una persona, mostrando que el Espíritu Santo no es una persona.

EL ESPÍRITU DEL PADRE Y DEL HIJO MORA EN NOSOTROS

Hechos 2:33 dice: “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado [Cristo] esto que vosotros veis y oís?”.

Obsérvese que aquí dice que Cristo recibió el Espíritu Santo del Padre, y que Cristo luego derramó el Espíritu del Padre. Esto se confirma, también, en Juan 15:26, donde leemos las palabras de Cristo: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” Nuevamente, se nos dice aquí que Cristo nos envía el Espíritu Santo del Padre (compare también Juan 16:7).

Vea también las palabras de Cristo en Juan 14:16-17: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad… porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” Aquí vemos que es el Padre quien nos dará el Espíritu Santo. Lo hace por medio de Cristo, como leímos antes.

[Abordaremos más adelante en el folleto por qué a veces se hace referencia al Espíritu Santo con “Él”, como es el caso en los dos pasajes citados anteriormente. Mostraremos que esto no demuestra en absoluto que el Espíritu Santo es una persona.]

Tito 3:5-6 confirma que el Padre nos da el Espíritu Santo a través de Jesucristo: “[Dios] nos salvó, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador”.

Sin embargo, en Juan 14:26 también vemos que el Padre mismo nos envía su Espíritu Santo, en el nombre de Jesucristo. Cristo dijo: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.

Observe que no es solo el Espíritu Santo del Padre que mora en nosotros. También vemos que es el Espíritu de Cristo que mora en nosotros. Gálatas 4:6 nos dice: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!’” Vemos aquí que Dios el Padre envió el Espíritu de su Hijo, Jesucristo, a nuestros corazones, y porque es el Espíritu de Su Hijo, podemos llamar a Dios nuestro Padre. Obsérvese también en Filipenses 1:19: “Porque sé que, por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación”. Una vez más, es el Espíritu de Cristo que mora en nosotros—¡no una tercera persona!

Que el Espíritu del Padre y de Cristo mora en nosotros queda muy claro al leer Romanos 8:9: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Aquí leemos que el Espíritu de Dios mora en nosotros, y cuando no tenemos al Espíritu de Cristo morando en nosotros, ni siquiera somos cristianos.

Entonces, si juntamos todos estos pasajes, podemos ver que el Espíritu de Dios el Padre y de Cristo mora en nosotros, y que tanto Dios el Padre como Jesucristo nos envían, o derraman en nosotros, el Espíritu Santo. ¿Pero cómo puede ser eso? ¿No hay sólo UN Espíritu?

UN E SPÍRITU

Claramente solo hay un Espíritu, así como solo hay un bautismo, una fe, una esperanza y un cuerpo (compare Efesios 4:4-5). Pero considere esto: Aunque haya solamente un bautismo, hay muchos individuos que se bautizan. Y aunque haya solamente un solo cuerpo, hay muchos miembros en ese cuerpo (compare 1 Corintios 12:14). Y sabemos que el ÚNICO Dios consta del Padre y del Hijo, es decir, Dios no es una sola persona.

Lo mismo es cierto en el caso del Espíritu Santo. Hay un SOLO Espíritu, pero tanto Dios el Padre como Jesucristo son seres espirituales, y el Espíritu Santo emana de ambos. Por eso leemos sobre el Espíritu del Padre y el Espíritu de Cristo. Cuando leemos que hay un Espíritu, entonces la referencia es a la unidad o armonía entre Dios el Padre y Jesucristo. Es exactamente lo mismo cuando Cristo dijo: “Yo y el Padre uno somos.” (Juan 10:30). Cristo no quiso decir que el Padre y Él eran “un” ser—sino que eran “uno” en propósito, meta, mentalidad y carácter. Cuando Cristo pronunció estas palabras, claramente era una persona separada de Dios el Padre. Cristo dijo en Juan 17:11 que todos debemos ser uno, como el Padre y Cristo son uno en espíritu—no en el sentido de que todos nos convirtiésemos en un solo ser, sino más bien, que todos fuéramos del mismo espíritu. Dios el Padre y Cristo son uno en espíritu, y de la misma manera nosotros debemos llegar a ser uno en espíritu.

Véanse las palabras de Cristo en Juan 14:23: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Tanto el Padre como Jesucristo viven en nosotros. Juan 14:16-18 confirma también que no sólo el Padre, sino también Jesucristo vive en nosotros, a través del Espíritu Santo, cuando Cristo dijo a sus discípulos: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador…, el Espíritu de verdad…[que] mora con vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”. Tanto Dios el Padre como Jesucristo, ambos han venido a nosotros, y ambos han hecho su morada con nosotros. Lo hacen a través del Espíritu Santo que fluye de ambos hacia nosotros. Esto prueba, como veremos más adelante, que el Espíritu Santo no puede ser una persona.

Primero, sin embargo, volvamos a Juan 7:37-39. Esta Escritura está directamente relacionada con el pasaje de Juan 14:23 y demuestra, también, que el Espíritu Santo no es una persona. Dice así: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.

Tenga en cuenta que la palabra “venido” está en cursiva, lo que significa que no está en el griego original; fue agregado por el traductor. Otros traductores presentan este pasaje de manera bastante diferente:

La Nueva Versión Internacional: “…hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía”.

La Palabra de Dios para Todos: “…pues aún no estaba el Espíritu…”

Dios Habla Hoy: “…y es que el Espíritu todavía no estaba…”

Cuando revisamos esto en la traducción interlineal del griego, que traduce el griego original palabra por palabra, encontramos la siguiente frase: “…porque aún no era el Espíritu Santo, porque Jesús aún no había sido glorificado”.

Las traducciones al alemán son todas bastante consistentes en sus representaciones. La Biblia de Lutero revisada, la Biblia de Elberfelder y la Biblia de Menge, todas afirman: “El Espíritu aún no estaba allí…”

La Biblia de Zuercher incluso dice: “…el Espíritu Santo aún no existía…”. Señalan en el Apéndice: “Algunos han traducido, ‘el Espíritu Santo aún no había sido dado’, porque se sintieron ofendidos por el texto original literal”.

Pero ¿cómo podría ser esto? ¿Cómo es posible decir que el Espíritu Santo aún no existía, o aún no estaba, si Cristo aún no había sido glorificado?

La respuesta queda clara cuando consideramos que solo un ser divino glorificado puede dar Su Espíritu Santo a otros. Cuando Cristo pronunció esas palabras, el Espíritu Santo del Padre claramente estaba allí y moraba en Él—pero aquí Cristo se refería a Sí mismo. Él dijo: “Aquel que tenga sed, que venga a MÍ”. Y Cristo era un hombre cuando dijo eso, y como hombre, habiendo renunciado a Su gloria, no podía dar el Espíritu Santo, emanando de Él como un ser divino glorificado, a otros. Recuerde, fue el Espíritu Santo del PADRE (a diferencia del Espíritu Santo de Cristo) que moró en Cristo, y a través del cual Cristo hizo las obras maravillosas (compare Hechos 10:38-39).

Para que Cristo pudiera derramar su Espíritu Santo en otros, primero necesitaba ser glorificado. Cristo aclaró esto cuando dijo en Juan 16:7: “…si yo no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré”. Esto demuestra, entonces, varias cosas: Prueba que cuando Jesucristo estuvo aquí en la tierra, era un hombre, hecho TOTALMENTE de carne y hueso. NO era humano y divino al mismo tiempo. No era completamente hombre y completamente DiosEste pasaje demuestra que el Espíritu Santo no es una persona. Más bien, el Espíritu Santo emana de seres divinos glorificados. Mientras Cristo no fue glorificado, no tenía de Su propio Espíritu Santo para conceder a otros. Es por eso por lo que el Espíritu Santo de Cristo glorificado todavía no estaba presente—SÓLO el Espíritu Santo del Padre estaba presente.

Pero luego, después de la resurrección y glorificación de Cristo, tanto el Padre como el Hijo moran en nosotros a través de su Espíritu—el Espíritu Santo—que emana o procede tanto del Padre como del Hijo.

Los pasajes en Juan 14:23 y Juan 7:37-39 (mencionados anteriormente) nos muestran entonces por qué el Espíritu Santo no puede ser una persona o ser separado o distinto dentro de la deidad: Ya que el Espíritu del Padre y del Hijo vive en nosotros, dos personas vivirían en nosotros, y la deidad no consistiría solamente de tres personas, sino de cuatro: Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo del Padre y Dios el Espíritu Santo del Hijo. Pero nadie enseña, según nuestro conocimiento, que Dios consta de cuatro personas. Y así vemos, no importa cómo lo miremos, ¡el concepto entero, de que el Espíritu Santo es una persona separada, no tiene base bíblica!

UN MEDIADOR

Jesús es nuestro Mediador, nuestro único Mediador, entre nosotros y Dios el Padre. Pase a 1 Timoteo 2:5-6, y note: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.

Dios el Padre nunca se hizo hombre, pero Cristo sí. Entonces, Cristo es el único Mediador entre Dios y el hombre, ya que Cristo puede compadecerse de nuestras debilidades, habiendo sido tentado en todo, cuando era hombre, como lo somos nosotros hoy. Hebreos 4:15 nos dice: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.

Pasemos ahora a Romanos 8:26, donde se nos dice lo que el Espíritu Santo hace por nosotros: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Aquí leemos que el Espíritu intercede por nosotros, es decir, que es un “mediador” entre Dios y el hombre. Entonces, SI el Espíritu Santo fuera una persona, tendríamos dos mediadores, Jesucristo y el Espíritu Santo.

Sin embargo, veamos qué significa la afirmación de que el Espíritu intercede por nosotros. Continuando en el versículo 27 de Romanos 8 se nos dice: “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. ¿Y quién es exactamente el que escudriña el corazón y el que intercede?

La respuesta está en Romanos 8:34: “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”.

Véase en 2 Corintios 3:17: “Porque el Señor ES el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.

Entonces vemos que es Cristo, a través de Su Espíritu, quien intercede por nosotros. (compare Hebreos 9:15; 7:25; 1 Juan 2:1). Tanto el Padre como el Hijo son seres espirituales. Cristo nos dice en Juan 4:24 que DIOS ES Espíritu. También se menciona en 1 Corintios 15:45 que Jesucristo, después de Su resurrección, se convirtió en “Espíritu vivificante”. Jesucristo era Dios. Era un ser espiritual antes de convertirse en hombre, y se convirtió en Dios, un ser espiritual vivificante, en el momento de su resurrección. (compare Tito 2:13).

Ahora abordaremos brevemente cómo Cristo, a través de su Espíritu, intercede por nosotros. Aunque Dios el Padre y Jesucristo SON Espíritu, tienen forma y figura, un cuerpo, manos, brazos, ojos, etc., pero están compuestos de espíritu, no de materia. Vemos a Dios el Padre y a Cristo descritos sentados en un trono. Pero Cristo no siempre está en el cielo. Apareció al hombre antes de su nacimiento como ser humano y después de su resurrección. Regresará visiblemente, montado en un caballo blanco. Entonces, en este sentido, está en cierto lugar en cierto momento, pero Él ES omnipresente, es decir, en todos los lugares en todo momento, a través de su Espíritu. El Espíritu se puede comparar con el aire que rodea el globo. El aire está en todas partes. De la misma manera lo es Cristo, a través de su Espíritu, y es a través de Su Espíritu como Cristo puede interceder por nosotros ante el Padre en cualquier momento, sin importar dónde se encuentre.

Hemos visto, pues, que Cristo intercede por nosotros a través de su Espíritu. Eso demuestra que el Espíritu Santo no puede ser una persona, porque de lo contrario Cristo no sería el único Mediador entre Dios y el hombre—sino que el Espíritu Santo sería otro o un segundo mediador.

¿PRUEBAS DE LA TRINIDAD?

Hay algunas Escrituras que parecen “demostrar” el concepto de la Trinidad, pero un estudio más detenido de esas Escrituras revela que eso no es el caso. Echemos un vistazo más detallado a estas Escrituras.

¿1 Juan 5:7-8 demuestra la Trinidad?

1 Juan 5:7-8 es probablemente el texto más citado para “demostrar” que Dios es una Trinidad. Dice así: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan”.

La forma en la que se traduce este pasaje se considera por algunos como un texto de prueba que demuestra que el Espíritu Santo es una persona. Pero esto no es cierto en absoluto. Con esa lógica dada al versículo 7 (“tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno”), seguiría después del versículo 8 (“tres son los que dan testimonio en la tierra, el Espíritu, el agua y la sangre, y estos tres concuerdan”), que “agua” y “sangre” también tendrían que ser personas. Pero nadie afirma eso.

Además, la mayoría de los académicos están de acuerdo que las palabras en el versículo 7, “en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno”, fueron añadidas posteriormente por la Iglesia Católica para “demostrar” la Trinidad, y que estas palabras no estaban en los escritos originales. Muchas traducciones y comentarios de la Biblia afirman que esta frase en particular, denominada “Comma Joanneum”, no “figura en las mejores autoridades y constituye una adición tardía en el Texto latino”. [Biblia Pattloch, Apéndice, página 85].

La Biblia Zürcher comenta en una nota al pie de página que “este pasaje se agregó en el siglo IV en el texto latino, y solo en el siglo XV en algunos textos griegos”. La Nueva Versión Internacional agrega en una nota al pie de página que esta frase en particular solo se contiene “en los últimos manuscritos de la Biblia latina y que no se encuentra en ningún manuscrito griego anterior al siglo XVI”. Otros comentarios señalan que estas palabras son claramente una falsificación y que, por lo tanto, se han omitido correctamente, incluso como nota al pie de página, en muchas traducciones modernas. Por lo tanto, este pasaje claramente no es prueba alguna de que el Espíritu Santo sea una persona divina separada.

¿Mateo 28:19 demuestra la Trinidad?

Si hay alguna Escritura, además de la de 1 Juan 5:7-8, que ha sido citada con más frecuencia que cualquier otra, para “demostrar” la existencia de la Trinidad, esa sería la de Mateo 28:19. Veamos este pasaje en contexto, comenzando con el versículo 18:

“(18) Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: ‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. (19) Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, (20) enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén’”.

Estas palabras de Jesús no demuestran una Trinidad. Como el papel de Cristo en la ceremonia bautismal es sumamente importante (compare Romanos 6:1-4; Gálatas 3:27), también lo es el papel del Padre. Fue Dios el Padre quien dio a su Hijo unigénito como sacrificio por nosotros, para que pudiéramos tener vida eterna. Una vez que nos arrepentimos y creemos, debemos ser bautizados como una señal externa de arrepentimiento interno, para “enterrar nuestro viejo yo”. Una vez que salimos de la tumba de agua, debemos caminar en novedad de vida. Y esto solo se puede hacer con la ayuda del Espíritu Santo de Dios.

Debemos hacer discípulos bautizándolos y enseñándoles a observar todas las cosas que Cristo mandó. Y, bautizamos una persona “en” o “a” [la palabra griega eis puede significar “en” o “a”] el “nombre” o “posesión” [la palabra griega onoma puede significar “nombre” o “posesión”] del Padre y del Hijo, ambos presentes a través del Espíritu Santo. Toda la cláusula, “bautizar en el nombre de”, en griego, “eis (to) onoma tinos”, también transmite el significado de estar bajo el “control” o “autoridad” del Padre y del Hijo (compare Strong’s, #3836 y William Arndt y F. Wilbur Gingrich, página 575). Y como veremos en la siguiente sección, es el Espíritu Santo, emanado del Padre y del Hijo, por el cual tenemos comunión con el Padre y Jesucristo.

Cuando somos bautizados en el nombre o posesión de Jesús, reconocemos que somos bautizados en Su muerte (Romanos 6:3). Cuando salimos de la tumba de agua, y uno de los ministros de Dios pone sus manos sobre nuestras cabezas y le pide a Dios el Padre que administre de su Espíritu Santo, que emana tanto del Padre como del Hijo, reconocemos que es el Espíritu Santo de Dios que fluye en nosotros y que nos permite caminar en novedad de vida. También reconocemos que estamos entrando, en ese mismo momento, en la Familia de Dios como hijos engendrados, pero aún no nacidos de nuevo, y hermanos y hermanas de nuestro hermano mayor Jesucristo. En ese sentido, nos convertimos en posesión o “propiedad” de la Familia Dios. Y todo esto es posible, entonces, a través del Espíritu Santo de Dios, que habita en nosotros. Entonces, en lugar de enseñar el personaje del Espíritu Santo, Mateo 28:19 enseña cómo Dios lo hace posible, a través de Su Espíritu en nosotros, que llegamos a ser parte de la Familia de Dios.

¿2 Corintios 13:14 demuestra la Trinidad?

2 Corintios 13:14 dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén”. Entienda, ahora, que obtenemos comunión o compañerismo a través del Espíritu Santo, pero notemos con quién tenemos comunión o compañerismo. 1 Corintios 1:9 nos dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”. (Véase también Filipenses 2:1, que señala que “consuelo en Cristo” es lo mismo que “consuelo de amor” y “comunión del Espíritu”). Y 1 Juan 1:3 agrega: “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y verdaderamente nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo”.

Nuestra comunión con el Padre y Jesucristo se logra a través del Espíritu Santo, que fluye de Dios y nos une a Dios y a nuestros hermanos. El pasaje en 2 Corintios 13:14 no nos enseña que el Espíritu Santo es un ser divino.

¿Hechos 5 demuestra la Trinidad?

Algunos usarían 1 Juan 1:3 como prueba de que el Espíritu Santo es Dios y el tercer miembro de la Trinidad. Como antecedentes, Ananías y su esposa Safira decidieron vender una posesión y dar parte de las ganancias a los discípulos, alegando falsamente, sin embargo, que era todo lo que habían recibido. Pedro respondió: “Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo… No has mentido a los hombres, sino a Dios”. (versículos 3-4). Más tarde, le dijo a Safira: “¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?”

Algunos dicen que en este pasaje Pedro identificó al Espíritu Santo con Dios. Pero Pedro no hizo tal cosa. Más bien, les dijo a Ananías y Safira que el Espíritu de Dios—“el Espíritu del Señor”—moraba en él y en los otros discípulos, y que Dios estaba presente a través de su Espíritu. Ananías y Safira no solo habían mentido a seres humanos, sino al Espíritu Santo de Dios, que moraba en esos seres humanos, y dado que Dios el Padre y Jesucristo moran en nosotros a través del Espíritu Santo, en realidad habían mentido directamente a Dios el Padre y a Dios el Hijo. Pedro no dijo que el Espíritu Santo era Dios, sino que, a través del Espíritu Santo, Dios estaba presente.

Recuerde—Dios es omnipresente a través de su Espíritu. En Salmos 139:7, David también aclara que Dios está en todas partes a través de Su Espíritu. Él pregunta: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia?” El Espíritu Santo no es un ser divino distinto o separado, sino que emana de Dios, de modo que Dios, teniendo forma y figura, es omnipresente.

Esperamos que ahora pueda ver cómo se pueden torcer las Escrituras para proporcionar una supuesta prueba de algo que no es cierto en absoluto, y que la misma Biblia proporciona las respuestas si uno está dispuesto a buscar y encontrar esas respuestas reveladas—las pruebas verdaderas. 

¿La personificación demuestra la Trinidad?

¿Qué hay de personificar o prestar atributos humanos a algo que no es una persona? ¿Es eso prueba de la Trinidad? Algunos quieren demostrar la Trinidad, y especialmente la idea que el Espíritu Santo es una Persona divina consciente, recurriendo a Escrituras que parecen implicar que el Espíritu Santo hace algo, o que piensa y habla. Echemos un vistazo más detenidamente a algunos de estos ejemplos de personificación.

EL ESPÍRITU SANTO VS. EL ESPÍRITU EN EL HOMBRE

Un tal ejemplo se encuentra en 1 Corintios 2:10. El contexto aquí es que algo que no es físico mora en cada ser humano. La Biblia llama a este componente no físico en cada persona el “espíritu en el hombre” o el “espíritu del hombre”. Este espíritu humano distingue al hombre de los animales en inteligencia, mentalidad y habilidades. Pablo continúa señalando que cada persona convertida también tiene el Espíritu Santo dentro de él o ella, lo que distingue la mente convertida de la mente natural no convertida en entendimiento espiritual, comprensión y capacidad para vivir según principios espirituales. El versículo 10 dice: “Pero Dios nos las reveló [las cosas espirituales] a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.

Esto suena como si el Espíritu de Dios fuera un ser consciente, activo y distinto. Pero planteemos la pregunta—¿es el “espíritu en el hombre” un ser consciente, activo y distinto? Sabemos que no lo es, porque cuando el hombre muere, el “espíritu del hombre” vuelve a Dios, pero ni ese “espíritu” del hombre muerto, ni el mismo muerto, tienen conciencia alguna [Para pruebas de esto, lea nuestro folleto, Evolución: ¿un cuento de hadas para adultos?].

Analicemos ahora Salmos 77:6: “Me acordaba de mis cánticos de noche; Meditaba en mi corazón, Y mi espíritu inquiría”. Mientras que tanto el Espíritu Santo dentro de nosotros como el “espíritu en el hombre” dentro de nosotros hace una búsqueda diligente, el “espíritu en el hombre” no es un ser distinto. El pasaje en 1 Corintios 2:10 tampoco muestra, entonces, que el Espíritu Santo es un ser distinto.

Continuemos en 1 Corintios 2:11, la última frase: “…nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”. Esto suena nuevamente como un ser distinto y consciente. Pero leamos la primera parte de esa frase: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?”

Entonces nuevamente, tanto el Espíritu de Dios como el “espíritu del hombre” “saben” algo. Esta terminología no justifica la conclusión de que el Espíritu Santo sea un ser divino—de lo contrario, el “espíritu en el hombre” también tendría que ser un ser, lo cual no lo es.

Véase también el siguiente pasaje en Romanos 8:16: “El Espíritu [Santo] mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. 

Si el Espíritu Santo fuera una persona porque da testimonio, ¿entonces el “espíritu en el hombre” también sería una persona porque da testimonio? No, “el espíritu en el hombre” no es una persona adicional en el hombre donde reside; es decir, no hay una persona adicional viviendo en cada persona. Todo ser humano tiene un “espíritu en el hombre”, sin importar si la persona está convertida o no. Pero una vez convertida, la persona además tiene al Espíritu Santo de Dios viviendo en ella. El resultado se describe en 1 Corintios 6:17: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”. En otras palabras, se han convertido, o se están convirtiendo en uno, en mente y propósito. Y por eso leemos que tanto el Espíritu Santo como nuestro espíritu dan testimonio al hecho de que somos hijos de Dios. Esto no hace que el Espíritu Santo y nuestro espíritu sean personas. Más bien, es una manera de decir que debido al Espíritu Santo que vive en nosotros, obrando y guiando nuestro espíritu humano, Dios nos llama sus hijos.

LA SABIDURÍA HUMANA Y LA MENTE DE CRISTO

Sigamos leyendo en 1 Corintios 2, versículo 13, para ver cómo la Biblia describe ciertos conceptos que queden más claros para aquellos que son llamados por Dios, mientras que otros tropiezan en la Palabra. Leemos: “Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”. Tanto el Espíritu Santo como la sabiduría del hombre se describen aquí como “enseñanza” de algo. Pero, así como la sabiduría del hombre no es una persona distinta, el Espíritu Santo tampoco es una persona distinta. Considere el versículo 16: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.

El Espíritu Santo en nosotros que nos enseña y busca cosas espirituales para nosotros es la mente de Cristo, ya que Cristo vive en nosotros a través de su Espíritu. Ahora tenemos una mentalidad diferente. Ya no tenemos la mente carnal y natural del hombre. Y para dejar este punto muy claro, Pablo personifica al Espíritu Santo en nosotros—como personificó tanto el espíritu como la sabiduría humanos. Quería mostrar la gran influencia que estos tienen en nosotros espiritualmente, pero no quiso transmitir que todos aquellos son, de hecho, personas.

CÓMO USÓ PABLO LA PALABRA “ESPÍRITU”

Tome nota de cómo Pablo, en sus escritos, usa la palabra “espíritu”.

Pasemos a 1 Corintios 5:4, donde leemos: “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás…”

Preguntemos de nuevo—¿era el espíritu de Pablo, que estaba con los miembros en Corinto, mientras Pablo moraba en otro lugar, una persona que había dejado a Pablo? Por supuesto que no—Pablo no hubiera podido escribir la carta, si el espíritu lo hubiera dejado. Leemos en otros lugares que una vez que el espíritu en el hombre deja al hombre, el hombre está muerto (compare Santiago 2:26). Entonces, lo que Pablo nos está diciendo aquí, es que su mente estaba con los corintios. Asimismo, el Espíritu de Dios tampoco es una persona, sino la mente de Dios que Dios quiere compartir con nosotros.

Debemos tener cuidado, cuando leemos ciertos pasajes que parecen implicar que el Espíritu Santo actúa o hace cosas, que no concluyamos que estos pasajes enseñan la personalidad del Espíritu. En la mayoría de los casos, la verdad queda clara en el pasaje, si lo leemos en contexto, y si no solo citamos el pasaje de forma selectiva.

Revisemos otro ejemplo, esta vez en 1 Corintios 14:14: “Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto”. ¿El espíritu de Pablo que ora es una persona? Si no es el caso, ¿por qué algunos concluyen, refiriéndose a Romanos 8:26, que el Espíritu Santo debe ser una persona, ya que allí se afirma que el Espíritu “ora” (recuerde de nuestra discusión anterior que, en cualquier caso, en realidad es Jesucristo quien ora)? Además, leamos 1 Corintios 14:15: “¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”.

Entonces, si el espíritu de Pablo es una persona, ¿entonces el entendimiento de Pablo también es una persona? Después de todo, Pablo ora con el espíritu y con el entendimiento. Pero, la respuesta es, la mente y el entendimiento del hombre están siendo personificados aquí, y lo mismo es cierto cuando la Biblia habla del Espíritu Santo de Dios.

Véase 1 Corintios 16:18: “Porque confortaron mi espíritu y el vuestro”. Esto no significa, por supuesto, que el espíritu de Pablo y el espíritu de todos los corintios fueron personas. Más bien, sus mentes y seres completos fueron refrescados o consolados.

LA LETRA QUE MATA

Otro ejemplo trata directamente el Espíritu de Dios, en 2 Corintios 3:4-6. Del contexto podemos ver que esto tiene que ser una personificación: “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios… nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica”. Algunos dicen que aquí hay prueba de que el Espíritu Santo es una persona porque dice que el Espíritu Santo da vida. Pero si es así, ¿entonces la letra es una persona, porque también dice que la letra mata? Debería ser bastante obvio que ambos términos se utilizan de forma personificada.

LA CARNE NOS OTORGA LA MUERTE

Un ejemplo similar se encuentra en Gálatas 6:8: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Aquellos que dicen que esto prueba que el Espíritu Santo es una persona, ya que nos concede la vida eterna, deben responder entonces si esto prueba que la carne también es una persona, ya que la carne nos trae la muerte. Una vez más, ambos términos se usan de manera personificada, para aclarar cierto concepto—si seguimos nuestros propios deseos carnales, moriremos, pero si seguimos a Dios, quien nos enseña a través de Su Espíritu en nosotros, viviremos.

Pero observe lo que todo esto significa. Dado que todos estos conceptos abstractos, que claramente NO son personas, como la letra que mata y la carne que trae corrupción, están personificados, y se comparan al mismo tiempo con el Espíritu Santo, entonces esto indica fuertemente que el Espíritu Santo tampoco es una persona, sino que se personifica igualmente para transmitir un determinado pensamiento de la manera más poderosa.

Hemos visto, por supuesto, en otros pasajes, que el Espíritu Santo no es una persona. Pero aquellos que usan pasajes en los que se personifica al Espíritu Santo para mostrar que el Espíritu Santo es una persona, no se dan cuenta de que sus argumentos van en su contra y que los mismos pasajes que citan indican lo contrario.

EL ESPÍRITU SANTO NOS HABLA

Considere este pasaje en Hebreos 3:7-11: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo”.

En la forma en la que esto está redactado, es el Espíritu Santo que habla y dice que los padres se han rebelado contra Él, que Él estaba enojado, y que no entrarían en Su reposo. Pero ¿quién dijo realmente esas palabras? ¿Quién fue el que se enojó por las transgresiones y la rebelión de los padres?

Véase Números 14:20-23: “Entonces Jehová dijo: ‘Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mivoz, no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá’”.

Fue el Señor (Yahweh) quien lo dijo. Como sabemos de otros pasajes, el Señor del Antiguo Testamento que habló directamente con Moisés y otros fue Jesucristo, no el Padre. Cristo señaló que nadie vio jamás a Dios el Padre (Juan 1:18). Pero Moisés, por ejemplo, sí vio “la forma del Señor”. (Números 12:8). Moisés, entonces, vio el segundo ser divino en la Familia de Dios—aquel que sería conocido como Jesucristo. Y así, Cristo estaba con el pueblo del antiguo Israel, a través de Su Espíritu.

Nótese lo siguiente en 1 Corintios 10:4,9: “…Y todos [los israelitas bajo Moisés] bebían de esa roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo… Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes…”

También note 1 Pedro 1:10-11: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”.

Por lo tanto, el Espíritu Santo que “habla” en el pasaje del libro de Hebreos, o que testifica de los sufrimientos y la gloria de Cristo, es el Espíritu de Cristo. El Espíritu Santo no es una persona, pero la persona de Cristo estaba presente entre los israelitas a través de Su Espíritu, y Cristo les habló a través de Su Espíritu. Que el Espíritu Santo, que emana tanto del Padre como del Hijo, no puede ser una persona, se queda claro cuando se considera que el Espíritu Santo de Cristo (a diferencia del Espíritu Santo del Padre) no estaba presente cuando Cristo vivía aquí en la tierra como ser humano, como ya vimos anteriormente. Era el Espíritu Santo de Cristo el que moraba en los profetas de la antigüedad, pero el Espíritu Santo de Cristo no existía cuando Cristo entregó Su gloria para hacerse hombre. Por lo tanto, el Espíritu Santo de Cristo el Hijo no puede ser una persona.

EL ESPÍRITU SANTO NOS DA TESTIMONIO

Véase lo siguiente en Hebreos 10, 15-16: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”.

Se nos dice aquí primero, que el Espíritu Santo dice algo, pero luego, que el Señor lo dice, y luego otra vez, que el Espíritu Santo lo dice. Entonces las Escrituras aquí usan los términos “el Señor” y “el Espíritu Santo” indistintamente. Obviamente, es el Espíritu Santo de Jesucristo el que da testimonio—en otras palabras, Cristo habla a través de su Espíritu. Pero eso no significa que el Espíritu Santo sea una persona.

Algunos han señalado que el Espíritu Santo habla a las diferentes iglesias en el libro del Apocalipsis, y concluyeron que esto debe significar, entonces, que el Espíritu Santo es una persona. Sin embargo, considere primero el hecho de que el libro del Apocalipsis habla consistentemente del Padre y del Cordero, Jesucristo, pero ni una sola vez se menciona el Espíritu Santo como persona o ser. Tanto el Padre como el Cordero vivirán en Jerusalén la Nueva—pero no se menciona al Espíritu Santo.

Cuando leemos que el “Espíritu” habla a las iglesias, debemos darnos cuenta de que la revelación viene de Dios el Padre quien se la dio a Jesucristo (Apocalipsis 1:1). Entonces, el Espíritu que habla a las iglesias es nuevamente el Espíritu de Cristo—es Cristo, a través de Su Espíritu Santo, quien revela y transmite el mensaje que había recibido del Padre.

Lo mismo se puede ver en el libro de los Hechos. En Hechos 16:6 y 7, leemos que el “Espíritu Santo” no les permitió a los discípulos predicar en Asia, e incluso de ir a un cierto lugar. En Hechos 20:22-23, leemos que el Espíritu Santo le dio testimonio a Pablo por todas las ciudades, diciendo que le esperaban prisiones y tribulaciones. Pero ¿cómo hizo esto el Espíritu Santo?

Hechos 21:4, 11 nos da una pista. Leemos: “Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén… quien [un cierto profeta] viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: ‘Esto dice el Espíritu Santo: ‘Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles’”.

Vemos que la gente hablaba, inspirada por el Espíritu Santo. Pasemos ahora a Hechos 23:11, para averiguar quién realmente dio estas profecías por boca de esos profetas: “A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: ‘Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma’”.

Fue Jesucristo quien, a través de Su Espíritu, inspiró a la gente a que hablase. Estos pasajes que hemos leído no nos dicen que el Espíritu Santo es una persona.

EL ESPÍRITU SANTO NOS ENSEÑA

Algunos afirman que el Espíritu Santo debe ser una persona porque la Biblia dice que el Espíritu nos enseña. Pero esta argumentación no es convincente. Véase en 1 Juan 2:27, que algunos han citado para apoyar su afirmación, que el Espíritu Santo debe ser una persona. Dice así: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”.

Entendemos que la unción de la que se habla aquí es una referencia al Espíritu Santo. Pero tenga en cuenta, de nuevo, quién nos enseña realmente. Pase a 

1 Tesalonicenses 4:9: “Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros”.

Cuando se utiliza sin aclaración, la referencia a la persona de “Dios” en el Nuevo Testamento, suele ser una referencia al Padre. (Sin embargo, la palabra “Dios” también puede referirse a Jesucristo. Compare Tito 2:13). Note en 1 Corintios 3:23 y en Juan 6:45: “Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí”.

Es Dios el Padre quien nos enseña. Y puesto que Dios el Padre y Jesucristo son uno, y seres divinos, y ya que Cristo sólo nos enseña lo que ha oído del Padre (compare Juan 8,28), también es correcto, entonces, que Cristo nos enseña (1 Juan 5:20). Ambos lo hacen a través del Espíritu Santo que emana de ellos. Así que nos enseñan a través del Espíritu Santo—pero eso no hace que el Espíritu Santo sea un ser divino.

EL ESPÍRITU SANTO, ¿UN —“ÉL”?

Algunos afirman que el Espíritu Santo debe ser una persona y un ser divino, porque en la Biblia, en numerosos lugares, se refiere al espíritu como “Él”. Sin embargo, como veremos, este argumento es realmente uno de los más incultos. En primer lugar, debemos notar que varias traducciones de la Biblia han optado deliberadamente por traducir ciertos pasajes de tal manera que implican que el Espíritu Santo sea una persona, mientras que otras traducciones son, en general, mucho más precisas y fieles al texto original. Por ejemplo, si lee Romanos 8:16 en la New King James Bible, o en muchas otras traducciones modernas, se encuentra la siguiente traducción: “El Espíritu mismo da testimonio…” Esto podría dar la impresión de que el Espíritu Santo es una persona. 

En muchos idiomas, cada sustantivo tiene un género que es masculino, femenino o neutro. Es estrictamente una cuestión de gramática. Por ejemplo, en el idioma alemán, la palabra “Pferd”, que significa “caballo”, es neutra, mientras que la palabra “Hund”, que significa “perro”, es masculina, y la palabra para “gato”, “Katze”, es femenina. Además, la palabra “árbol”, que significa “Baum”, es masculina, al igual que la palabra “coche”, que significa “Wagen”, mientras que la palabra “abeto”, que significa “Tanne”, es femenina, y la palabra “cerdo”, que significa “Schwein”, es neutra. Más confuso, quizás, las palabras “aliento”, “viento” y “espíritu”, es decir, “Atem”, “Wind” y “Geist” en alemán, todas son masculinas. Podemos ver claramente, entonces, que el género del sustantivo no nos dice nada sobre la naturaleza del sustantivo—ya sea una persona, un animal, una planta, un objeto o una cosa. 

Lo mismo se aplica al griego. La palabra “espíritu”, en griego “pneuma” y es de género neutro. Por lo tanto, todos los pronombres que se refieren a “pneuma” deben traducirse de forma precisa como “el”, “lo” o “le” (precisamente “it” en el idioma inglés). Aquellos que han decidido arbitrariamente traducir los pronombres como “El”, en lugar de “lo” (“it”, neutro, en inglés), cuando se refieren al Espíritu Santo, lo han hecho solo para transmitir sus falsas creencias acerca de la personalidad del Espíritu Santo. Además, si los traductores fueran consecuentes, tendrían que traducir muchos pronombres de palabras hebreas que se refieren al Espíritu como “ella”, ya que en la mayoría de los casos, se usan sustantivos con género femenino para describir al Espíritu en el Antiguo Testamento.

Hay un sustantivo particular que se refiere al Espíritu Santo y que es masculino en griego. Este sustantivo es “parakletos” y se ha traducido al inglés como “Ayudante” o “Consolador” (compare, por ejemplo, Juan 14: 16-17). Dado que el sustantivo es masculino en griego, los pronombres que se refieren a él también son masculinos en griego. Pero esto es estrictamente una cuestión de gramática, no de significado. Sin embargo, traducir esos pronombres de forma masculina al inglés da una impresión totalmente equivocada.

Cuestiones de gramática y género de sustantivos en un idioma particular no determinan si los sustantivos son personas, plantas, cosas u objetos. No se deben utilizar traducciones incorrectas o engañosas para sacar conclusiones doctrinales.

PERSONIFICACIONES DE OBJETOS MUERTOS 

Ya vimos que la Biblia a veces personifica al Espíritu Santo. Esto no debería ser una sorpresa. Todos deberíamos darnos cuenta de que la Biblia a menudo personifica objetos muertos, o conceptos, o animales mudos—atribuyéndoles habla, sentimientos, acción u otra conducta consciente. Por lo tanto, no debería sorprendernos que el Espíritu Santo de Dios a veces se describe de esta manera. Pero como hemos visto, esto no demuestra que es una persona distinta, o un ser divino dentro de una Trinidad.

Tomemos nota de algunos de esos ejemplos bíblicos de personificación.

Sabiduría divina—¿una persona?

En Proverbios 1, se describe la “sabiduría divina”. La sabiduría, por supuesto, no es una persona, pero veamos lo que leemos al respecto, comenzando en el versículo 20: “La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares de reunión… dice sus razones”. Y luego, comenzando en el versículo 22, realmente leemos lo que la “sabiduría” nos está diciendo, entre comillas directas. Entonces, vemos que la sabiduría de Dios está personificada aquí, pero claramente no es una persona.

Vemos lo mismo repetido en Proverbios 8. Comenzando en el versículo 1, leemos: “¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia?… (3) Ella clama en el lugar de las puertas…” Y, de nuevo, en el versículo 4, encontramos exactamente lo que dice la sabiduría. Se da entre comillas con la sabiduría hablando por sí misma, exclamando: “(22) Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras… (27) Cuando formaba los cielos, allí estaba yo… (30) Con él estaba yo ordenándolo todo… (32) Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos”.

Y, nuevamente, Proverbios 9:1-6 personifica la sabiduría y deja que nos hable, como si fuera un ser separado. Pero no lo es. La sabiduría es una de las características de Dios. Y es Dios quien debe darnos su sabiduría, si queremos vivir según las normas de Dios. Véase en Proverbios 2:6: “Porque el Señor da la sabiduría; y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.” ¿Podemos ver cuán paralela es la relación entre Dios y la sabiduría con la relación entre Dios y su Espíritu Santo? Después de todo, recibimos la sabiduría divina a través del Espíritu de Dios. Tanto la sabiduría como el Espíritu Santo son personalizados, pero ninguno de ellos es, de hecho, una persona.

El amor de Dios—¿una persona?

Ya que estamos hablando de algunos de los atributos o características de Dios que la Biblia a veces personifica para indicarnos claramente la importancia de estos, veamos otro ejemplo en 1 Corintios 13:4-7. En este pasaje, el amor de Dios se describe de manera como si fuera una persona, pero, por supuesto, no es una persona:

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.

Solo una persona o un ser puede negarse a envidiar, comportarse de cierta manera, pensar, alegrarse o creer. Aquí, el amor se describe haciendo eso, como si el amor fuera una persona. No es una persona, por supuesto, sino la única y principal característica de Dios, que se nos da, a través del Espíritu de Dios que vive en nosotros. Y así, como el amor no es una persona, sino personalizado, así el Espíritu Santo de Dios tampoco es una persona.

La Fe de Dios—¿una persona?

Tome nota ahora de un ejemplo adicional. Encontramos otra de las características de Dios descritas como persona en 2 Timoteo 1:5: “Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.

La fe de Dios aquí se describe como habitando en una persona. Otros traductores incluso dicen que la fe vive en ellos. Sólo una persona, no un concepto abstracto o un atributo de otra persona, puede habitar o vivir. Entonces, aquí, la fe de Dios está personificada, pero la fe de Dios claramente no es una persona separada o un ser dentro de la Deidad. El Espíritu Santo tampoco es una persona separada, aunque leemos muchas veces que el Espíritu Santo habita o vive en nosotros.

El pecado—¿una persona?

Sin embargo, no solo los atributos de Dios a veces se representan de manera personificada. Asimismo, conceptos erróneos, que debemos superar, también se personifican. Lea esto en Romanos 6:12, 14: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias… Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros…”

El pecado es retratado como un gobernante, un enemigo que no debe conquistarnos. Más bien, debemos conquistarlo nosotros, como si fuera una persona. Se nos recuerda de una amonestación similar que Dios le dio a Caín en Génesis 4:7: “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.

La sangre—¿una persona?

También encontramos una mezcla interesante de seres conscientes y conceptos inconscientes, atributos o ideas en Hebreos 12:22-24. Y aunque algunas de las cosas mencionadas aquí claramente no son personas, todas se describen como si lo fueran: “Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.

Por ejemplo, la sangre rociada no habla propiamente dicho; tampoco lo hace la sangre de Abel. Pero la Biblia lo pinta así, como si la sangre fuera un ser consciente. Y Dios había introducido ese pensamiento desde el principio, en Génesis 4:10: “Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. Una vez más, la sangre se personifica aquí, como si tuviera una voz real, para mostrar la enormidad y la seriedad de lo que había hecho Caín.

Los cielos, la tierra, los ríos, las colinas—¿todos personas?

Hay bastantes lugares donde la Biblia otorga atributos, personalidad y conciencia a cosas que no los poseen—pero están personificadas, como si actuasen o se comportasen de la misma manera que lo harían seres humanos.

Leamos Romanos 8:22: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y una está con dolores de parto hasta ahora”. La creación se representa aquí como una mujer en parto. Está personificada, personalizada. Pero solo es una imagen.

Véase en Isaías 49:13: “Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia”. Una vez más, vemos cómo sentimientos, emociones y conducta personal se atribuyen a la creación de Dios.

Véase Isaías 55:12: “…los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso”. Esto es claramente una imagen, por supuesto. Árboles no aplauden con sus manos y montes no cantan. Todo el mundo entiende que esto es una imagen. Pero cuando leemos que el Espíritu Santo de Dios habla, de repente la gente asume que esto debe significar que el Espíritu Santo es una persona.

El libro de los Salmos está lleno de descripciones personificadas. Veamos solo algunos:

Salmo 96:11-13: “Alégrense los cielos, y gócese la tierra… Regocíjese el campo, y todo lo que en él está; entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento, delante de Jehová que vino; porque vino a juzgar la tierra”.

Salmo 148:2-4, 7-11: “Alabadle, vosotros todos sus ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos. Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos… Alabad a Jehová desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos; el fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento de tempestad que ejecuta su palabra; los montes y todos los collados, el árbol de fruto y todos los cedros; La bestia y todo animal, reptiles y volátiles; los reyes de la tierra y todos los pueblos, los príncipes y todos los jueces de la tierra…”

En este pasaje, los ángeles, los hombres, los animales y las plantas, así como los objetos sin vida o inconscientes como el agua, los planetas y las estrellas, son llamados a alabar al Señor, como si todos fueran personas. Sin embargo, nadie asumiría que el agua, por ejemplo, es una persona con sentimientos, emociones o capacidad de razonamiento. Se entiende que este pasaje de los Salmos representa la grandeza del Dios Creador.

LA FAMILIA DE DIOS ESTÁ DESTINADA A CRECER

El concepto falso de la Trinidad no sólo transmite una imagen totalmente errónea de Dios, sino que también oculta el propósito de la existencia del hombre. La mayoría de la gente en el mundo no entiende y cree que el destino del hombre es llegar a ser Dios.

Dios es una Familia—actualmente compuesta por el Padre y el Hijo. A través del poder de su Espíritu Santo, podemos formar parte de la Familia de Dios. En lugar de ser una Trinidad cerrada por toda la eternidad, Dios está agrandando su Familia al reproducirse en nosotros. Cristianos verdaderos ya son llamados hijos engendrados de Dios si su Espíritu habita en ellos. Todavía no somos glorificados o nacidos de nuevo, y aún no se ha manifestado lo que seremos—es decir, hijos de Dios nacidos de nuevo. Sí que sabemos que cuando Jesucristo aparezca, seremos hijos de Dios nacidos de nuevo—entonces seremos como Él y lo veremos tal como es—el primogénito entre muchos hermanos (compare 1 Juan 3:1-2; Romanos 8: 29).

El concepto de la Trinidad que enseña que Dios es —y que siempre ha sido— Padre, Hijo y Espíritu Santo, oculta y oscurece el hecho de que Dios es una Familia. Al principio, había dos seres divinos—uno al que se hace referencia como la Palabra o el Portavoz, así como otro ser al que se hace referencia como Dios (Juan 1:1). Pero la Palabra también era Dios, ya que “Dios” es un nombre de familia. El Verbo se hizo carne—se dio a conocer como Jesucristo (Juan 1:14), mientras que el otro ser divino, el “Altísimo” en la Deidad, se dio a conocer como el “Padre”. Cristo nació de nuevo como Hijo de Dios en la resurrección (Romanos 1:1-4). Antes de los tiempos del Nuevo Testamento, Dios aún no se conocía como el “Padre”, ni la Palabra como el “Hijo”. Pero Cristo ahora es el Hijo de Dios—y también es el primogénito entre muchos hermanos. Usted también puede convertirse en un hijo engendrado y, en el momento de la resurrección, convertirse en “hijo de Dios” nacido de nuevo. El concepto falso de una Trinidad cerrada oculta totalmente esta asombrosa verdad. Si desea saber más acerca de su máximo potencial, lea nuestro folleto gratuito, “El Evangelio del Reino de Dios”.

Hemos visto en este folleto que Dios no es una Trinidad cerrada. Más bien, Dios el Padre y Jesucristo el Hijo son una Familia amorosa. El Padre entregó a su Hijo unigénito por nosotros para que Usted y yo podamos unirnos a su Familia y tener vida eterna. Dios quiere que lo adoremos “en espíritu y en verdad.” (Juan 4:24). Asegurémonos de hacerlo correctamente.

Obedecer a Dios antes que a los hombres

Obeying God Rather Than Men

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Introducción

El título de este folleto se inspiró en el famoso dicho de Pedro en Hechos 5:29 y también en Hechos 4:19. El Sanedrín había prohibido a los apóstoles enseñar la Verdad en el nombre de Jesucristo, pero se negaron firmemente. Fueron amenazados y arrestados y en peligro de ser ejecutados, pero fueron liberados por un ángel y continuaron predicando la Verdad. Fueron arrestados nuevamente y golpeados severamente, pero luego fueron liberados.

El dicho de Pedro y las circunstancias subyacentes han sido citadas y contadas infinitas veces a lo largo de los siglos, y muchos cristianos han sufrido el martirio por obedecer a Dios antes que a los hombres. Pero con el tiempo, el significado de lo que realmente transmite este pasaje se volvió cada vez más borroso en la mente de muchas personas, y se nos advierte que en estos últimos días muchos se apartarían de la Verdad, perderían el amor de Dios y estarían dispuestos a transigir con la Palabra de Dios e incluso a traicionar a otras personas para escapar del castigo del gobierno.

Cristo nos advierte que si pertenecemos a los que se avergüenzan de Él y de Sus palabras, nos rechazará cuando regresa, y la ira de Dios estará sobre nosotros.

¿Qué significa para Usted obedecer a Dios antes que a los hombres? Ha llegado a la conclusión, en su mente, de que en determinadas circunstancias, sería justificable desobedecer a Dios para seguir las directivas y los mandatos del hombre para poder escapar del castigo del gobierno? ¿Quizás es demasiado rápido para seguir las órdenes o pautas del gobierno, sin preguntar si están de acuerdo con la Voluntad de Dios para su pueblo?

¿Acaso ha determinado que debe someterse a los líderes de gobierno en todos los aspectos de la vida porque son “ministros designados por Dios” que no llevan la espada en vano, y porque debe orar por ellos? ¿Cree que puede amar y servir a Dios y a este mundo al mismo tiempo?

Debemos entender que este no es el mundo de Dios. Esta sociedad está gobernada por Satanás el diablo, el dios de este mundo. ¿Es, por lo tanto, nuestra responsabilidad tratar de hacer de este mundo un lugar mejor al involucrarnos en la política y la participación en las elecciones de gobierno para reemplazar a un gobernante malvado por otro? ¿Alguna vez se nos permite recurrir a la violencia en un intento de provocar un cambio en el gobierno humano del país en el que vivimos?

En nuestra Declaración de Creencias, bajo “Gobierno Nacional” decimos lo siguiente:

“Creemos que debemos estar sometidos al gobierno de nuestro país y a sus leyes (Romanos 13:1–5; 1 Pedro 2:13–17); que debemos pagar nuestros impuestos (Mateo 22: 17–21; Marcos 12:14–17; Romanos 13:6–7); que debemos orar por los líderes del gobierno (1 Timoteo 2:1–3); y que debemos honrar a estos líderes (1 Pedro 2:17; Romanos 13:7).”

Sin embargo, también declaramos lo siguiente en nuestra Declaración de Creencias, bajo “Relación con Dios”:

“Creemos que el deber de un cristiano frente a Dios es de una naturaleza mayor y superior que nuestro deber procedente de cualquier relación humana (Hechos 4:18–20; 5:27–29). Por lo tanto, nosotros, siguiendo los mandatos y principios bíblicos, no participamos en la votación de las elecciones nacionales o el servicio de jurado, y no nos unimos al ejército. Por otro lado, no nos oponemos a la participación en el servicio civil. Si los gobiernos nos obligan a alistarnos, nos negamos a servir en cualquier capacidad que viole el espíritu del sexto mandamiento de Dios contra el asesinato (Éxodo 20:13; Mateo 5:43–48; Romanos 12:17–21).”

Por otro lado, algunos predican que los cristianos deberían participar en actividades violentas para defender a su propia nación y a sí mismos. ¿Pero esto es como vivía Jesucristo y lo que enseñó?

Cuando leemos que debemos orar por los líderes de nuestro gobierno humano y honrar y someternos a esos líderes, ¿significa esto que debemos orar a Dios para que los bendiga, a pesar de que lleven vidas pecaminosas, hagan e impongan leyes impías, y propaguen e incluso encomienden una conducta pecaminosa? Si no, ¿cómo y para qué debemos orar? ¿Y qué es lo que significa “sumisión” al gobierno realmente… y qué es lo que no significa?

Este folleto explicará a fondo lo que Dios requiere de Usted como cristiano intransigente, a pesar de todos los obstáculos. Primero estableceremos cuál debería ser nuestra relación general y actitud hacia nuestros líderes gubernamentales, antes de abordar en detalle lo que significa obedecer a Dios antes que a los hombres, a pesar de que esta importante Verdad es mencionada y citada en todo el folleto. También entraremos en detalle sobre el significado tan importante de la “marca de la bestia” y cómo se relaciona con nosotros hoy.

Capítulo 1

Cómo se debe orar por los líderes gubernamentales

Algunos exigen que debemos orar por la bendición de Dios de los líderes gubernamentales para que tengan éxito en sus cargos, a pesar de que lo que representan es perjudicialmente opuesto al estilo de vida de Dios. ¿Es eso lo que debemos hacer?

Para comprender adecuadamente lo que dice Pablo – y lo que no dice – en relación con esta pregunta, leamos 1 Timoteo 2:1-7, en contexto:

“(1) Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por TODOS LOS HOMBRES; (2) por los reyes y por todos los que están en eminencia, PARA QUE VIVAMOS QUIETA Y REPOSADAMENTE en toda piedad y honestidad. (3) Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, (4) el cual quiere que TODOS LOS HOMBRES sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (5) Porque hay UN SOLO Dios, y UN SOLO mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, (6) el cual se dio a sí mismo en rescate POR TODOS, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. (7) Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.”

¿Cómo, exactamente, debemos orar por los líderes de gobierno?

La Biblia de aplicación de vida explica:

“La orden de Pablo de rezar por los reyes fue notable teniendo en cuenta que Nerón, un gobernante notoriamente cruel, era emperador en este momento (54-68 D.C.). Cuando Pablo escribió esta carta, la persecución era una amenaza creciente para los creyentes. Más tarde, cuando Nerón necesitaba un chivo expiatorio para el gran incendio que destruyó gran parte de Roma en el año 64 D.C., culpó a los cristianos romanos a fin de distraer de sí mismo. Luego la persecución estalló por todo el Imperio Romano. No solo se les negaron ciertos privilegios de la sociedad a los cristianos, algunos incluso fueron masacrados públicamente, quemados o arrojados a los animales…”

Con estos antecedentes, el comentario continúa:

“… debemos orar por los que tienen autoridad en todo el mundo para que sus sociedades sean conductivas a la difusión del evangelio“.

Esta es una declaración correcta, hasta cierto punto. Verdaderos cristianos DEBEN orar para que Dios influya en los líderes, especialmente en sociedades hostiles al cristianismo, para permitir la predicación libre y no restringida del verdadero evangelio (compare con 2 Tesalonicenses 3:1). Pablo no nos dice aquí que debemos orar necesariamente por la conversión de estos líderes – Dios convertirá a las personas en su debido tiempo – pero que estén motivados para tomar decisiones que nos permitan llevar una vida tranquila y pacífica. No se nos pide que oremos para que Dios recompense a líderes malvados por sus pecados.

Debemos orar incluso por nuestros enemigos (compare con Mateo 5:44), no para que sean bendecidos en su conducta pecaminosa , sino para que quizás cambien su forma de vida (compare con Romanos 12:20). El rey de Nínive y toda la ciudad-estado se arrepintieron de sus malas acciones cuando escucharon la advertencia de Jonás y, como consecuencia, fueron salvados de la destrucción. Jonás debería haber rezado por tal cambio en las mentes de la gente, pero no lo hizo. Esto debería ser una lección para nosotros hoy, de no actuar y pensar como lo hizo Jonás en ese momento.

Hay ocasiones, por supuesto, cuando no debemos orar por un líder gubernamental en particular. Después de que Dios condenó al rey Saúl, le dijo a Samuel que dejara de llorar por el rey (compare con 1 Samuel 16:1).

Al mismo tiempo, se nos pide orar con acción de gracias. Esto puede ser fácil de hacer cuando vivimos en paz. Es más difícil de hacer cuando nos encontramos en situaciones de persecución. Pero aun así, debemos incluir la acción de gracias en nuestras súplicas e intercesiones, incluso por esas circunstancias. Sabemos que nada simplemente “sucede” en nuestras vidas sin que Dios es consciente de ello. Todo lo que Dios permite es por una razón.

La Exposición de la Biblia completa de John Gill explica la frase “para que podamos llevar una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y honestidad”, de la siguiente manera:

“… ya que los corazones de los reyes están en manos del Señor, y él puede convertirlos como le plazca, la oración debería dirigirse a él [Dios] por ellos [reyes, etc.], para que él [Dios] hiciera… al menos así disponer sus corazones y mentes de tal manera, que podrían detener la persecución, y así los santos podrían vivir pacíficamente bajo su gobierno…”

Vincent’s Word Studies añade que debemos orar por los líderes gubernamentales para que podamos llevar una “vida tranquila y pacífica”, explicando que “tranquilo” surge “de la ausencia de perturbaciones externas”, mientras que “pacífico” o “con tranquilidad” surge “desde dentro.”

El comentario de Adam Clarke sobre la Biblia dice:

“Buenos gobernantes tienen poder para hacer mucho bien; oramos para que su autoridad sea siempre preservada y bien dirigida. Malos gobernantes tienen poder para hacer mucho mal; oramos para que se les impida usar su poder de tal manera. Así que, ya sea que los gobernantes son buenos o malos, la oración por ellos es el deber positivo de todos los cristianos; y la respuesta a sus oraciones, en cualquier [caso], será la forma en la que ellos puedan llevar una vida tranquila y pacífica con toda piedad y honestidad.”

Las Notas sobre la Biblia de Albert Barnes escriben que debemos orar por los líderes gubernamentales para “que sus corazones estén inclinados a lo que es correcto para que nos protejan en la práctica de nuestra religión, y que no estemos atormentados ​​por la enemistad o la persecución.”

Se nos instruye a incluir los líderes gubernamentales en nuestras oraciones para que podamos llevar vidas tranquilas y pacíficas, lo que nos permite predicar el evangelio del pacífico Reino de Dios en todo el mundo como testigos y reunirnos en paz en los días festivos semanales y anuales de Dios. No se nos pide que oremos por la conversión de nuestros líderes, sino más bien que estén motivados a no perseguirnos o que detengan su persecución.

Nuestras oraciones por los líderes gubernamentales con el objetivo de llevar vidas pacíficas también podrían incluir la petición que éstos, dado que es la voluntad de Dios, decidan no ir a la guerra, y que estén motivados para poner fin a las guerras en las que sus naciones podrían estar involucradas. En este mundo de odio, violencia y guerra, este tipo de oraciones son necesarias y muy agradables a Dios. En tiempos de crisis, también deberíamos rezar para que nuestros líderes tomen decisiones correctas y piadosas a fin de que el pueblo de Dios pueda obedecer su mandato de reunirse en su sábado semanal y sus días santos anuales.

Capítulo 2

Dadle al Emperador…

Jesús enseñó que debemos dar a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios (compare con Mateo 22:15-22; Marcos 12:13-17; Lucas 20:20-26), y así mostró que Él estaba sujeto a las leyes del hombre, entre ellas el pago de los impuestos, siempre que no hubiera conflicto con la Ley de Dios. Y eso aplica a nosotros hoy.

En Tito 3:1, Tito es instruido por Pablo “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.”

En 1 Pedro 2:13-17, se repite el mismo principio: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.”

En Hechos 4:18, las autoridades civiles y religiosas ordenaron a Pedro y Juan “que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.” Pero en los versículos 19-21 leemos: “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho.”

En este caso, desafiaron a las autoridades seculares para que pudieran hacer la Voluntad de Dios y no recibieron ningún castigo más allá de las amenazas. Poco después, para seguir el mandato de Dios de predicar la Verdad, nuevamente tuvieron que desobedecer a las autoridades seculares y, como consecuencia, fueron severamente castigados (Hechos 5:17-32.40). Pero a pesar de su castigo y las continuas amenazas del gobierno, los apóstoles desafiaron la orden del concilio civil, “gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (versículo 41). Y continuaron desobedeciendo las órdenes del gobierno mientras obedecían las instrucciones explícitas de Dios de anunciar y enseñar su plan de salvación (versículo 42).

Hoy en día, la Iglesia de Dios tiene la comisión y la responsabilidad de predicar el evangelio y de alimentar al rebaño. Más adelante discutiremos lo que esto significa, específicamente.

En resumen, nuestra sumisión a las autoridades gobernantes no significa obediencia acrítica, ya que nuestra máxima autoridad es Dios. Leyes que son contrarias a la letra y al espíritu de la Ley de Dios no deben ser obedecidas, pero en tales situaciones, debemos estar dispuestos a aceptar las consecuencias de nuestras acciones, sin recurrir a la desobediencia civil violenta.

En vista de lo anterior, los próximos capítulos tratarán las declaraciones de Pablo en Romanos 13, que pueden malentenderse y malinterpretarse fácilmente, si no tenemos cuidado. Después de todo, Romanos 13:1-2 declara: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.”

¿Esos pasajes significan que Dios designa directamente a cada autoridad humana y que, por lo tanto, debemos obedecer las leyes humanas en todos los aspectos – sin hacer preguntas?

Capítulo 3

¿De qué manera no deben temerse a los gobernantes por las buenas obras?

En Romanos 13:3, Pablo también dice que “los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo.” Está hablando de manera general de los gobernantes, que defienden ciertas leyes para garantizar la convivencia civil, pacífica y armoniosa entre sus ciudadanos. Pablo se refiere a la sumisión (versículo 5) y a la aplicación de las leyes civiles y penales (versículo 4), que tratan por ejemplo del robo o del asesinato.

Aquí Pablo no está hablando de los Hitlers o los Stalins de este mundo, quienes animan a sus ciudadanos a traicionar a los cristianos o a los judíos para poder asesinarlos seguidamente. Tenemos que recordar la declaración de Cristo de OBEDECER a los fariseos en todo lo que le dicen a la gente. Sin embargo, más tarde, Pedro no los obedeció cuando exigieron que dejara de predicar en el nombre de Cristo. Cristo tampoco les obedeció, ni con relación a sus reglas de lavado ceremonial, ni de evitar el contacto con “pecadores.”

Debido a ello, Cristo hablaba de asuntos que no estaban en conflicto con la Palabra de Dios. [Observe también que Juan el Bautista reprendió abiertamente a Herodes por cometer adulterio con la esposa de su hermano. (Lucas 3:19-20).]

En Juan 19:11, Cristo le dijo a Pilato: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, MAYOR pecado tiene.”

Cristo aquí está dando una advertencia implícita con respecto a la responsabilidad y el juicio de aquellos que son malvados, incluidos los gobernantes. Debemos ser embajadores de Cristo y del Reino de Dios. Como tales, todavía estamos sujetos a las leyes del hombre, siempre y cuando no estén en conflicto con las leyes de Dios.

Además, en Lucas 4:6, Satanás declara a Cristo que toda autoridad sobre los reinos de este mundo actualmente le ha sido entregada a Satanás, y que es él quien se la da a quien quiera. Cristo no disputa esta afirmación. De hecho, leemos que Satanás es el “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2) y el “Dios de este mundo” (2 Corintios 4:4), que todavía tiene un trono en esta tierra (Apocalipsis 2:13). Él y sus demonios son los gobernantes actuales de este mundo (Efesios 6:12), inspirando a los líderes políticos de obedecer su voluntad (1 Corintios 2:7-8).

Hoy, este mundo está separado de Dios, y está sujeto al gobierno de Satanás. Dios había puesto a Lucifer en el trono de esta tierra, pero se rebeló y se convirtió en Satanás. Cuando inspiró a Adán y Eva a pecar, Dios le dio 6,000 años a la humanidad para descubrir por sí misma que necesita a Dios. No obstante, Dios decretó que Satanás permaneciera en su trono, hasta que Jesucristo regresa, para reemplazarlo y restaurar el gobierno de Dios en esta tierra.

En este sentido, “no hay autoridad sino de parte de Dios” (Romanos 13:1), y toda autoridad “ha sido dada de arriba” (Juan 19:11), así Dios había puesto a Lucifer en este trono terrenal; en el que todavía no ha reemplazado a Satanás y sus demonios; y en el que no pueden hacer nada que Dios no les PERMITA hacer. A veces, Dios puede incluso intervenir directamente para garantizar que una persona en particular tome el control del gobierno en un país en particular, de modo que se puede cumplir el plan general de Dios para la humanidad. Sin embargo, no debemos seguirlos, o sus leyes, cuando se oponen a Dios.

De hecho, Jesucristo se calificó para reemplazar el gobierno de Satanás sobre esta tierra (Juan 12:31; 16:33), pero eso solo ocurrirá cuando Cristo regresará para establecer el Reino y el Gobierno de Dios en esta tierra (Apocalipsis 11:15) Hasta entonces, los cristianos deben servir como embajadores de ese FUTURO Gobierno (2 Corintios 5:20).

El Comentario de Broadman Sobre la Biblia dice lo siguiente sobre Romanos 13:3:

“… Los funcionarios del estado así como los gobernantes merecen la lealtad de los cristianos solo cuando aprueban una conducta buena y moral (vers. 3-4a). Los políticos corruptos que apelan a la conciencia cristiana para proteger su reino injusto de terror y tiranía deben ser repudiados totalmente… Como servidor público de Dios, es el trabajo del gobernante promover y apoyar el bien contra el mal (p.257).”

El “Lexikon zur Bibel” alemán de Fritz Rienecker, señala lo siguiente, bajo “Autoridades gobernantes” [“Obrigkeit”]:

“La Biblia nos instruye, debido a la voluntad de Dios, que obedezcamos a las autoridades gobernantes (Romanos 13:1-7; Tito 3:1; 1 Pedro 2:13-14), y que oremos por ellos (Jeremías 29:7; 1 Tim. 2:2) [en el sentido anteriormente comentado]. La razón es, que cada autoridad es designada por Dios [en el sentido que se explicó anteriormente] y que es Su siervo (Romanos 13:1,4)… Sin embargo, hay un límite de la obediencia. Ese límite se alcanza cuando las instrucciones de la autoridad impiden que un ser humano obedezca a Dios (Hechos 4:19; 5:29). Esta libertad, de no seguir la voluntad de la autoridad, la defiende Pedro ante la autoridad espiritual de su propio pueblo.”

Con relación al comentario de Pablo que dice “los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien” (Romanos 13:3), el comentario de Blunt precisa:

“El Apóstol obviamente está hablando de los gobernantes como deberían ser, sin considerar que es necesario para el propósito de este argumento hablar de ellos de otra manera, por lo que no tiene en cuenta sus debilidades y su maldad, por la que muchas veces también terrorizan a otros como autores del mal.”

Esto debería ser evidente, pero los lectores crédulos e ignorantes, o incluso los maestros engañosos de la Biblia, han pasado por alto o han distorsionado con demasiada frecuencia esta advertencia tan obvia.

En Romanos 13 Pablo también declara que la autoridad gobernante es “El ministro de Dios”. Lo que quiso decir con eso se explica en el próximo capítulo de este folleto.

Capítulo 4

¿De qué manera son los funcionarios de gobierno “ministros de Dios”?

Cuando Pablo dijo que los funcionarios políticos del gobierno pueden ser vistos como “ministros de Dios”, tuvo en cuenta que los verdaderos cristianos deben estar sujetos a la autoridad humana debidamente constituida. No deben rebelarse contra ella, tratando de derrocarla con medios violentos, incluso si dicha autoridad se comporta de una manera descaradamente impía.

Pero como se explicó en el capítulo anterior, Pablo también creía, como enseñó claramente en las Escrituras, que es Satanás quien gobierna este mundo malvado presente, y que en última instancia es Dios quien le permite a Satanás gobernar temporalmente. Pablo enseñaba que Dios incluso podría instalar directamente a ciertas personas en ciertos cargos – para llevar a cabo su plan. Estos funcionarios podrían ser totalmente incompetentes, desde el punto de vista de Dios, para gobernar con rectitud y justicia. Pero esta no es la razón por la que recibieron el poder.

Leemos por ejemplo, que Dios puede designar al “más bajo de los hombres” (Daniel 4:17). Leemos también que instaló al rebelde faraón como rey de Egipto para mostrar su poder en él  para dar a conocer su nombre en todo el mundo (Éxodo 9:16; Romanos 9:17). También nos dice, que “enviará” a un futuro rey de Asiria contra el Israel y Judá moderno para castigarlos (Isaías 10:5-7). En ese sentido, eran o serán “ministros de Dios”, en el sentido de que han sido utilizados – o serán utilizados – para llevar a cabo el plan y el propósito de Dios. Dios incluso llamó al Rey violento Nabucodonosor “Mi siervo” (Jeremías 27:6), y al Rey idólatra Ciro se refirió como “Mi pastor” y “Mi ungido” (Isaías 44:28; 45:1), porque estaban cumpliendo la voluntad de Dios en ciertas áreas en ese momento.

La Nueva Biblia de Referencia de Scofield dice con respecto a Romanos 13:1-4: “… el apóstol señala que el gobierno reglamentario es parte del propósito de Dios, incluso en un mundo malvado. Ningún gobernante ejerce control excepto en la medida en que Dios lo permite… En circunstancias normales, el cristiano debe ser obediente a la ley del país dónde reside. Sin embargo, esto no significa que debe obedecer normas que son inmorales o  anticristianas. En tales casos, es su deber obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29; Daniel 3:16-18; 6:10…).”

La Biblia de aplicación de vida expone las diferentes formas en las que los “cristianos” han tratado de interpretar las declaraciones en Romanos 13:1-4. Hoy, muchos utilizan argumentos similares para justificar, por ejemplo, la implicación en elecciones del gobierno.

El comentario arriba mencionado dice:

“Nunca deberíamos permitir que el gobierno nos obligue a desobedecer a Dios. Jesús y sus apóstoles nunca desobedecieron al gobierno por razones personales. Cuando desobedecieron solo lo hicieron para seguir su mayor lealtad hacia Dios. Su desobediencia tuvo consecuencias; fueron amenazados, golpeados, encarcelados, torturados y ejecutados por sus creencias. Al igual que ellos, si nosotros nos vemos obligados a desobedecer, debemos estar preparados de sufrir las consecuencias.”

Debemos someternos a las leyes y los gobiernos humanos. Cuando debemos desobedecer por razones de conciencia y somos condenados por ello, no debemos recurrir al uso de armas de fuego, tratando de luchar violentamente contra los funcionarios que han sido enviados para ejecutar una posible sentencia contra nosotros.

El comentario continúa:

“Los cristianos entienden Romanos 13 de diferentes maneras. Todos los cristianos están de acuerdo que debemos vivir en paz en el estado, siempre que éste nos permita vivir de acuerdo con nuestras convicciones religiosas…

“Algunos cristianos creen que el Estado es tan corrupto que los cristianos deberían tener el mínimo contacto posible con él. Aunque deberían ser buenos ciudadanos siempre que sea posible, sin comprometer sus creencias, no deberían trabajar para el Estado, participar en elecciones o servir en el ejército.”

En general, estaríamos de acuerdo con este punto de vista, al menos en lo que se refiere a la participación en elecciones de gobierno o el servicio en el ejército como, así como trabajar para el gobierno en ciertas áreas, como el de la producción de armas destinadas a la guerra. Sin embargo, esto no quiere decir que un cristiano no puede trabajar para el gobierno cumpliendo tareas no violentas que no comprometen sus creencias.

El comentario continúa diciendo:

“Otros creen que Dios ha dado la autoridad al Estado en ciertos áreas y a la Iglesia en  otros. Los cristianos pueden ser leales a ambos y pueden trabajar para los dos. Sin embargo, no deberían confundir los dos. Desde este punto de vista, la Iglesia y el Estado se ocupan de dos aspectos diferentes – el espiritual y el físico – y se complementan entre sí, sin cooperar entre sí.”

Estas declaraciones también contienen elementos de verdad, pero los cristianos no deberían confundir la autoridad de Dios con la autoridad del hombre. No deben trabajar para el Estado en puestos que violarían la letra o el espíritu de las leyes de Dios.

Sin embargo, muchos cristianos malinterpretan la declaración de Pablo en Romanos 13 de una tercera forma, que se describe de la siguiente manera en el comentario antes mencionado:

“Otros creen que los cristianos tienen la responsabilidad de mejorar el estado. Pueden hacer eso de forma política, eligiendo líderes cristianos o de altos principios. También lo pueden hacer de forma moral, sirviendo a la Sociedad a través de su influencia positiva. Desde este punto de vista, la Iglesia y el Estado trabajan juntos idealmente, codo a codo, por el bien de todos.”

Por supuesto, es cierto que, como verdaderos cristianos, debemos ser buenos ejemplos para otros, mostrándoles cómo se puede representar a Dios y su forma de vida. Sin embargo esto no significa que deberíamos tratar de hacer de este mundo un lugar mejor o que deberíamos intentar de mejorar el Estado – es el mundo de Satanás lo cual no podemos mejorar – o que deberíamos votar por “líderes íntegros” en las elecciones.

Dado que un verdadero cristiano debe desobedecer leyes que son inmorales o anticristianas, entonces ¿cómo puede apoyar a un candidato político que promueve y aprueba este tipo de leyes? La respuesta es que no puede hacerlo. No puede votar por un mal menor, sino debe “abstenerse de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22).

Los verdaderos discípulos de Cristo deben salir de este mundo, apartarse, y no tocar lo inmundo (2 Corintios 6:17; compare con Apocalipsis 18:4; Juan 15:19; 17:16; 18:36). Además, Pablo hace la siguiente pregunta en 2 Corintios 6:14: “Porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?” La suposición ingenua, de pensar que podemos cambiar este mundo malvado a través de la elección de candidatos políticos cristianos profesantes, malinterpreta tanto el propósito de nuestro llamado cristiano como las realidades de la vida presente. Después de todo, la compañía malvada en el campo político corrompe incluso a los candidatos “de los más altos principios” (compare con 1 Corintios 15:33).

El comentario concluye con esta evaluación precisa:

“Ninguno de estos puntos de vista promueve la insubordinación o rebelión contra las leyes o regulaciones del gobierno, a menos que esas leyes claramente exigen la violación de estándares morales establecidos por Dios. No importa en qué situación nos encontremos, debemos ser ciudadanos responsables, y también cristianos responsables.”

Referente a la fraseología de Pablo que describe la autoridad como “ministros de Dios” (dos veces en el versículo 4), el comentario de Blunt, “La Biblia anotada“, dice:

“Literalmente, “el diácono de Dios”, lo que en este caso significa obviamente el auxiliar ejecutivo por el que se administra y cumple la autoridad divina. Esto es el único lugar en el Nuevo Testamento donde este término no se usa en su sentido eclesiástico… “para bien” describe el objeto por el cual Dios ha instituido la autoridad gubernamental y judicial…”

Dios está en contra de la anarquía. Al mismo tiempo, el gobernante actual de este mundo – Satanás el diablo – será reemplazado por Jesucristo en el momento que regrese a esta tierra. Mientras tanto, para que se pueda cumplir el plan de Dios y la voluntad para su pueblo, los gobernantes de este mundo pueden ser influenciados por Dios para llevar a cabo sus propósitos y para hacer el bien a sus verdaderos siervos, y así pues, en este sentido la autoridad puede convertirse, al menos temporalmente, en las “herramientas” o “sirvientes” o “ministros” de Dios.

El comentario también señala que la expresión “ministros de Dios” en el versículo 6 se diferencia de las palabras en el versículo 4 y describe “un funcionario de la administración pública.” En ningún otro lugar del Nuevo Testamento esta expresión se utiliza en un sentido secular.”

Romanos 13:1-6 no enseña ni que los cristianos pueden o deben involucrarse en campañas políticas ni que deben votar en las elecciones del gobierno. Esto está claramente prohibido en la Biblia, como veremos a continuación.

Capítulo 5

¿Cuándo se establecen los funcionarios de gobierno como “ministros de Dios”?

Puede surgir la pregunta del momento en el que se establece la autoridad humana en los ojos de Dios. En otras palabras, ¿cuándo constituyen rebeldes exitosos o revolucionarios tal autoridad a la cual debemos subordinarnos?

El comentario de Blunt, “La Biblia anotada”, trata esta cuestión de la siguiente manera:

“…Sométase toda persona a” [como dice en Romanos 13:1]: Esta expresión… significa literalmente, ‘subordinarse y contrasta con a la palabra ‘resiste’ [Romanos 13:2]… lo que significa ‘oponerse en posición de combate.’ Uno indica lealtad por parte de los ciudadanos de un país frente a la autoridad soberana de ese país, el otro en cambio indica una actitud rebelde contra esta autoridad.

“… incluso cuando reyes y sus subordinados parecen actuar de manera totalmente independiente [de Dios], solo ejercen tanto poder como se les permite y producen resultados dentro de límites designados que están de acuerdo con el plan general y el propósito de Dios.”

“… si pudiéramos ver la historia trazada delante de nosotros, deberíamos reconocer cómo incluso las guerras y los desgobiernos del mundo han sido permitidos y no han ocurrido sin ningún control desde arriba. Así fueron las crueles guerras y conquistas tiránicas de las que se levantó el Imperio Romano Mundial [así como sus diez renacimientos posteriores en Europa] una preparación del [venidero] reino de Dios…”

Esto lleva a la espinosa cuestión de la rebelión contra líderes malvados y su asesinato. Aunque humanamente comprensible, debe decirse que la Biblia no apoya en absoluto el asesinato de un gobernante malvado por súbditos y ciudadanos, por muy nobles que sean los motivos. Para dar un ejemplo de la historia, los intentos de asesinar a Adolf Hitler o el asesinato de Muammar Gaddafi no se justificaron por ordenanzas bíblicas. (Por supuesto, un verdadero cristiano no debe participar en ninguna acción violenta contra otros en primer lugar, incluyendo la guerra).

Para ser más precisos aún, ¿cuándo ha llegado el momento en que la rebelión deja de ir en contra del gobierno constituido?

El comentario continúa desarrollando:

“La independencia de la gran República Americana fue reconocida constitucionalmente por la nación gobernante a la que antes estaba sometida. El emperador Napoleón se sentó en un trono que estaba prácticamente abandonado cuando llegó a la escena… No obstante, es evidente que una sumisión voluntaria a una rebelión exitosa no puede ser una obligación, mientras su éxito todavía no ha sido establecido….. por la eliminación práctica de la oposición contra la cual la rebelión se había levantado anteriormente.”

Tanto en el caso de la Revolución Americana como en la usurpación de Napoleón, la providencia divina aparece claramente, que se basa en profecía bíblica que tuvo que cumplirse. Un buen ejemplo de la sumisión ilícita a un rebelde es la sublevación de Absalón contra su padre, el rey David. Aunque el rey David huyó temporalmente de Jerusalén, seguía siendo el rey ungido y validado por Dios, y toda lealtad a Absalón y contra David era inapropiada. Al mismo tiempo debemos comprender que la sublevación de Absalón fue una consecuencia directa de los pecados de adulterio de David con Betsabé y el asesinato de su esposo Urías, y por lo tanto resultó en un castigo de Dios (compare con 2 Samuel 12:9-12).

También debemos ser conscientes de que Dios a veces usa levantamientos rebeldes para reemplazar a un gobernante malvado. Sin embargo, este hecho no justifica en absoluto el apoyo activo de tales levantamientos o la votación por los rebeldes, ni justificaría el apoyo del rey malvado a quien Dios quiere reemplazar. El papel de un cristiano es el de ser un observador, embajador y anunciador, pero en ningún caso el de un participante.

Considere, por ejemplo, los levantamientos violentos y rebeldes que se produjeron conforme a la Voluntad de Dios en 1 Reyes 11: 9-11, 26-40; 12: 1-24. Los rebeldes que fueron liderados por Jeroboam, el sirviente de Salomón, y que lucharon contra el rey Salomón y el rey Roboam, el hijo de Salomón, no eran de ninguna manera más justos que aquellos contra quienes se rebelaron. De hecho, cuando Jeroboam se convirtió en rey de la Casa de Israel (mientras Roboam seguía siendo rey de la Casa de Judá), implementó la idolatría y, según muchos registros, abolió la observancia del sábado y lo reemplazó con el culto dominical.

Además, hay que decir que un verdadero cristiano debe evitar de recurrir a la violencia incluso cuando el gobierno instituido o los rebeldes se comportan de manera ilegal, como lo explica Cristo mismo en Mateo 5:38-41. (Esto no quiere decir que los cristianos no pueden recurrir a medios legales no violentos para defenderse contra comportamiento ilegal, o que no pueden huir, bajo determinadas circunstancias, cuando se ven enfrentados con un castigo injusto. Esto se discutirá más abajo continuación).

Cuando Cristo alentó a sus seguidores de dar un “paso más” en Mateo 5:41, se refirió a una práctica romana que no solo “obligaba al pueblo de proporcionar caballos y carruajes [para envíos y transportes del gobierno], sino también cuando era necesario, estar presentes personalmente, y eso a menudo con grandes inconvenientes.” Pero lo que se exige aquí es, dado el caso, la disposición de someterse a demandas irrazonables [de parte de funcionarios de gobierno] del modo que sea, en lugar de comenzar disputas, con todas las consecuencias malas resultantes de ellas” (Jamieson, Fausset y Brown, Comentario sobre toda la Biblia).

Debe admitirse que las declaraciones de Pablo en Romanos 13:1-7 pertenecen a aquellas cosas que “son difíciles de entender”, las cuales los “indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3:16).

Sin embargo está claro completamente lo que Pablo NO dice:

NO dice de ninguna manera que deberíamos participar en rebeliones violentas contra el gobierno constituido. Tampoco dice que debemos obedecer a los gobiernos humanos en asuntos que están en contra de las leyes de Dios. Muy claramente no está diciendo que los verdaderos cristianos deben participar en campañas políticas y elecciones por uno de los candidatos políticos.

Aquellos que afirman lo contrario y se involucran y se enredan en los asuntos de este mundo, tuercen las palabras de Pablo para su propia decepción y perdición. En lugar de concentrarse en los asuntos físicos de esta presente era malvada, que pronto dejará de existir, deberían concentrarse en el Reino de Dios y hacer todo lo que esté en su poder y capacidad para “acelerar” la venida del Día de Dios (2 Pedro 3:12).

Capítulo 6

¿Es pecado votar en las elecciones del gobierno?

Para decirlo de la manera más directa, el voto en las elecciones nacionales y presidenciales del gobierno infringe el plan de Dios para los verdaderos cristianos y constituye un pecado grave. Manifiesta la ausencia de fe en Dios; revela una completa incomprensión de lo que es el papel de un verdadero cristiano hoy; y demuestra total ignorancia sobre quién es el gobernador de este mundo. DEMASIADOS cristianos han sido seducidos y seducen a otros en relación a este tema, por la suposición insensata de pensar que están sirviendo a Dios y a su país cuando participan en las elecciones de gobierno. Esto incluso aplica a los cristianos que se niegan a servir en el ejército y a luchar en la guerra, pero piensan que está bien participar en las elecciones de gobierno.

Sin embargo, es inconsecuente adoptar la posición una persona como embajador de Cristo y como ciudadano de otro gobierno – el Reino de Dios – no puede servir en al ejército y al mismo tiempo está prestando servicio en un jurado o votando en las elecciones del gobierno. En los Estados Unidos, por ejemplo, el Presidente también es el Comandante en Jefe, quien tiene tanto el derecho como la obligación constitucional, de declarar la guerra en determinadas circunstancias. ¿Cómo puede uno negarse a participar en la guerra y, al mismo tiempo votar a favor de una persona que tiene el derecho y la obligación de declarar la guerra o de participar de manera activa en una declaración de guerra?

En el pasado, en el caso de algunas personas, la objeción de conciencia por motivos morales no se reconoció, ya que tampoco se negaron a formar parte de un jurado o de participar en las elecciones de gobierno. Se decidió que una contradicción tan obvia era una prueba de la insinceridad por parte del solicitante.

Como ya señalamos anteriormente, es SATANÁS quien gobierna este mundo – y CADA país, SIN excepción. Por supuesto, es cierto que Satanás solo puede hacer lo que Dios le PERMITE, pero se puede decir de forma general, que Dios NO se involucra en los asuntos de este mundo, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Dios SOLO intervendrá y hará que ciertos individuos ocupen cargos en el gobierno, si son necesarios temporalmente para cumplir ciertos aspectos del plan de Dios. Pero realizar esto sería la obra de DIOS, DE NINGÚN MODO la nuestra.

Un cristiano no debería participar en la votación de un candidato en las elecciones de gobierno, porque entiende la verdad, que en la actualidad este mundo es el de Satanás. Es Satanás, quien con el permiso general de Dios, nombra a ciertos candidatos para ocupar determinados cargos en el gobierno. Si votáramos, nos involucraríamos directamente en el sistema de Satanás. En Oseas 8:4 leemos la advertencia de Dios a este respecto: “Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, más yo no lo supe.”

Algunas veces, para garantizar que se cumplen ciertos aspectos de su plan, Dios mismo podría intervenir para asegurarse de que la persona más adecuada (o quizás la menos adecuada) para la tarea en ese momento obtenga el cargo. ¿Cómo nos miraría Dios si interviniera directamente para nombrar a una persona específica para estar en un cargo, mientras que nosotros no habríamos votado por esa persona, sino por alguien que Dios no quiere ver a cargo en absoluto en ese momento? Es obvio que nuestro voto se contradeciría con la Voluntad de Dios.

Para dar un ejemplo profético e histórico: La profecía bíblica revela que un último líder político del Imperio Romano resucitado – la “bestia” – se levantará muy pronto en Europa. Esta persona estará puesta en el poder en los últimos días de acuerdo con el plan profético de Dios y causará una destrucción absoluta en este planeta. Es Satanás, con el permiso de Dios, quien dará su poder y autoridad a esta persona (Apocalipsis 13:4-5). Un cristiano por supuesto no podría y no debería votar por esta persona, ya que perseguirá y matará a muchos de los “santos” (Apocalipsis 13:7), e incluso irá tan lejos de luchar contra Jesucristo cuando regresa (Apocalipsis 19:19).

Un cristiano tampoco hubiera podido votar por Adolf Hitler, aunque ha quedado claro que Hitler llegó al poder como se profetizó, para provocar la novena resurrección del Imperio Romano. Esto significa que Dios había permitido que Hitler recibiera el poder sobre Alemania y Europa, para que la profecía se pudo cumplir.

La Biblia muestra que Dios a veces designa a líderes fuertes o débiles directamente, dependiendo de la situación, o que le permite a Satanás que los nombre para ocupar ciertos cargos, con el fin de que el propósito de Dios se puede llevar a cabo.

Por ejemplo, como ya se mencionó anteriormente, Dios permitió al antiguo faraón, en la época del éxodo de Egipto, ser el gobernante allí. Leemos que Dios le dio el poder porque era una persona tozuda, engreída e impía que se negó a obedecer a Dios y su voluntad.  Dios anunció a Moisés y dijo: “Más yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte” (Éxodo 3:19). El Faraón no cedería hasta que Dios hubiese herido a Egipto con “todas mis maravillas que haré [Dios] en él” (versículo 20). Dios anunció al Faraón a través de Moisés: “Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra” (Éxodo 9:16). Más tarde, Pablo citó este pasaje en Romanos 9:17 en relación con la Voluntad de Dios y a quién él quiere conceder misericordia en estos tiempos.

La Biblia nos dice en Proverbios 16:4: “Todas las cosas ha hecho JEHOVA para SI MISMO, Y aún al IMPIO para el día malo.” El hecho de que DIOS haya conservado o despertado al malvado Faraón y le haya dado el poder en el día de juicio con el fin de revelar su misericordia hacia Israel, DEMUESTRA que la votación HUMANA por líderes gubernamentales es sin sentido, en vano y CONTRARIO a la Voluntad de DIOS.

Mientras que los líderes judíos estaban dispuestos a luchar contra el ejército de Babilonia bajo el rey Nabucodonosor, el profeta Jeremías proclamó la voluntad de Dios al pueblo judío de NO luchar, sino de bajar sus armas y de rendirse al rey extranjero. Jeremías no encontró mucha aceptación entre la población debido a este mandamiento; de hecho, fue acusado de ser un traidor y encarcelado en consecuencia. El rey Nabucodonosor conquistó y sometió a la Casa de Judá, como había sido profetizado, pero de ninguna manera era un rey justo. Era extremadamente violento y lleno de orgullo. Debido a su arrogancia y falta de humildad, Dios lo destituyó de su trono durante siete años y permitió que se volviese loco, viviendo con los animales. Después de eso, Dios restauró su salud mental y lo puso nuevamente en su trono.

Las lecciones acompañantes antes, durante y después de la enfermedad mental de Nabucodonosor se desvelan claramente en la Biblia. Leemos en Daniel 2:21 que Dios “quita reyes y pone reyes.” Igualmente leemos en Daniel 4:32; 5:21 que es DIOS quien da un reino a quien EL elige. Dios quiere que entendamos que “el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que quien ÉL quiere LO DA, y constituye sobre el MÁS BAJO de los hombres” (Daniel 4:17).

Como ya mencionamos anteriormente, Dios actuará de esta forma, si su plan lo requiere. De lo contrario, lo deja a Satanás nombrar a quien quiere ver en poder en este mundo. Satanás es consciente de ello. Seguramente recordará que en un instante de tiempo en el desierto le mostró a Jesús todos LOS REINOS DEL MUNDO y le dijo: “TODA esta potestad a ti te la daré, y la gloria de ellos; porque a MI me ha sido entregado, y A QUIEN QUIERO la doy” (Lucas 4:5-6). Cristo sabía que esto era la verdad, y no leemos que iba en contra de la afirmación de Satanás. Esto simplemente NO es el mundo de Dios, y tampoco es el mundo de los verdaderos cristianos. Jesús dijo que el mundo nos odia porque no somos parte de él (Juan 17:14). Cuan INSENSATO es suponer que a través de la participación en las elecciones gubernamentales hacemos de este mundo un lugar mejor o ayudamos a nuestro país de cualquier manera. Qué INSENSATO de pensar que deberíamos intentar de mejorar el artilugio de Satanás.

Tememos que esta advertencia bíblica caiga en oídos sordos de aquellos que en su afán desviado están decididos a votar, no importa lo que diga Dios. Esto supondrá un gran peligro personal para ellos, ya que Dios no deja que alguien se burle de él; y lo que una persona siembra también lo cosechará.

La Biblia es muy clara. Si votamos en las elecciones gubernamentales y así olvidamos nuestra verdadera responsabilidad de ser EMBAJADORES de Cristo y el venidero Reino de Dios, cometemos PECADO. Una vez que Dios gobierna sobre esta tierra, NO HABRÁN MÁS ELECCIONES en campañas políticas. Y para los verdaderos cristianos ya no deben existir las elecciones hoy.

Capítulo 7

¿Es pecado para un cristiano ser parte de un jurado?

Es conducta pecaminosa para un cristiano participar en las elecciones gubernamentales, y de hecho, es pecado formar parte de un jurado, como se efectúa por ejemplo en EEUU y en partes de Europa.

Como cristiano verdadero uno es forastero, extranjero y peregrino (1 Pedro 2:11; Hebreos 11:13); embajador de Jesucristo (2 Corintios 5:20); y un representante del Reino de Dios. Como tal, y porque es luz para el mundo por su buena conducta (Mateo 5:14-16), un verdadero cristiano no participa en los asuntos gubernamentales o políticos de este mundo, ya que actualmente no es Dios quien gobierna sobre esta tierra, sino Satanás el diablo (Apocalipsis 2:13; Lucas 4:5-6). Se insta a los cristianos que salgan de los sistemas gubernamentales y asuntos políticos de este mundo. Cristo sabía que el Reino de Dios no era de este mundo (Juan 18:36), y así se negó a juzgar un litigio privado cuando se le pidió que lo hiciera (Lucas 12:14). Pablo también prohibió juzgar a los “que están fuera” de la iglesia (1 Corintios 5:12).

Además, el juicio humano se refiere a la letra de la ley. Dios mira el corazón del hombre y trata del espíritu y la intención de la ley. Las leyes del hombre generalmente no tienen en cuenta el arrepentimiento, el perdón de los pecados y otros factores espirituales en la forma en que Dios lo hace (Hechos 2:38). Cristo, al mirar los corazones de los acusados, se negó a condenar a una mujer que fue sorprendida en el acto de cometer adulterio (Juan 8:1-11). Jesús enseñó que verdaderos cristianos deben estar dispuestos a perdonar a los demás (Mateo 6:14-15).

Otro principio en contra de la participación en el servicio de jurado es que los verdaderos cristianos deben aprender a juzgar de acuerdo con la Ley de Dios – una ley  que está marcada por la justicia, la misericordia y la fe (Mateo 23:23). También deben dictar sentencia “justa” (Juan 7:24). La presentación de evidencia selectiva, donde los hechos pueden ser suprimidos por razones técnicas como por ejemplo la presentación atrasada, no lleva necesariamente a justicia, misericordia y verdad divina, y por lo tanto a la promulgación de una sentencia justa.

Cuando se siguen las instrucciones bíblicas, no se puede condenar a una persona, de ninguna manera, a menos que la acusación estuviera respaldada por la declaración de al menos dos testigos (Mateo 18:16; Números 35:30; Deuteronomio 17:6-7; 19:15). Estos dos testigos deben ser sometidos a un contrainterrogatorio. Ya que los testigos tendrían que “arrojar las primeras piedras”, las pruebas circunstanciales [que muchas veces se basan en la interpretación y la teoría humana] no serían suficientes bajo la Ley de Dios, para cumplir con el requisito de dos testigos.

Puesto que, como parte de un jurado, podríamos vernos obligados a aplicar las leyes del hombre en contradicción con la Ley de Dios, no podríamos prestar juramento, ya que en este caso, en principio, estaríamos de acuerdo en obedecer a los hombres más que a Dios. (Hechos 5:29; Hechos 4:19). Por este motivo, el deber de jurado de un cristiano competente inevitablemente llevará a un conflicto de conciencia entre los requisitos de Dios y los requisitos del servicio de jurado. Un cristiano que viola su conciencia sería culpable de un pecado (Romanos 14:23; 1 Juan 3:4).

Capítulo 8

¿Es pecado para un cristiano unirse al ejército y luchar en la guerra?

Del mismo modo que es conducta pecaminosa para un cristiano participar en las elecciones gubernamentales o de participar en un jurado, así es, de hecho un pecado para un cristiano unirse al servicio militar que implica el uso de armas y participar en la guerra.

Romanos 12:17-21 nos dice que tenemos que vencer el mal con el bien, que no debemos vengarnos nosotros mismos; y que incluso tenemos que dar comida y bebida a nuestros enemigos si éstos se encuentran en necesidad. Mateo 5:44 y Lucas 6:27-28 nos mandan que amemos a nuestros enemigos. Esto nos dice que no podemos luchar y matar a nuestros enemigos. Se nos dice en Romanos 14:19 y en 1 Pedro 3:11, que sigamos las cosas que contribuyen a la paz. Estamos llamados a ser pacificadores (Mateo 5:9; Santiago 3:18).

Juan el Bautista exhorta a los soldados romanos que “no hicieran extorsión a nadie” (Lucas 3:14). Les mostraba a los hombres cómo vivir en paz (Lucas 1:79). Jesucristo vino a predicar la paz (Hechos 10:36), ya que el hombre no conoce el camino de paz (Lucas 19:41-42; Romanos 3:17), sino por el contrario, siguen un camino que lleva al derramamiento de sangre y la guerra (Romanos 3:10-18). Cristo regresará para poner fin a las guerras en todo el mundo (Salmo 46:9). Esparcirá a todos los pueblos que se deleitan en la guerra (Salmo 68:28-30). Después de su regreso, todos aprenderán a vivir en paz, y no habrán más guerras (Isaías 2:2-4). Las armas de guerra serán destruidas (Oseas 2:18). En ese momento, la paz naciente no tendrá límite (Isaías 9:7). Hoy, como embajadores de Cristo, debemos proclamar la paz y rechazar cualquier tipo de guerra (Isaías 52:7).

Leemos en Santiago 4:1-4 que las guerras se originan en los deseos pecaminosos y carnales del hombre, que deben superarse. Debemos vivir hoy el camino de la paz que toda la humanidad aprenderá a vivir después del regreso de Cristo. Cristo le ordenó a Pedro que volviera su espada a su lugar (Mateo 26:52). Se nos advierte que todos los que usan la espada perecerán por ella (Apocalipsis 13:10; compare con 2 Samuel 2:26). Cuando sus discípulos querían destruir a sus enemigos, Cristo les reprendió porque por ello no estaban siguiendo las instrucciones de Dios (Lucas 9:54-56). Cristo le dijo a Pilato que su reino no era de este mundo y que, por lo tanto, sus siervos no pelearían (Juan 18:36). Pablo confirmó que los seguidores de Cristo no deben luchar (2 Corintios 10:3-4; Efesios 6:12). Leemos que es Satanás quien seduce al hombre para luchar en la guerra (Apocalipsis 20:7-10).

Es cierto que en los tiempos del Antiguo Testamento, el antiguo Israel luchaba en guerras. Esto, sin embargo, fue pecado. Nunca fue la intención de Dios que Israel luchara. Israel eligió luchar, por falta de fe que Dios podría ayudar y les ayudaría en tiempos de necesidad (Éxodo 17:7; Salmo 78:41). Dado que el hombre tiene la capacidad de tomar decisiones libremente, Dios no obliga al hombre a no pecar. Sin embargo, Dios ha dejado claro, que Israel no debía pelear. Le dijo a Israel en Éxodo 14:14: “JEHOVA peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” Dios tuvo la intención de traer a Israel a la Tierra Prometida por lo cual quiso expulsar a los enemigos, usando avispas en varios casos (Éxodo 23:27-28; Deuteronomio 7:17-22; Josué 24:12). Cuando Israel confió en Dios, él peleó por ellos, y no tuvieron que luchar ellos mismos (2 Crónicas 20:1-30; 2 Crónicas 32:1-23).

David también luchó en la guerra, pero esto también fue conducta pecaminosa. Dios castigó a David con guerras por su asesinato de Urías y su adulterio con Betsabé (2 Samuel 12:9-10). Dios no le permitió a David que construyera un templo, porque había derramado sangre en la guerra (1 Crónicas 22:6-10; 1 Crónicas 28:2-3; 1 Reyes 5:2-5). Hacía el final de su vida, Dios castigó nuevamente a David, porque contó su ejército, con la intención de ir a la guerra o de defenderse (2 Samuel 24:1-17; 1 Crónicas 21:1-30).

Es cierto que Dios, a veces, ordenó a Israel de luchar ciertas guerras. Sin embargo, esto no justificó la guerra bajo ningún concepto. Israel había decidido de luchar en la guerra, de la misma manera que Israel eligió tener un rey más tarde. Dios les dio su rey (1 Samuel 8:22; 9:17), dejando claro al mismo tiempo que su petición de tener un rey era pecaminosa (1 Samuel 8:7.19; 10:19; 12:13, 19-20). En los tiempos del Antiguo Testamento Dios permitió el divorcio, debido a la dureza de los corazones de las personas, pero no fue la intención de Dios en absoluto que las personas se divorciaran, salvo en el caso de ciertas circunstancias bíblicas (Mateo 19:3-9). Dado que el propósito de Dios debe mantenerse, y ya que Dios le había prometido a Abraham incondicionalmente que traería a sus descendientes a la Tierra Prometida (Génesis 15:18-21; 22:15-18), Dios determinó el resultado de aquellas guerras que Israel quería pelear.

En lugar de matar a nuestros enemigos, deberíamos hacerles el bien si está dentro de nuestro poder. Eliseo actuó de esa manera, como consta en 2 Reyes 6:14-23, y paz duradera fue el resultado. Cuando nos vemos enfrentados con un ataque, debemos orar a Dios para que nos dé fuerzas para no violar su ley, matando a los agresores. Dios no permitirá que nos sobrepase una tentación que es demasiado difícil para nosotros de manejar (1 Corintios 10:13). Si existe la posibilidad, podemos escondernos o escapar de nuestros enemigos, como lo hizo Cristo (Juan 10:39).

Cristo no peleó en la guerra, ni empleó nunca violencia contra ningún ser humano. Cuando expulsó a los cambistas del templo, Cristo solo usó el látigo contra los animales, no contra las personas. Juan 2:15 dice: “Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes…”

Así como Cristo nunca recurrió a la violencia, tampoco lo hicieron los primeros apóstoles y discípulos después de su conversión; y tampoco debemos hacerlo hoy.

Dios nos promete protección de nuestros enemigos cuando hacemos lo que Él ordena (Éxodo 34:22-24). Si Dios eligiera no protegernos en una situación dada, por cualquier razón, aun así no debemos violar Su Ley al quitar la vida a otro ser humano. Más bien, debemos actuar como lo hicieron los tres amigos de Daniel, cuando Nabucodonosor los arrojó al horno de fuego (Daniel 3:14-18).

Puesto que Dios nos ordenó que no matáramos (Éxodo 20:13), no debemos violar Su Ley al quitarle la vida a otro ser humano (esto incluye el aborto). Es muy notable que antes de la época de Constantino, ningún líder de la Iglesia aprobó la participación de cristianos en la guerra. A los soldados dispuestos a matar, se les negó la membresía en la Iglesia así como también a los gladiadores y verdugos.

Por lo tanto, no debemos matar en la guerra, ni de empuñar un arma en el militar. Sin embargo, si fuera necesario, podríamos desempeñar cualquier función civil en la administración pública.

La Iglesia Global de Dios (Worldwide Church of God) bajo su difunto líder humano, Herbert W. Armstrong, quien falleció en el año 1986, y la Iglesia del Dios Eterno (Church of the Eternal God) y sus organizaciones afiliadas han enseñado a sus miembros en todo momento que está mal participar en el servicio militar, como se explicó anteriormente, y también de luchar en la guerra. Es un triste testimonio que una organización de la Iglesia después del fallecimiento del Sr. Armstrong comenzó a desviarse de la Verdad y la fe relevada a los santos, y al hacerlo pasó a permitir y a enseñar la votación en las elecciones gubernamentales, la participación en funciones de jurado y finalmente la incorporación al ejército y la lucha en la guerra. Ya que muchas personas no estaban dispuestas a arrepentirse, dejaron de ser parte del Cuerpo de Cristo.

Capítulo 9

¿Qué es la marca de la bestia?

En Apocalipsis 13, leemos sobre dos “bestias”. La primera “bestia” (Apocalipsis 13:1-10) es una potencia política, económica y militar y describe el antiguo Imperio Romano y sus diez renacimientos europeos. La segunda bestia se presenta en Apocalipsis 13:11 y describe un poder religioso. No obstante, se entiende que la descripción de ambos corresponde a los dos individuos en particular, que liderarán el bloque de poder europeo en el momento del último renacimiento europeo. Se les llama también la “bestia” y el “falso profeta”.

La  segunda bestia tenía dos cuernos. Parecía un cordero (se refiere a Jesucristo como el Cordero de Dios en todo el Nuevo Testamento, compare con Juan 1:29 y Apocalipsis 5:6), pero hablaba como un dragón (Satanás se identifica como un dragón en Apocalipsis 12:3,9). Esta segunda bestia está influenciada por Satanás, mientras pretende proclamar y enseñar “doctrinas religiosas” en nombre de Cristo.

Leemos en Apocalipsis 13:14 que la segunda bestia le hará una “imagen” a la primera bestia (el Imperio Romano y sus diez renacimientos). Este pasaje comenzó a experimentar su cumplimiento histórico, cuando el poder religioso de la segunda bestia se creó a si mismo conforme a la estructura gubernamental y económica del poder secular – de la primera bestia – hizo una imagen – al convertirse en un Estado dentro de Roma. En otras palabras, el sistema religioso se reprodujo del sistema político. Este Estado, conocido como el Estado del Vaticano haría contratos o tratados con otros gobiernos seculares; y enviaría a sus embajadores y emisarios; e incluso tendría un ejército, incluyendo la “Guardia Suiza” que lucharía contra los “herejes” bajo el liderazgo del Papa. En definitiva, influyó e “inspiró” a la primera bestia de condenar a muerte a aquellas personas que no seguirían los dictados de la Iglesia Católica.

Apocalipsis 13:16–17 explica que “la imagen” de la segunda (religiosa) bestia hará que las personas acepten “una marca” de la primera bestia “en su mano derecha o en su frente”, sin la cual no pueden comprar ni vender (compare con Apocalipsis 14:9).

La marca de la bestia incluye la violación del mandamiento de Dios de guardar el sábado semanal y los días Santos anuales (compare con Éxodo 31:13; Ezequiel 20:20; Isaías 56:2; Isaías 58:13; Amós 8:5; Éxodo 16:23, 26; Éxodo 31:15). En la Biblia, la “mano derecha” se asocia con el trabajo (Salmo 90:17; 137:5). La “frente” en cambio es el asiento de los pensamientos (Ezequiel 3:8; 9:4; Apocalipsis 7:3).

Cristo nos dijo que el sábado fue hecho para el hombre (Marcos 2:27); y Pablo agrega en Hebreos 4:9 que “Por lo tanto, es el deber del pueblo de Dios guardar el sábado.”

Descubrimos que el “cuerno pequeño” – una referencia a la Iglesia Católica Romana – trataría de “cambiar los tiempos y la ley” (Daniel 7:25), es decir, la Ley de Dios con respecto a los días santos. La Iglesia Católica Romana cambió el calendario en Europa en el año 1976, que empezó a identificar el domingo como el último día de la semana a partir de este momento, en lugar del séptimo día de la semana correspondiente al sábado (sabbat). Le dice a los cristianos que descansen el domingo, y les ordenó a los creyentes en el pasado que trabajasen el sábado. Experimentaremos algo parecido en el futuro muy cercano.

La “imagen” influirá a la primera bestia – el renacimiento europeo final del antiguo Imperio Romano – de la manera que ordenará a las personas de trabajar el sábado, mientras que al mismo tiempo se prohibirá trabajar el domingo. Como ya ocurrió en el pasado, esta imagen “causará” la muerte de verdaderos cristianos (compare con Apocalipsis 13:15).

Dios nos advierte de la adoración de la bestia o de su imagen, o de la aceptación de su marca en nuestra frente o en nuestra mano (Apocalipsis 14:9). Si aun así lo hacemos, “beberemos del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira (Apocalipsis 14:10).”

La “modificación” de la Ley de Dios con respecto a los tiempos santos por la Iglesia Católica (el cuerno pequeño) incluso es admitida por ella misma. El arzobispo Cardinal James Gibbons escribió en 1893 en el Catholic Mirror: “La Iglesia Católica, en virtud de su misión divina y durante más de mil años antes de la existencia de los protestantes, cambió y trasladó el día de sábado a domingo…. El mundo protestante, en su nacimiento, encontró el sabbat cristiano [domingo] demasiado arraigado como para ir en contra de su existencia. Por consiguiente, se ha visto confrontado con la necesidad de dar su consentimiento a la regulación, lo que a su vez implicó y confirmó el derecho de la Iglesia [Católica] de poder cambiar el día, y eso desde hace 300 años. El Sabbat Cristiano [Domingo] es, por lo tanto, hasta el día de hoy, el descendiente legítimo de la Iglesia Católica…. “

Además, la Sociedad de Extensión de la Iglesia Católica en Chicago publicó la siguiente declaración de Peter R. Kraemer, un sacerdote católico: “Nosotros los católicos no aceptamos la Biblia como la única regla de fe. Además de la Biblia tenemos la Iglesia viviente, la autoridad de la Iglesia, que nos guía… Aceptamos su modificación del sábado al domingo. Lo decimos francamente, sí, la Iglesia hizo este cambio, hizo esta ley, así como hizo muchas otras leyes… Siempre es algo ridículo de ver cuando las iglesias protestantes exigen la observancia del domingo desde el púlpito y en sus normativas, pero no hay nada de eso en su Biblia.”

Con respecto a la marca de la bestia, el comentario de Jamieson, Fausset y Brown dice lo siguiente: “La marca, así como el sellado de los santos en su frente, no parece ser una marca visible, sino un símbolo de lealtad de seguidores. Así como la señal de la cruz en el Papado. El veredicto del Papa a menudo excluyó a los excomulgados de las actividades sociales y comerciales. Bajo el último anticristo [la bestia] esto se manifestará en su forma más violenta.”

Además del rechazo del sábado semanal, la marca de la bestia incluye, entre otras cosas, el rechazo de los días santos anuales de Dios [que también se llaman sábados en la Biblia, compare con Levítico 23], mientras que la celebración de los días festivos paganos de los hombres será forzada.

En pocas palabras, la marca de la bestia es sinónimo de una filosofía política y religiosa, opuesta a la verdadera adoración de Dios. Esto incluye la celebración obligatoria y legalmente ordenada de las fiestas religiosas paganas, como el domingo, la Navidad y la Pascua, y el rechazo de los días santos semanales y anuales de Dios, inclusive el sábado (sabbat semanal) y, por ejemplo, la fiesta de los tabernáculos. También incluye conceptos humanamente concebidos e impíos tales como la participación en la guerra o el apoyo o la aceptación de una religión que predica un Jesucristo falso o un evangelio incorrecto (Gálatas 1:6-9; 2 Corintios 11:3-4).

Es importante que salgamos del sistema moderno “babilónico” de confusión religiosa y política (Apocalipsis 18:4). La “Babilonia” moderna incluye las muchas falsas enseñanzas religiosas de la mujer caída de Apocalipsis 17 (compare con el versículo 5) – la “segunda” bestia – en combinación con los muchos conceptos y actividades políticos, militares y económicos erróneos de la “primera” bestia (Apocalipsis 18:9, 11-14).

La marca viene de la primera bestia, aunque se “produce” a causa de la “inspiración” de la segunda bestia. Luego la segunda bestia hace que las personas acepten esta marca. Podemos obtener una pista sobre su carácter a base de los acontecimientos históricos del Imperio Romano y sus renacimientos. Observe lo que dice el historiador Will Durant en The Age of Faith, el cuarto volumen de su famosa obra The Story of Civilization, sobre el Código de Justiniano: “Este Código, al igual que el de Teodosio, aprobó el cristianismo ortodoxo como ley. Comenzó con la declaración de la Trinidad… Reconoció el liderazgo eclesiástico de la Iglesia Romana y ordenó a todos los grupos cristianos de someterse a su autoridad… Los herejes reincidentes debían ser ejecutados… y otros disidentes sufrieron la confiscación de sus bienes, y fueron privados de su derecho de comprar o vender, y de heredar o de legar. Fueron excluidos de cargos públicos, no tenían permiso de reunirse y no se les permitió demandar a cristianos ortodoxos por deudas existentes (1950, p. 112).”

Además, la Iglesia Católica decretó en el año 364 D.C., que los cristianos deben trabajar el sábado y descansar el domingo. El Canon 29 del Concilio de Laodicea declara lo siguiente:

“Los cristianos no deben judaizar descansando el sábado, sino que deben trabajar en ese día, y en su lugar deben honrar el Día del Señor [domingo]; y, si es posible, descansar ese día como cristianos. Pero aquellos que demuestran ser judaizantes, serán [repudiados] una abominación para Cristo”.

En el año 597 D.C. el Papa Gregorio I se refirió a los que insisten en la observancia del sábado como maestros del Anticristo: “Ha llegado a mis oídos que ciertos hombres de actitud perversa han sembrado algunas cosas entre vosotros que están mal y se oponen a la santa fe, como la prohibición de hacer cualquier trabajo en el sábado. ¿Cómo debería describir a estas personas sino como predicadores del Anticristo…”

A los que no eran católicos ortodoxos se les prohibió comprar y vender – no podían hacer negocios. Por lo tanto, la marca de la bestia incluye la participación general en el sistema de adoración del Imperio Romano renacido. Los que se negaron y se negarán a aceptar la marca pueden contar con la persecución por el gobierno.

En Apocalipsis 20:4, Juan dice: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”

Tanto teólogos como comentaristas saben de igual manera que la observancia del sábado es bíblica y que la observancia del domingo fue instituida sin autoridad bíblica. El reformador suizo John Calvin admitió que la Biblia enseña la observancia del sábado, pero de ningún modo la del domingo. Pero, al igual que Martín Lutero, el padre de la Reforma Protestante, él tampoco estaba reacio a volver a la adoración del sábado.

La mujer que cabalga la bestia existe desde hace mucho tiempo y ha cambiado descaradamente lo que Dios mismo santificó. En el proceso, los días santos anuales de Dios fueron descartados y las fiestas paganas, como la Pascua y la Navidad fueron adoptadas. Dios advirtió específicamente a Israel que no incorporase elementos paganos en su adoración. Dice en Deuteronomio 12:30-32: “Guárdate… que no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a JEHOVA tu Dios; porque toda cosa abominable que JEHOVA aborrece, hicieron ellos a sus dioses…Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás.” ¡La misma advertencia es válida para nosotros hoy!

El domingo era el día en el que los paganos adoraron a su dios sol desde tiempos de la antigüedad. De ahí también se deriva el nombre Domingo. La Pascua fue una fiesta de fertilidad para la diosa Astarte, también llamada Ishtar, Ostara o Eostre. La Navidad fue el día santo de Mitra, de Atis y de otros dioses paganos. Notablemente, muchos de los “salvadores” paganos supuestamente nacieron el 25 de diciembre y fueron asesinados un viernes y conforme a las creencias paganas resucitaron un domingo durante el tiempo de Pascua.

Cristo mismo no nació en diciembre, ni fue asesinado un viernes y tampoco resucitó un domingo. Más bien, las Escrituras y los registros históricos indican, que nació a principios de otoño, entonces antes de la temporada de lluvias. No pudo haber nacido más tarde porque en el momento de su nacimiento los pastores todavía estaban en los campos con sus ovejas. Los registros confirman que fue crucificado un miércoles y resucitó un sábado, poco antes del atardecer. Con ello cumplió la única señal que dio a los fariseos – según la cual estaría muerto en la tumba durante tres días y tres noches (Mateo 12:40).

El árbol de Navidad es una reliquia de la adoración de árboles pagana, que se condena en Jeremías 10:3-4: “Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y  martillo lo afirman para que no se mueva.”

La Iglesia Romana temprana, en contradicción con la prohibición directa de Dios, absorbió los elementos paganos en su adoración, para hacer la nueva fe más atractiva para los paganos que ya estaban arraigad

os en las costumbres paganas. Estas costumbres paganas se pusieron bajo un manto “cristiano” para dar la apariencia de ser piadosas. El cristianismo tradicional viola claramente el mandato de Dios de no aprender las formas de adoración de los paganos, y de no agregar elementos paganos a la adoración santa, como también de no eliminar elementos divinos que se deben guardar, como los días santos semanales y anuales. El cristianismo tradicional, en efecto, ya aceptó la marca de la Bestia hace tiempo, al aceptar tradiciones humanas que violan las leyes de Dios.

¿Usted aceptará la Marca de la Bestia?

En la actualidad y en los próximos meses y años será cada vez más importante para todos nosotros acercarnos a Dios! Tenemos que mantenernos firmes en vista de los desafíos y la persecución. Debemos ser fieles a las leyes de Dios con respecto a la observancia de los sábados semanales y anuales, lo que nos identifica como SU pueblo (Éxodo 31:13, 17; Ezequiel 20:12, 20). También debemos rechazar la “marca” de inspiración religiosa del Imperio Romano renacido, que impondrá las falsas doctrinas religiosas de la mujer caída y recompensará aquellos que las cumplirán, mientras que perseguirá a los que no lo harán.

El castigo de Dios y su ira se derramarán sobre todos aquellos que adoran a la bestia y su imagen, y quien recibe la marca en su frente o en su mano. También leemos que “beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre DELANTE de los santos ángeles y del Cordero (Apocalipsis 14:10).”

Compare también 2 Tesalonicenses 1:7-9, donde se explica lo que sucederá “cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la  PRESENCIA del Señor y de la gloria de su poder.”

Incluso antes de que el fuego los destruya, vivirán con miedo a su futuro. Compare con Lucas 21:26-27: “…desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra…. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.” Y debido a sus expectativas temerosas, antes de sus muertes no tendrán “reposo de día ni de noche” (Apocalipsis 14:11).

Como ya hubieran persecuciones en el pasado, los verdaderos cristianos también serán perseguidos por el renacimiento europeo final del antiguo Imperio Romano, porque obedecen los mandamientos de Dios de guardar y adorar a Dios en el día de sábado y los días santos anuales, mientras que rechazan la observancia de fiestas paganas como Navidad, Pascua, Halloween o Año Nuevo.

En la Historia de la Iglesia noruega, bajo los años 1435 y 1436, encontramos los siguientes comentarios: “Aconsejamos a todos los amigos de Dios en toda Noruega, que quieren ser obedientes a la Santa Iglesia, que dejen el mal de la adoración del sábado [por lo tanto existían cristianos observadores del sábado en ese momento], y al resto le prohibimos bajo castigo severo de la iglesia, santificar el sábado. Está prohibido bajo el misma castigo santificar el sábado al abstenerse del trabajo.”

Encontramos la siguiente declaración en un informe sobre una tal Sra. Traske, una sabadista en Inglaterra: “Porque enseñaba solo cinco días a la semana [La Señora era maestra y se negó a enseñar el sábado], y por descansar el sábado fue llevada a la nueva prisión en Maiden Lane… La señora Traske pasó quince o dieciséis años encarcelada por su opinión sobre el sábado (sabbat).” Ella decidió seguir la Biblia y ¡solamente la Biblia!

En el año 1604 habían algunas personas en Etiopia, que guardaban el sábado, pero debido a la influencia de los jesuitas, el rey de Etiopia prohibió a sus súbditos bajo castigo severo, santificar el sábado por más tiempo.

Mucho se ha escrito sobre los valdenses. Enseñaron y guardaron el sábado, por lo que sufrieron persecución severa por la Iglesia Católica Romana. Citamos de las páginas 88 y 89 de la obra A General History of the Sabbatarian Churches: “De los muchos que fueron quemados o destruidos de otra manera por el judaísmo, un autor español del siglo XVI observó que no es probable que una décima parte pertenecía a la misma raza de los Israelitas, sino hay que decir que eran los herejes, quienes fueron acusados ​​de prácticas judías como la circuncisión y el sabatismo, porque insistían en el hecho de que la ley de Moisés todavía era vinculante. Por ésta última [la observancia del sábado] se declararon culpables de manera uniforme.”

Lo que la Marca de la Bestia significa para nosotros hoy

Los verdaderos cristianos entienden que el sábado y los días santos deben ser guardados, y en su vez, no deben aceptar la marca de la bestia, santificando el domingo y los días festivos paganos y negándose a adorar los sábados semanales y anuales de Dios.

Pero, ¿cómo funciona esto en la práctica cuando el gobierno prohíbe a las Iglesias Cristianas encontrarse y reunirse el sábado? Posiblemente ni siquiera esconden esta prohibición bajo un manto religioso, sino que posiblemente dan otras razones, tales como el brote de una pandemia que requeriría que la gente se quedase en casa. El sábado semanal y los días santos anuales son asambleas o convocatorias santas bíblicamente ordenadas (compare con Levítico 23). Deberíamos preguntarnos si sería agradable a Dios si nos negásemos a seguir sus mandamientos, porque el gobierno lo dice  (compare con Hebreos 10:25; la Biblia Viviente dice: “No dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca”).

En el pasado, algunas Iglesias han seguido demasiado rápido las recomendaciones (ni siquiera órdenes existentes) de un gobierno en concreto y han prohibido los servicios de congregación a todos sus miembros en todo el mundo, a pesar de que el gobierno de un determinado país no hablaba por otros países, y aunque una supuesta pandemia ni siquiera había llegado a algunos de los países en los que vivían los miembros. Otros grupos de la Iglesia siguieron la órdenes posteriores del gobierno de su país. No obstante, no limitaron la prohibición de congregaciones solamente a su país, sino que prohibieron la congregación a todos sus miembros en todo el mundo.

En la actualidad, tenemos la posibilidad de transmitir sermones en vivo a través del Internet a los hogares de los miembros de la Iglesia, a lo que podemos recurrir de manera temporal, si un encuentro físico con los hermanos no es posible. Pero, ¿qué pasaría si un gobierno también prohibiría este tipo de congregaciones por Internet? ¿Hasta dónde llegaríamos para seguir las reglas gubernamentales que podrían prohibir las congregaciones religiosas de cualquier tipo?

Los cristianos en la Iglesia primitiva se vieron obligados a reunirse en secreto, para escapar de la ira del gobierno romano. Cuando fueron atrapados, tuvieron que sufrir castigos severos, pero estaban dispuestos a obedecer a Dios antes que a los hombres.

La marca de la bestia en su aplicación más amplia

En cierto sentido, la marca de la bestia es la aplicación política, económica, religiosa y militar del gobierno del sistema babilónico moderno con sus conceptos humanos, que están en oposición con la Verdad de Dios. Por lo cual, el problema tratado aquí es muy amplio.

La unción

Por ejemplo, a los verdaderos predicadores de Dios se les ordena alimentar al rebaño. Zacarías 11:16 nos advierte de un pastor inútil que no alimentará ni sanará a los miembros de la Iglesia. Ezequiel 34: 4 aplica esto a otros pastores también, que no sanan a los enfermos. Los verdaderos ministros de Dios tienen el deber de ungir a los enfermos con aceite (Santiago 5:14), lo que incluye la imposición de manos (Lucas 4:40; Marcos 16:18; Hechos 28:8).

Pero en tiempos de la existencia de un virus real o supuesto que se transfiere supuestamente por el contacto o la proximidad inmediata (“distanciamiento social” debe impedir que esto suceda), un gobierno podría intentar de prohibir tal práctica de la unción.

Es cierto que Dios permite a sus ministros que preparen y envíen un paño de unción si una unción directa de la persona no es posible (compare con Hechos 19:11-12). Esto está destinado principalmente a casos de gran distancia. Pero, ¿qué sucede si un procedimiento así también estaría prohibido? Muy pronto, Dios podría vernos como pastores inútiles, si nos negamos a ungir a los enfermos. Es posible que algunos estén de acuerdo con el gobierno, pensando que para el bienestar colectivo y la salud del pueblo, la imposición de manos de un ministro debe ser omitida. Sin embargo olvidarían que Dios ha demostrado, durante muchos años, que sus ministros, que ejecutan la unción, están inmunes contra el contagio de la enfermedad de la que padece la persona enferma.

También se nos dice que en tiempos anteriores, cuando la pestilencia golpeó a Alejandría y Cartago, los cristianos se quedaron allí, a pesar de las adversidades, para seguir cuidando de los enfermos mucho después de la huida de los paganos. Qué contraste con situaciones de hoy, cuando se abandonan ancianos en países cristianos durante una pandemia para morir en soledad.

Puede surgir un conflicto cuando un gobierno, tal vez por temor de un virus que se transmite supuestamente por contacto o proximidad inmediata, podría prohibir la práctica del bautismo o la ordenación de una persona – procedimientos que requieren la imposición de manos por parte del ministro (compare Hechos 8:12-17; 19:5-6; Hechos 6:2-6; 1 Timoteo 4:14; 1 Timoteo 5:22; 2 Timoteo 1:6). Además, un gobierno podría prohibir a los ministros la bendición de niños pequeños (Marcos 10:16; compare con Mateo 19:13-15) o la ejecución de matrimonios, ya que todos estos procedimientos requieren la imposición de manos para apartar a la persona correspondiente para un propósito santo y justo. En los tiempos del Antiguo Testamento ya se entendía que simbolizaba la impartición de bendiciones piadosas (Génesis 48:13-20), su autoridad y poder espiritual (Números 27:18; Deuteronomio 34:9).

La Predicación del evangelio

Un gobierno también podría prohibir a la Iglesia de Dios que predique el evangelio del Reino. ¿Los ministros en la Iglesia de Dios consentirían tal demanda? También es imaginable que un gobierno podría no prohibir la predicación por completo, pero podría limitarla seriamente a las declaraciones que se consideren políticamente correctas. Podría prohibir la predicación de la Verdad de Dios sobre el pecado, incluyendo la homosexualidad y el aborto, y podría establecer el voto obligatorio, el servicio de jurado o la lucha en la guerra. ¿Hasta dónde estarían dispuestos a llegar los ministros de la Iglesia de Dios, obedeciendo al gobierno para que al menos pudieran predicar “una parte” de la Verdad? ¿Creemos que Dios estaría de acuerdo con una actitud tan comprometedora y condescendiente, o querría que Su Iglesia predicase “todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27), no importa cuán “ofensivo” podría ser para otras personas o para el gobierno?

Adorar y servir a Dios y solo a Dios

¿Qué pasaría si un gobierno emitiera un decreto prohibiendo la adoración del Dios verdadero o si ordenase la adoración de un “Dios” dictado por ellos? ¿Qué pasaría si a nuestros hijos se les ordenase en la escuela la adoración de dioses paganos o de la “Virgen María”?

Los tres amigos de Daniel se negaron a inclinarse y de adorar a una estatua de Nabucodonosor, y Daniel se negó a obedecer un decreto gubernamental que prohibió la adoración y la oración al Dios verdadero. En ambos casos, se negaron a seguir esas directivas, y se vieron confrontados con severos castigos.

En este contexto, la respuesta de los tres amigos a Nabucodonosor es bastante notable. Cuando el Rey les ordenó a inclinarse y de adorar su imagen y los amenazó con su ejecución en el horno de fuego en caso de desobediencia, respondieron:

“Oh Nabucodonosor, no tenemos necesidad de responderte en este asunto. Si esto es el caso, nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente, y Él nos librará de tu mano, oh rey. Pero si no, sepas, oh rey, que no servimos a tus dioses, ni adoraremos la imagen de oro que has erigido.” (Daniel 3,16-18)

Lo que debe enfatizarse aquí es que el Rey los arrojó al horno de fuego, pero que Dios los salvó de manera sobrenatural. Cuando Daniel fue arrojado al foso de los leones porque obedeció y adoró a Dios y desobedeció la orden del rey Darío de no rezarle a Dios, Dios intervino de la misma manera y lo salvó de manera sobrenatural. Aquí también, la respuesta que Daniel dio al Rey después de su rescate, es bastante notable:

“Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo”(Daniel 6:22). El versículo 23 agrega que Dios lo protegió y que “ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.”

En tiempos de gran angustia y persecución, nunca debemos olvidar que el Dios todopoderoso está de nuestro lado y nos protegerá o nos dará la fuerza necesaria para soportar cualquier tipo de prueba, y que no sucederá NADA que es demasiado difícil para nosotros de manejar, y que Dios siempre nos “mostrará el camino de salida” (1 Corintios 10:13).

En el pasado, los emperadores y dictadores obligaron a sus súbditos de aceptar el así llamado cristianismo y de participar en “bautizos masivos”, con la amenaza de muerte por incumplimiento. Si algo parecido ocurriera de nuevo hoy, ¿cómo reaccionaría el pueblo de Dios en vista de semejante reglamento?

En otras ocasiones, los gobiernos requerían de sus súbditos que se desvincularan del Dios verdadero y que lo repudiaran y lo negaran públicamente.

Los verdaderos cristianos se negaron a hacerlo y, como consecuencia, a veces fueron torturados y asesinados. Se nos dice que Policarpo, un discípulo del apóstol Juan, teniendo 86 años, no obedeció la orden del gobierno de maldecir a Cristo y de declarar, en cambio, que “César era el Señor” y de hacer sacrificios en su nombre. Una plaga que había arrasado anteriormente así como un terremoto habían convencido a la gente que los dioses estaban enojados porque los cristianos vivían en la ciudad. Cuando fue amenazado de muerte, Policarpo respondió: “Ochenta y seis años le he servido [a Cristo] y nunca me hizo nada malo. ¿Cómo podría entonces blasfemar a mi Rey, quien me salvó? Escuchen pues mi testimonio – soy cristiano.”

Cuando el procónsul lo amenazó con bestias salvajes, Policarpo respondió: “Llámalos. Estoy inalterablemente decidido a no arrepentirme del bien al mal.” Cuando entonces fue amenazado con fuego, dijo: “Tu fuego arde solo por un corto tiempo, luego se apaga; pero ignoras el juicio venidero del fuego eterno preparado para los malvados.”

Leemos que el fuego no lo consumió cuando fue quemado, y no murió hasta que el verdugo lo apuñaló con una daga [igual que Cristo fue asesinado mediante una lanza en su costado]. También se nos dice que murió el séptimo día de la semana, el “gran sábado”.

¿Cómo reaccionarían algunos cristianos en una situación parecida hoy en día? ¿Argumentarían que solo se trata de una infracción insignificante de la ley de Dios, si acaso? Y que por lo tanto ¿podrían hacerlo públicamente para salvar sus vidas, porque en verdad en sus corazones no habían negado ni maldecido a Cristo?

Cuando NO hay que obedecer

El principio de obedecer a Dios antes que a los hombres se puede aplicar a una multitud de situaciones. En relación con el “gobierno” en nuestros hogares privados, se aplica, por ejemplo, a la esposa que debe negarse a obedecer o a someterse a su marido, si éste le pide que ella haga algo que viola la voluntad de Dios en letra o espíritu.

Observe Colosenses 3:18, “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.” Note el hecho de que no sería apropiado o agradable al Señor, si el esposo diese órdenes irrazonables; si actuara de forma egoísta; o si dejase de amar a su esposa. Aunque el mandamiento de ser sumisa se dirige a la esposa, requiere sin embargo, que el esposo mismo se somete primero a Dios y que no le exija a su esposa alguna cosa que es impía. Si por ejemplo el esposo le pide a su mujer que mienta, la mujer no debe hacerlo. Los mandamientos de Dios siempre están en primer lugar. Las esposas no deben pecar al “someterse” a sus esposos. No deben violar su conciencia basada en la Biblia (compare Romanos 14:23).

Note también Efesios 5:22: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor…” Considere que no nos sometemos a Dios de ninguna manera si rompemos sus mandamientos. Del mismo modo, las esposas no deben someterse a sus esposos si eso significaría transgredir uno de los mandamientos de Dios en la letra o en el espíritu.

El principio de obedecer a Dios antes que a los hombres también se aplica a niños que no deben obedecer a sus padres si se les ordena desobedecer la Palabra de Dios.

Pablo dice en Efesios 6:1–3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. ‘Honra a tu padre y a tu madre’, que es el primer mandamiento con promesa; “para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.”

Como niños, debemos obedecer a nuestros padres en el Señor. Esto significa que no debemos obedecerlos si no fuera en el Señor – es decir, si estuviera en contradicción con los mandamientos de Dios – ya sea desde un punto de vista literal o desde un punto de vista espiritual. Una vez que un niño tiene la edad suficiente para comprender el estilo de vida de Dios, debe seguir a Dios.

Cristo hizo exactamente eso. Cuando tenía doce años le dijo a sus padres que tenía que ocuparse de los asuntos de su padre (Lucas 2:49). Sin embargo, cuando era un niño pequeño, permaneció obediente a su madre y a su padrastro (Lucas 2:51), siempre que pudo hacerlo, sin violar la voluntad de Dios para él. Incluso cuando era adulto, honró el deseo de su madre de convertir agua en vino (Juan 2:1–11). Sin embargo, no le obedecía si eso hubiera contradicho la Voluntad de Dios. Cuando estaba ocupado enseñando y su madre le pidió que saliera de la casa para verla, se negó (Marcos 3:31–35; Mateo 12:46–50).

Observe también Colosenses 3:20, “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.” Debemos obedecer a nuestros padres en todas las cosas, a menos que las instrucciones de nuestros padres contradijeran la letra o el espíritu de la Palabra de Dios. A Dios nunca le agrada si lo desobedecemos a él. Los niños no deben obedecer a sus padres, si esto violaría la Ley de Dios. Una vez que los niños tengan la edad suficiente de entender la forma de vida de Dios, no deben mentir, ni robar, ni matar, ni deshonrar a Dios ni deben ser “obedientes” a las “órdenes” de sus padres y celebrar con ellos la Navidad o la Pascua.

El principio de obedecer a Dios antes que a los hombres se aplica también a los padres, a los que se ordena enviar a sus hijos a la escuela el sábado o los días santos, aunque se les podría imponer una multa en caso de desobediencia. Por supuesto este tipo de situaciones requiere gran precaución y diplomacia por parte de los padres, así como mucha oración y ayuno para que Dios intervenga con misericordia y haga posible que los niños puedan guardar sus días santos. Además, en lugar de ceder, deberían utilizarse todas las maneras y vías legales para combatir órdenes tan impías de la escuela y el gobierno.

Un empleado cristiano debe rechazar la orden de su jefe, que “gobierna” sobre él, de trabajar el sábado, incluso si esto podría significar la pérdida de su trabajo.

Un ciudadano debe rechazar la orden de su gobierno de servir en el ejército como combatiente y de luchar en la guerra, incluso si esto significa sufrir el destino de un “traidor” antipatriótico. En la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los objetores de conciencia que negaron el manejo de armas fueron ejecutados o maltratados severamente por todas las partes. Esto será el caso en la venidera Tercera Guerra Mundial de manera más grave todavía.

Obedecer o someterse al castigo – ¡Lo que esto NO Significa!

Algunos tienen una comprensión terriblemente distorsionada del deber y la obligación de un cristiano hacia los gobiernos humanos, o bien piensan que deben obedecer, pase lo que pase, o que deben someterse y aceptar siempre al castigo que se les impone debido a su desobediencia. No piensan que existe un “término medio”, pero eso no es lo que enseña la Biblia.

Debería estar claro, por supuesto, que podemos recurrir a recursos judiciales y vías legales cuando un castigo impuesto a nosotros resulta incorrecto o injustificado o incluso viola nuestros derechos constitucionales de libertad religiosa o libertad de expresión. Sin embargo, en muchos países, tales libertades no existen. ¿De qué manera, entonces, es el deber de un cristiano someterse al castigo del gobierno? Está claro que un cristiano nunca puede recurrir a la violencia contra su gobierno. Pero ¿qué dice la Biblia por ejemplo sobre el tema de huir de las autoridades, que quieren imponer y ejecutar leyes impías, a las que no podemos obedecer?

Muchos países democráticos y civilizados reconocen, que esto debe permitirse en ciertas circunstancias. Ellos ofrecen asilo a los que están siendo perseguidos en su país debido a la práctica de sus convicciones religiosas y que han tenido que salir de sus países nativos para buscar abrigo y refugio en otro país. José y María fueron instruidos por el ángel de Dios, de huir a Egipto para proteger a Jesús, ya que el rey Herodes intentaba capturarlo y matarlo.

La Biblia deja muy claro que un cristiano puede tratar de escapar de las medidas gubernamentales – sean éstas legales o ilegales desde un punto de vista humano -, si infringen la Palabra de Dios.

Cuando el rey Saúl intentó matar a David, David se escondió y luego escapó. No esperó de ninguna manera a que Saúl lo capturara y lo ejecutara. Cuando Saúl lo persiguió pudo escapar de él nuevamente.

Cuando el profeta Elías escuchó que la reina Jezabel estaba tratando de capturarlo y de matarlo, se escapó y huyó.

Cuando le dijeron a Jesucristo que el rey Herodes estaba tratando de arrestarlo, o que las autoridades religiosas estaban conspirando para capturarlo, Cristo no se rindió voluntariamente. En lugar de eso, le hizo saber a Herodes que todavía tuvo que cumplir una misión.

Los padres de Moisés encontraron una manera de salvar a su hijo. No esperaron simplemente hasta que viniera el gobierno para matarlo.

La ramera Rahab actuó de manera similar cuando escondió a los espías y los ayudó a escapar de la ciudad de Jericó. De esta manera, salvó su propia vida y la de su hogar.

El ejemplo más obvio de un escape piadoso e incluso ordenado de la custodia gubernamental encontramos en el caso de Pedro y otros primeros apóstoles. Leemos en Hechos 5:17-25 que el gobierno arrestó a los apóstoles. Pero entonces un ángel del Señor les abrió las puertas de la prisión y los liberó de la prisión para que pudieran continuar predicando la Verdad. Los apóstoles no reaccionaron a esto, diciendo que: “No podemos salir de la prisión porque eso violaría la orden del gobierno de mantenernos encarcelados.”

Más tarde, en Hechos 12:3-19, el rey Herodes encarceló a Pedro, pero un ángel del Señor lo liberó de manera sobrenatural, y después de haberse mostrado a los hermanos, se fue y se escondió para que Herodes no pudiera encontrarlo.

Todos estos ejemplos muestran que era la voluntad de Dios para sus siervos que escaparan del castigo impío o del gobierno humano injusto. En algunos casos, incluso intervino de manera sobrenatural para hacer posible semejante escape.

En el futuro, la Iglesia de Dios huirá de las autoridades gubernamentales para llegar a un lugar de seguridad aquí en la tierra. A pesar de que no sabemos exactamente cómo ocurrirá esta huida, la cuestión es que es Dios quien pondrá en marcha una semejante “huida” para proteger a su pueblo de los gobiernos que están bajo el control de Satanás. Incluso intervendrá cuando los ejércitos de Satanás intentarán de capturar y de matar al pueblo de Dios. Si alguien, con un entendimiento erróneo sobre la relación entre los privilegios de Dios y los de los hombres, pensara que infringiría las órdenes del gobierno y no podría huir por eso, entonces seguramente no llegaría al lugar de seguridad, sino que se quedaría atrás y tendría que sufrir las terribles consecuencias de sus ideas equivocadas y desviadas.

Comentario Final

En este folleto, hemos tratado de señalar la relación adecuada y correcta de un cristiano con el gobierno del país en el que vive. Hemos explicado lo que hay que hacer en tiempos de conflicto entre las directivas del gobierno humano y la voluntad de Dios para su pueblo. Por supuesto hubiéramos podido dar muchos ejemplos más, no obstante los que se enumeraron deberían ser suficientes para ayudarle a decidir por sí mismo, lo que hay que hacer cuando surge una situación de conflicto difícil, para que no esté desprevenido.

Cuanto más se acerca el regreso de Cristo, más se aleja la humanidad de la Verdad de Dios y se someterá por completo a los decretos injustos e impíos de los gobiernos. La Biblia incluso dice que debido a que el amor de Dios se enfriará en muchos cristianos, y se odiarán y traicionarán unos a otros – podrían convertirse en informantes de su gobierno y traicionar a sus familiares, amigos y prójimos que no quieren someterse a las normas y reglamentos del gobierno, que contradicen las leyes de Dios.

No deberíamos sorprendernos si esto sucede, pero cuando se pone a prueba nuestra obediencia a Dios, debemos mantenernos firmes en la fe.

Escritor principal: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

Los misterios de la Biblia

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Prefacio

El propósito de este folleto es introducirle a algunas asombrosas enseñanzas bíblicas, que tal vez – hasta ahora – pueden haberle resultado difíciles de entender. Mientras que este folleto no proporciona respuestas exhaustivas a cada tema, sí que proporciona un resumen de algunos grandes misterios.

¿Misterios? Sí, la Biblia contiene muchos misterios. De hecho, la Palabra de Dios los describe e identifica como tales, y es nuestra preocupación sincera hacérselos comprender.

Esperamos que Usted estudie este folleto detenidamente. Sin duda no estará decepcionado. Si no lo hace, desaprovechará el conocimiento más importante que Dios ha revelado a la humanidad. Conocimiento que puede conducir a la comprensión de la misma razón de la creación y el futuro incomparable, que Dios tiene preparado para todos aquellos que siguen Su llamado.

Introducción

Es posible que haya escuchado a algunas personas decir: “Simplemente no puedo entender la Biblia. Para mí es un libro sellado con siete sellos. Es un gran misterio para mí”.

Aunque pueda parecer sorprendente, la Biblia se contiene a numerosos misterios. Y tal vez aún más sorprendente es el hecho de que solo aquellos elegidos por Dios reciben las claves para entender dichos misterios.

La palabra “misterio” se deriva del griego “mysterion” y describe algo que solo es conocido por los iniciados. Para comprender los secretos de la Biblia, debemos pertenecer a los “Iniciados” – a los pocos, cuyo entendimiento ha sido abierto por el Espíritu de Dios, para que PODAMOS comprender lo que leemos.

Si Usted está sinceramente interesado en obtener comprensión bíblica mediante la lectura de este folleto, entonces existe una gran posibilidad de que Dios le ABRIRÁ la mente. Esto es un REGALO de Dios; ¡no lo trate a la ligera!

Participe ahora con nosotros en una descripción general de LOS MISTERIOS DE LA BIBLIA.

1. El misterio del evangelio

¿Por qué dice la Biblia que “el evangelio” es un misterio? ¡Porque la mayoría de las personas NO SABEN qué es el Evangelio! Esto puede ser una afirmación desafiante, pero juzgue por sí mismo, cuando lea la prueba bíblica a continuación.

Efesios 6:19.20, dice: “y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.”

Debemos dejar que la Biblia nos diga qué es el evangelio exactamente, porque solo hay un único evangelio. Muchos se han apartado del verdadero evangelio de Dios Y de Cristo y lo han reemplazado por una falsificación. Esto comenzó temprano en la Iglesia del Nuevo Testamento, en la época de Pablo, un apóstol de Cristo, y ha continuado hasta ahora.

Pablo dice en Gálatas 1:6-9.11: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre.”

Sin duda, el verdadero evangelio no es “según hombres”. DIOS mismo tiene que revelarnos el misterio del evangelio. DIOS tiene que decirnos qué es el evangelio. El significado de “Evangelio” incluye “Buenas Noticias” o “Buenas Nuevas”, pero ¿en qué consisten estas Buenas Nuevas?

Marcos 1:14-15 nos habla del evangelio que Jesucristo predicó: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.”

Mateo 4:23 añade: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”

El único evangelio verdadero es el evangelio del reino de Dios. ¡Y ESO era EL EVANGELIO que los primeros apóstoles proclamaban continuamente! Note en Hechos 28:30-31: “Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento”.

Pero prestemos especial atención a la profecía de Cristo en Mateo 24:14, que declara que su evangelio del reino todavía se proclamaría, por su iglesia o congregación, previo a su regreso: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

El Evangelio, o las Buenas Nuevas, que Cristo y los primeros Apóstoles proclamaron, y que la Iglesia HOY todavía proclama, ¡es el evangelio del Reino de Dios! El verdadero mensaje del evangelio de Cristo ha sido un misterio para muchas personas. Es hora de retirar el velo de este misterio.

2. El misterio del reino de Dios

Igual que la identidad del evangelio es un misterio para la mayoría de las personas, así también lo es su mensaje. Muchos no saben lo que es el evangelio y cuando escuchan entonces que es un mensaje sobre el reino de Dios, están confundidos acerca de la naturaleza de este reino.

Marcos 4:10-12 explica: “Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola [del sembrador]. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.”

El reino de Dios es un misterio para la mayoría de las personas, porque no saben lo que es el reino, quién estará en este reino, dónde se construirá y cómo se puede entrar en él. Ellos creen erróneamente, que después de la muerte vamos al cielo y en ese momento entramos al reino de Dios. Además, tienen una comprensión errónea de las Escrituras, donde el Reino de Dios se refiere al Reino de los Cielos.

Jesús dijo en Mateo 19:23-24: “[…] De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.”

Aunque el reino de Dios en algunos lugares de la biblia se refiere al reino de los cielos, es porque Dios ES ese reino y está en el cielo ahora mismo. Sin embargo, en el tiempo del regreso de Cristo también establecerá su reino EN ESTA TIERRA.

La Biblia de estudio Ryrie indica correctamente en sus comentarios sobre Mateo 3:2: “[El] Reino de los Cielos… es el dominio del cielo sobre la tierra” (traducción del inglés). Hoy en día, la tierra está bajo el gobierno de Satanás, el diablo (Mateo 4:8-9).

Otro punto relevante sobre este tema es que “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1 Corintios 15:50). Más bien, uno debe nacer del espírituconvertirse en un ser espiritual para entrar EN el reino (compare Juan 3,5-6.8).

Muchos también están confundidos sobre dónde se encuentra el reino de Dios. Ellos creen que ya existe en “los corazones de las personas”, habiendo malinterpretado las palabras de Cristo en Lucas 17:20-21: “[…] El reino de Dios no vendrá con advertencia, […] porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.” Fue Cristo, como el representante del reino de Dios, quien estaba en medio de ellos.

Entonces, así como la identidad del evangelio es un misterio para la mayoría de las personas, también lo es la identidad del reino. Cristo trajo el Evangelio – las Buenas Nuevas – del Reino de Dios. Y Usted debe saber lo que es este reino.

3. El misterio de Dios

Muchos no entienden que el verdadero evangelio es el mensaje del reino de Dios. No entienden lo que es el Reino de Dios. Y ni siquiera saben qué y quién es Dios. Se encuentran en oscuridad espiritual sobre la verdadera identidad y naturaleza de Dios. Eso también es un misterio para ellos. No tienen idea de cómo se ve Dios y de cuántos seres “Dios” está compuesto. Algunos afirman que Dios es simplemente una “masa” que lo abarca todo, sin forma ni aspecto (pero tenga en cuenta Números 12:8 y Éxodo 33:19-23), y que solo es “un” “ser”. Otros afirman que Dios es una “persona” en “tres personas”. Otros, a su vez, indican que el hombre no sabe y no puede saber nada exacto sobre “Dios”. Sin embargo eso no es lo que dice la Biblia.

La Biblia deja claro que Dios tiene que revelarse a nosotros para que podamos conocerlo. En Colosenses 2:2 vemos que Pablo ora, para que todos conozcamos “el misterio de Dios el Padre, y de Cristo” (New King James Bible).

Esto verdaderamente es un gran misterio, ya que muchos no saben que el Padre y el Hijo, Jesucristo, son los únicos dos seres espirituales que forman a Dios en conjunto. En otras palabras, el Espíritu Santo ¡NO es Dios! Es el poder que parte de Dios a través del cual Dios crea y sostiene su creación. Por otro lado, la naturaleza y la identidad de “Dios” también es un misterio para muchos, porque no saben que TANTO EL PADRE COMO EL HIJO SON Dios, y que Dios no es solo una persona, sino una FAMILIA gobernante o reinante – el reino o la Familia de Dios.

La familia de Dios está actualmente constituida por el Padre y el Hijo, pero con el potencial de incorporar a muchos miembros más. ¡Usted también podría convertirse en un miembro de la familia de Dios! Aunque estas cosas son un misterio para la mayoría de las personas, no lo tienen que ser para Usted.

4. El misterio de Cristo

La mayoría de las personas hoy en día no saben quién es Cristo, y qué, si algo, hace hoy. Por lo tanto, no es una sorpresa que la Biblia habla del “misterio de Cristo”.

En Colosenses 4:2-4 leemos: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar.”

El misterio de Cristo incluye la revelación de que Jesucristo ES Dios. En Tito 2:13, Pablo nos anima a todos a buscar “la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.” El misterio de Cristo también comprende el hecho de que Jesucristo siempre ha sido Dios. Juan 1:1 nos dice que al principio estaba la Palabra, que estaba con Dios el Padre, y que también era Dios. Como el Padre desde siempre ha sido Dios, así también lo es Cristo, la Palabra de Dios, desde siempre ha sido Dios. Cristo es llamado la palabra de Dios en Apocalipsis 19:13. Y Dios, el Padre, llama “Dios” a Cristo en Hebreos 1:8-9.

Sin embargo, el misterio de Cristo no se refiere solamente a quién y qué fue y es Cristo, sino también a lo que Cristo hace. De nuevo, la especulación humana es inútil. Dios nos tiene que revelar este misterio a través de su Palabra, y eso es lo que hace. Efesios 3:1-7 explica: “Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder.”

El misterio de Cristo incluye el hecho de que Jesucristo elige a personas de todas las naciones para incluirlos en su cuerpo espiritual, su congregación o iglesia, y para convertirlos en coherederos de su promesa – herederos del reino de Dios. Dios el Padre da el Espíritu de su Hijo a todos aquellos que quiere (vea Gálatas 4:6) – no solamente a los descendientes físicos de las tribus de Israel y Judá (e incluso la identidad moderna de Israel y Judá es un misterio para la mayoría de las personas).

En Colosenses 1:24-28, Pablo arroja más luz sobre el misterio de Cristo y nos revela que Cristo, a través del Espíritu Santo, habita en todos aquellos a quienes Dios el Padre ha llamado, y que trabaja en nuestra perfección para alcanzar su gloria en el reino de Dios.

Él nos dice: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos [“Los Iniciados”], a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre.”

Cristo es un misterio para la mayoría de personas. No saben quién era, quién es ahora o qué hace hoy en día. No entienden que Cristo vive en sus discípulos, a través de su Espíritu (Romanos 8:9) ayudándoles a vencer, como él venció (Apocalipsis 3:21). Y no entienden que Cristo está guiando a sus discípulos hacia la gloria – su gloria. Aunque estas maravillosas verdades están ocultas para la mayoría de las personas, Usted podría pertenecer a los pocos “iniciados” que sí entienden.

5. El misterio de la fe

Cristo no solo es Dios, también fue un hombre de carne y hueso por muy poco tiempo, cuando renunció a su divinidad, para vivir en esta tierra (Filipenses 2:5-8). Dios, el Padre, lo resucitó después de tres días y tres noches en la tumba y restauró su eterna gloria divina (Filipenses 2:9-11).

El hecho de que Jesucristo, quien FUE un ser divino glorificado, SE CONVIRTIÓ en hombre, es un misterio absoluto para muchos. Creen que de alguna manera, Cristo nunca renunció realmente sus poderes divinos. Afirman que era completamente Dios y humano cuando estaba aquí en la tierra. Continúan predicando falsamente que mientras la “parte humana” de Cristo murió, la “parte divina” no murió, ya que Dios no puede morir. Sin embargo, estos conceptos humanos son claramente incorrectos y, en efecto, rechazan el sacrificio supremo de Jesucristo, el Hijo de Dios. Es correcto que como ser espiritual, Dios no puede morir. Por esta razón, Cristo tuvo que convertirse en HUMANO, un ser físico-humano, para que pudiera morir.

En 1 Timoteo 3:16 leemos acerca de este misterio, que es malinterpretado por muchas personas: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.”

El misterio de la fe incluye el hecho de que Cristo, quien era Dios, se convirtió completamente en hombre de carne y hueso cuando estuvo aquí en la tierra. 1 Juan 4:2 explica: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios.” Más adelante en Juan 1:14 dice que Cristo se hizo carne.

Romanos 8:3 señala por qué Jesucristo, el Hijo de Dios, tuvo que encarnarse y por qué “se hizo” carne (compare Juan 1:14): “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne [es decir, nosotros éramos demasiado débiles para cumplirlo], Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.

Jesucristo demostró que con el poder del Espíritu Santo, como ser humano, es posible vencer el pecado de la carne. No hubiera podido probar este hecho si hubiera sido “completamente Dios” y “completamente humano” al mismo tiempo.

Otros argumentos de por qué Jesucristo tenía que encarnarse se explican en Hebreos 2:14, 17-18: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, … Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere […] Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.”

El hecho de que Jesucristo, el Dios del Antiguo Testamento, quien trató directamente con los ancianos de la antigüedad, se convirtió en ser humano, es uno de los mayores misterios para la mayoría de las personas. Simplemente no pueden comprender cómo Dios pudo convertirse en humano y POR QUÉ Cristo TUVO que convertirse en hombre. Al rechazar esta verdad fundamental también rechazan el tremendo significado y propósito del sacrificio de Cristo. Como resultado, siguen viviendo en oscuridad espiritual, aunque puedan creer que hayan venido a la luz.

Quién y qué era Cristo, en qué se convirtió y qué es hoy es un gran misterio para la mayoría de las personas. ¿Todavía sigue siendo un misterio para Usted?

6. El misterio del llamado del hombre

De la misma manera que muchas personas desconocen las obras pasadas de Cristo y lo que hace hoy, tampoco saben que nadie puede acercarse a Cristo “si el Padre no le trajere” (Juan 6:44). El concepto de que todo el mundo puede ser salvado hoy si “aceptan a Jesús en su corazón” ¡es completamente erróneo! Debemos ser llamados al conocimiento espiritual y el hecho de que Dios debe llamarnos a la salvación es, en efecto, un gran misterio para muchas personas. Pero si Dios nos llama, tenemos que responder a su llamado. Y en la medida que Dios nos va enseñando más y más de su verdad, tenemos que actuar en consecuencia a lo que sabemos. Esto incluye el bautismo por inmersión, tras el arrepentimiento de nuestros pecados y la aceptación del sacrificio de Cristo para el perdón de nuestros pecados. La necesidad de ser bautizado, así como la correcta ejecución del bautismo y la “imposición de manos”, es también un misterio para la mayoría de las personas – incluyendo la comprensión de que, a través del bautizo correcto, recibiremos el Espíritu Santo de Dios. Otro aspecto importante de este misterio es el hecho de que Dios no llama a muchas personas hoy en día. Sólo llama a unos pocos, que se identifican como las “primicias”. El resto será llamado más tarde – después del regreso de Cristo y cuando habrá establecido el reino de Dios en esta tierra.

En Romanos 11:25-26, Pablo explica el misterio del llamado del hombre: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad…”

No todos son llamados ahora – es decir, en esta época la salvación es concedida solo a unos pocos selectos. Sin embargo, hoy NO es el único día de salvación para todos. Muchos serán llamados más tarde, después de que Cristo haya vuelto y cuando haya establecido el reino de Dios aquí en esta tierra. Esto significa que tampoco todos habrán resucitado de entre los muertos al regreso de Cristo. Solo aquellos que hayan muerto “en Cristo” resucitarán cuando Cristo vuelva (1 Corintios 15:20-23). Este hecho sorprendente también es un misterio para la mayoría de las personas – así como el hecho de que no iremos al cielo cuando muramos. Más bien, los fallecidos “duermen” el “sueño de la muerte” en sus tumbas hasta que resucitan de entre los muertos (Juan 5:28-29; compare Daniel 12:2: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados […]. “).

La mayoría de la gente tiene la convicción de que tenemos un alma inmortal que sigue viviendo tras la muerte. Incluso esto es una interpretación errónea, pues la Biblia enseña que el hombre es el alma y que el alma que peca morirá (Ezequiel 18:4.20). De hecho, la muerte es un misterio para la mayoría de las personas. Así también el hecho de que la mayoría de los fallecidos, que no han seguido ni conocido a Cristo, resucitarán en un momento posterior, que es llamado el “juicio del gran trono blanco” en la Biblia.

Apocalipsis 20:4-5.11-12 explica: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años [el “Milenio”]. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección… Y [después de que pasaron mil años, vi] un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.”

Cristo habló en varias ocasiones sobre la “segunda resurrección” en el momento del juicio del gran trono blanco. En Lucas 11:31-32, dijo: “La reina del Sur se levantará [o mejor: resucitará, Nueva Biblia King James] en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar. Los hombres de Nínive se levantarán [o mejor, resucitarán, Nueva Biblia King James] en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar.”

Cristo hizo comentarios similares en Mateo 10:15: “De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad [la que se negó a escuchar el evangelio predicado por los apóstoles].” Añadió en Mateo 11:20-24: “Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: !!Ay de ti, Corazín! Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras.  Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.”

Cristo entonces dio las gracias a Dios, el Padre, por haberle revelado a su iglesia el misterio de nuestro llamado en esta época y el llamado de otros en un tiempo posterior. Continuando en el versículo 25: “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.

La mayoría de la gente no entiende que Dios no llama a todo el mundo en estos días, y que tanto el llamado como la resurrección de los muertos a la vida eterna están sujetos a un cierto orden u horario. Este misterio también incluye la comprensión correcta de lo que nos pasa cuando morimos.

7. El misterio de la iglesia

Así como la mayoría de la gente no entiende que solo unos pocos en esta era son llamados a la salvación, del mismo modo no comprenden otro misterio que concierne aquellos que son llamados hoy.

En Efesios 5:25-32 leemos sobre la amonestación de Pablo a todos los maridos cristianos, así como una analogía, que es un misterio para la mayoría de la gente: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.  Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.

Aquí Pablo habla del misterio de la relación entre Cristo y su iglesia. Enfatiza que aquellos que son llamados deben salir de los caminos de este mundo para estar unidos a Cristo. Cristo debe habitar constantemente en ellos (1 Juan 2:15-17, Romanos 12:2, Gálatas 2:20).

El verdadero propósito de la iglesia y su función es un gran misterio para la mayoría de las personas. La iglesia no es un edificio, es más bien un organismo espiritual, el “cuerpo espiritual de Cristo”, formado por todos aquellos en los que mora el Espíritu de Dios. Aun así, la iglesia de Dios ESTÁ organizada. Muchos creen equivocadamente que no les hace falta la iglesia para ser salvados. Otros a su vez se han unido a organizaciones religiosas y creen que se han convertido en miembros de la verdadera iglesia de Dios. Sin embargo, tiene que saber por qué Cristo estableció su iglesia, donde se encuentra hoy y cuál es su responsabilidad referente a la verdadera Iglesia de Cristo.

8. El misterio del futuro del hombre

Cristo cuida su iglesia y la nutre para que esté lista para su regreso. Siempre y cuando las personas llamadas por Dios a la salvación en estos tiempos, sigan el camino de Cristo y le permitan desarrollar los frutos espirituales en sus vidas, pueden esperar con regocijo un glorioso futuro. Se habrán preparado para el matrimonio con Cristo, el Novio, en su regreso (Apocalipsis 19:7-8). Ya que Dios solo permite matrimonios entre las mismas “especies”, los miembros de la Iglesia, tienen que transformarse, de la mortalidad a la inmortalidad, de la carne al Espíritu, del hombre a Dios, para que puedan casarse con Cristo. Esta transformación futura es realmente un misterio que prácticamente nadie comprende.

1 Corintios 15:51 da información sobre este misterio de la transformación de los seres humanos en espíritus inmortales: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos [es decir, moriremos]; pero todos seremos transformados”. El misterio oculto es que todos los que están “en Cristo” se transformarán en Dios de la misma manera que lo hizo el humano Jesucristo, nuevamente, en un ser divino inmortal, a través de su resurrección – el segundo miembro de la familia de Dios en ese momento. Entrarán en la Familia de Dios o en el Reino de Dios como miembros renacidos adicionales de esta familia. (Muchos creen que ya están renacidos, pero se equivocan. La correcta comprensión acerca del momento de nuestro renacimiento es un misterio para la mayoría de las personas.)

1 Juan 3:1-2 nos dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”

La palabra de Dios dice que seremos IGUALES a Él (1 Juan 3:2). Para la mayoría de las personas, la idea de que podemos ser “como” o “igual a” Dios ¡es un gran misterio! Sin embargo Colosenses 1:15 nos explica que Cristo es “la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”. La palabra griega para “fiel retrato” es “eikon” y significa “semejanza, representación, perfil”. Cristo dijo que quien lo ve, ve al Padre.

Como Cristo es el retrato fiel de Dios, el Padre, así nosotros nos convertiremos en el retrato fiel de Cristo: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Romanos 8:29).

En 1 Corintios 15:49, Pablo agrega: “Y así como hemos traído la imagen del terrenal [Adán], traeremos también la imagen del celestial [Jesucristo, el segundo Adán].”

Para aquellos con ojos espirituales para ver y oídos espirituales para escuchar, Pablo elabora en más detalle sobre la fantástica transformación futura del hombre en 2 Corintios 3:18: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”

Si llevamos la imagen de Cristo, nos pareceremos a Cristo (tenga en cuenta una descripción de la aparición de la gloria de Cristo en Apocalipsis 1:14-18).

En Mateo 22:17-21 Cristo recibió un denario, una moneda romana de plata con una imagen impresa de César. Cualquiera que mirase la moneda reconocería fácilmente el sello como una ilustración de César. De la misma manera seremos reconocidos como una imagen de Cristo. Nos pareceremos a él en su estado glorificado. Tendremos sus características. Nos convertiremos realmente en Dios – es decir, en un ser divino – una imagen total y completa de Dios, el Padre, y Jesucristo, al igual que un niño humano a menudo es reconocido como el fiel relato de sus padres. Aquellos que son llamados y elegidos en el día de hoy ya son (engendrados) hijos de Dios, esperando su transformación en un ser espiritual completo al regreso de Cristo.

9. El misterio de la sabiduría de Dios

1 Corintios 2:7-12.14 nos introduce a otro misterio más que la “sabiduría de este mundo” no puede comprender. Al igual que con el resto de misterios es de enorme importancia comprender este, si queremos saber por qué Dios en estos días solo ha llamado a algunas personas.

Leemos en el pasaje citado anteriormente:

“Más hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”

“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido… Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”

Nuevamente leemos que Dios tiene que revelarnos los secretos de la Biblia a través de su Espíritu. El hombre, por sí mismo, indiferentemente de lo culto y educado que sea, ¡NO PUEDE comprender estos misterios! ¡Es por eso que las mentes más inteligentes y brillantes no saben cuál es el potencial del hombre! No comprenden el misterio de la sabiduría de Dios para nuestra gloria.

Hace mucho tiempo Dios ha predestinado a algunas personas para heredar Su gloria. Los eligió “antes de los tiempos”, incluso antes de que nacieran y antes de que existiera la Tierra – para convertirse en miembros renacidos de su familia. Y a través de su Espíritu, ahora les ha revelado el “misterio de su sabiduría” para que puedan “conocer las cosas” dadas por Dios “para nuestra gloria”.

10. El misterio de la voluntad de Dios

Estrechamente vinculado con el misterio de la sabiduría de Dios todavía hay otro misterio más – concretamente el de la voluntad de Dios. Aparentemente idénticos, estos dos misterios sí que revelan aspectos ligeramente diferentes del plan de Dios para el hombre.

En Efesios 1:7-14 leemos: “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.  En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”

De nuevo leemos que algunas personas están predestinadas a ser llamadas para heredar el Reino de Dios en este tiempo (versículos 11 y 12). Sin embargo el misterio de la voluntad de Dios resalta otro aspecto del plan de Dios – el hecho de que el llamado no ocurrió accidentalmente o por casualidad, y que el resultado no es un juego al azar en los ojos de Dios. Más bien, es el DESEO y la BUENA VOLUNTAD de DIOS de dar su reino a aquellos a quienes ha llamado (Lucas 12:32). Dios no lanzó una moneda, por así decirlo, para ver quién lograría entrar en su reino y quién no. Por lo que a Dios se refiere, el éxito de los llamados hoy está garantizado porque es la voluntad de Dios – y está seguro – que lo lograrán; de lo contrario no los habría llamado en ese momento.

Dios les proporciona todas las “herramientas” que necesitan para su éxito. Les ofrece perdón por sus pecados, a través del sacrificio de su Hijo (Efesios 1:7). Él les da su Espíritu Santo, que es una garantía de su herencia de la vida eterna en el Reino de Dios (versículos 13-14). Sin embargo, esto no significa que no puedan apartarse. Pero sí que significa que Dios no espera que fracasen. El misterio de la voluntad de Dios para ellos es que ganen. Solo ellos pueden frustrar el plan de Dios si se renuncian a ellos mismos.

¿Pertenece Usted a los que Dios predestinó a ser llamados en este tiempo? ¿Cómo puede estar seguro de que no lo es? ¿Está interesado en los misterios de Dios? ¿Está dispuesto a OBEDECER a Dios y HACER lo que él le pide? Si es así, ¡existe una gran posibilidad de que Dios le está llamando ahora!

11. El misterio de la fe

Una cosa es leer sobre el plan de Dios para la humanidad y comprenderlo pero es un asunto muy diferente creerlo – tener fe en ello. Sin embargo, tenemos que tener fe para acercarnos a Dios (Hebreos 11:6).

Desafortunadamente, mucha gente no sabe lo que es la fe. Creen que la fe es una emoción humana o algo que tienen que alcanzar por sí mismos. Algunos otros confunden la fe con la superstición. Entonces por eso vemos que incluso la fe es un misterio para muchas personas.

En primer lugar, tenemos que comprender que la fe humana no es suficiente para agradar a Dios. Más bien, lo que necesitamos es la fe de Dios, y solo podemos tener la fe de Dios en nosotros si Dios nos da su fe. El hecho de que realmente tenemos que tener – y que podemos tener – la fe de Dios sigue siendo un gran misterio para la mayoría de la gente.

Pablo escribe en 1 Timoteo 3: 8-9:

“Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia.” Estos principios realmente aplican a cada cristiano.

Sin embargo, la mayoría de la gente no sabe nada de la fe de Dios y de Cristo, que tiene que estar en nosotros y que es necesaria para la salvación. Es una fe activa expresada en la obediencia a Dios y su ley (Romanos 1:5, 16:26).

No es una fe pasiva en Dios, que incluso los demonios desobedientes tienen (Santiago 2:19). No solo tenemos que creer en Dios, sino también tenemos que practicar una fe “obediente” y HACER lo que Dios nos dice.

Apocalipsis 14:12 se refiere a la fe activa que es necesaria tener en nuestras vidas como sigue: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” Aquí vemos que la fe de Jesús – la fe que Jesús tenía y que ahora debe habitar en nosotros – va de la mano con el cumplimiento de los mandamientos.

También tome nota de Gálatas 2:20:

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

¿La fe de Dios vive en Usted? Si no, ¿cómo puede obtenerla? Esta pregunta es un misterio para la mayoría de las personas. Pero no tiene que ser un misterio para Usted.

12. El misterio de los ángeles y las edades de la iglesia

Estrechamente vinculado con el misterio de Dios y la Iglesia hay otro misterio, que está descrito en Apocalipsis 1:12-13.16.20 de la siguiente manera: “Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro… Tenía en su diestra siete estrellas… [El Hijo del Hombre – Jesucristo en su gloria – dijo:]… El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.”

En algunas escrituras, la Biblia habla de estrellas que simbolizan a ángeles. Incluso los demonios pueden ser considerados estrellas, ya que son ángeles caídos, que han pecado contra Dios (2 Pedro 2:4, Judas 6). Sin embargo, la mayoría de la gente hoy en día sabe poco – si acaso algo – sobre ángeles y demonios, y por no decir nada de todo el mundo espiritual. Simplemente es un misterio para ellos. Si creen en ángeles, generalmente tienen una idea completamente equivocada de ellos. O, incluso peor, pueden estar en contacto con demonios, pensando que están comunicando con los ángeles santos de Dios.

Además, Cristo describe la historia y el futuro de su verdadera iglesia como un misterio y el hecho de que siete estrellas – o ángeles – vigilan a la iglesia. Cristo le dio un mensaje a Juan sobre las siete iglesias. Mientras que su mensaje se refería a la Iglesia de Dios en todo momento, incluyendo siete eras históricas de la iglesia, comenzando con la era de Éfeso y terminando con la era de Laodicea, también se refería a las siete congregaciones de la iglesia local en la época de Juan. Incluso este hecho es un misterio para muchos.

La última era de la iglesia – Laodicea – está descrita como “tibia”. Esta será existente justo antes del regreso de Cristo a esta tierra (Apocalipsis 3:20). Sin embargo, remanentes de épocas anteriores, incluida la era de Filadelfia, también estarán existentes en ese momento. En Apocalipsis 3:11 Cristo comunica al resto de Filadelfia que vendrá pronto y que guardasen las cosas que les fueron dadas. En este tiempo también habrá un remanente de la era de Sardis, que está advertida a vigilar, para que Cristo no viniere a ellos como un ladrón (Apocalipsis 3:3, 1 Tesalonicenses 5:1-4). Incluso un remanente de Tiatira seguirá existente en el momento del regreso de Cristo, y posiblemente tendrán que pasar por la Gran Tribulación debido a su falta de arrepentimiento (Apocalipsis 2:22).

La historia de la verdadera iglesia de Dios es un misterio para muchas personas. El cristianismo ortodoxo, así como la mayoría del resto del mundo, asume que una gran organización eclesial, poderosa y bien conocida constituye la verdadera Iglesia de Dios. Sin embargo, esta concepción es un error, ya que la verdadera iglesia de Dios siempre ha sido una “pequeña manada” (Lucas 12:32) que fue perseguido y a veces desapercibido del mundo entero (compare Apocalipsis 12:6: La mujer – la Iglesia de Dios – sobrevivió desapercibida en el “desierto” durante 1260 días o años). En ocasiones, la iglesia de Dios se ha enfrentado a persecución, rechazo y resistencia a causa del cumplimiento de su misión de predicar el verdadero evangelio como testimonio en todo el mundo. Aquellos que cumplen fielmente su misión serán odiados por todas las naciones (Mateo 24:8-14), incluso más justo antes de la segunda venida de Cristo para establecer el reino de Dios en esta tierra.

13. El misterio de la gran Babilonia

Los dos últimos misterios que discutiremos a continuación son tan importantes de comprender como los otros misterios, pero es imperativo que no estemos asociados, de ninguna manera, con lo que representan.

El primero de estos dos últimos misterios se describe en los capítulos 17 y 18 del libro del Apocalipsis. En Apocalipsis 17, Juan ve una visión de una mujer sentada sobre una bestia escarlata con siete cabezas y diez cuernos. En Apocalipsis 17:4-6 leemos lo siguiente sobre esta mujer: “Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un MISTERIO: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro.” Incluso Juan, al principio, no entendió el misterio de la gran Babilonia.

Como se indica por Dios, el ángel comenzó a revelar el significado a Juan: “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes [o colinas], sobre los cuales se sienta la mujer… Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (Apocalipsis 17:9.18). A esta ciudad en varios lugares se refiere como la Babilonia moderna (Apocalipsis 18:10, 15-16.21). Es una ciudad rica, pero también representa un sistema religioso y económico, que a su vez dirige o domina un sistema político – la bestia con las siete cabezas y los diez cuernos. Sin embargo es un sistema cruel y violento que persigue a los verdaderos siervos de Dios. Apocalipsis 18:24 dice: “Y en ella [la ciudad moderna de Babilonia – la ciudad que está construida en siete colinas] se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.”

Dios dice a su pueblo que se desvincularán de este sistema: “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis 18:4).

Para poder salir de Babilonia, primero hay que saber quién y qué es Babilonia, y dónde se encuentra hoy. Uno también debe entender el misterio de la Babilonia antigua y cómo se originó la civilización humana. Al fin y al cabo, para la mayoría de la gente la antigua Babilonia así como la gran Babilonia, es un misterio. No saben lo que representa. Sin embargo, los verdaderos siervos de Dios lo saben, como Dios se lo reveló. No se confunden por ningunas repentinas especulaciones proféticas, que intentan dar un “nuevo significado” al misterio de Babilonia.

14. El misterio de la inobservancia de las leyes (la iniquidad)

Una vez que hemos identificado el misterio de la gran Babilonia, estamos preparados para analizar el último misterio restante – el de la inobservancia de las leyes. El misterio de la gran Babilonia identifica el sistema babilónico moderno, mientras que el misterio de la iniquidad describe lo que representa este sistema y lo que enseña.

El misterio de la inobservancia de las leyes ya existía en la época de Pablo. Advirtió en 2 Tesalonicenses 2:7: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad…“.

1 Juan 3:4 nos dice que el “pecado es infracción de la ley”. La enseñanza bíblica explica que no entraremos en el reino de Dios si practicamos la iniquidad. Eso es un misterio para la mayoría de la gente porque el sistema babilónico les enseñó (la Iglesia Madre y sus iglesias “hijas”, compare Apocalipsis 17:5) que Cristo vino para abolir la ley de Dios. Se han dejado engañar a creer que los diez mandamientos ya no son válidos ni en vigor; que Dios nos acepta tales como somos; que ya estamos en su reino; y que somos salvos por la gracia sin tener que guardar su ley.

Los verdaderos cristianos – quienes viven según la pura doctrina de Cristo – saben muy bien que Cristo no enseñó nada de esto. Como lo enfatiza por ejemplo Mateo 13:41-42: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”

También nos dio esta sorprendente amonestación y advertencia en Mateo 7:21-23: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad“. La Biblia de Zurich traduce más claramente: “…. Apartaos de mí, los que cometéis lo que está en contra de la ley.”

Al igual que el hecho de que la ley de Dios todavía está en vigor hoy es un misterio para la mayoría de la gente, también lo es la identidad de esta ley. Muchos no saben qué es lo que tienen que hacer. Piensan que mientras que sigan los dictados de su propio corazón y su conciencia, complacen a Dios. Ellos no entienden que nuestra conciencia nunca puede justificarnos a los ojos de Dios, si contradice la ley de Dios. Dios tiene que revelarnos el misterio de su ley. Nos tiene que enseñar su forma de vida, su forma de justicia y lo que significa para nosotros. Debemos entender que el camino de la iniquidad, de hecho, nos niega el acceso a su reino.

David entendió que Dios tenía que revelarle las maravillas de su ley cuando escribió en el Salmo 119: 18-19,27,34: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley. Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos… Hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas… Dame entendimiento, y guardaré tu ley,
Y la cumpliré de todo corazón.”

David también indicó en Salmo 25:14: “La comunión íntima de Jehová (o, el misterio del SEÑOR) es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto”.

La mayoría de la gente ha sido engañada y cree que la obediencia no es necesaria para la salvación. Nunca parecen preguntarse por qué Dios debería convertir a una persona mortal desafiante de Dios, que no quiere obedecerle, en un espíritu inmortal y darle vida eterna. Y si alguna vez se han hecho esta pregunta, la rechazan inmediatamente, afirmando que es un “misterio” para ellos. Pero USTED no tiene que tener dudas sobre el “misterio de la iniquidad”.

Proclamación de los misterios

Como hemos visto, la Biblia contiene muchos misterios; misterios que Dios decide revelar a los “iniciados” – los verdaderos siervos de Dios. Pero, ¿CÓMO se revelan estos secretos al pueblo de Dios? ¿Puede cualquiera simplemente sentarse y leer la Biblia por si mismo, pensando que Dios le va a abrir el conocimiento sobre todos los misterios que hemos tratado en este folleto? ¡Difícilmente!

El cristianismo individual, que es la idea de que todo el mundo independientemente de la Iglesia de Dios – el Cuerpo de Cristo – puede heredar la salvación, es tan erróneo como la creencia de que podemos llegar al verdadero conocimiento solo por asistir a una organización que no es parte del Cuerpo espiritual de Cristo.

Pablo plantea estas preguntas intemporales en Romanos 10:14-17: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?  ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!  Más no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”

Dios ordenó que su verdad se revelará por su iglesia y a través de sus verdaderos pastores (compare Efesios 4:11-16). De hecho, increíble que pueda parecer, ¡la Iglesia de Dios tiene la responsabilidad de proclamar la verdad de Dios, incluso ante los ángeles!

Pablo escribió en Efesios 3:8-10: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales” (compare también 1 Pedro 1:12).

Además, Cristo ha comisionado a la iglesia de Dios que tiene que proclamar la verdad de Dios a todas las naciones (Mateo 28:19-20). Pablo explicó en Romanos 16:25-27: “Pero el que puede fortalecerte según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, a la revelación del misterio que se mantuvo en secreto por la eternidad, pero ahora revelado y profético. ¡El mandato del Eterno Dios a la obediencia a la fe se ha dado a conocer a todas las naciones, al único Dios sabio por medio de Jesucristo, a Él sea la gloria por siempre! Amén.”

En definitiva, todo lo que está oculto será revelado. A través de la predicación del evangelio en todo el mundo, la iglesia sigue la misión de Dios de dar a conocer sus misterios a todos aquellos que los quieran aceptar. Cristo dijo en Lucas 8:17: “Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.”

En Lucas 12:3 dijo a sus fieles siervos: “Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.”

Agregó en Mateo 10:27: “Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.”

Una advertencia y un desafío

Este folleto no estaría completo si no planteásemos una advertencia y un desafío a considerar.

Aunque esté de acuerdo con todo lo que está escrito en este folleto, y si ha sido motivado a profundizar en estos secretos de la Biblia, todo ese conocimiento no sería útil para Usted si faltara el aspecto más importante en su vida.

Incluso si conoce y comprende todos estos misterios que se analizaron aquí, no le servirá de nada si no está presente el elemento más esencial en su vida – el del amor de Dios.

1 Corintios 13 describe el amor de Dios con estas palabras: “Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (Verso 2).

Pablo habla aquí del amor de Dios – no solo del amor humano. Solo podemos tener este amor divino si Dios nos lo da a través de Su Espíritu Santo (Romanos 5:5). Y Dios no promete que recibiremos su Espíritu Santo, a no ser que nos bautizamos de manera bíblica (Hechos 2:38).

Comprender los misterios de la Biblia es de gran importancia. Sin embargo también tenemos que tener una perspectiva correcta. Dios considera los frutos de su Espíritu Santo en nuestras vidas como más importantes que la mera comprensión de los misterios de la Biblia, y el mayor fruto del Espíritu de Dios es su amor (Gálatas 5:22). El amor de Dios no hace daño al prójimo y, por lo tanto, cumple la ley de Dios (Romanos 13:8-10). De hecho, el amor de Dios se define como el cumplimiento de sus mandamientos (1 Juan 5:2-3).

Note como se describe el amor de Dios en 1 Corintios 13:4-7: “El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad.  Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

¿Esto le describe a Usted? Si es así, el conocimiento de los misterios de Dios puede ser de gran valor para Usted. Le muestra lo que pocas personas entienden hoy en día. Esperamos que esté motivado a estudiar estos misterios con más profundidad y que lea nuestra literatura y artículos adicionales que están a su disposición.

Oramos para que llegue a comprender completamente estos misterios y que sepa valorarlos. Por último, también oramos para que viva su vida en agradecimiento del hecho que Dios le haya ofrecido a USTED el conocimiento y la comprensión de…

…los misterios de la Biblia!

Escritor principal: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

¿Deberíamos tener miedo al futuro?

El mundo vive con temor – con miedo a una guerra nuclear; miedo a enfermedades; miedo al fin del mundo; miedo a un accidente de tráfico; miedo a morir en un accidente aéreo; miedo a un desastre financiero y la pérdida de trabajo; y miedo a la muerte en general. Uno de los mayores temores también está dirigido a nuestros prójimos… la preocupación de cómo actuarían y reaccionarían cuando uno defiende la Verdad.

¿Qué pasa con los verdaderos cristianos? ¿Qué pasa con Usted? ¿Vive con miedo? Si es así, esta serie de artículos explicará cómo podemos superar nuestros miedos.

Como ya mencionamos, uno de los mayores temores que podemos tener es el miedo a los hombres – lo que podrían pensar, decir o hacer si abrazamos y vivimos la Verdad de la Palabra de Dios.

Pero Dios es muy específico y explícito al decirnos que no debemos temer a otras personas.

Moisés dijo lo siguiente al pueblo de Israel y luego a Josué, en Deuteronomio 31:3, 6-8:

“Entonces fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel… “Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho… Sé fuerte y valiente, no temas ni tengas miedo de ellos; porque el SEÑOR tu Dios es el que va contigo. Él no te dejará ni te abandonará”.

“Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: ‘Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró JEHOVÁ a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. Y JEHOVÁ va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.”

Muchos siglos después, Isaías dio el mismo mensaje de ánimo al pueblo de Israel en su época, mientras miraba su futuro lejano cuando serían liberados del cautiverio después del Regreso de Cristo. Leemos en Isaías 51:11-13:

“Ciertamente volverán los redimidos de JEHOVÁ; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán. Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige?”

Esto es el problema clave: Mientras tememos al hombre, olvidamos temer a Dios. Y Dios les dice a través de Isaías que al final, surgirá un opresor malvado, aparentemente refiriéndose a un líder militar llamado “la bestia”, a quien todo el mundo temerá y seguirá. Pero su tiempo será corto, y Cristo lo matará cuando regresa.

El profeta Jeremías repite el mismo mensaje de ánimo en Jeremías 1:4-8, 17, 19:

“Vino, pues, palabra de JEHOVÁ a mí, diciendo: ‘Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije:!!Ah !!ah, Señor JEHOVÁ! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice JEHOVÁ… Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos… Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.”

En Ezequiel 2:3-8, leemos el mensaje de Dios al profeta Ezequiel:

“Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho JEHOVÁ el Señor. Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.”

 “Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde. Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes. Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.”

También tome nota de las palabras de Dios a Ezequiel en Ezequiel 3:9:

“Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.”

En Hebreos 13:6, Pablo repite el mismo mensaje de Dios a su pueblo, como sigue: “De manera que podemos decir confiadamente: El SEÑOR es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”

En general, se nos dice esto en Proverbios 29:25: “El temor del pondrá lazo; Mas el que confía en JEHOVÁ será exaltado”.

Nuevamente, vemos que cuando tememos al hombre, entonces podríamos perder el temor de Dios. Esa es la advertencia expresada en el pasaje citado anteriormente, y esa es la misma advertencia que podemos leer en Isaías 57:11-13:

“¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido? Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán. Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la tierra por heredad, y poseerá mi santo monte.”

O defendemos a Dios o lo negamos. Temer a otras personas y preocuparse por lo que creen y cómo podrían actuar disminuye y destruye nuestro temor y respeto por Dios.

Es por eso que leemos una y otra vez la misma advertencia bíblica, que Jesucristo también expresó tan vívidamente en Lucas 12:4-9:

“Más os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed. ¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.”

“Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios…”

Para mostrar el tremendo poder, la preocupación y el amor de Dios por nosotros, Cristo también añade esta declaración fundamental, en Lucas 12:32: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.”

En Mateo 10:32-39, Cristo repite algunas de las advertencias, como expresado e informado en Lucas, pero añade observaciones serias adicionales para decirnos que NUNCA debemos temer a otros y dejar que nos influyan de manera que nos apartemos de Dios, y que nuestro amor por Dios siempre debe ser nuestra primera prioridad:

“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará…”

Y así, leemos esta importante advertencia de Pedro en 1 Pedro 3:14-16:

“Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.”

Cuando personas sinceras y honestas nos piden que demos una defensa o una respuesta, no debemos tener demasiado miedo o timidez para hacerlo, ni debemos tener miedo de las amenazas de los demás cuando lo hacemos. También nos acordamos de la advertencia de Cristo de no avergonzarnos de él y sus enseñanzas (compárese con Marcos 8:38).

Al mismo tiempo, no siempre es bueno “dar una defensa”, pero cuando uno se niega a hacerlo, no debe ser por temor a los hombres, sino por sabiduría divina. Amós 5:13 nos dice que a veces es bueno no dar una respuesta: ” Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo.”

Cuando Pilato y los judíos desafiaron a Cristo, no les dio respuesta y no dio ninguna defensa a sus acusaciones (compárese con Juan 19:8-9; Mateo 26:63).

En Mateo 27:12-14, leemos:

“Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.”

Jesús sabía que cualquier “defensa” habría sido inútil, ya que su convicción y condena estaban predeterminadas. No desgastó sus energías dando lo santo a los “perros” y echando las perlas de sabiduría de Dios delante de los “cerdos” (Mateo 7:6). Pero no actuó de esta manera por temor a los hombres; No tenía miedo de sus amenazas.

Lamentablemente, la Biblia contiene muchos ejemplos de cuando la advertencia fundamental y exhortación de Dios de no temer al hombre, ha sido ignorada o violada.

Muchos se negaron a hablar sobre Jesús en términos de aprobación porque tenían miedo de los demás. Juan 7:12-13 dice:

“Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo. Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos.”

Después de que Jesús sanó a un ciego, sus padres fueron interrogados por los líderes de la sinagoga quienes se oponían a Cristo, pero por temor no hablaron, como se nos dice en Juan 9:18-23:

“Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.”

Otro ejemplo se da en Juan 12:42-43:

“Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.”

La pregunta que siempre debemos hacernos es esta: ¿amamos la alabanza de Dios más que la alabanza de los hombres? ¿Tememos más a los hombres que a Dios?

Incluso José de Arimatea, un consejero honorable, bueno, rico y justo, que podría haber sido el tío de Cristo con quien pudo haber hecho extensos viajes antes de comenzar su ministerio público, temía confesar públicamente su creencia en Cristo y que él era uno de los discípulos de Cristo. Juan 19:38 informa:

“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús”.

El siguiente verso nos dice que Nicodemo aparentemente también era un discípulo secreto. Originalmente había visitado a Jesús “de noche”, aparentemente por temor a los judíos:

“También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras”.

Centrándonos brevemente en el apóstol Pablo, se destaca como una persona valiente y audaz. Pero incluso él necesitaba ánimo de vez en cuando y la reafirmación ocasional de Dios. En Hechos 18:8-11, leemos que Dios le dijo a Pablo que hablase en nombre de Él, ya que Dios quería convertir a algunos en la ciudad de Corinto:

“Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados. Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.”

Pablo no temía a los hombres, como lo confirma Lucas en el libro de los Hechos. En Hechos 14:19-20, leemos sobre el asombroso coraje de Pablo:

“Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad.”

Pablo volvió de inmediato a las personas que lo habían apedreado. Esto requería coraje y audacia. En la próxima parte mostraremos cómo Pablo pudo tener y tuvo realmente tanto coraje, y cómo podemos tenerlo también.

Pablo no temía a las personas fuera de la Iglesia, ni a las personas dentro de la Iglesia que se le oponían en rebelión. Sus cartas proporcionan un testimonio abundante de este hecho.

Indica en 2 Corintios 13:10:

“Por esto os escribo estando ausente, para no usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción”.

También tome nota de sus comentarios en 2 Corintios 10:1-11:

“Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros; ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne…

“Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré; para que no parezca como que os quiero amedrentar por cartas. Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; más la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable. Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes.”

La razón de su ira justa contra algunos en la iglesia se explica en 2 Corintios 11:29: “¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?”

Sabía que algunos tratarían de engañar a los hermanos y arrastrarlos con ellos (Hechos 20:30). Pablo no les tenía miedo; se enfrentó a ellos para proteger al rebaño, a pesar de que fue juzgado por algunos que no entendían por qué hablaba y actuaban de esa manera y que lo acusaron de falta de amor. Lo mismo es cierto hoy: no hay nada nuevo bajo el sol.

Hay muchos otros temores que nos podemos encontrar, y la Biblia se refiere a algunos de ellos en numerosos lugares.

No importa en qué situación nos encontramos y qué circunstancia nos tiente a tener miedo, Dios nos muestra la salida. Ahora comenzaremos a abordar la forma de escapar del miedo.

Cuando se enfrentaban o se encontraban en una situación extremadamente difícil, los siervos de Dios recurrieron a Dios en busca de ayuda, paz, seguridad y salvación.

Mientras David estaba angustiado, oró en el Salmo 4:3:

“Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare”.

Esto es una clave vital cuando estamos en medio de la incertidumbre – la convicción y la persuasión de que Dios nos escucha cuando lo llamamos. Este hecho se reconfirma maravillosamente en el Salmo 107:23-32, junto con la responsabilidad de aquellos que han orado a Dios y luego han sido ayudados por Él para agradecerle su intervención:

“Los que descienden al mar en naves, Y hacen negocio en las muchas aguas, Ellos han visto las obras de Jehová, Y sus maravillas en las profundidades. Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, que encrespa sus ondas. Suben a los cielos, descienden a los abismos; Sus almas se derriten con el mal. Tiemblan y titubean como ebrios, y toda su ciencia es inútil. Entonces claman a Jehová en su angustia, y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban. ¡Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres!”

Encontramos la misma enseñanza y advertencia en el Salmo 118:1, 5-6, 8-9:

“¡Alabad a JEHOVÁ, porque él es bueno!; Porque para siempre es su misericordia… Desde la angustia invoqué JEHOVÁ, y me respondió JEHOVÁ, poniéndome en lugar espacioso. Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre… Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Jehová que confiar en príncipes.”

Nuestra ayuda principal solo puede venir de Dios. Con esa convicción, no debemos temer a los hombres, ni poner nuestra confianza en los hombres como si nuestra ayuda viniera de ellos, y no de Dios. Pero sabiendo esto, debemos agradecer a Dios y no olvidar su intervención.

Salomón hizo incluso esta notable declaración en Proverbios 10:3:

“JEHOVÁ no dejará padecer hambre al justo…”

Esto presupone y requiere mucha confianza en la presencia de Dios. Y así, los siervos de Dios sabían – y tenían que recordarse a sí mismos continuamente y constantemente – que no estaban solos y que Dios conocía sus ansiedades y temores y que los apoyaría y los protegería y los ayudaría.

David declara en el Salmo 27:1-3, 13-14:

“…Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?  Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.  Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado… Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. ¡Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a JEHOVÁ!

Aquí hay otra clave en nuestra lucha contra la ansiedad y el miedo: Esperar a la ayuda e intervención de Dios mientras estamos convencidos de que Él AYUDARÁ. A menudo, queremos la acción de Dios ahí mismo, pero en la paciencia y la fe se puede desarrollar gran fortaleza.

Sabiendo esto, David nos aconseja en el Salmo 32:6-7:

“Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia…”

De nuevo, escribe en el Salmo 23:4:

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”

Seguía caminando por el valle de la sombra de la muerte. Dios no lo libró de eso. Pero lo libró del miedo y la desesperación, porque David sabía que Dios estaba con él.

Los hijos de Coré que debido a su fidelidad no tuvieron que sufrir el destino de extinción de su padre debido a su rebelión, declararon esto en el Salmo 46:1-3,7:

“…Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar;  Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah… Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah.”

Es importante que nos recordemos en tiempos de ansiedad, miedo y desesperación que el Dios grande y poderoso está con nosotros. Es tan fácil, estando en el calor del fuego, olvidar este hecho tan importante.

En el Salmo 49:5, 15, los hijos de Coré escribieron esto:

“¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare? … Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo. Selah.”

Si Dios tiene el poder de resucitarnos de la muerte, ciertamente tiene el poder de ayudarnos en situaciones difíciles en esta vida. En tiempos de pruebas, podríamos olvidar fácilmente cuán poderoso es Él, pero es importante recordar eso siempre para que el miedo al futuro no nos consume.

David escribió en el Salmo 31:19-24:

“¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas… Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba… Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón.”

David se propuso recordar concienzudamente la gran y continua participación de Dios en su vida, para que pudiera tener buen coraje y conquistar todo miedo. Escribió en el Salmo 56:3-4, 8:

“En el día que temo, yo en ti confío… En Dios he confiado; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? … Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?”

David también dijo en el Salmo 31:15: “En tu mano están mis tiempos”. Sabía que no le podría pasar nada a menos que Dios lo permitiera – incluidos sus tiempos “buenos” y “malos”, así como el momento de su vida y el momento de su muerte – y que Dios solo permitiría o haría en su vida lo que sería mejor para él. Más tarde, Pablo diría que todas las cosas les ayudan a bien a los que aman a Dios y cumplen Sus mandamientos. Leemos en el Salmo 112 que el justo que “se deleita en gran manera en sus mandamientos” (versículo 1) “no tendrá temor de las malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; No temerá.” (versículos 7-8).

Este mismo pensamiento se expresa en Proverbios 3:25-26 para aquellos que guardan su ley y aplican su sabiduría y comprensión:

“No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque JEHOVÁ será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso.”

Este sentimiento se repite en Jeremías 17:7-8, como sigue:

“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.”

Mientras estamos en apuros y cuando enfrentamos la persecución de hombres malvados, no debemos dejar de dar fruto; No debemos dejar de vivir una vida justa.

Isaías 8:12-13 nos dice que no tengamos miedo de las amenazas de los hombres, sino que tengamos miedo y respeto a Dios. En Isaías 35:4, Dios añade este pensamiento:

“Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.”

Esta es la confianza que debemos tener siempre: Que Dios está en su trono; que Él sabe lo que está sucediendo en nuestras vidas; que ve la injusticia y la persecución que personas malvadas están tratando de infligirnos; y que Él, a su debido tiempo, INTERVENDRÁ para salvarnos y hacer frente poderosamente a nuestros enemigos. Y mientras tanto, no permitirá que nos pase algo que nos resulte demasiado difícil de soportar.

Dios refuerza esta maravillosa verdad en todas las páginas de la Biblia, que dice así: No debemos tener miedo porque Dios está con nosotros. Dios nos dará su protección, seguridad, ayuda y protección.

Isaías 41:10-14 cita las palabras de Dios para nosotros de la siguiente manera:

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor.”

La misma promesa se nos reitera en Isaías 43:2, 5, 15-16:

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti… No temas, porque yo estoy contigo… Yo JEHOVÁ, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice JEHOVÁ, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas…”

Dios está con nosotros. Él es nuestro poderoso Rey – el GOBERNANTE sobre todo el universo. Incluso si nos permite atravesar el fuego que podría quemarnos y el agua que podría ahogarnos, Él está con nosotros y no permitirá que nos hagan daño o nos maten antes del tiempo de nuestra muerte decretado por Dios. Y Él podría crear la forma de escapar de una manera sorprendente y totalmente inesperada – mostrándonos un camino dentro y a través del mar rugiente y las poderosas aguas desbordantes. Para permitir la posibilidad de una intervención divina tan poderosa en nuestras mentes, se requiere mucha fe de nuestra parte – lo cual discutiremos ahora en adelante.

Cuando Pablo y sus compañeros se encontraron en un barco en el océano y se vieron enfrentados a una terrible tormenta que parecía matarlos a todos, Dios le dio a Pablo una poderosa y alentadora promesa. Es posible que Dios no actúa exactamente de la misma manera con nosotros hoy, pero necesitamos saber que Dios está allí y que puede y está dispuesto a alentarnos en formas que podemos entender.

Leemos en Hechos 27:18-25:

“Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos. Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.”

Pablo tenía la fe absoluta de que Dios intervendría y lo protegería y salvaría a él y a sus compañeros. Uno podría decir que esta fue una circunstancia inusual en la que Dios solo salvó a Pablo en ese momento porque quería que Pablo compareciera en Roma ante César, pero este argumento no acertaría.

Encontramos circunstancias casi idénticas en la vida de los doce apóstoles originales en el tiempo que Jesús vivía con ellos como hombre.

Leemos en Marcos 4:35-40:

“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?”

Carecían de fe – no tenían fe en absoluto – y como consecuencia, tenían miedo. Cristo hizo la pregunta si encontraría fe en la tierra a su regreso. Sin fe, tendremos miedo. E incluso sin suficiente fe, tendremos temor.

En otra situación, encontramos lo siguiente, como se registra en Mateo 8:23-27:

“Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo:¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.”

Aquí, Cristo les dice que no tenían suficiente fe, lo que explicaba su temor. Aunque los registros en Mateo y Marcos suenan similares, no son idénticos, sino que representan dos eventos separados. Mateo describe una “tempestad” o un temblor – un maremoto – mientras que Marcos habla de una “tormenta de viento”, un torbellino o un huracán. Los discípulos mostraron y expresaron temor en ambos incidentes, carecían de fe completamente o no tenían suficiente fe.

De nuevo, uno podría responder que Cristo solo salvó a los discípulos en ese momento, porque tenía planes para ellos. La Biblia no dice esto; y además, Cristo tiene planes para cada uno de nosotros a quienes ha llamado a la salvación hoy en día.

Necesitamos fe en Dios para vencer el miedo. Cristo nos dice en Juan 14:1: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”.

Esta creencia en Dios puede debilitarse cuando estamos rodeados de acontecimientos malvados o cuando escuchamos rumores falsos o incluso correctos. Estas circunstancias físicas pueden socavar y destruir nuestra fe, si no tenemos cuidado.

En Marcos 5, encontramos un ejemplo interesante. Empezando en el versículo 22, leemos:

“Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.”

Pero en el camino, “vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (versículo 35).

Pero Jesús ya estaba en camino para sanar a la hija. Todo parecía perdido, cuando llegaron las terribles noticias, pero Jesús dio las siguientes palabras de ánimo al padre, en el versículo 36: “Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.” Y entonces, fue y resucitó a la hija que de hecho había muerto. Con Dios, nada es imposible – incluso cuando parezca a nuestro entendimiento limitado que no se puede hacer nada. En lugar de desanimarnos por rumores falsos negativos o incluso declaraciones de hechos aparentemente devastadoras, debemos seguir creyendo en Dios y en su ayuda.

Cuando no tenemos fe o no tenemos suficiente fe, temeremos. Debemos creer en Dios y su ayuda. Pero la suprema fe de la que hablamos y que se requiere para conquistar todo miedo no es algo que se origina dentro de nosotros y que podemos crear. Es un regalo de Dios (Efesios 2:8).

Fe, esperanza y amor son inseparables (1 Corintios 13:13). Y entonces, también temeremos si no tenemos suficiente amor. Y no estamos hablando de un concepto teórico y esotérico de “amor”. Más bien, 1 Juan 5:3 nos dice: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos”. Con ese tipo de amor divino, venceremos el miedo. 1 Juan 4:18 dice:

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”

El miedo implica tormento, o tiene miedo del castigo que se espera por violar la Ley de Dios y no arrepentirse de ello, pero el concepto de amor y falta de miedo va aún más profundo. Cuando el amor de Dios está en nosotros, lo cual se manifiesta por nuestra obediencia a Su Palabra, entonces sabemos que nada nos puede pasar lo que Dios, que es un Dios de amor (1 Juan 4: 8), no permitirá, y que todo saldrá bien por nuestro propio bien (Romanos 8:28).

¿Cómo puede el amor de Dios estar en nosotros? La respuesta se da en Romanos 5:5: “Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo [que] nos fue dado.”

El Espíritu Santo de Dios en nosotros nos da el amor de Dios (la primera de las características de los frutos del Espíritu, Gálatas 5:22-23), así como la fe de Dios (otra característica de los frutos del Espíritu), y también nos da la esperanza de Dios que no decepciona. Con el Espíritu de Dios en nosotros, venceremos todo temor.

Dios describe su Espíritu en nosotros de esta manera en 2 Timoteo 1:7: “…Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

Con el Espíritu Santo en nosotros, tendremos la paz de Dios (la tercera característica de los frutos del Espíritu). Cristo tenía el Espíritu Santo del Padre en Él, que destruyó todo miedo y le permitió dormir en un barco cuando fue amenazado por terremotos y huracanes.

Leemos en el Salmo 119:165: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.” Esta paz es un regalo de Dios que Cristo compartirá con nosotros, como dijo en Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Y con esa mentalidad, conquistamos el miedo e incluso podemos tener gozo (la segunda característica del Espíritu de Dios) frente a la adversidad.

Se nos dice que incluso cuando nos encontramos en grandes problemas, no tenemos motivos para tener miedo, siempre sabiendo que los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos y que debemos permitir y estar de acuerdo con el hecho de que Su Voluntad debe hacerse en nuestras vidas. Pero con el Espíritu de Dios en nosotros, venceremos el miedo y la ansiedad.

Algunos cristianos convertidos pueden sentir miedo y ansiedad por sus seres queridos no convertidos – especialmente frente a los terribles eventos que están profetizados de ocurrir muy pronto en la incomparable y terrible Gran Tribulación.

Pero debemos recordar que nuestros niños pequeños no convertidos e incluso nuestros compañeros no convertidos que no son hostiles a Dios y que están dispuestos a vivir con nosotros en paz son “santificados” o “santos” a los ojos de Dios (1 Corintios 7:14). Y como Dios promete protección a su pueblo fiel de los días malos que vendrán para poner a prueba a todos en la tierra, Dios también promete protección para ellos.

Leemos en Proverbios 14:26: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.”

Cuando Dios liberó a Israel de la esclavitud egipcia, permitió que otros los acompañaran. Éxodo 12:38 dice: “También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado.”

Tampoco debemos olvidar que Dios escucha nuestras oraciones por los demás. Moisés oraba repetidamente a Dios por el pueblo de Israel cuando habían pecado y Dios estaba a punto de destruirlos, pero debido a la súplica de Moisés, Dios escuchó sus oraciones y cedió. Abraham oró por la gente de Sodoma, y ​​Dios lo habría escuchado y se habría abstenido de destruir a Sodoma, si hubiera habido al menos 10 personas justas en la ciudad.

Dios escucha nuestras oraciones intercesoras – especialmente por nuestros hermanos e incluso por nuestros seres queridos inconversos. Leemos en 2 Tesalonicenses 3:1, 3: “Por lo demás, hermanos, orad por nosotros… Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal.”

Pablo dice en Romanos 15:30: “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios…”

También en 2 Corintios 1:8-11: “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.”

Como Pablo les pidió a los hermanos que oraran por él, nosotros en el ministerio también les pedimos lo mismo hoy.

Dios no permitirá que mal venga sobre nosotros que no podríamos soportar – y eso incluye el mal para nuestros hijos y seres queridos no convertidos. Como estamos en las manos de Dios, no hay razón para tener miedo o temor. Pero esta ausencia de miedo solo podemos tenerla si sabemos – y sabemos lo que sabemos – que Dios está con nosotros; que su espíritu está en nosotros; y que nos ayuda y nos protege.

El miedo nos impedirá defender audazmente a Dios sin compromiso ni retroceso, y nos impedirá anunciar todo el consejo de Dios (Hechos 20:27). Nos impedirá guardar Su Ley. A menos que conquistemos el miedo con la audacia y el coraje de Dios, su amor y su fe, finalmente nos destruirá en el lago que arde con fuego (Apocalipsis 21:8).

Escritor principal: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

La Navidad es pagana… ¿y qué?

“Todos los años igual” (“Alle Jahre wieder”) es una famosa canción navideña alemana, que dice que el Niño Jesús desciende a la tierra una vez al año, para entrar a cada casa con su bendición. Cuando era niño, escuchaba e incluso cantaba esta canción sin pensarlo mucho. A medida que me hice mayor y comencé a aprender más sobre la VERDAD, me di cuenta de lo engañosa que es esta canción. Pero la mayoría de las personas nunca llegan a este entendimiento, siguiendo ciegamente las costumbres anuales de Navidad y sus enseñanzas erróneas y, francamente, blasfemas. Donde vivo, estoy rodeado de casas con adornos navideños (a pesar de algunas excepciones notables), y a veces, cuando hago mi paseo diario con mi perrito al anochecer, me recuerda regularmente al Circus Circus en Las Vegas. Es completamente ridículo, pero este es el mundo en el que vivimos hoy.

Hace años, vi un programa de televisión con un “predicador” de aspecto extraño (fumando una pipa y con un sombrero de vaquero) quien hablaba de las costumbres navideñas no bíblicas. Demostró durante más de una hora que la Navidad era completamente pagana, pero luego concluyó que no importaba y que los cristianos deberían conservarla de todos modos. Me acordé de este programa cuando vi el siguiente artículo que fue publicado por Forbes el 15 de diciembre de 2017, titulado “¿Por qué la Navidad es pagana…?”

Aquí hay algunos extractos alucinantes:

“El paganismo… no es algo que hay que temer y es intolerante actuar como si lo fuera. La Navidad es una fiesta que ha evolucionado debido al paso del tiempo y la influencia de varias culturas a medida que la Navidad ha entrado en sus vidas. Cada una de esas culturas ha enriquecido la fiesta, dándonos más tradiciones con las que celebrarla…”

“Para los antiguos romanos, esa fiesta se llamaba Saturnalia, llamada así por el dios Saturno. Saturnalia se celebraba con fiestas, la entrega de regalos… El antiguo historiador, Livio, nos cuenta que la Saturnalia empezó en el año 497 a.C. Los historiadores modernos creen que probablemente comenzó mucho antes. Entonces, al menos medio milenio después del origen de Saturnalia, nació Jesucristo… Pasaron algunos siglos hasta que los primeros líderes de la iglesia decidieron que era un día para… conmemorar. También pasarían algunos siglos hasta que decidieron elegir un día para esa celebración, porque los evangelios no nos dicen en qué día nació…

“El 25 de diciembre del 274 d.C., el emperador Aureliano consagró el templo del Sol Invictus, creando una fiesta llamada Dies Natalis Solis Invicti – el cumpleaños del Sol – elevando oficialmente al Sol a la posición más alta entre los dioses… Alrededor del 350 d.C., el Papa Julio I declaró oficialmente el 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Cristo. No hubo evidencia de que fuera el día real de su nacimiento… no hay una regla que dice que un día de celebración debe coincidir con la fecha de origen real…”

“Entonces, en Roma en el siglo IV, el 25 de diciembre se celebraban tres grandes fiestas: Saturnalia, Dies Natalis Sol Invictus y Dies Natalis del Cristo. Solo es natural, que elementos de estas celebraciones se polinizasen entre sí…”

“A medida que… el cristianismo crecía, las personas que celebraban esas fiestas llevaban sus tradiciones a nuevas áreas… y [cuando] introdujeron la Navidad a los pueblos germánicos nativos, las prácticas de la Navidad fueron influenciadas por las prácticas de esos pueblos para sus vacaciones de solsticio de invierno. Con el tiempo, las tradiciones como el tronco de Navidad, el muérdago, la decoración de los árboles y las coronas de hoja perenne fueron absorbidas y se consideraron tradiciones navideñas. Los sajones, los vikingos, los victorianos y los capitalistas todos han agregado tradiciones al rico tapiz de la fiesta que todos llamamos Navidad… Las contribuciones paganas no son algo que temer… ”

¿Alguna vez ha leído tonterías tan ignorantes? La Navidad es pagana, pero ¿y qué? ¡No debería ser evitada, sino que enriquece nuestra vida cristiana! Lamentablemente, para muchos que quieren ser parte de la “multitud”, tiene sentido. Les da justificación para ser como un pez muerto flotando río abajo… si es que les importa.

Bueno, a Dios le importa, y eso nos dice en Deuteronomio 12:28-31:

Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre. Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses….”

Como verdaderos cristianos, NO debemos seguir las ideas paganas y las prácticas religiosas de otras naciones y personas alrededor de nosotros. Si lo hacemos, no nos irá bien a nosotros y a nuestros hijos.

Escrito por: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

Navidad – ¿Secular o cristiana?

Recientemente, un ministro de una de las organizaciones de la Iglesia de Dios que guarda el sábado, fue citado en la prensa, diciendo que la Navidad era una “fiesta secular”. Posteriormente, la Agencia Católica de Noticias (CNA) informó que, según el Papa, la Navidad era “una fiesta cristiana”. Para explicar su “naturaleza cristiana”, el Papa declaró que los “símbolos de Navidad, especialmente el belén y el árbol adornado de regalos, eran referencias importantes al gran misterio de la encarnación y el nacimiento de Jesús”. Añadió que el “abeto antiguo” o árbol de Navidad “era un símbolo importante de la Natividad de Cristo porque con sus hojas perennes recordaba a la vida que no muere”.

Entonces, ¿quién tiene razón – presentadores de noticias y comentaristas que se refieren a la Navidad como una “fiesta secular” o “fiesta nacional”, o líderes religiosos que enfatizan la “naturaleza cristiana” de la Navidad? Sorprendente para muchos, tal vez, la respuesta es que ninguno de los dos es correcto.

La Navidad no es una fiesta secular. Es claramente religiosa – aunque en nuestro mundo moderno civilizado occidental, el mercantilismo y otras actividades seculares mundanas pueden, en muchos casos, haber cubierto u ocultado la naturaleza religiosa y el carácter de la Navidad. Pero decir que la segunda fiesta más importante del cristianismo ortodoxo (considerando la Pascua como la fiesta más importante) es meramente una observancia secular, malinterpreta las raíces y los orígenes de la Navidad – hará el juego a defensores que desean mantener vivas las celebraciones navideñas incluso entre aquellos que se oponen a ellas por motivos religiosos.

La Navidad tampoco es un día santo cristiano – al menos no en la forma en que la Biblia define el verdadero cristianismo. Un verdadero cristiano es aquel en quien mora el Espíritu de Cristo (Romanos 8:9) – un verdadero cristiano obedece a Cristo (Juan 15:14), cree y permanece en Su Palabra y sigue su ejemplo (Juan 8:31; 1 Pedro 2:21). Y Cristo – la Palabra de Dios hablada y escrita (Juan 1:1, 14; 1 Juan 1:1-3; Apocalipsis 19:1-3) – ordenó a sus seguidores que NO guardaran la Navidad. Las razones de esta prohibición son muchas, como se explica completamente en nuestro folleto gratuito, “No guarde la Navidad”.

La Navidad es una fiesta religiosa, de acuerdo – pero es pagana hasta el fondo. No se originó con el nacimiento de Cristo. Los gentiles ya lo celebraban en honor a sus dioses paganos mucho antes de la primera venida de Cristo. El antiguo árbol de Navidad se usaba en esas celebraciones paganas con el propósito de adorar a dioses paganos. De hecho, los paganos creían que su dios particular se convertía en un árbol – que vivía en ese árbol – de ahí la decoración del abeto con regalos, en honor a ese dios pagano (que era conocido en diferentes culturas bajo diferentes nombres, como Mythra, Attis, Dioniso, Marduk, Baal y Nimrod). Estos son HECHOS – si a uno le interesa saber. Y la Biblia condena y ridiculiza la costumbre gentil de cortar un árbol y decorarlo con oro y plata (compare con Jeremías 10:1-5).

La verdad es la verdad – y ninguna etiqueta, a favor o en contra, cambia los hechos. La Navidad no es una festividad secular o nacional, pero es una fiesta religiosa; sin embargo, es pagana, no realmente cristiana. Usar prácticas paganas, en honor a dioses paganos, y aplicarlas a la adoración de Cristo es una violación directa de los mandamientos explícitos de Cristo (compare con Deuteronomio 12:29-32). Cristo dijo que lo adoramos en vano, si hacemos esto (compare con Marcos 7:6-9).

Aquí está su desafío: ¿En quién quiere creer – un hombre y tradiciones hechas por el hombre… o en el Jesucristo de su Biblia? Para un verdadero cristiano, la respuesta debería ser evidente.

Escrito por: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

Por qué no la Navidad

Es la época de Navidad otra vez. Durante la estación más fría y oscura del año, nos rodean hermosas y coloridas luces navideñas. Algunas casas están decoradas con un esplendor impresionante, y uno apenas puede hacer otra cosa que admirar la exhibición de luces eléctricas en medio del frío y sombrío invierno. Nuestros hijos son introducidos a la temporada navideña como el tiempo de paz y buena voluntad – como un tiempo importante de unidad y unión familiar. En Washington, siguiendo una tradición de 80 años, se llevan a cabo públicamente ceremonias nacionales de iluminación de árboles de Navidad, y se pronuncian discursos sobre cómo la Navidad celebra el hecho de que Cristo nació para traer paz a este mundo. Al entrar en supermercados, escuchamos famosas y melodiosas canciones navideñas, que van desde “Noche de paz, noche de amor” hasta “O Árbol de Navidad” u otras melodías conocidas. Una frase en una canción popular de Navidad puede ser especialmente reveladora, proclamando en voz alta: “Y el hombre vivirá para siempre por el día de Navidad”.

Luego, están los regalos de Navidad. Especialmente los niños apenas pueden esperar hasta la víspera de Navidad para ver sus regalos exhibidos debajo del árbol de Navidad hermosamente decorado. Todavía recuerdo cuando mis padres pidieron a mi hermano y a mí, cuando éramos niños pequeños en Alemania, que saliéramos a hacer un recado en Nochebuena. Cuando regresamos, nos dijeron que el pequeño “Niño Jesús” había llegado a nuestra casa y había dejado un nuevo tren de juguete eléctrico, así como otros regalos bonitos. Por supuesto, en Alemania y en ciertos otros países, los niños reciben una doble porción de regalos, ya que reciben un “anticipo” en el día de San Nicolás el 6 de diciembre: Un adulto con barba blanca, vestido con un traje rojo, aparece para recordarles a los niños de su conducta durante todo el año. Habla de sus buenas obras, así como, especialmente, de sus malas. Tras su promesa de “nunca volver a hacerlo”, el Papá Noel vestido de rojo guarda su vara y abre su gran bolsa para ofrecer regalos bonitos. Cuando San Nicolás o Papá Noel nos aparecía, no nos dábamos cuenta, al principio, que nuestra madre siempre “solía” estar desaparecida – y que regresaba poco después de la partida de Papá Noel.

Todo esto suena tan inocente, tan bien intencionado, y calienta el corazón de los adultos trayendo recuerdos llenos de emoción de años pasados. Pero, ¿podría haber algo malo con esas celebraciones?

Muchos de los que apoyan las festividades navideñas, reconocen su lado oscuro. Destacan que la Navidad se ha comercializado totalmente. La venta de productos navideños comienza justo después del Día de Acción de Gracias, para dar a todos los clientes potenciales suficiente tiempo para comprar múltiples regalos para todos sus seres queridos, sus familiares y amigos. También “necesitan” comprar regalos para aquellos con quienes de alguna manera están “en deuda” o de quienes esperan recibir ciertos favores a cambio. Hay gente que compra regalos que no se pueden permitir, incurriendo en deudas de tarjetas de crédito que nunca pueden pagar, solo para cumplir con sus “obligaciones” esperadas de dar regalos a otros. También sabemos que, especialmente durante la época de Navidad, se cometen más crímenes que en cualquier otra época del año, y el alcoholismo está desenfrenado.

Las personas religiosas también se dan cuenta de que las celebraciones navideñas se han centrado cada vez menos en Cristo, la supuesta “causa” y “razón” de la festividad. Y así, como leemos en WorldNetDaily.com, “Cada diciembre sale un llamado de los púlpitos de la nación para ‘devolver a Cristo a la Navidad’.”

Pero hay un problema con esa llamada, como hay un problema con todas las festividades navideñas. El artículo arriba mencionado continúa, “… un número creciente de estadounidenses – incluyendo cristianos fundamentales – afirman que Jesucristo no tuvo nada que ver con la festividad.”

Esto nos lleva al quid de la cuestión. ¿Qué, si algo, tiene que ver Cristo con la Navidad? ¿Nació el 25 de diciembre? ¿Ordenó, en la Biblia, de santificar la Navidad? ¿De dónde vienen todas las diferentes costumbres navideñas? ¿Son bíblicas?

El hecho de que las luces y velas de Navidad se vean bonitas no es la respuesta. Si podemos establecer que las celebraciones navideñas no están ordenadas en las Escrituras – sí, que de hecho están prohibidas y una falsificación de la verdadera adoración piadosa, entonces es irrelevante cuán “bonitas” puedan parecer ciertas costumbres. Recuerde, en 2 Corintios 4:4 se nos dice que hay un “dios de este mundo” – Satanás el diablo – quien ha “cegado” las mentes de aquellos que no creen en el evangelio, “para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo”. Si está mal, entonces las luces de Navidad serían un sustituto lamentable de la verdadera luz del evangelio. Además, en 2 Corintios 11:14 se nos dice que “Satanás mismo se transforma en un ángel de luz”. Lo que ofrece se ve bien, bonito y brillante. De hecho, el pecado tiene “placeres pasajeros” (Hebreos 11:25).

Al investigar el origen de la Navidad y sus costumbres, muy pronto queda abundantemente claro que la Navidad no tiene absolutamente nada que ver con el nacimiento de Cristo y el propósito de su primera venida. Descubrimos que prácticamente cada costumbre celebrada en Navidad es de origen pagano, lo que se había utilizado para adorar a dioses paganos. Muchos de aquellos que han estudiado el origen de la Navidad han decidido no conservarla más. Aun así, están bombardeados con costumbres navideñas, dondequiera que vayan. Si no tienen cuidado, pueden pillarse zumbando o cantando las canciones navideñas que suenan en un supermercado. Por otro lado, incluso los cristianos profesantes que apoyan firmemente las celebraciones navideñas se ven obligados a admitir el origen pagano de la Navidad. Sin embargo, argumentan, que eso no importa. Un artículo dice:

“El verdadero origen de la Navidad está lleno de controversia y compromiso. Un estudio rápido revelará una serie de raíces inquietantes… en resumen, la fiesta de Navidad que celebramos hoy en día es indicativo de la voluntad del cristianismo de absorber las costumbres y tradiciones del mundo, y de olvidar sus raíces simples en la realidad histórica de Jesucristo. La Navidad no debería ser más que un simple, pero maravilloso recordatorio del humilde comienzo de Cristo como un niño humano en este mundo… Aunque sea el 25 de diciembre, algún momento a finales de septiembre o cualquier otro día del año, deberíamos aprovechar cada oportunidad para reflexionar sobre Jesucristo y su mensaje de esperanza para todos nosotros”.

¿Pero es esto cierto? ¿Deberíamos utilizar cualquier oportunidad, incluso si esto significa, abrazar a costumbres paganas? ¿Es esa la enseñanza de la Biblia?

La decisión de celebrar la Navidad o no, es la elección del hombre. Sin embargo, decretar si es correcto o incorrecto hacerlo, es prerrogativa de Dios.

Escrito por: Norbert Link

Traducido por: Anna Ruoff

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